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Latinoamérica

«Era vivir o morir, no podía rechazar ningún trabajo»,…

Mery Sandoval lleva tantos años en España como los que tenía cuando partió de Quito (Ecuador) a conocer el viejo mundo. Era la primogénita de 3 hermanos y quería viajar más allá de las montañas donde había crecido. Su falta de experiencia le jugó una mala pasada, pero su actitud ante la vida y el apoyo incondicional de su marido la llevaron de la supervivencia al empoderamiento profesional y personal.  

Es agosto en la ciudad y los almerienses han cambiado el asfalto por una pequeña parcela en la playa, no para todos es este privilegio. Los pequeños comerciantes, los bares y restaurantes ofrecen sus servicios a los valientes que se atreven a salir a la calle. La protagonista recuerda como tras la pandemia las vecinas del centro apoyaron a los comercios de barrio y así se hizo una brecha de luz en tiempos de tinieblas.

Ahora con la perspectiva del tiempo Mery puede sentarse en la mesa de un café y narrar su historia no sin que los ojos se le llenen de agua con algunos recuerdos. “Mi madre había hipotecado su casa para pagar mi pasaje a España, costaba unos 1500 dólares y en 2003 aquello era mucho dinero. Pasé los primeros meses en casa de una amiga de mi madre en Cataluña pero me costó mucho encontrar trabajo, no tenía papeles, ni sabía que era eso.”

Al principio ¿Cómo se ganaba la vida?

Una tía mía supo que lo estaba pasando mal en Cataluña y fui a vivir con ella a Murcia. Allí trabajaba en el campo. Era vivir o morir, no podía rechazar ningún trabajo.

“En Murcia conocí a una familia de Berja que me dio trabajo como interna”. Sin entrar en más detalles, la mujer toma aire y se lleva un mechón de pelo hacia atrás para concluir: “no tenía gastos, pero era muy duro”.

Para comunicarse con su familia gastaba 5€ en 15 minutos de llamada, el equivalente a una hora de trabajo como cuidadora. Aunque a los pocos meses de estar en España, Cristian, su pareja, vino a la Península hasta un año después no pudieron vivir juntos.

Mery regresó a Ecuador en la Navidad de 2009 para acompañar a su padre en su último viaje. «Fue muy triste. Tuve que endurecer mi corazón y ser más fuerte que nunca».

¿Y la crisis de 2008?

Un palo muy grande, porque habíamos conseguido comprar un piso y en 2010 tuvimos que dejar todo y regresar a Ecuador. Mi marido pidió una excedencia en el trabajo de 3 meses y yo estuve allí dos años con mi madre pusimos un pequeño negocio de comida típica ecuatoriana, pero sentía que ya no era mi sitio. Mi madre me decía que ya había hecho mi vida en España y que tenía que seguir adelante.

Además, cuando me preguntaban qué había estudiado en España, yo pensaba no he tenido tiempo de estudiar, he tenido que trabajar para salir adelante. En Ecuador, para cualquier trabajo te exigen mucha formación, no es como aquí que puedes trabajar en una cocina, en el campo… Reflexioné mucho durante aquellos dos años.

Pensé que nunca había viajado a Francia, por ejemplo, que estaba tan cerca; que solo había trabajado y ahorrado para enviar dinero a la familia, para los imprevistos que surgían…

¿Cómo fue volver a empezar en España?

Cuando regresé apenas tenía contacto en la agenda, ni nada pero fui a hacer una entrevista como ayudante de cocina, no pensaba que me fueran a coger, pero sucedió, no iba a decir que no.

Mery volvió a España y metió la cabeza en los libros, así finalizó los dos primeros años de magisterio infantil. Durante un tiempo compaginaba los estudios y el trabajo hasta que el cansancio físico y la falta de conciliación hicieron que la ecuatoriana se planteara una nueva meta. Así se aventuró en un nuevo sector, la moda.

“Hace tres años que empecé con una franquicia, al principio ves el lado amable, pero veía que la ropa que me mandaban no encajaba en la zona y poco a poco empecé a poner algo de mi ropa. La verdad que me ayudó mucho una amiga, que tenía una franquicia con la misma empresa en Berja. Me di cuenta que la ropa que yo traía se vendía primero y que no era tan importante que tuviera un precio bajo, si no que la prenda gustara. El viernes antes de que nos confinaran casi voy a comprar más ropa, pero mi marido y Sole me frenaron y gracias a Dios, emprender significa meterte en gastos.”

A los 9 meses de que el negocio empezara a ir bien en la calle Castelar, llegó el confinamiento, un tiempo que le sirvió a la comerciante para trabajar en sí misma, abrirse a relacionarse con las vecinas, crear comunidad. La gente se volvió al pequeño comercio, en ese momento empecé a traer poco a poco tallas grandes, pero tengo para todos los cuerpos”.

La tienda tiene una fachada rosa y una bicicleta de forja en la entrada, Cris y Mery se encargan de todo. “Te presento a mi electricista, mi fontanero, mi pintor, mi albañil…”, la mujer suelta una carcajada y su marido responde con otra sonrisa.

A pesar de lo logrado, siempre hay nuevos horizontes y viejos caminos por descubrir. “Quiero tener mi carrera, aunque tenga 45 años”, dice la autónoma. A día de hoy su autoempleo le permite hacer una escapada a los pueblos de la sierra los fines de semana, trabajar sin horarios, pero trabajar para ella.  

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África

La perla negra de Almería: Pura

Una mujer mayor camina bajo el sol en una calurosa tarde de julio, lleva mochila y muleta por lo que deduzco que sale del trabajo. Tras pensarlo unos segundos doy la vuelta en la rotonda y me ofrezco a llevarla a su destino. Por el camino entablamos conversación, Pura tiene 65 años y después de 8 horas de trabajo de pie en el lineal de la envasadora ‘Murgiverde’ camina 2,6km hasta la parada de autobús que la llevará a su casa en la barriada almeriense de Los Molinos.

Pura y Juan se conocieron en Guinea Ecuatorial en los años 70, él era un albañil almeriense que había ido a trabajar al país africano. 10 años después la pareja decidió retornar a Almería. El escenario que se presentaba en la tierra ya colonizada por los plásticos y en la prosperidad que sus frutos dieron, era el de una incipiente democracia. Aires de renovación y viejas costumbres convivían en un mismo territorio. La mujer en la casa y un negro que te abanique, a Pura casi le cuesta la salud, pero salió a buscar trabajo porque tenía que sacar adelante a sus 4 mulatos.

Los caminos del humor tienen poderosos designios, a través de la risa la protagonista de hoy superó el racismo y se hizo una querida vecina en su barrio. Camino al café más cercano de su casa, en apenas cien metros, 6 voces diferentes la saludan con el cariño y amabilidad que aporta vivir en comunidad.

Ella pide un descafeinado de sobre, la camarera le pregunta casi en afirmación porque conoce de sobra los gustos de su clienta. Mientras paladea la taza de café comienza su relato.

“Cuando vine a Almería veía a tanta gente entrar en la casa y pensaba: ¿tanta familia tiene mi marido?  Pero no era familia es que venían a ver a una negra, hasta que me enteré y cuando sentía gente no salía de la cocina. Porque me daba vergüenza y no conocía a nadie. Ahí fue donde mi familia política cometió el error de tratarme como si fuera un animal, como que su hijo había traído un perro o un mono; me sentía muy avergonzada, me sentía muy mal”.

¿Cómo lo superó?

Me puse muy mala una vez, pero mal con una depresión malísima. Fui a un médico, creo que se llamaba José Arcos, el hombre me dijo: ‘no estás loca, ni tienes nada, tú tienes que salir y trabajar’. Me quedé que no quería ver a nadie, ni salir, mi marido también se alejó de mí en lugar de tomarme con el cariño que nos teníamos. Veía que él tenía vergüenza hacia su gente porque había traído una negra. Me iba dando cuenta de esas cosas, si no llega a ser por mis cuatro hijos regreso a mi país pero ellos me ataban. Pensaba dónde voy a ir con ellos.

Pensé que tenía que buscar la felicidad de mis hijos, lo que hice fue adaptarme, que cuesta mucho trabajo. Porque yo no sabía hacer comida de Almería, tuve una vecina maravillosa, que fue más que mi madre, ella me acogió con mis hijos, me enseñó a hacer de comer. Esta mujer me apoyaba en que tenía que trabajar porque mi marido era obrero, la construcción es temporal, incluso me buscó el primer trabajo que tuve en Almería. Cuidaba a una mujer, que me aceptó muy bien, era un poco rígida pero buena mujer.

Hace 30 años que esta entrañable mujer se incorporó al mercado laboral. Desde entonces es envasadora de pimientos y, prácticamente, ha consagrado su carrera a Murgiverde. Recuerda sus inicios, como narra toda su historia en un tono neutro y con cierta chanza.

“Cuando quise comprar mi primer piso, el director del banco me dijo que mi nómina no valía para nada, que cotizaba poco. Ni sabía lo que eran cotizaciones, no sabía lo que era el dinero en negro, ni nada. Entonces empecé a buscar almacenes.”

“En el primer almacén que busqué trabajo la secretaria de la oficina me dijo que allí no trabajaban ni negros, ni moros, ni gitanos. Le respondí que había ido a pedir trabajo, no razas y me fui. Al día siguiente fui a otro almacén muy pequeño donde una gente maravillosa me dio trabajo, estuve con ellos 3 campañas”.

Poco después empecé a trabajar en la empresa que estoy ahora, entonces se llamaba EjidoVerde, estrené con mis compañeras el almacén de Almerimar. La empresa es como si fuera mi casa, mis jefes son como mi familia. A día de hoy veo que Murgiverde es como si fuera algo mío porque me ha dado trabajo cuando más lo necesitaba.

Cuando mi marido enfermó me cambiaron al almacén del Parador para estar más cerca de Almería, pensaba que me echarían y, sin embargo, siempre me decían que lo primero era mi marido.

Soy la única negra del almacén. Hay mujeres que entran y me preguntan si no me da nada trabajar ahí y respondo: ‘A mí no, así mi jefe me ve desde el momento que entro por la puerta’. Entonces no me encuentro acomplejada ni en Almería, ni en mi trabajo, ni nada. Imagínate, todos los conductores de autobús me llaman rubia.

En la época que empecé a trabajar a la mayoría de extranjeros no los metían en almacenes. Hace 30 años no me aceptaba nadie, así que cuando me abrieron las puertas con lo bien que se han portado conmigo, se me cae la cara de vergüenza de coger una baja y saber que aún puedo trabajar.

La guineana está operada de una rodilla, la tibia y el peroné a causa de una mala caída en casa. Pasó 5 meses de baja para que los huesos soldaran. Es una mujer coqueta, echa de menos no poder llevar tacones por las lesiones y recuerda algunas anécdotas que la hacen sentir incómoda, como cruzar el aeropuerto para ver a su madre y que los guardas guineanos le tiren la broma de si no había compatriotas con los que casarse que tuvo que ir con un español.

De todos mis hijos, uno de ellos vive en Guinea, otro en Bélgica, otro en Pechina y, el que ahora está en casa, vivía en China. Justo la pandemia le cogió pasando vacaciones aquí y cerraron los aeropuertos, era entrenador de fútbol de niños. Lo ha pasado mal porque llevaba en Asia 5 años, tenía su estabilidad, ya está haciendo cosas de deporte. Hay que mirar la vida de otra manera, saber que esto ha sido mundial.

Es abuela de 7 nietos y bisabuela de dos. Toma su móvil y muestra orgullosa una foto con una de sus nietas, la chica es una adolescente de piel nívea. “Cuando llevaba a la niña al parque me decían si estaba cuidando a una niña y yo respondía: no, es mi nieta, es que la he metido en la lavadora.”

Cuando yo compré este piso allá por los 90, la gente no quería que yo viviera allí, ya había dado dinero, y me llamaron los constructores. Les dije de broma que firmamos los papeles yo pierdo el dinero y si tú te echas atrás yo puedo pedir lo que o quiera pues entonces me das 20 millones y ya está… La vecina que iba a tener al lado vendió el piso porque no quería tener familia negra al lado, aunque mi marido era blanco.

Siempre he comprendido que, aunque me casé con un español, vivo en un país que no es el mío, aunque ya si lo sea porque tengo nietos hasta biznietos. Entonces lo que hago es que me hago amiga, me adapto a lo bueno de mis amistades, no a lo malo; mis paisanos me dicen que siempre voy con blancas. ¿Con quién voy a ir si estoy en España? Me pasa con mis nueras que todas son blancas y no quise cometer el error que cometió mi suegra, sean de donde sean son mis nueras.

Purificación Eyang Ela Obono, es una abuela africana de andares españoles que ansía su jubilación, aunque el Ministerio le pide una prórroga de dos años ella se lo toma con humor. «Me llego una carta que la jubilación para 2023 y me puse más negra de lo que estoy». La vida es demasiado efímera para tomársela en serio. 

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almería

«Una parte de mí se siente discapacitada, por eso…

Mariela, duela de La Ramona, a las puertas de su negocio

Mariela es grande en el sentido amplio de la palabra, sus 20 años en España no se han llevado la cadencia del acento de Mar de Plata. Bajo su gorro blanco de chef escapan algunos mechones cortos rubios y canos, de mente inquieta con alma bondadosa, un ojo en el negocio y una mano tendida a quien la necesite. La toalla de playa que su padre le llevaba cuando visitaba a la familia en La Huelga (Sorbas), llevaron a esta española nacida en Argentina a tenerlo claro desde el parvulario. Su destino era Almería.

Cuando terminé de estudiar en la escuela de cocina de Mar de Plata vivía en Tierra del Fuego, donde acaba el mundo, 20 grados bajo cero se los aguantan ellos. Me vine para Almería de visita porque aquí vivía mi familia. En 5 días tenía trabajo, todo fue fácil porque tenía la nacionalidad española por parte de mi papá. Él ya no está pero venía a ver a la familia. Fue uno de esos españoles que se fue en barco en la primera mitad del siglo pasado. A día de hoy, tengo a 3 hermanos de mi padre que llevan 30 años aquí.

El desembarco en tierras almerienses no fue complicado, los retos vinieron después, cuando ya te sientes de aquí y el destino se encapricha con tener una conversación obligada. Fruto de ello es La Ramona, su buque insignia en el centro de Almería; un negocio y taller gastronómico que sitúa a la empanada argentina en la cumbre de su ser. “En pandemia estuve cerrada 180 días. En ese tiempo solo hice 900€, no llegaba para nada. Si la Ramona no hubiera nacido nos hubiéramos tenido que marchar.”

La Ramona nació hace 9 meses, hay dos empleadas trabajando, una es Micka y la otra María. El negocio marcha al ritmo de 30 kilos de cebollas picadas en 2 días para hacer el relleno de las empanadas. Un riguroso Glovo y Just Eat son los ejes centrales sobre los que se sostiene el negocio. Un impulso que, en estos tiempos, solo lo permiten este tipo de plataformas.

“María es una chica con discapacidad intelectual que viene unas horas por la mañana. En ‘Tu Chef talleres’ hemos estado volcados a dar clases de cocina con las personas con discapacidad intelectual; hemos trabajado con muchas asociaciones almerienses, como Salsido, A toda Vela, Dárata…”

¿Conocía a alguien con discapacidad?

Mariela contesta con sus ojos claro helados en una sincera emoción, “es porque en una parte de mi vida me siento discapacitada también”, una pausa leve introduce unas palabras que tiemblan entre sus labios: “porque a veces me faltan algunas capacidades. Entonces creo que es incluirlos, hay gente muy valiosa y que puede hacer más de lo que nosotros pensamos”.

A María la conocía porque durante 3 años estuve haciendo talleres en la ‘Asociación a Toda Vela’. Ella es una chica muy tímida, habla poco o nada, tiene grandes capacidades y hay que saber afinárselas también. Peló entre ayer y hoy casi 30 kilos de cebolla, medio llorando. A ella le sirve, pero a nosotros nos sirve más, ella necesite incluirse en el mundo laboral, ahora está de prácticas, pero si todo va bien… Todo es práctica, necesita coger rapidez, esto no lo va a hacer en su casa.

¿Cómo llegó Micka?

En Navidad estaba a tope y necesitaba a una argentina que me ayudara con las empandas. Tenía que ser gaucha, que al menos hubiera hecho empanadas en casa, porque no tenía tiempo de pararme a enseñar a nadie cómo se hacían los repulgues. Así que la busqué por grupos de compatriotas en las redes sociales. Hacía solo un mes y medio que había llegado a España, después de la cuarentena, vinieron con una mochila de 8 kilos porque si no salía bien volvían. El azar les brindó una oportunidad y se quedó en Almería, una ciudad la cual no sabía ni situar en un mapa.

Micka, empleada de Ramona, dando forma a las empanadas
Micka, empleada de La Ramona, dando forma a las empanadas

Desde el otro lado de la barra de silestone Cosentino, su empleada Micka prepara empanadas a una velocidad pasmosa. Los pequeños bocados son en apariencia argentinos pero algunos llevan el corazón almeriense, como la chef que originó los rellenos. Aunque el local ha cambiado, “usurpado por La Ramona” guarda el encanto de lo que antaño fue escuela de cocina para niños. La cocina es amplia y se dispone a la vista desde el mostrador. Para el ojo observador, una fotos de Mar de Plata y el pueblo donde los progenitores de Mariela se conocieron, la unión hispano-italiana de la que nacieron dos hijos trasatlánticos, la reminiscencia, las raíces, los orígenes que se encuentran bajo el amor de un fogón.

«Como me dice un hermano que me queda en mi patria, soy más española que Colón. Amo Almería desde que era chiquita.» Nuestra protagonista esboza una amplia sonrisa, una de esas que al ser fotografiadas inundan no solo un primer plano. Y es que tras el devenir del tiempo, surge el sentimiento irreparable para tantos migrantes… 

El corazón se te convierte en trasatlántico, ¿cierto?

Sí, porque mi mamá está del otro lado y mi hermano. Si el año que viene se puede, en enero después de las fiestas, voy a ir. Mi abuela tiene 92 años y la quiero ver.

Había que salir por algún lado, la idea de las empanadas venía dando vueltas desde hace tiempo. En 2019 desde la cocina del Mercado Central trabajó junto a las actividades gastronómicas impulsadas por el Ayuntamiento de Almería, quien gestiona ese espacio. Aunque la chef recuerda que fue en el 2018, momento en el que Almería era candidata a capital gastronómica, cuando se encargó de su gestión. «Con ‘Tu Chef’ talleres de empanada, hemos estado en Fitur, Salón Gourmet, Andalucía Sabor…», explica la argentina con entusiasmo. 

¿Por qué ‘Ramona’?

Este lugar es tu Chef talleres, pero Ramona le ha usurpado el sitio. Se llama así porque el nombre me parece muy español y porque cuando era pequeña en mi ciudad había una señora que se llamaba así y hacía empanadas. En cuanto al marketing es un nombre muy español, fácil de recordar, leyendo, consultando con amigos que se dedican al sector publicitario, mirando por redes sociales, así surgió este nombre con fuerza.

Durante estos 6 años de ‘Tu Chef talleres’, ¿cuáles han sido tus mayores logros?

Ha sido duros, sobre todo al principio porque el almeriense le ha costado el concepto. Para los niños no, para ellos ha sido brutal, hemos hecho muchos cumpleaños en el taller y en casas, talleres en colegios, nos hemos desplazado mucho. El boom aterrizó cuando la ciudad consiguió el galardón de Capital Gastronómica. «He estado en todos lo jaleos. Mi empresa hacía actividades en la sede de Almería gastronómica que se puso en el Paseo de Almería, íbamos a Madrid, vino Máster Chef…»

Desde el 2015 hago la feria de gastronomía de Almería, Concurso de Gastronomía almeriense, ahí hablé con el Ayuntamiento para hacer un concurso para niños. Al año siguiente organicé el concurso de adultos y niños, ahí cambiamos el lugar donde se celebraba el concurso. Todos los días a parte del concurso se hacía un show cooking para que la gente viera cómo trabajaban los cocineros de aquí. Revolucionamos esa parte de un concurso gastronómico de tres días en el ferial a un concurso y feria gastronómica durante toda la feria de Almería con más vista en el paseo, más glamour. Aunque sea un estrés a tope es lo mejor que he podido hacer, es mucha responsabilidad, pero es para la ciudad.

¿Y en todo este tiempo cuál es el chef que se ha convertido en admirado?

Sus ojos azules se prenden y en la diminuta mesa que nos separa sus brazos se extienden en un intento de agarrarme con fuerza para que le preste la máxima atención. “Ángel León, soy fan, tuve la oportunidad de conocerlo en una feria De Gusto de Huercal-Overa. Por allí pasaron Paco Torreblanca, Samantha Villar, la ‘creme de la creme.”

Esto es un no parar. Mariela, ¿hay límite?

No, no sé si hay tope, hace dos años y esto lo digo con orgullo porque me salió por contactos y poner la cara, que participo en el evento solidario de Marbella Chef for Children. Se celebra en el hotel Montero 5 estrellas, donde invitan a 30 estrellas Michelín, van todos y yo. Me toca hacer la parte de los niños, los chefs son el anzuelo, para esa cena de gala benéfica. 150 niños participan en los talleres de cocina de los laureados chef, son elegidos a través de un concurso de dibujo que se celebra meses antes en los colegios de Marbella. Mariela coordina las actividades de los maestros cocineros con los infantes.

Bandejas con empanadas en el mostrador del taller culinario

Es el tema del momento, siempre recurrente y socorrido para los que hacemos este trabajo de plumillas pero, verdaderamente, quiero ir más allá. No quiero despedirme de esta fuerte mujer sin ver cómo reacciona a su corazón. ¿Sacaste algo positivo de estos tiempos de pandemia?

Durante la cuarentena, la argentina junto a un grupo de 11 cocineros más estuvo cocinando para Cruz Roja Almería, «cuando llevaba la vianda de medio día me di cuenta de la falta que había. Eran familias normales que se habían quedado sin trabajo y no tenían ni para gel en la ducha. Vino mucha ayuda y pedimos que reforzaran porque un adulto aguanta con un café, pero a ver cómo le explicas a un niño que no hay para cenar». La sensibilidad de Mariela se dispara, se le entrecorta la voz porque, tal vez, son esos momentos los que te hacen sentir afortunado, o por lo menos, como dice el dicho: ‘jodido pero contento’.

«Fue una sensación muy dura, no la olvidaré jamás. Venía al local en bicicleta a regar las macetas y era una sensación de que la ciudad estaba muerta. El COVID me ha parado mucho profesional y personalmente, ha sido la primera vez en 20 años que he tenido que pedir un crédito y gracias porque estamos vivos.» 

Es justo mencionar que los comienzos vinieron rodados aunque sí fáciles de asimilar. Al final todo es organizar una receta sencilla, práctica y dinámica para que los niños puedan manipular y prepararles un kit, cada uno debe tener su espacio con su plato, su cuchillo… En la calle hay que hacer recetas muy sencillas, porque no hay medios. En la Plaza Vieja era armar una brocheta con chocolate, pero los niños se los pasaban de muerte.

¿Tienes algún otro proyecto entre manos?

En realidad, ahora podríamos hacer esta parte de talleres con mínimos, pero estamos parados, solo hemos reanudado la actividad de talleres de Roquetas en el Mercado Central. Desde hace tres semanas todos los martes trabajamos en Roquetas con personas mayores en talleres.

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Originem

«En este mundo todo se ve quien quiere tratar…

El atleta Lundo Mendes desde Vícar

La tierra, la mujer, la crianza, la felicidad, la abundancia… No es casualidad que el determinante artículo sea de género femenino. “Mi mujer es fundamental, siempre que haces algo cuando te apoyan, te da un empujón, pones más de tu parte”, son las palabras de Lundo Mendes. Porque correr la maratón es un día, pero el amor de la familia es incondicional.

Mendes es de Guinea-Bissau, llegó a Las Norias (El Ejido) siendo adolescente, a través de la reagrupación familiar. Su padre había conseguido con mucho esfuerzo traer a su familia a España, los tres hermanos y la madre, llegaron al poniente almeriense, pero pronto volvieron a su país porque preferían su tierra. Solo el deportista se quedó. 

¿Visita a su familia en Bissau a menudo?

Cada vez que tengo vacaciones me escapo, aunque sean un par de semanas. Allí vive mi madre y mi padre. Mi familia ha conocido a mis hijos, mi mujer también va.

Lundo Mendes habla de Ramona Nicoleta Rosiu, se conocieron hace unos años en Almería y han formado una familia intercontinental con una riqueza cultural española, guineana y rumana. Para el protagonista es muy sencillo, no hay choque de culturas si hay amor.

Si tú estás con una persona, donde vayas no lo puedes ver raro porque realmente lo quieres. Ella viaja a Bissau pero, por supuesto, también vamos a Rumanía a ver a su familia.

El guineano trabaja en la alhóndiga La Unión, como especialista de almacén, además la empresa también patrocina su carrera deportiva. La maratón de Madrid o Lisboa son algunas de sus carreras más destacadas con el presente en el recorrido de Nueva York y la muy reciente media maratón de Calar Alto, conocida por ser la más alta de la Península Ibérica.

Media maratón de Calar Alto

“Empecé a trabajar con 18 años. Puedo decir gracias a Dios que en España solo he tenido dos empleos, llevo muchos años trabajando en la alhóndiga La Unión. Me llevo bien con todo el mundo, tengo buenos jefes, eso es con lo que se queda uno.”

Incluso te patrocinan…

Si y sabemos que es una empresa muy importante en la zona. Como trabajo allí y me gusta el tema del deporte, la empresa me ha patrocinado. No solo por la publicidad, sino porque llevo la empresa donde trabajo escrita en la camiseta y para mí es una cosa grande, me da mucha alegría, es un punto a favor para mí.

¿Por qué el ‘running’?

Siempre he practicado muchos deportes como fútbol, kárate… Llevo bastantes años corriendo con el ‘running’ estoy más enganchado por el tema del trabajo, porque es un deporte que puedes salir sin horarios tan estrictos, solo depende de ti mismo. Salgo a la hora que me viene bien, además tengo que cuadrarlo con la familia. 

A veces salgo a correr con clubes de aquí, a pesar de que con mi trabajo tengo limitaciones como nos conocemos todos pues solo avisarnos y ya.

La buena gente que te llevas, eso es lo que se queda uno. Te llevas gente espectacular. Algunos son muy profesionales tienen muchos conocimientos y te ayudan.

Mesdes pronuncia las palabras con cierto peso y un tono suave, sin embargo, se traduce emoción en esa “gente que te llevas”, con las manos entrelazadas desde el valle de Vícar y el Mediterráneo de telón parece que la mirada se le pierda en la profundidad de la tempestad que cada cual guardamos. Entonces, antes de que se mastique un espeso silencio toca lanzar la siguiente pregunta.  

¿Cómo fueron los inicios?

Primero estuve en un par de años en un colegio en Las Norias y ya empecé a trabajar. Siempre me he llevado bien con todos. Porque en este mundo todo se ve, cuando llegas a un sitio y te encuentras con la gente ves quien quiere tratar bien y quien quiere mal. Soy una persona que coge lo bueno, siempre me llevo bien con todo el mundo, no quiero faltar el respeto, ni que me lo falten.

Es difícil adaptarse e integrarse aquí, respetar lo que hay porque es diferente de un país a otro. Cuando llevas 20 años viviendo en España ya se cogen las dos culturas, el tiempo pasa muy rápido pero bueno.

Mendes es presidente de la Asociación hijos de Carungal Canhobel Guinea Bissau y tiene su propia marca de ropa L.Mendes Clothing. Aunque nunca ha vivido en su piel la discriminación lucha por la igualdad y la justicia social. 

“Emigración siempre hay, pero la zona donde estamos, culpa de unos y de otros. Todavía nos tachan, hay una barrera, a mí gracias a Dios no me ha llegado a pasar pero sé que pasa. Hay que tratar a los demás como si fueran una persona igual que tú, en lugar de preguntar: ‘¿oye tú qué haces aquí?’. Esa persona ha venido a tratar de mejorar, hay gente que lo pasa mal en su país, pero hay quien viene para probar otra cosa no porque realmente le haga falta salir de su país. Como los españoles salen a Alemania, Inglaterra… Hay quien viene con formación, pero hay mucho papeleo para convalidar los estudios, a veces ni lo permite depende del país que venga.”

¿Estos valores los trabajan en casa?

Sí, a los niños les hablamos en todos los idiomas que sabemos. A mis niños pequeños los estoy enseñando para que sepan cómo es su padre, de donde viene, es una cosa que no me gusta que se pierda.

Y aunque todos guardamos un as en la manga, digamos que Lundo ha hecho de Almería su tierra: “Ahora mismo estoy bien aquí y no quiero ni moverme de Almería, aquí tengo mi hogar, mis amigos…” Y sin muchas más florituras termina la conversación.

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África

Lola Pendande de Las Norias a USA

Lola Pendande jugadora de los Miami Hurricanes

De cómo el baloncesto proyectó la carrera de una niña de barrio humilde. Esta es la historia de Lola Pendande una española de raíces africanas que, gracias a una beca de baloncesto, estudia Ciencias Políticas en la Universidad de Miami; sin embargo, se siente muy almeriense y está deseando volver a tomar unas tapas. Puedes escuchar su testimonio en el ‘podcast’ que te dejamos en la cabecera de la entrada. 

Pendande era adolescente cuando cogía el autobús después del instituto dirección a Roquetas de Mar donde entrenaba. «Comí un bocadillo por el camino», cuenta la jugadora, a la vuelta como los pueblos no están bien comunicados las llevaba el entrenador. 

Con tan solo 20 años ha jugado para el FC Barcelona Baloncesto, ha participado en un sino que achaca la carestía de la vida y el trepidante ritmo de la ciudad. Auténtica amante del Mediterráneo donde ha nacido. Es una chica implicada con las injusticias, como el feminismo y el racismo de ahí que haya escogido estudiar Ciencias Políticas. Puedes ver su perfil de Instagram aquí.  

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Europa

“Si no puedes tener un perro, compra un pez”…

Nuno Mateus en su consulta de Vet&Pet’s. Foto por Melanie Lupiáñez

En su consulta una bandera de Portugal y otra de España, casi por superstición las lleva consigo desde que tuvo el accidente de moto que cambió el rumbo de su vida y lo plantó en Roquetas de Mar, esa bandera de su tierra es su estandarte. Nuno Mateus es un tío peculiar, habla pausado y firme, consciente del dardo que lanza a cada palabra.

¿Qué consejo le darías a la gente que quiere tener una mascota?

Que no regale un perro, porque los juguetes se olvidan.

El centro se encuentra en la Urbanización de Roquetas de Mar y fue abierto el pasado octubre en plena pandemia. Este veterinario siempre ha tenido espíritu empresarial y mente inquieta. “Siempre he sido emprendedor, la única vez que he trabajado para otro fue cuando me vine a Almería”, dice Nuno.

¿Cómo os conocisteis?  

Su pareja, Encarna Martínez, se ríe y dice que le engañó. Un cruce de miradas cómplices y la sonrisa de oreja a oreja, “¿Se lo cuento?”, dice ella, él asiente y se ríe. “Como Nuno se apellida Mateus cuando fuimos a su pueblo en Portugal donde están las bodegas Mateus Rosé me dijo que todo era de su familia” … Él sigue vapeando, me mira, se encoje de hombros y se ríe. Se conocieron cuando Nuno fue a Murcia a hacer el máster de anestesia.

“Si no fuera por ella, todo esto no existiría”. Encarna interrumpe y dice: “peloteo” en un intento de hacerse la dura y no dejar que la emoción la invada. Entonces sigue Nuno: “no es peloteo porque no podría desarrollarme más, me da mucha seguridad en mi trabajo”.

Encarna es puro nervio, ella lleva la clínica y marca las directrices, pero esto que quede entre nosotros. “Nosotros trabajamos en equipo desde hace muchos años, nos entendemos perfectamente. Casi al mismo tiempo nos hicimos pareja y trabajamos juntos. Al final no hace falta hablarnos porque sabemos lo que necesitamos, a nivel personal y profesional. Eso es una ventaja cuando, por ejemplo, hay cirugías de accidentes que tienes que intervenir de forma rápida. El tiempo apremia”, finaliza la alicantina.

Encarna Martínez y Nuno Mateus en la puerta de su centro veterinario

 

¿Cómo fue que aterrizáteis en Roquetas?

Tuve un accidente grave con la moto en Orihuela, donde nos conocimos Encarna y yo. Decidimos que lo mejor era volver a Portugal, Vila Real, preferí recuperarme en casa cerca de los míos. Después de muchas cirugías, ahí hace mucho frío y busqué un clima más caluroso para mi recuperación.

Cogí un mapa, hice un redondel y mandé currículum en esta zona. Me llamaron de 2 sitios, me presenté a uno y decidimos venirnos a Almería con el coche lleno de cosas y dos niñas (una de 3 años y otra recién nacida).

La cosa al principio fue regular porque la dueña quería solo un cirujano, me limitaba mi progresión como profesional; así que a los tres años fue cuando di el paso y me animé a abrir nuestro propio centro. Hago cirugía de mínima invasión, videocirugía, desarrollos ortopédicos y todo lo que tiene que ver con traumatología. 

El centro Vet&Pet´s es puntero en cirugías e imagen. «Ahora estamos en la parte de desarrollar laparoscopia quirúrgica. Operar o castrar con solo un mini agujero es ya una realidad para los animales» a Nuno le brillan los ojos cuando lo cuenta. “Imagina, yo soy cirujano y hago extracciones toda la vida de la misma manera, es tan aburrido… Dejé el anterior trabajo porque necesitaba progresar y encontrar nuevas maneras que me motiven. Gracias a Dios tengo la suerte de hacer una cosa que haría gratis. Adoro mi trabajo». Ese amor por su profesión se destila en su centro de trabajo y en detalles como que recuerda el nombre del perro cuando le dices la afección. 

¿La profesión la llevas desde pequeño, te has criado con animales?

Sí, me he criado con animales. De pequeño hice unas tarjetas con mi nombre y profesión y se las daba a la gente y todo el mundo se reía de mí. En Portugal no se estudia veterinaria. Se estudia medicina veterinaria, los 3 primeros años son iguales a medicina, después haces la residencia y libro que defiendes ante un tribunal compuesto por 3 profesores.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Mis clientes viene con sus mascotas y dicen, tiene una mirada triste, algo le pasa y tienes que adivinar, es un trabajo de detective y por eso me fascina el reto.

¿Cómo fue dar el salto? ¿Al principio es duro encontrar financiación?

El primer hospital que yo abrí, que fue el primero en toda la región norte de Portugal, en el 99, la conseguí porque mi familia me ayudó con un préstamo y me avalaron. ¡Solo tenía 27 años y la mantuvo abierta por unos tres! El veterinario prosigue con habla pausada. Con el tema del divorcio de mi primera mujer tuve que vender y fue cuando me lie la manta a la cabeza y vine para España para hacer el máster de anestesia en Murcia. Anteriormente, ya conocía el país porque hice una residencia en la facultad de veterinaria de la UAB de Barcelona.

Siempre has tenido la parte empresarial muy presente… 

Tuve la “suerte” de montar un hospital enorme porque, después de la universidad, me reuní con unos grandes profesionales y formamos un equipo perfecto.

Nuno es de esos profesionales que saben de lo que hablan: «ya en el 99 poníamos prótesis de caderas a animales, cosa que ahora ya no se hace porque nadie lo paga. Siempre que trabajaba era para ser productivo con mi tiempo.»

Material y ropa específica para la realización de radiología veterinaria

 

La vocación siempre rondando en todo lo que te has propuesto, ¿verdad?

Yo estudié veterinaria para ser cirujano, no para ser un vendedor de tienda o vendedor de piensos”. Nos gusta ser muy puristas en el tema de enfocar nuestra profesión de manera pura y al mismo tiempo puntera.

Aunque hay que remarcar que nuestro protagonista es de espíritu inquieto y ha querido mostrar su saber hacer más allá del trato veterinario-cliente. Además del programa que tiene en la tv, el cual pronto volverá a las pantallas tras el parón sufrido por la pandemia; el portugués es colaborador de radio y se maneja con soltura dentro de las redes sociales. Un ejemplo es su canal de Youtube donde sube muestras de su saber en las cirugías que habitualmente realiza.

¿Creen que ahora hay mucha más conciencia con los animales de la que había antes?

Encarna toma el timón de la conversación. Sí, ahora ya todo ha cambiado. Ahora hay más conciencia pero más economía, la gente está concienciada y tratan a los animales mejor, intentan siempre que accedan a un mejor tratamiento. Además, nosotros tenemos muchos equipos aquí muy punteros en Almería, hacemos cirugías que nadie hace. Mantenemos red de contacto con otras clínicas que nos derivan casos y es lo que nos ayuda a ser nuestro objetivo y ser un centro de referencia en la provincia y alrededores. 

¿Cómo se logra manejar el tema de la competencia?

Lo bueno nuestro es que teníamos la cosa muy clara, sabía lo que quería, cómo estaba el sector y, de verdad, es que de momento nos está yendo muy bien. Hay que tener en cuenta que yo ya llevaba tres años aquí y conocía todo.

Intentamos separar nuestros servicios con los que ofrecen las otras clínicas, es una manera de tener una competencia más leal y que todos se necesiten. Esto aquí no ha sido fácil porque aquí no hay una unidad, los veterinarios van a lo suyo y no se fía nadie de nadie. En Portugal, cada uno tiene una especialidad y entre ellos se ayudan mucho. Trabajan entre compañeros de forma muy normal y mandar a los animales entre especialistas porque ellos se ayudan.

Es algo que sería mucho más lógico, evidentemente…

Exactamente, pero aquí en veterinaria todos tienen la sensación de que se van a quitar el trabajo unos a otros. Nosotros estamos especializados en cirugía e imagen.

Cuando los padres irradian esa vocación por su profesión, muchos hijos son capaces de empaparse de ese amor y convertirse en todo aquello que mamaron desde pequeños en el hogar. ¿Quién sabe? En la mayoría de ocasiones, es el alumno quien termina superando al maestro.

¿A vuestras niñas les gusta el negocio?

Muchísimo, les hemos tenido que hacer hasta disfraces de ‘supervet’ (superveterinarias). Un guiño que promete…

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Europa

“No pueden cerrar un país entero” de cómo Brasserrie…

Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro; los mandamientos del poeta cubano José Martí en la vida del hombre. ¿Pero qué hay que considerar para creer que una vida merece la pena?

Esta es la historia de una joven pareja holandesa que viajaba por el Mediterráneo en barco, habían dejado atrás su negocio en los Países Bajos para tomarse unos años como marineros y en la isla de Ibiza se plateó la siguiente encrucijada: ¿Córcega o Roquetas de Mar? Se decantaron por la segunda opción y así es como Carolina Rozendaal y Jaco Mudde, los dueños de la Brasserie Panini, se instalaron hace 20 años en el municipio almeriense.

Todo empezó en la avenida del Mediterráneo, allí abrieron un cibercafé a principios de los 2000. La filosofía era sencilla, café e Internet a bajo precio, todavía ni había llegado el euro. Tenían 3 líneas de teléfono que conectaban y desconectaban cuando los clientes necesitaban acceso a la red. Carolina transmite con su español de fuerte acento las vivencias de esos primeros años. “Nos fue muy bien, todo el mundo necesitaba Internet, estaba lleno de extranjeros” y señala la esquina contigua a su brasserie para indicar el lugar exacto donde se ubicaba el cibercafé.

En aquella primera ubicación, tomaron contacto con los clientes locales y empezaron a ofrecer costillas, sate de pollo y algunas delicias flamencas que enganchaban a los paladares de quienes se acercaban. El precedente para lo que hoy sería el restaurante con 437 referencias en TripAdvisor en 3 lenguas distintas y una puntuación casi perfecta.

“La hostelería es mi sangre”, dice Carolina que desde los 24 años es responsable de sus propios negocios. “Cuando empecé a los 24 años en mi país no podía tener un negocio, mis padres firmaron por mí”. Seis años después, harta de aguantar la rutina del bar, decidió emprender el viaje que la traería a este rincón del mundo.

¿Carolina cómo conoció a Jaco?

En el bar, él era mi cliente y empezamos una relación. Lo veía que venía cada noche y no hacía nada, entonces le dije ven a trabajar en el bar. Él dejó su trabajo y empezó a trabajar conmigo y así.

Carolina y Jaco al frente de Brasserie Panini

Recuerda cómo el principio del milenio los trató bien y cuando el ADSL se instaló en la mayoría de los hogares no les quedó otra opción que reinventarse. Así nació Panini´s, frente al hotel Playa Luna, una zona que era un auténtico hervidero de gente en los meses estivales. Y el empujón del fútbol era siempre un plus. Como la terraza del local era grande y estaba bien situada la hostelera pensó rápido.

Carolina fue al banco a pedir 1000€ para comprar 3 pantallas enormes e instalarlas entre la terraza y el bar durante el mundial de 2010, cuando España ganó a Holanda, asiente con la cabeza la protagonista en el gesto de disgusto, pero continúa con el negocio. El banco no estaba por la labor, pero la suerte estaba de su lado. Un cliente que había detrás la escuchó fue al cajero y prestó el dinero a Carolina que tardo dos semanas en saldar su deuda. Después del mundial de fútbol, sorteó las televisiones en un bingo entre los clientes, una de las pantallas llegó hasta el restaurante actual. Hoy reposa en la zona destinada a los niños antes del COVID.

“Eran los niños quienes elegían venir a comer a la Brasserie porque tenían juguetes para ellos, sus mesas, pero ahora como está todo…”

Sate de pollo la salsa es de cacahuete

¿Cómo habéis sobrellevado la pandemia?

“Del COVID no quiero ni hablar”, dice Carolina, y aguanta el gesto donde la mueca de la boca delata un mal trago.

Recuerdo el sábado 14 de marzo del año pasado perfectamente, cuando me dijeron: tienes que cerrar. Yo repetí 1000 veces no pueden cerrar un país entero. Me parecía raro que mis colegas pusieron el mobiliario dentro.

Durante la cuarentena la gestoría nos preparó un pase para que viniéramos al restaurante a limpiar, a ponerlo bien. Estoy acostumbrada a trabajar, no podía sentarme en el sofá 24h, nunca lo he hecho en mi vida.

Cuando reabrieron en junio estaba bien, pero en julio se fueron los extranjeros y…

Nunca hemos tenido problemas con los bancos en estos 20 años, pero hemos tenido que pedir un préstamo y ahora estaremos 10 años más aquí y yo ya tengo 56 años.

Es una realidad a la que se están enfrentando muchos hosteleros y a Carolina le pesa tanto como a otros, sus raíces se han extendido por nuestro pueblo donde ha criado a su hijo, ahora adolescente. Porque la mujer considera que los niños necesitan tener un lugar estable, la pareja no tiene pensando mudarse o volver a su país, han hecho de Roquetas su hogar.

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África

De la patera a montar la barbería más grande…

Augustine Serwiri desde su lugar de trabajo

“One who God has blessed, no one can destroy”, quien ha sido bendecido por Dios, nadie lo puede destruir. Este lema ocupa un lugar privilegiado en la barbería Abraham Lincoln, en la peluquería y en la tienda de estética africana que hay al otro lado de la calle propiedad del mismo hombre. El dueño, Agustine Serwiri, y su pareja, Janet Owusa, son dos treintañeros ghaneses que se establecieron en Roquetas de Mar poco antes de la crisis del ladrillo.

Lunes, temprano en la mañana, los niños van al colegio cuando abre la barbería. Desde la avenida Pablo Picasso donde se sitúa, todavía puede notarse el olor a humedad de las claras del día mientras las golondrinas planean desde las cornisas del esqueleto de un edificio. En el interior, la maquinilla de Augustine ya marcha, hay varios hombres que esperan sentados; de fondo la tele con el sermón de un vehemente predicador. Los colores predominantes son el rojo, blanco y azul, de gran influencia americana pero con corazón africano. Los fines de semana trabajan hasta 6 barberos y las colas de hombres para cortarse el pelo son interminables. “Empiezo a trabajar a las 09.00h y acabo a las 23.00h”, dice Augustine, el propietario. 

Es un hombre que habla poco, pero dice mucho, atento de su trabajo, relajado. Salió de Ghana y todavía ni era mayor de edad, ahora son nombrados MENAS, pasó 4 años en Libia hasta reunir el dinero suficiente para pagar la patera que lo traería a Europa. Aunque la distancia entre los dos países africanos es de 5470km, el segundo es una opción cercana para cruzar a lo que ellos consideraban la tierra prometida.

Travesía desde Ghana a Roquetas que siguió Augustine

A veces las expectativas y los prejuicios se confunden, como los europeos creemos que África es un país, muchos africanos piensan que toda Europa es inmensamente rica.

La protagonista de hoy Janet recuerda como en 2007, cuando fue a la embajada española en Ghana para arreglar su visado y venir a España a través de la reagrupación familiar que había conseguido su marido, una funcionaria le advertía.

“¿Pero tú conoces Roquetas de Mar?, allí los trabajos son muy duros. Janet quédate aquí, eres secretaria de un buen abogado”. La mujer no podía creer lo que le decía su compatriota y contestó: “Europa es Europa”, hoy reconoce que España la ha hecho una mujer fuerte, que de seguir en Ghana dependería de la familia y el servicio hasta para lavar su ropa.

En cuanto a Augustine es uno de esos muchos que llegaron en patera desde la otra punta del continente. La constancia, el trabajo y la fe lo guiaron por su camino. Hoy es padre de 4 hijos, todos roqueteros, el mayor y las gemelas han visitado a la abuela que ahora espera para darle un abrazo al más pequeño, a causa del COVID tuvieron que posponer el viaje. Una foto de la familia reside preside el lugar de trabajo del barbero, parece paradójico porque todos viven en la misma casa pero la barbería abre de lunes a domingo.
 
Retrato de Augustine Serwiri
 
¿Cuáles fueron sus primeros trabajos?
 
Cuando llegué a Roquetas estuve dos años trabajando en el campo. Después empecé como barbero en un quiosco pequeño que hay en las doscientas viviendas. Ahí está mi maestro. Poco a poco y trabajando mucho alquilé un local pequeño, cerca de aquí, donde está el semáforo, no tenía ni baño, era una cochera. 
 
La policía vino un día y me dijo que tenía mucha gente, que me buscara un local y lo pusiera todo con la licencia y bien. Fueron los policías los que me ayudaron a buscar un sitio. Me dijeron que este local estaba vacío, pero tenía miedo porque era muy grande. Entonces encontré otro más pequeño, ahí enfrente (donde ahora está la peluquería africana también de su propiedad) y poco a poco con la ayuda de mi hermano fuimos reformando y poniendo todo bien. Tenía 20 años justos cuando se embarcó a ser autónomo.
 
¿Cómo fueron los inicios?
 
Al principio cuando llegamos ni arreglamos la tienda, pone una silla, un espejo y así mismo a trabajar con 10 o 12 clientes. Y así poco a poco empezamos arreglar el local porque no teníamos nada. Lo más difícil era que no teníamos dinero y teníamos que pensar en pagar la casa y trabajar. El dueño también se portó muy bien si no teníamos para pagar un mes nos decía que no pasa nada. 
 

¿Hace cuánto se instalaron en este local?

Hace 10 años, todas las reformas las hicimos mi hermano y yo. Esta silla fue la primera que compré. Era mi sueño desde que empecé a trabajar, guardaba el dinero poco a poco para comprarla.

 
Y esa silla se ha convertido en su símbolo de prosperidad, ocupa un lugar privilegiado en el salón y su color negro la hace única, el resto son rojas, todas de estética retro.  Augustine cuenta la historia del mueble símbolo de prosperidad para él.
 

“Fuimos a Almería a una tienda para comprar cosas para la barbería y pregunté cuánto costaba el sillón, el dueño pensaba que nosotros no teníamos dinero, pero le dije piénsalo porque me interesa, le pagué lo que pedía y compré todo a este hombre, los espejos, las sillas…”. 

Janet Owusa, copropietaria del negocio y pareja de Augustine
 
Janet es la cara b de la historia son opuestos en todos los sentidos, pero se complementan. Ella es terriblemente sociable, habla un inglés perfecto y dos dialectos africanos en los que puede entenderse el Ga y Twi, este segundo lo comparte con su marido, es su lengua materna. Hace un par de años que trabaja en la tienda de estética africana y saluda a 4 de cada 3 personas que pasan por la puerta.
 
Antes de trabajar aquí ¿en qué trabajabas?
 
Uf he trabajado en cosas que cuando vivía en África nunca hubiera imaginado. Cuando llegué trabajé en un invernadero durante una semana. Yo le decía a mi marido que tenía las uñas muy largas para eso, que no era para mí. Él y mi hermano me decían que con esos trabajos me habían traído aquí. Lo pasé mal me habían dicho que en los invernaderos había muchos gusanos y serpientes y yo les tenía mucho miedo. 
 

Para contextualizar Janet se ha criado en Accra, la capital de Ghana en una familia con buena situación económica, “en mi casa no había lavadora, había una señora que venía y se encargaba de lavar la ropa, yo ni la tocaba”, dice la mujer.

¿Cuál fue su primer trabajo?

Conseguí un trabajo cuidando a cuatro niños en Aguadulce porque querían alguien que hablase inglés… ahora, la africana se lleva las manos detrás de la espalda para simbolizar que estaba atada. Vivía allí y tenía libre los domingos, mi marido se presentó en la casa para decir que su mujer había sido secuestrada, estaba muy enfadado y los dos hablamos fuerte delante de la mujer.

Janet revive los momentos con mucha risa y cariño. Fue el hermano de ella quien aconsejó a Augustine que era mejor para Janet trabajar con esa familia unos meses.

La verdad que me trataron muy bien, comía con ellos en la mesa, como una más. Pero a los 6 meses tuve que dejarlo porque el marido de ella se dedicaba a la construcción, entonces no podían pagarme, eran 900€ al mes. Y madre mía, los niños llorando, el pequeño de tres años se agarró de mi para que no me fuera. Todavía guardo relación con ellos, eran una gente muy buena.

¿Hasta llegar a trabajar aquí en la tienda que más has hecho?

La mujer se lleva las manos a la cabeza y dice: «la verdad que muchas cosas, he trabajado en el invernadero, en las envasadoras… ahora se que España me ha hecho una mujer fuerte. Yo llamaba a mi madre llorando, me gastaba todo el dinero en el locutorio y ella me decía que podía volver que me compraba un billete de avión, pero ¿Qué hacía? Yo quería a mi marido». 

Y por amor y por la fe enorme que profesa confió en esta tierra a pesar de ser una niña bien compartiendo piso con 8 personas, a pesar del espanto que le provocaban las cucarachas por encima de los platos, resistió. Hoy es una mujer ajetreada, más preocupada por la conciliación familiar y sus hijos que por aquellos duros comienzos que hoy son meras anécdotas. 

Por cierto la peluquería se llama Abraham Lincoln en honor al abuelo de Augustine. El apellido lo toma del décimo sexto presidente americano, la cara de los billetes de 5 dólares. 

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Business

El apoyo de la familia es determinante para montar…

Las peluqueras, los camareros y esteticistas son los psicólogos de muchos de sus clientes, soporte emocional y afectivo. Hoy, Mónica López Jacobson, nacida en Suecia de padre español y madre sueca, relata su historia de cómo fue llegar a Almería en 1992, montar un negocio y mantenerlo durante todos estos años.

¿Has tenido que reducir personal con el COVID?

Sí, la otra peluquera no la estoy manteniendo. La esteticista está de vacaciones esta semana y mi hijo, que es barbero, ahora está conmigo. Creo que para el verano voy a buscar a alguien porque ya empieza a ir mejor.

Hasta ahora era una incertidumbre, no sabía si meter a alguien más a trabajar o no con la reducción de horarios y todo.

Estás abierta desde 1993, durante estos años habrás tenido que hacer frente a muchos altibajos:

Este año ha sido duro para todos, pero por lo menos he podido seguir manteniéndola, abriendo y cubriendo gastos. Al principio después de unos meses cerrados tuve que poner dinero de mis ahorros, he aplazado la hipoteca, porque no podía con todos los gastos. Bajó el volumen de trabajo, la gente ni viene tan a menudo, no hay fiestas grandes, bodas, muy pocas comuniones, en vez de cada mes el tinte pues aguanto 6 semanas… Esas cosas se notan.

Otras crisis que hemos tenido que afrontar como la del ladrillo en 2008, se quedó todo estancado y, también ha costado mucho que Almerímar se levante como pueblo.

 Durante esos momentos más duros ¿Cómo haces para que los nervios no te coman?

Tengo un apoyo fantástico de mi familia, sé que si llegase el momento que necesitase ayuda de cualquier tipo económica, moral o práctica, están ahí. Mi hermano es un ‘crack’ como empresario y cuando me ha hecho falta una ayuda económica él siempre me ha dicho: ‘no pidas al banco, yo te lo presto y me lo devuelves cuando puedas’.

Simplemente saber que mi familia estaba ahí ya… Si no hubiera tenido a nadie no sé si hubiera sido capaz. La ayuda práctica de mis padres ha sido fundamental, si ellos no hubieran cuidado de los niños, no habría podido.

Detalle de la lámpara hecha por Mónica con sus tijeras viejas

¿Cuándo llegaste a España tuviste choque cultural?

Sí, me costó al principio, no hablaba el idioma y tardé como un año en hacerme con la lengua. Aun así, son formas muy distintas de ver las cosas. Dentro del choque cultural he sentido que mi generación ha sido educada en otra manera en Suecia que aquí, los jóvenes almerienses de hoy no tendrán ese problema. Cuando llegué aquí las mujeres de mi edad no trabajaban, o se iban de casa cuando se casaban… Yo me fui de casa de mis padres, alquilé mi piso, compré mi coche, viajé por el mundo. 

“Me mudé aquí con 23 años, al año siguiente abrí la peluquería. Este es mi mundo, mi vida ha sido la peluquería y Almerimar. A veces me da un poco de rabia no haber viajado más. Cuando montas tu propio negocio con su hipoteca y tus niños chicos ya no tienes esas libertades. Viajo a través de mis clientes”, dice la peluquera que puede presumir de uno de los negocios más antiguos del puerto deportivo, desde 1993.

Mónica López Jacobson aprende de todos los lugares que visitan sus clientes, viaja a través de sus ojos, muchas de esas escapadas suelen estar en su lista de viajes. “¿Has visitado Vietnam? Es precioso, la bahía de Hang Hoi y todavía no está tan explotado turísticamente”. Los domingos sale a hacer senderismo con su pareja por las montañas de la zona, se mueve con mucha agilidad y cuida que los clientes se sientan confortables.

¿Qué es lo que se te hizo más difícil al montar tu propio negocio?

Lo más difícil es la conciliación, pero gracias a que tengo una familia maravillosa que me apoya en todo, sin ellos no habría salido adelante el negocio, siempre me han apoyado.

Mis padres han criado a mis dos hijos y a los dos hijos de mi hermano, no son como abuelos, como como otros padres para ellos. De hecho, cuando mi hijo necesita consejo siempre llama a mi padre para que le eche una mano.

Como empresaria he tenido mucha suerte, porque la clientela es muy pareja. Está la gente de los barcos que viene en octubre y se va en abril-mayo, pasan aquí el invierno. Las caravanas también tienen la misma temporada. Muchos de estos clientes vuelven cada año, es una clientela fija-discontinua.

¿Por qué se crea ese vínculo afectivo tan estrecho entre peluqueras y clientes?

A veces la gente me tiene mucha confianza porque cuando llevas muchos años tienes una clientela fija. Me cuentan cosas muy íntimas, pero no conozco a su marido, ni a su suegra, entonces es más seguro contármelo a mi que a alguien que está dentro de su círculo. La peluquera es muy expresiva, cercana, pone énfasis y gestos a casa acento de forma que se hace una persona muy confiable.

“Mucha gente viene aquí porque no tiene nadie que le mime, a veces pienso en lo dura que se está volviendo la sociedad”.

Mario el relevo de Bonnie y Clyde

¿De dónde viene el nombre de Bonnie y Clyde?

Quería que hiciera referencia a que es de hombre y mujeres y puse ese nombre. Que hace referencia a los atracadores de los 50 que se ganaron la admiración de los estadounidenses además de una extensa filmografía.

Hoy su hijo Mario toma el relevo como barbero y comparte local con su madre. El cilindro de rayas blancas, azules y rojas incida su lugar en la peluquería, que siempre estuvo enfocada en los dos géneros.

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Europa

“Con el COVID hemos tenido que poner dinero de…

Hay quien se toma la vida como una carrera de obstáculos, los salta o se cae, pero siempre continúa incluso cuando la meta se atisba difusa en el horizonte. El protagonista de la historia de hoy es hostelero y ha sobrevivido a dos crisis económicas, la del ladrillo y la del coronavirus.

Hace 12 años que abrió un pub inglés en el puerto de Almerimar con el concepto almeriense de tapa. ¿Habrá algo más español que montar un bar? A día de hoy, hasta su madre lo llama Mario; aunque en su identificación sus orígenes lo sitúan en Iasi, Rumanía.

“La primera vez que vine en 2002 fue a casa de unos conocidos, pensaba que iba a trabajar con los pepinos, aunque nunca lo hubiera hecho, pero estuve un mes en la habitación que me habían alquilado mirando por la venta. No sabía muy bien a qué se dedicaba aquella gente, pero no trabajaba, ni me podían poner en contacto con nadie para mantenerme ocupado. Tenía 22 años, ¡imagínate! Decidí volver a Rumanía y en el autobús de vuelta conocí a una mujer que me dio trabajo. Eran 3 días de camino, pero los billetes de avión eran carísimos”.

El protagonista volvía a su tierra con la sensación de fracaso, su compañera de butaca intuyó que Mario no se encontraba bien, ella era madre de un joven de su edad y encargada en un invernadero de El Ejido: “este es mi teléfono cuando empiece la campaña en agosto me llamas”.

“Y volví a pesar de la mala experiencia, ella me advirtió que las condiciones no eran espectaculares, pero que para empezar estaría bien”, recuerda el hostelero sus comienzos. Entonces levanta la cabeza un momento atento a lo que pasa alrededor a pesar de que el bar está cerrado por la capa de pintura que dos veces al año tiene que dar a la fachada. Mario no se permite ni un minuto de desatención al negocio: “Mixo, Mixo, papá no pongas eso así”.

Su madre trabaja en la cocina, responsable de unas deliciosas costillas a la miel. Y su padre, ya jubilado, pasea por el negocio y se sienta al sol del Mediterráneo.   

¿Cómo fue tu primer trabajo?

Fue otra pesadilla, no tenía permiso de residencia, trabajaba por poco dinero, muchas horas, sin contrato. Era novato y joven así que me pagaban tres veces menos. Un trabajo muy duro, pero para coger el idioma….

¿Cómo encontraste Almerimar?

Descubrí Almerimar porque era el lugar a donde venía cuando libraba, los domingos. No sabía hablar español, pero si inglés y ruso. Como en mi infancia era un buen estudiante se me dio la opción de estudiar ruso, porque era una cultura muy influyente entonces.

Me gustaba esta zona porque podía comunicarme, así me hice amigo de la comunidad inglesa, me empecé a enamorar de esto. Un día vine a buscar trabajo y tuve la suerte de que Oscar me contratara para llevar las mesas de los británicos, después de hacerme unas cuantas preguntas en inglés. Aunque mi nivel de español en un año era súper básico, como yo marchar, comer, llamar… me llegaba lo justo para atender las mesas de españoles también.

La reforma de la Ley de Extranjería llevada a cabo por Zapatero, en 2005, fue la oportunidad para Mario y un millón de personas de regularizar su situación. “Fui a la extranjería de Almería hice colas inmensas y desde entonces, estoy legalmente”, dice el empresario.

¿Cuándo abriste tu propio negocio?

Abrí el bar para el Día de Andalucía, el 27 de febrero de 2009. Hasta entonces trabajaba por cuenta ajena, era encargado en otros bares. Cuando sentí que podía trabajar por mi cuenta busqué un local, que es este.

Trabajaba en un local escocés que era de mucho éxito, se llamaba Lago Ness, conocía a toda la comunidad inglesa, era uno más. Hasta que un año y medio después el dueño enfermó y volvió a su tierra, traté de llegar a un acuerdo con el dueño del local, pero el alquiler era muy alto… Así busqué otro local con orientación sur porque el invierno es largo, pero el sol calienta y pensé que tendría más éxito. Tuve que hacer reformas, esto era un almacén del puerto y había que habilitarlo. He hecho tres reformas desde que estoy aquí, la última hace dos años.

El dato: «tres reformas en 12 años y pintar dos veces al año» deja claro el grado de exigencia del hotelero, solo quería remarcarlo por si alguien se despistaba.

¿Desde que empezaste te fue bien?

No, empecé justo con la crisis inmobiliaria, después del primer verano estuve a punto de cerrar, no calculé el alcance de la crisis. Como el año pasado que escuchábamos mucho COVID en China, pero no pensamos que fuera tan grave hasta que nos tocó.

¿Qué te hizo aguantar el tirón?

Confié en mí.

Su respuesta es rotunda y seca.

Me adapté, amplié la carta, hice ofertas… Todo para poder sobrevivir. Por supuesto, el apoyo de los clientes, venían a mi bar a gastar dinero y me decían “de esta vamos a salir” porque nos conocíamos de antes. Habíamos salido a cenar, a pasear, en bicicleta por Balerma.

Después remontamos, pero otro momento crítico fue en 2010, después del verano porque Almerimar era una ciudad fantasma, una ciudad dormitorio, gracias a que hace tres años empezó a cambiar la situación. Dejaron este aparcamiento de enfrente del bar para las caravanas, son clientes estacionales, pero se van y vuelven otros, los torneos de golf, vienen muchos suecos que viven en los barcos durante el invierno…

¿Cuál es el éxito de ser buen empresario?

Adaptarse, mezclar. Un domingo a medio día en mi bar puede haber 15 nacionalidades distintas.  Tengo el fish and chips de los ingleses, el chile, el curry, la salchicha inglesa, boquerones, un poco de todo y de bebidas igual… Hay jamón de Fondón a los ingleses les digo que es de las Alpujarras y ellos encantados de probarlo.

Su acento se inclina británico en la pronunciación del curry, pero ante todo las formas y la atención viven empapadas en la cultura sajona.

Conozco a la gente, trato bien a todo el mundo, si no estoy muy liado hablo con unos, con otros. Que no se sienta nadie como que este bar trata mejor a un tipo de gente y a mi que soy más pobretico o más mayor, pues me atienden peor. No, aquí tratamos a todo el mundo bien para que vuelvan.

¿La conciliación familiar?

He llegado a trabajar 13 y 14 horas en negocio ajeno y propio. El pasado domingo con Jesús, el camarero que lleva trabajando conmigo 4 años y yo estuvimos de 10 a 22h en el bar, él descanso 3 horas, yo sin descanso. Porque no quiero que a mi empleado le pase como a mí que tenía media hora para comer y había que seguir para preparar las cenas.

Siempre he trabajado muchas horas en la hostelería con 25 años trabajaba como encargado en un bar donde venían todos los funcionarios de El Ejido. Tenía a mi cargo a 6 personas que eran más mayores que yo y claro no me tragaban entre que era rumanillo y más joven.

Estoy contento siempre intento dar el máximo servicio posible, no soy Burguer King…

¿Cómo has afrontado la crisis del Coronavirus?

Ha sido malo, el alquiler había que seguir pagándolo y la potencia de luz que tengo contratada es alta, también tenía que seguir pagando un mínimo. He perdido dinero.

En mayo del año pasado abrimos con muchas ganas, la gente ha respondido. Todos los bares lo hemos pasado mal, sin una solución, abrimos con muchas restricciones. En principio la policía local nos dejó una hora más para compensar las pérdidas durante la cuarentena. Pero un mes después teníamos que cerrar antes de la 01.00am de esa fecha en adelante, todo eran restricciones hasta llegar a cerrar a las 18.00h. Un periodo de muchos cambios y confusión.

Antes del coronavirus hacía karaoke con un cantante profesional retirado como un típico pub inglés, pero en este momento estoy más centrado en la clientela de comida que es la base de mi negocio.

¿Con tantas turbulencias tuviste que poner dinero de tus ahorros?

Sí, hemos puesto dinero de los ahorros de los años anteriores. Sobrevivimos con los ahorros, no con las ayudas. Ahora tenemos mucha esperanza de que el verano de 2021 sea mejor que el anterior por la vacunación y la reactivación del turismo.

Llevo tres meses esperando la ayuda, está aprobada, pero no ha llegado. Son 2000€ que es poco para un negocio grande, pero es bienvenido.

He pedido un préstamo ICO que tiene un año para empezar a pagarlo, así tengo más tranquilidad.

Iba a ser policía de fronteras en Rumanía, pero el tema iba por quien pagaba más para obtener el trabajo, no por la nota de la prueba de acceso.

El tema empresarial lo he llevado con la familia a los 18 me sacaba el carnet y era el chófer, iba donde mi madre necesitaba para llevar la ropa.

¿Volverías a Rumanía o cambiarías de país?

No para nada, ya estoy establecido a aquí. He viajado mucho por Inglaterra y Escocia con los clientes que ya son como amigos, pero me gusta esto. Cuando vienen por el bar se toman una foto conmigo como si fuera un icono de la zona y se la envían a sus familiares: ‘mira estoy aquí, estoy con Mario’.

Pasa una clienta, la saluda, y dice: “es británica, después del deporte vendrá a tomar una copa de vino blanco seco, es el tipo de vino que más les gusta a las mujeres británicas”. Sabe con precisión lo que toma cada uno de sus clientes, de forma que el trato es agradable, más la sensación de ir al bar de un amigo con unas vistas privilegiadas, que tomar una cerveza en la soledad de la barra.

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