La musa suiza de Cantón Checa y su hija,…

La familia Sophie Cuendet y su hija Chloé en el ‘Atelier’ de Níjar

Vinimos por oro y hemos encontrado tanzanita… La musa de Cantón Checa y Jesús de Perceval se llama Sophie Cuendet, es alfarera y junto a su hija, Chloé, llevan el ‘Atelier’ de Níjar, un espacio dedicado al arte multidisciplinar con gran peso en el barro.

En los años 70 la pareja formada por Sophié y Juan llegó a Almería, se instaló en La Chanca donde compartieron como los gitanos, con los gitanos, en aquel barrio humilde que les ensanchó el alma. La suiza no dudó en echarse al torno de la Escuela de Artes de Almería cuando flaqueaba el oficio y pareciera que aquello fuera a desaparcar, desde entonces guarda un estrecho vínculo con la institución.

¿Sophie cómo encontrasteis esta parte del mundo?

Por casualidad, (contesta con una amplia sonrisa), compramos un dos caballos, dimos la vuelta a toda la península pasando por Portugal.

Buscaba un lugar donde se hiciera la cerámica de una forma más tradicional con horno de leña, torno de pie… Y me hablaron de Níjar, nunca me dejaron trabajar en un taller porque la mujer al torno no. Así que Juan me construyó un torno de pie y todo lo hacíamos manual.

Cuando llegamos en 1972, un holandés y una suiza todo era muy diferente, los cortijos a nuestro alrededor cultivaban, tenían sus animales, había parra, donde había parra ahora hay invernadero. Si hubiera visto en que se iba a convertir en el futuro no sé si me hubiera quedado aquí. Pero nosotros tenemos la suerte de tener el cortijo en el Parque Natural, en un paraíso. Menos mal.

Así conocí a una de las musas del movimiento indaliano que hizo de Almería su casa, por el acogimiento de sus gentes, el cariño, el respeto. Sophié encontró su lugar en el círculo intelectual de la época y a día de hoy se emociona al ver la exposición de ‘La Chanca’ de Pérez Siquier en la Diputación de Almería, su primera casa.

Sophie se crió en Suiza en el taller de su padre, era un artista multidisciplinar. Más tarde estudió en la escuela de artes y oficios por la especialidad de cerámica. Cuando llegaron a Níjar propusieron un tipo de cerámica artística y de alta temperatura, empleaban esmaltes y materiales diferentes a la alfarería utilitaria típica de esta zona. Juan y Sophie compraron un cortijo en ruinas, cuatro piedras que levantaron con sus propias manos del dinero que obtenían de trabajar en Suiza por temporadas.

Sophie pintada por el almeriense Cantón Checa

En los 80 tu trabajo era muy diferente a la cerámica utilitaria de la zona:

A día de hoy sigue pareciendo algo raro, nuestra cerámica es para exposiciones y la vendemos fuera. La pregunta es ¿esto para qué? Si no tiene utilidad. Vendemos en los mercadillos de San José porque por allí pasa mucha gente.

Cuando pongo un pie en el Ateilier me abruma:

“Cuando los niños entran en el Atelier se quedan siempre callados”, dice Sophie con una sonrisa amplia, su trenza plateada y su ligero acento circunflejo la sitúan en un lugar lejano a Almería aparentemente, pero ya sabemos qué dicen de las apariencias.

La galería ‘L’Atelier de Níjar’ es de fachada blanca encalada, tradicional, pero a través de su puerta se accede al universo propio de las artesanas. El “Bolón”, como lo llama Chloé, su creadora, es una gran urna de barro tamaño júpiter, un primer punto de fuga que se disipa con los móviles del techo. Los elementos revolotean colgados de las altas vigas de madera y enredan mi atención como en una tela de araña que me mece mimosa.

¿Qué representa esta escultura Sophié?

Pues son dos mujeres que se cuentan cosas, dos confidentes.

La obra es una silla deconstruida, un objeto utilitario reconvertido en representativo, donde dos figuras pequeñas se presentan en la actitud que explica la artesana. Es la primera sala después del hall, un espacio entre espacios, cuadrado con una tenue iluminación. Da paso a una amplia sala de exposición donde las obras de diferentes artistas ocupan su lugar y toman su protagonismo.

El primer espacio funciona como distribuidor, desde aquí se accede al taller y a dos salas de exposiciones, una pequeña que alumbra a otra más grande, una sala que hace de museo contemporáneo multidisciplinar y colectivo. Tres veces al año cambian las piezas en torno a una temática en esta ocasión los Haikus ilustrados. Y por el taller andaba Chloé absorta en la música y las cajas cuando la sorprendí. “¡Ay que susto, perdona con la música no te había escuchado!”, dice la artesana.

El taller es un espacio pequeño perfectamente ordenado, de esta forma facilita el trabajo cuando madre e hija están mano a mano y contaminándose la una a la otra, muchas de sus obras son conjuntas. En una de las paredes hay piezas coquetas que presumen de pertenecer a la familia, por amor no pueden desprenderse de ellas. Sobre la mesa el caballo de Chloé una pieza de exquisitez renacentista, todavía está en crudo, su piel es gris marmórea y brilla después de un mes de bruñido, pulir y pulir hasta dejarse las muñecas, para conseguir ese efecto luz sobre el barro.

Chloé te conocí hace unos años en el espacio Camping Gas y hacías abejas y universos diminutos:

Sí, estuve seis meses en cama, solo podía hacer cosas muy pequeñas, manejaba el barro con lo que me daba los dedos porque sentía mucho dolor, me dolía el roce de la piel incluso, así que cuando pasó todo dije ahora voy a hacer algo enorme. Empecé con las cajas, me llaman mucho la atención porque tenemos un instinto de abrir para ver qué hay, era aportar la parte utilitaria a la escultura.

Chloé Van der Mije con su caballo en el Atelier

La escultura está encima de la mesa y es como un caballo jerezano al paso, lleva la cabeza recogida, tiene los ojos almendrados y vivos. ¿Cómo hiciste esta pieza?

Todo está hecho completamente a mano, cogí 4 pellas de barro las puse en la mesa, le dí de ostias… Su cabeza está en esta posición en perfecto equilibrio porque de otra forma no cabía en el horno. Hay una mula por donde saco los perros y la tenía frita, porque es un poco brava. Cada tarde me acercaba y con los ojos cerrados acariciaba al animal para sacar las formas. Cuando llego al taller cierro los ojos y hago lo mismo. De esa forma me concentro en ahora entra, ahora sale, un bulto que hay aquí…

He llegado en el día oportuno hoy trasladan la obra al horno, es una parte delicada, una burbuja de una micra puede hacer estallar la pieza que se cocerá durante horas a una temperatura max de 1200ºC. Después lo envolverán en mayas de lana, hilos de cobre, hierro… y lo enterrarán a palazos en un agujero sudando la gota gorda, mano a mano. Necesitan una combustión lenta, unas ascuas.

Exposición sobre el impacto de los plásticos en el mar en el Claustro de la EAA

¿Tu madre y tú sois las artistas de la familia?

Uff, esa pregunta es difícil, mi hermano es arquitecto de interiores, todos tenemos algo de artistas, per digamos que quien empezó es mi abuelo, el padre de mi madre. Tenía un taller en suiza, era escultor, ceramista, pintor, grabador. Mi madre se crió en su taller, empezó a hacer cerámica con él, tenemos las herramientas de mi abuelo. Ahora es mi tía quien está en el taller de mi abuelo.

Son artistas multidisciplinares, comprometidas con el medio que las rodea, con el mar que las baña y las especies que lo moran. Un gallo Pedro y una lubina fueron protagonistas de algunas de sus estampaciones. En el claustro de la Escuela de Artes puedes visitar una de sus exposiciones con la problemática del plástico en los mares como protagonistas. Implicarse no pasa por ser artista, el artista se implica porque su sensibilidad lo conmueve.

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Los roqueteros viajan de acuerdo a la campaña agrícola

Javier Morón, gerente de Viajes Roquetour

Javier Morón es un virgitano que tuvo el privilegio de estudiar en Madrid en los años 80 cuando la mayoría de las familias del poniente se dedicaban a la agricultura. Se trajo de la capital el título de turismo y el ímpetu de la juventud hasta la Urbanización de Roquetas de Mar donde encontró su sitio como director de los Hoteles Playa.

En aquella época Rosell, el fundador de la famosa cadena hotelera Playa, llenaba y vaciaba los alojamientos en el mismo día, una proeza empresarial y un sobresaliente para los empleados que lo hacían posible. Los turistas llegaban desde Alemania, Bélgica, Holanda… Y traían el lujo a un pueblo que no llegaba a los 30.000 habitantes.

Mis recuerdos de la Urba, como la conocemos los roqueteros, empiezan en 1994. Recuerdo cómo flipábamos con aquel sitio novedoso, lleno de hoteles y casas bonitas rodeadas de jardín.

Vivía en un piso del centro cerca de la desaparecida Discoteca del Castillo, y cenar en Toscana era el privilegio del domingo, para aquel día reservaba una ropa, unos zapatos y un cacao de fresa que subía el colorcillo de los labios. Mi padre nos subía a toda la familia en la furgoneta, a quien le tocara en la caja se agarraba como podía y si había algún calabacín lo apartaba, nos dábamos unas cuantas vueltas por aquello que considerábamos un sueño lejano y que con mucho esfuerzo hemos conseguido, la historia de tantos en esta tierra de legañosos.

Aquella tarde de charla con Javier dio para refrescar viejos recuerdos, para aprender bastante de geografía y darnos cuenta de cómo Internet ha cambiado nuestras vidas. Para mí, este hombre es un referente de los viajes en el pueblo, siempre hay colas en la puerta y antes del COVID en dos de los tres mostradores despachaban africanos a los cliente por el bienestar y la comunicación con los viajeros.

El COVID ha cambiado las reglas, el empresario ha tenido que reducir todo al máximo y ahora él solo saca adelante todo el volumen de negocio, la agencia de viajes Roquetour. Javier estima que al mes lleva unos 350 pasajeros. “Yo no soy empresario, también soy trabajador porque atiendo a los clientes, limpio la oficina… Eso de quedarme en el despacho de dentro y decirle a la gente lo que tiene que hacer no me va. Durante esta crisis no me fui a casa ni un día, venía a la oficina, recuperé la normalidad entre comillas por las restricciones y la bajada de los ingresos”, dice Javier.

¿Qué ha sido lo más cumbre?
Pues cuando en marzo de 2020 dieron la orden de encerrarnos a todos en casa tenía a unas 400 personas repartidas por el mundo. Tú imagínate, toda aquella responsabilidad porque yo acompaño al cliente en todo momento, mi móvil está disponible 24 horas por si hay algún problema.

A parte de todas las reservas que tenía hechas…

A lo largo de tu vida como autónomo…
Al principio fue muy frío porque no tenía ni idea de cómo funcionaba una agencia y comencé con una franquicia que resultó ser un engaño. Hasta que pudimos salir adelante, estábamos mi expareja y yo al frente del negocio.

He llevaba a los roqueteros a muchas partes. A principios de los 2000, esto no era tan sencillo como ahora que gracias a Internet en cualquier momento puedes buscar un vuelo. Primero, al principio de todo se sacaban los vuelos por teléfono, después vino una máquina con la que hacíamos los billetes a mano, la ‘bacaladera’. Un paso más adelante fueron los talonarios… Mira este billete de 2007 a México, costó 3000€, esto no es cualquier cosa.

La gente de nuestro pueblo viaja con las campañas agrícolas, esto depende de los invernaderos. Y claro que a lo largo de los años todo ha cambiado, la forma de hacer las cosas, la gente. Atiendo a muchos africanos, para los primeros que venían a la agencia era un impacto porque había quien no sabía ni qué era un calendario, igualmente los tenía que atender. He visto crecer a muchas de esta gente, a sus hijos e incluso a sus nietos. Hay cosas duras como ver a hombres que han sido portentos totalmente hechos polvo del trabajo duro que se hace aquí.

Hoy que hablamos de los orígenes, de volver a nuestros inicios debo decir que me emociona ver cómo Javier se levanta presto a por todas las máquinas con las que ha emitido billetes a los largo de casi 25 años. La agencia de viajes viajes Roquetour guarda un pedazo de la historia de la movilidad humana de cuando los billetes de avión eran un documento tan importante que un auditor verificaba que aquel lugar era fiable para emitir un documento legal e intransferible. Las taloneras de billetes internacionales y nacionales que han enviado a habitante de nuestros pueblo a lugares tan lejanos como Macao, apodado como Las Vegas de Asia.

Un secreto de agencia es que tienen algunas ofertas únicas para sus establecimientos, dominan el programa madre donde se inscriben todos los vuelos del mundo Amadeus. Contar con Javier es no calentarte la cabeza para planear un viaje y asegurarte que todo salga bien.

Gachas con caldo quemado almeriense

Hay un dicho popular en la cultura gastronómica almeriense que viene a decir: “Pimentón hervido, pimentón perdido”, de ahí la importancia de hacer bien todos los pasos, algo indispensable para que salga esta delicia. Las gachas con caldo quemado, como también se le conoce, es un plato que ha reunido durante décadas -y no sé si decir siglos- los sabores de tierra y mar que tanto caracterizan a la provincia.

La gastronomía de Almería se caracteriza por una marcada fusión mediterránea y española, dando como resultados platos únicos. Ahora que acabamos de arrancar el 2022, las gachas con pimentón se convierten en un plato suculento y sabroso, ideal para entrar en calor durante el invierno. El pescado que lleva la receta puede variar dependiendo de los gustos de cada uno. Queda muy bien con sardina, caballa o jurel. O como se hacen en mi casa desde hace varias generaciones: con brecas pequeñas o morralla. Aunque la receta tiene varios pasos a seguir, bien vale la pena el esfuerzo pues el resultado es fantástico.

Ingredientes:

Para el caldo quemado:

1 tomate.
2 dientes de ajo.
1 manojo de perejil fresco.
1 cucharada de pimentón de la Vera.
1/2 cucharita de comino en grano.
1/2 cuchara de cúrcuma o colorante alimentario.
1 kilo de pescado a elegir.
1/2 kilo de patatas.
1 pimiento seco o ñora.
1 pimiento rojo para asar.
1/2 cucharita sal.
2 cucharas de AOVE.

Para las gachas:

Harina de maíz fina (en función del agua que pongamos la que admita)
1 vaso de agua por persona.
1 cuchara y 1/2 de AOVE.
1/2 cucharita sal.

¡Manos a la olla!

Preparación del Caldo quemado:

1. Asamos los pimientos y reservamos. Cocemos el pescado y colamos el caldo (ese pescado lo tiramos).
2. En una sartén con aceite de oliva freímos el pimiento seco y reservamos. Sofreímos la cebolla y los ajos bien picaditos, a continuación agregamos el tomate, damos unas vueltas. Cuando esté todo hecho, echamos el pimentón, mareamos bien y rápido y apartamos del fuego.
3. Todo este sofrito, lo ponemos en la batidora junto a los cominos, el pimiento seco frito y sal. Echamos todo esto a la olla (lo pasamos por un chino) con agua de cocer el pescado junto a los pimientos asados en tiras y dejamos hervir unos 15 minutos. Apartamos y hacemos las gachas.

Preparación de las gachas:

1. Ponemos a hervir el agua con 1 cucharada y 1/2 de aceite de oliva y 1/2 cucharada de sal. (1 vaso de agua por persona)
2. Cuando hierva, vamos echando poco a poco la harina cernida (la harina de maíz tiene trocitos y conviene cernirla para que sea más fina), sin dejar de mover hasta que toma la consistencia de una papilla espesa y empiecen las gachas a abrirse echando el aire, en ese punto la apartamos del fuego.

La sabrosura final:

Las gachas se sirven en directamente en la paila o en un perol de barro, poniendo la gacha alrededor y fondo del recipiente  y en el centro el caldo quemao con los pimientos asados.

¡Bon profit! Que a nosotros nos gusta hacer pero también que nos hagan… ¡Recetas! Nos vemos en la siguiente.

FUENTES:

  • Receta: Blog ‘Las recetas de la abuela Paca’.
  • Foto: Blog ‘La cocina de radio Filabres’.

“Cuando tienes una discapacidad o te apoya tu familia…

Manu dentro de su tienda adaptada ‘El que faltaba’

 

Iba insegura, con un poco de miedo y una incertidumbre que no siempre es fácil de afrontar. Entrevistar a un discapacitado nunca es fácil -o eso creía yo-. Pero fue pisar un pie en ‘El que faltaba’ y la magia hizo por una vez su trabajo, lo negativo se convirtió en positivo y lo que al comienzo fue miedo terminó conviertiéndose en familiaridad. Agua Amarga era desconocida para mí, no por el nombre sino porque la proximidad de Carboneras hace que en el mapa aparezca chiquito. ¡Pero qué rincón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, señores!

«Las discapacidades mentales son las más duras que hay porque cuando tú te cierras mentalmente es muy difícil salir de ahí. En la cabeza está todo. A ti puede gustarte hacer una cosa más o menos pero terminas haciéndola; pero si tu mente está cerrada es una barrera demasiado dura y no terminas haciendo nada.» Y… ¡boom! Así es como Manu, un joven empresario de 27 años da un golpe de realidad encima de la mesa. Con un 67% de parálisis cerebral ha conseguido coger el timón de su propia tienda de artesanía, la primera adaptada en la zona donde el autoservicio acompaña al cliente y él se encarga de informar y de realizar los cobros.

¿Cómo te sientes como empresario de éxito? Porque la tienda fue un auténtico bombazo el verano pasado y esta Navidad:

“Me he convertido en el empresario de moda en Agua Amarga” y se ríe. «Cuando comienzas algo nuevo siempre te entra algo de miedo porque no sabes cómo vas a afrontar esto pero como a mí la vida siempre me ha puesto trabas desde pequeño, tengo la conciencia de que hay que luchar. Todo es una lucha continua. En el pueblo nos conoce mucha gente y la tienda de ropa mi madre, Los Lunares, también tiene mucho tirón. A la gente le gusta que un negocio marche bien porque así ellos también se ilusionan y he notado que se genera como más confianza y ganas por emprender.»

¿Cuál es el mayor prejuicio que te gustaría eliminar desde tu posición?

Principalmente, el tema de las barreras, tanto físicas como emocionales. El tema de la accesibilidad con personas como yo. Bastante tenemos en nuestra vida con el tema de las limitaciones para que encima encontramos barreras puestas por la otra parte de la sociedad. La ganas son de luchar por esas barreras como la puede tener de forma paralela una persona ciega. La sociedad, por mucho que diga que las ciudades están preparadas, es completamente mentira. Además, cuando tienes una enfermedad como la mía o tienes una persona o familia que te ayuda o no haces nada. El entorno que te rodea es lo más importante porque si no, como se dice coloquialmente, estás muerto.
 
Entiendo que tu familia ocupa el primer lugar pero, ¿quiénes son tus referentes?
 
Yo no tengo ídolos como tal, ni me gusta tenerlos. No me gusta idolatrar, tengo referentes como mi familia evidentemente, algunos amigos a los cuales los tengo como mis hermanos.
 

Aquí tengo que salir al paso y comentarle que esa actitud es fundamental porque significa que tiene mucha personalidad. En ocasiones, intentamos copiar cosas de otros y perdemos un poco de nosotros con nuestros actos. La respuesta es tan sensata que me enamora: “Es que con lo que yo tengo, si no tienes personalidad pues te come la vida.” Y parece algo liviano y al uso pero, por favor, échenle unos segundos de reflexión en la piel de una persona discapacitada.

El eslogan de vuestra tienda es: – La vida te pone obstáculos, los límites los pones tú-:

Esa frase fue un poco de mi padre y un poco mía. Él siempre me estuvo animando para que montara mi propio negocio pero siempre que tuviera un vínculo conmigo y que la gente lo relacionara conmigo. Un día pasando por Madrid, vimos una frase similar y me animó a implantarla adaptada a mí en mi propia tienda.

¿Cuáles son los mejores consejos que te dieron a la hora de abrir la tienda?

Cuando yo me quise incorporar al mundo laboral porque lo mío del estudio no era mi fuerte, la ofertas de trabajo eran ínfimas. Para vivir una persona es imposible. No quise dar vueltas para cuatro duros. Lo único que me dijo mi padre fue que tomara conciencia de que un negocio es algo muy complicado porque él siempre me veía desde el punto de vista de padre y los veinte años tú sabes cómo son. Aquí rompe a reir. Lo que esencialmente me dijo fue que del carro tenía que tirar yo.  

Tu hermano Javier te puede ayudar pero este carro es tuyo. Si en algún periodo de tu vida, porque somos humanos, te tiras 10 años y te cansas se cierra y sin problema, pero que supiera que esto era mío y solo funcionaría si yo estuviera aquí al pie del cañón. El barco es mío. También quería hacerme saber que esto era un premio al que mucha gente no tiene opción.
 

Dentro de los productos que han incorporado a la tienda resalta Níjar por cada rincón. “Hemos intentado traer y fomentar el producto local y español de la zona: Lorca, Murcia, Mallorca, Madrid y de la provincia de Almería. Además, hemos intentado hacer una visión completa y una selección de los artesanos que a nuestro criterio eran los más bonitos y podían gustar a la gente. Hay que reconocerlo”, apunta Javi, hermano de Manu y quien le ayuda en cuanto a la decoración del local y el stock. “Nos hicimos una buena cartera de proveedores.”

Amplias negocio y tienes pensado abrir en plena Latina de Madrid en febrero, ¿cierto?

Sí, queremos aprovechar el fin de semana de San Valentín si todo sale según lo previsto. Pero quiero dejar claro que aunque abramos nueva tienda (C/ San Cayetano) yo soy el que lleva el pulso de las dos. Queremos que Madrid tenga cómo encargada a una persona con discapacidad para seguir con el objetivo de dar visibilidad al trabajo queremos hacer. Hay que coger el toro por los cuernos y hay que hacerlo como lo hemos hecho siempre. Luego llegarán los domingos de Rastro y hay que esta preparado. Pero Agua Amarga me lo ha dado todo, siempre será mi buque insignia, tanto por mi crecimiento como por el apoyo de todo este pueblo.

Madre mía, ¡cuándo te vas a coger vacaciones!

A Manu se le iluminan los ojos y esboza esa gran sonrisa que tiene. Pues, verdaderamente, todo el mundo necesita descansar pero me encanta estar de cara al público y hablar con la gente. Me gusta que la gente venga por el proyecto pero también porque les gustan nuestros productos.

 
 
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“Hice vello púbico para una actriz” dicen desde A…

Adrián uno de los fundadores de AyJ posticería

Pelucas, postizos, moños y pelos desde la calle Reyes Católicos en pleno centro de Almería un escaparate que no pasa desapercibido, es A y J taller de posticería. Una tienda y taller de pelucas que en apenas 6 meses tiene colas para entrar. Porque nuestro aspecto importa, porque nuestra autoestima no debe verse minada por cuestiones genéticas o enfermedad, porque tienes la facilidad de elegir una identidad que se corresponda a tus emociones, pero lo más importante es que la peluca es parte de ti y en este taller te guardan el secreto. 

A mi encuentro sale Adrián un mallorquín que por amor encontró nuestra tierra. “Adrián, entonces el titular es: dos maricones muy modernos montan una tienda de pelucas en Almería”. El artesano rompe a reír y afirma. La ignorancia se hace un hueco y abre paso a las preguntas, aquí se hacen bigotes, pelucas para todas, pelucas para fiestas, se hacen axilas y bello en general, Adrián pica pelo a pelo y de esta forma tan artesana crea una nueva vida para muchos y muchas. 

¿Qué es lo más importante para ti en tu negocio?

El cliente, el orden, la limpieza, la comprensión y la variedad. Hay que empatizar con las clientas, saber que cuando viene una mujer con cáncer y pasa al camerino donde le voy a poner la peluca cómo lo pasa. Hay quien se toma la enfermedad con mucho humor, quien viene enfadada y hay que comprenderlo.

Las clientas entran a chorrillo durante el rato que transcurre nuestra charla. Un postizo, contratar a Adrián como maquillador para una boda… Los secretos que se guardan detrás de la cortina donde se lleva a cabo la magia de cambiar el estado de ánimo a tantas mujeres. “Claro que el pelo te cambia y te ayuda porque es importante vernos bien, hay muchas mujeres que entran hundidas y salen sonriendo”, comenta el artista.

Recuerdo en una ocasión que llegó una niña pequeña con enfermedad de Piel de mariposa y fue muy impactante, ella solo me decía: ‘¿me vas a poner guapa?’ Durante el tiempo que la atendí aguanté, pero cuando salió por la puerta me quedé muy afectado”.

Adrián has trabajado en Madrid muchos años en Talía, que es la empresa más antigua que se dedica a esto del pelo habrás tenido la oportunidad de conocer a mucha gente famosa. 

Por supuesto, mira le he hecho pelucas a Paca La Piraña, por ejemplo.

¿Alguna vez has tenido que hacer algo “raro”?

Lo más raro que he tenido que hacer es bello para las axilas y púbico, era para una actriz que interpretaba a una mujer francesa de los años 80 y en aquella época pues se llevaba más pelo, cuenta entre risas Adrián. Este mallorquín llegó a hasta nuestra tierra por amor, las redes sociales hicieron que durante la pandemia conociera a su pareja y socio, José Luís y hace 8 meses cambió Gran Vía por Reyes Católicos, adiós al ajetreo de la gran ciudad.

Una tienda de pelucas donde la privacidad del cliente es lo primero. Este espacio fue creado por la pareja en cuanto a la decoración, el papel de las paredes e incluso el mobiliario. Entre sus joyas de la corona un pelucón pelirrojo de espectáculo, postizos de todos los colores y pelucas naturales y sintéticas que hacen las maravillas de quienes las prueban.

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El arte de la paz según ‘Guardias Civiles Solidarios’

Miembros de la asociación ‘Guardias Civiles Solidarios’

¿Saben esa frase tan poética pero al mismo tiempo tan escalofriante: ‘El arte de la guerra’? Se han llegado a escribir libros, ensayos, artículos y hasta películas con ese telón de fondo y con una gran aceptación por la sociedad. Menos mal que en el mundo existen los antónimos y algo tan horrendo se puede volver tan bueno como ‘El arte de la paz’. Y yo añadiría: de la solidaridad.

Cuatro guardias civiles y 470 socios aúnan esfuerzos titánicos en la asociación ‘Guardias Civiles Solidarios’ donde organizan campañas solidarias internacionales. Aunque no hay que irse muy lejos del país, ni siquiera de la provincia para ver cómo se refleja este buen acto dentro de Almería. Junto a las Hermanas Araceli, esta asociación ayudó en los asentamientos chabolistas de Níjar a que 3000 personas de origen subsahariano pudiesen tener una bicicleta con la que pudieran acudir al trabajo y con ello mejorar sus condiciones de vida. “Es todo un orgullo porque ayudan tanto a los que están aquí como a los familiares del país de origen”, explica el presidente, José Cabrera.

“Realmente, llevamos la ayuda a donde la necesiten, a lugares que no aparecen en los mapas”, dice su responsable. Están en operativo desde 2003 y durante la crisis del COVID han repartido más de 3000 batas sanitarias lavables, han reconstruido bibliotecas en Ecuador, llevado ollas a Nepal, comida a Lorca y organizado unos rastrillos solidarios para quitar las cenizas del volcán de La Palma. La ayuda llega, pero siempre falta apoyo institucional y sobra intervencionismo del Estado.

Ustedes son un cuerpo de élite, ¿cómo comenzó todo?

“Todo empezó con la Guerra de Kosovo los compañeros regresaban y preparaban cajas con zapatos, ropa, juguetes… Porque era invierno y los niños andaban por la nieve descalzos. Decidimos agruparnos y entre 4 comenzamos a hacer una campaña para llevar un envío humanitario grande”, expone el presidente.

Eran finales de los 90 y el comunismo en el viejo contiene tocaba techo. El  cruel enfrentamiento civil sostenido durante dos años en el tiempo (1998-2000) convirtió a la región serbia en la zona con más desplazados internos de Europa, la OTAN estableció que alrededor de 1,45 millones de personas. En aquella situación 4 Guardias Civiles de Granada aunaron fuerzas para enviar ayuda humanitaria a Kosovo.

“Cuando fuimos a Kosovo nos instalamos en la base militar de la ONU, logré que nos pusieran un avión de carga ruso, un Tupolev. Donde vamos nos tratan bastante bien, movemos embajadas, consulado, ejército, policía”.

Exactamente, ¿cómo es vuestro ‘modus operandi?

«Estamos viendo la tele y lo mal que está La Palma entonces decidimos hacer algo por ellos. Hablamos con el puesto de mando y directamente por medio de una compañera Guardia Civil y así hemos enviado sobres de alimento y unos inventos de aluminio que hemos hecho para retirar ceniza.»

«Los países del extranjero te abren las puertas, no ponen reparos, sin embargo, en España siempre son los medios oficiales. Parece que si aceptan ayuda exterior es a causa de que el Gobierno no sea capaz de gestionar la crisis. Hay un descontrol bastante grande, aunque nos pusimos en contacto a través de organismo oficiales fue nuestra compañera Guardia quien nos hizo de puente porque con contestaban a los correos electrónicos, la verdad que no sabemos muy bine qué está pasando.»

«También trabajamos en nuestro país a parte de las campañas internacionales, durante el terremoto de Lorca llevamos dos trailers de comida.»

¿Cuando hay un lugar afectado se ponen en contacto con ellos y les pregunta qué necesitan?

«Sí, por ejemplo, prestamos ayuda en el terremoto de Ecuador en 2016, solo nos pedían libros y ordenadores. La catástrofe había derrumbado todas las bibliotecas y para ellos son muy importantes porque mantienen a los niños fuera de las calles. Imagina lo que es llenar dos contenedores de barco de libros.»

¿Todo esto cómo lo vivís a nivel familiar?

«Nuestra familia claro que sufre cuando nos vamos fuera, imagina cuando visitas países como Honduras donde cada segundo muere una persona. En el país latino íbamos de la mano de la policía, ejército y un cura español. Nos quedamos tirados 2 días en mitad de la selva sobrevivimos comiendo mantecados y agua, era la ayuda que llevábamos para aquella zona. Nos quedamos 2 militares y nosotros, uno lesionado porque un cable de acero le sesgo el brazo. Una gente que vivían en unos cafetales que comunicaron por silbidos a una compañera de otra ONG de Barcelona que unos españoles se habían quedado tirados y así nos encontró la policía.»

«A los dos días apareció el camión grúa que nos costó un pastiza, sacó el camión del ejército que llevábamos pues se le había ido la transmisión, es aventura fue en el 2019. Cuando llevas ayuda como el material hospitalario que vale mucho dinero, somos el objetivo número uno de las mafias. Por eso vamos con escolta militar, policía.»

«En Honduras estaba todo muy mal y es un país muy pobre. Allí, si no estás en la droga, prostitución o matando gente, pues poco hay que hacer. Pusimos a funcionar un colegio entero con ordenadores, libros, donamos ropa, calzado…En el hospital militar que está en la capital y otros pueblos de los alrededores cedimos máquina de rayos, máquinas oxígenos, incubadoras que nos dio el SAS.»

¿Qué es lo que más le gustan de hacer estas campañas solidarias?

«La capacidad que tiene el ser humano de hacer cosas imposibles, de creerte lo que vas a hacer, ponerte manos a la obra y ver cómo sale adelante. Cuando te ves enredado todo el mundo se suma, todos colaboran.»

«Cualquiera pude ser socio. La cuota es pequeña, 20€ al año -que, además, te desgravas en Hacienda y te devuelven 15€-. Trabajamos toda la junta y cobramos 0€. Los asociados nos apoyan, tenemos contactos y miramos lo que hay que llevar, lo que nos piden. Contabilizamos, registros en palets y cajas numeradas. Además, tenemos esa facilidad de llegar donde queramos, llegamos a sitios que no existen en los mapas. Hacemos nuestro turno y todavía nos quedan fuerzas para seguir hasta llenar dos trailers de ropa durante nuestro tiempo libre.»

«Es muy duro hacer campañas buscar ropa, juguetes, zapatos mirar que todo esté bien plastificarlo, numerarlo, a la vez hay que hacer gestiones con los barcos, los trailers, la burocracia… Después hay que buscar mucho dinero porque una campaña internacional tiene un gran desembolso como mínimo 6000 euros se van en billetes y enviar el cargamento, entonces tienes que enviar algo que tenga mucho valor.»

¿Cuál ha sido una de las misiones más difíciles que recuerde?

Después de recapacitar un rato contesta: “Cuando estuvimos en Nepal a causa del terremoto que hubo en 2014 tuvimos que llevar todo a mochila, estuvimos 12 días, los transportes eran imposibles y llevar la ayuda hasta Nepal más aún porque la frontera con India está cerrada a causa de enfrentamientos políticos. Llevamos dinero en efectivo con el comité de reconstrucción del valle de gantan nos dieron proyectos comprábamos el material por la zona activamos el comercio local y apoyábamos la construcción de casas que el comité nos decía lo que costaba y así nos gastamos el dinero. Llevábamos unos fajos de billetes, compramos muchas hoyas a presión que era fundamental para ellos, como 300 hoyas ahora cárgatelas a la espalda y vete andando a 4000 metros de altura. Dormíamos en cualquier sitio.»

En su página web se ve la ayuda que han prestado durante la pandemia del COVID-19…

«Con el COVID, empleamos toda nuestra fuerza en España; entregamos 9 toneladas de material sanitario. Hicimos una red de personas en Granada que hacía batas, gorros, patucos… de todo, y los entregamos en Ávila, Valladolid, Madrid, toda Andalucía.»

Un total de 8000 metros cuadrados de tela para confeccionar 3378 batas lavables, según los datos que aportan en el portal web de la asociación.

‘Sal de Coco’, la artesanía del Cabo en la…

Rafa y Pepa, dueños de ‘Mangata’ y ‘Sal de Coco’

«He visto crecer en otro cielo cada amanecer cada mañana, diferente sol en cada puerto, cada uno tiene su color… Pero el sol que sale en esta tierra brilla como el faro que me guía, que cuando su luz refleja el agua son como señales que me inspiran. Sé que estoy llegando a mi Almería.» Y allá voy, cantando carnaval aterrizo en el puerto deportivo de la ciudad desde Cabo de Gata un martes por la mañana. ¿A qué? A descubir, a conocer y a saborear las buenas energías de la gente emprendedora. ¡Me levanté con buen pie! ¿Se nota?

El ‘Mangata’, un imponente velero de 12,5 metros de eslora y capacidad para 12 personas, me espera con el sol de los primeros rayos iluminando uno de los muelles. Rafa, su dueño, al timonel. Pero antes tengo que hacer una parada porque es todavía en tierra donde tengo una cita con Pepa, el alma de la reciente tienda de artesanía abierta en el Club de Mar, ‘Sal de Coco’. Me espera, literalmente, con las manos en el barro. El día no pudo comenzar mejor.

La pareja tiene tanta solera como maestría en sus respectivos negocios. Un amor adolescente -desde los 14 años, señores- que ha ido madurando siempre cogidos de la mano y cumpliendo propósitos. Y esa ha sido la fórmula del éxito, aunque familia y amigos siempre están a la vera ayudando en lo que pueden. La palabra miedo no se deja entrever por ningún rincón del relato.

Pepa lo tenía claro: «trabajar como encargada de una tienda ha sido mi vida y estoy orgullosa pero necesitaba otro aliciente. Las manualidades siempre han llamado mi atención y quise probar con la cerámica. ¡Fui tan pesada desde que empecé con esto que el profesor ni por poco me mata de la tralla que le daba a preguntas!» La artesana suelta una carcajada pero sus ojos brillan, «es que siento emoción por lo que he convertido en mi vida laboral. He descubierto que tenía este talento y me ha dado las ganas y las fuerzas de recrearme en mi trabajo. En el anterior pedí una excedencia», y vuelve a reir.

¿Cómo es que elegiste esta localización para tu primer negocio?

La gente se sorprende porque se piensan que el Club de Mar es privado. La propuesta que le hace el área portuaria al club es que abran este espacio un poco más al ciudadano que no es socio y van por el buen camino. Nosotros lo somos desde hace un año, desde que tenemos el barco y es verdad que esto es muy familiar pero aquí puede entrar todo el mundo y se está notando, cada vez hay más gente joven.

¿Y cuál fue el pistoletazo de salida para interesarte por la cerámica?

Es cierto que después del confinamiento, realizar las cosas con las manos a la gente es algo que les ha seducido bastante y, verdaderamente, en Almería capital hay poca oferta de este tipo de talleres. La gente lo ha hecho por hobbie y como algo autodidacta. Yo comencé a interesarme por la cerámica un poco antes del confinamiento. Un año. Realizar las piezas me encanta pero, verdaderamente, lo que me provoca más emoción es tener mi rincón propio y permitir que quien venga pueda “meter las manos en el barro”.

Llevaba 22 años trabajando de encargada en una tienda del grupo Inditex. Cuando tuve a mi tercer hijo, el tema de la conciliación fue algo complicado. Nosotros vivimos en La Almadraba de Monteleva. Me pedí una excedencia y, a los pocos meses empecé a recibir clases del taller de cerámica. A mí eso me enamoró. Entraba al taller y se paralizaba el universo; no había móvil ni responsabilidades. Quise ir más días pero el profesor no me dejaba porque tenía una lista de espera bastante extensa.

¿Cuáles fueron tus primeras creaciones?

Comencé haciendo pendientes y a la gente comenzó a alabar mi talento. Somos los propietarios de la Peña Flamenca El Palmito en el mismo barrio de la Almadraba y en una esquina, sobre el pollo de una ventana, puse un pequeño expositor con mis primeros pendientes y a la gente le encantó. Eso me motivó más. Cuando volví a la escuela de cerámica, después del verano me dio por ir más allá e hice mi primer plato. Tiene unos pescados como los que cuelgan para secarse en las ventanas. Y encantó.

¿De dónde te viene la inspiración?

Pues del Cabo de Gata, indiscutiblemente. El proceso de la cerámica es muy lento porque mientras modelas tiene que tener un estado concreto para que tú puedas lijarla, cocer, secar, pintar, secar… Yo trabajo la cerámica de alta temperatura que es el refractario o el gres. Empezaron a salirme encargos con toda la temática del parque natural  y los vendía. Me animé y quise sacar una producción para ponerla en mi esquina de El Palmito. En mis dos horas de taller no me daba tiempo, necesitaba más, así que me compré un horno animada por mi marido. Fue el momento que di rienda suelta a mi talento y comencé a experimentar cosas yo sola.

«El mundo de la cerámica es amplio porque es pura química y ahí me fui yo con mi horno a darle rienda suelta a mis ideas desde casa en pleno confinamiento. Ahora las técnicas con las que trabajo son: la plancha, el churro y el pellizco;» cosas básicas para ella pero que a mí me dejan fascinada. Sobre todo por ver con qué buen gusto está hecho y decorado, tanto su cerámica como el local. Vuelve la Almería tradicional, vuelve el esparto reinventado en lámparas y decoraciones, vuelve la cerámica inspirada en Níjar pero con toque de salitre y pureza blanca y azul. En ‘Sal de Coco’, vuelve la tradición con sabor a actual y, sobre todo, con sabor a hogar.

La conversación y las anécdotas siguen pero el que más cara de preocupación pone es el pobre Rafa al recordar cuántos microondas se han llenado de barro por los inventos de Pepa y la técnica del Raku, aunque deja entrever una sonrisa: «Me tenía los enchufes del almacén quedamos, cada vez cogía más espacio en la peña y tuve que buscarle un lugar», comenta entre risas el empresario. Pero ella no se achanta, sabe que tiene una asignatura pendiente, el torno, y después de montar su propio negocio y cuando llegue a tomarle el pulso, sabe que no va a ser algo que se quede en saco roto. Los retos están para superarlos y la formación está pendiente. Por lo pronto, arranca con sus propios talleres en el mes de diciembre -bajo reserva, a través de sus redes sociales-.

Rafa, dueño y patrón del velero ‘Mangata’

‘Mangata’, hilos de la luna lunera; el reflejo, a modo de camino, que pinta la luna sobre el agua del mar. Rafa ama el Cabo de Gata, su infancia y toda su vida la ha desarrollado en la esquinita marina donde el sol pasa el invierno y, por ello, sabe de todos sus entresijos y lo que puede ofrecer a los visitantes.

Tanto es así que su vida profresional la ha sabido compajinar sin salir del parque natural. Y, aunque la hostelería siempre ha estado presente en su vida y en su familia, también con amigos ha llevado iniciativas empresariales como Parque Aventura, donde llevaban a cabo actividades acuáticas (windsuf, rutas en barco…) por Cabo de Gata y San José en 2001 y 2002. “Yo siempre he sido un desgraciao de la hostelería que siempre he estado trabajando mientras mis colegas salían. He trabajado en el bar de mi tío unos 7 años, en el pub El Zaguán. Ahí se puede decir que fue donde eché los dientes. Tras otra temporada de comercial, llegó el desembarco de la heladería ‘El Flamenco Rosa’, en 2008 cuando nació mi hijo mayor; y en 2011, abrimos nuestra peña flamenca”, explica el empresario con el entusiasmo del que emprende.

¿Qué te impulsó a comprarte un barco justo antes del confinamiento?

«Los barcos son caros, teníamos que buscar una manera de rentabilizarlo y decidí trabajar en él organizando eventos (excursiones, ceremonias de ceniza, excursiones en pareja…). Esto requiere formación para conseguir la titulación y que el barco esté lo suficientemente bonito y equipado pero, al estar confinados, he tenido tiempo de poner todo en orden. No fue fácil, no te voy a mentir, pero ahora ya estoy formado lo suficiente para llevar a 6 personas. Así que ofrecemos paseos de distintas modalidades por Almería y, concretamente, por el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.»

«A mi mujer, para que me dejara comprarlo, se lo vendí como la oportunidad de tener un apartamento en Almería, solo que en vez de en tierra pues en el agua. Una caravana marina y me hizo caso», Rafa y Pepa se miran, los comienzos no son fáciles pero saben que juntos todo saldrá adelante.

Gracias por haber llegado hasta aquí, querido lector.

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“No hay nada mejor en esta vida que tú…

La guerra, los totalitarismos y el descontrol político son siempre una putada. Pasan los años pero uno nunca olvida, sobre todo cuando en tu país natal parece que no dan tregua. Puede que todavía quede algo de aquel muchacho sirio que llegaba a España a finales de los ochenta. Mohamed Ali Tamer vino a la Universidad de Granada a estudiar Hostelería y Turismo mediante una beca que le concedió el gobierno de su país. Tiempos difíciles en aquella última etapa que vivió de lucha, de revolución y de intentar cambiar el mundo. Pero cuando regresó después de aquel primer año en el antiguo califato, se encontró que las calles que le vieron crecer no tenían cabida para su mentalidad. Y tocó volver a la esquinita mediterránea donde metafóricamente vive el sol. Una semana durmiendo en las calles de Aguadulce, empleado en el cine de Juan Asensio, dependiente en Carrefour, conductor, intérprete, educador en un centro de menores y mediador en CEPAIM. 36 años casi en el exilio. Nada baladí.

Ali no quería hacer el servicio militar. En Siria, es obligatorio de por vida y no lo hizo, su nombre está en la frontera de su tierra y así seguirá a no ser que pague una cuantiosa cifra. Por miedo a las represalias y por las condiciones adversas que presenta la vida para un joven que se sentía como un niño grande en una tierra completamente desconocida y casi en las antípodas culturales de su país. Como anécdota recuerda que pasó el primer mes comiendo pan y latas de atún porque estaba completamente seguro de que aquello no llevaba cerdo. Ali recuerda entre risas, estas situaciones que se le presentaron por novato. 

¿Cómo te reporta a tu vida el ayudar a otros?

A mí me hace sentir una persona válida en todos los aspectos de mi vida, es increíble lo que los jóvenes te pueden enseñar. Quizás la emoción más grandes es cuando veo que he podido ayudar a alguien y que con el tiempo tiene una buena vida, está bien. 

Una pausa para tragar salida y mediar con las emociones para continuar: “es una sensación y una emoción tan grande la que me produce que uno no puede describir. Es triste ver cómo las familias se resquebrajan o vienen los menores al programa de dos años de asilo político, los niños caen en nuestras manos y luego son capaces de encontrar un trabajo, una casa donde vivir… Durante esos dos años que como máximo pueden estar con el asilo humanitario, trabajan pero les quitamos una parte proporcional de la ayuda para dárselo a otros.»

El trabajo no es fácil. Ali expresa con un nudo profundo en la garganta algo que no puede terminar de superar: «Todavía me cuesta mantener la distancia a la hora de querer ayudar a alguien pero sé que es bueno para mí. Tengo 56 años y yo trabajo así, es difícil que pueda cambiar ese sentimiento porque siempre me pasa. 

No hay nada mejor en esta vida que tú vayas al trabajo contento y que se te pase tan pronto el tiempo que cuando te tengas que volver a casa te sorprendas. Es algo indescriptible”.

Ali trabaja en el centro CEPAIM de Roquetas de Mar desde 2017, su vida empezó a mejorar cuando obtuvo los títulos de idiomas oficiales (árabe, español, inglés). Antes, ya había trabajado como mediador con la Policía y la Guardia Civil durante las operaciones de verano de recepción de migrantes. Por otra parte, el ‘Máster en Intermediación Cultural’ de la Universidad de Almería le permitió acceder a las prácticas en el Distrito Sanitario del Poniente como Mediador Sociosanitario, una figura que durante un tiempo facilitó la vida de los sanitarios, un buen trabajo para Ali que duró poco. 

“En esa época, esta figura era algo nuevo y recorrí varios puntos de España, como Toledo o Madrid, para explicar en qué consistía nuestro trabajo. Todo el personal sanitario se dio cuenta de nuestro valor y nos convertimos en figuras indispensables.

En 2010, ya con 1 niño, con la crisis económica, se me acabó el contrato y me volví al cero. Monté una asociación de inmigrantes en Níjar, prestando este servicio de interpretación con otra chica marroquí. Ella se quedó con la asociación porque yo vivía en Almería y era tedioso ir todos los días hasta el campo de Níjar. Nunca he estado parado. Me fui a un centro de menores en Huercal Overa, ’Saltador’. Donde acogen MENAS hasta los 18 años. Y menores en conflicto social, había extranjeros y también españoles. Estuve ahí hasta el 2016. Con esos niños lo que hacíamos era convivir. Los niños en conflicto social no eran completamente libres, por así decirlo.  Sus padres estaban en la cárcel, o madres que no han cuidado bien a sus hijos y asuntos sociales se los han quitado… Teníamos que reeducarlos, era muy duro. A los niños se les castiga con las salidas, si no querían comer pues la comida se les ponía para la cena… He sido incapaz de actuar así con mis hijos”.

En su lugar de trabajo unos souvenirs con la bandera siria a pesar de que tuvo que renunciar a su nacionalidad en 1992 para abrazar la española todavía siente un gran amor por la patria donde creció. La comunidad y la pertenencia son sentimientos que calan hondo en cada uno de nosotros. “Hay unos estudiantes de intercambio sirios de buenas universidades de pago en la Universidad de Almería y cuando vienen a mi casa y preparo comida típica de mi país se ponen muy contentos y me están muy agradecidos. Recuerdo como una familia hacía lo mismo conmigo cuando era un estudiante en Granada. Cuando era estudiante me dediqué a buscar a todos los compatriotas que había en Granada y eran unos 225 a día de hoy serán unos 4000. En Roquetas por ejemplo hay 35 refugiados, el conflicto que hay en Siria con todos los intereses geopolíticos sobre el territorio, no tiene nombre”. 

Ali se despide sonriente con la actitud cordial y amable que ha mantenido durante toda la conversación, el ambiente de trabajo es relajado y distendido. Un lugar amable en una primera toma de contacto para aquellos que buscan asilo humanitario o están sujetos al programa de protección internacional. 

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El sombrero de copa de Pescadería

Los barrios almerienses guardan la esencia de quienes los habitan, la frutería donde se arregla la política del país, el barbero que conoce tus pesares, los bares donde se reúnen tus amigos, esos lugares que reciben al forastero con una buena tapa. Si bien, estos rincones están presentes en cada uno de nuestros vecindarios, la calle Pedro Jover ha cautivado toda la atención de esta preguntona profesional.

A las 10 de la mañana de un 10 de noviembre, un hombre viste traje negro, sombrero de media copa, pajarita y camisa blanca; de etiqueta. La vendedora de cupones pronto me informa: “Ese hombre es Luis, es muy buena persona, se dedica a hacer recados a todo el barrio”. El hombre de los grandes lentes redondos custodia la mesa alta de la puerta de un bar, a la distancia prudente para entablar una conversación y antes de comprometer mi identidad puedo fijarme en unas cuantas insignias que lleva en la solapa, son pines de la Guardia Civil. 

“Buenos días Luis me han dicho que es usted muy buena persona, que hace recados a todo el barrio”, el hombre contesta sonriente: “Así es, de esa manera me entretengo”. La rutina para este hombre que ha vivido durante sus 58 años de vida en Pescadería consiste en levantarse muy temprano a las 06.00h de la mañana, ponerse su traje porque a él le gusta vestir bien -“A la antigua”, en sus propias palabras- y también perfumarse bien. Al romper, acude a prestar su ayuda para abrir el bar, la barbería y repartir la prensa. 

Luis Pérez Sánchez lleva cada mañana los ejemplares de La Voz de Almería hasta la Subdelegación de Defensa en Almería. Allí, el guardia civil cuyo nombre empieza por A, habla de cómo entablaron su amistad hace un año cuando fue destinado a la subdelegación, insiste en que es buena persona, que le lleva tabaco y a cambio se queda con la vuelta para sus cosillas.  “Es muy buen chaval, es mi amigo”, el repunte de la voz del señor A y la palabra me dan un pellizco, porque no a cualquier llamamos así. Etimológicamente, un amigo es el lugar donde guardamos parte de nuestra alma y Luis tiene un trocito en cada vecino que lo llama “buena persona”.

Uno de los vecinos de Luis fuma en la puerta, su nombre es Manolo, este hombre cuenta detalles que tiene registrados de la vida del entrañable personaje. Luis escucha sin gesto alguno, es difícil adivinar qué piensa cuando oye sus hazañas, solo dice de vez en cuando “Manolo, esas son historias personales” a la vez que alza la mano, pero no la voz, a la altura del sombrero y continúa con su sonrisa pintada. 

Desde la puerta de su cochera transformada en un museo particular y punto de encuentro para sus amigos, las vírgenes, santos, cristos, relojes y recuerdos de su familia se asoman a la imponente luz de nuestra tierra, con un cielo azul despejado y La Alcazaba de telón la historia de Luis se desgrana, porque todos tenemos un gran historia que espera ser contada. 

El señor del traje negro pintaba muy bien cuando era joven, fue a la Escuela de Artes y Oficios de Almería, pero su padre era relojero y precisaba de la ayuda del chaval. Todavía guarda dibujos y su vecino apunta que es un muy bueno con la madera, incluso ha construido su propia cocina, pero a su manera, comenta entre risas que sigue a la escuela de Bauhaus, Luis sale al paso: “al estilo moderno”.

En los balcones de su casa ondean banderas los Estados Unidos pertenecientes al hermano de Luis, conocido como el Travolta almeriense. “Mira este era mi hermano, salió en La Voz de Almería y todo”, entonces me enseña un recorte de periódico que cuelga detrás de la puerta de su museo. Es una contraportada donde se habla de este personaje de Almería con ese romanticismo que tiene el papel y aquello de guardar los recortes, qué decir si son nuestros seres queridos y ya no están.  

El hombre del sombrero de copa dice que lo mejor del barrio es que no está solo y además no le falta de nada, un vecino le trae pescado, la otra le da un tupper de habichuelas… “A mí me gusta ayudar, siempre con todo el mundo me llevo bien. Me gusta la buena gente, los vecinos y la tranquilidad. Siempre vienen a hacerme una visita, echamos el rato, uno juega a las cartas…”

Y en esa esquina entre la barbería árabe, el bar y la frutería se da la vida de Luis Pérez Sánchez por toda la calle que recibe el nombre del reputado diplomático almeriense, Pedro Jover. 



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‘Dolma’ – hojas de parra rellenas

Dolma armenio

¿Nunca se preguntaron por las rutas y fusiones gastronómicas que debieron pasar los alimentos para llegar a la forma de presentación en los que lo conocemos hoy? Grandes imperios, grandes civilizaciones que dejaron su huella impresa a golpe de sabor en las cocinas y paladares actuales. De la vid se obtiene el vino, un súperalimento de dioses que tiene hasta uno propio, el dios Baco. Pero no solo se debe aprovechar el elixir que riega las copas.

Desde Oriente a Occidente, sobre todo por la extensión de la civilización musulmana llega a nuestros días un manjar de la cocina armenia. Se trata del ‘Dolma’ o ‘Sarma’ (con ‘M’ -no me seáis-), unos deliciosos rollitos de hojas de parra (uva) rellenas con una mezcla de arroz y carne picada. Los dolmas son muy populares en muchos países árabes, en Armenia y Turquía, y cada vez están más presentes en los restaurantes de gastronomía oriental en España.

En este momento, tengo que acordarme de un invitado muy especial, Ovik Kuryan, uno de nuestros primeros invitados al blog. Me apetece hacerle un homenaje: por emprendedor, por luchador y por visionario, aunque se haya criado tan lejos de su país natal.

A contiuación, os dejo esta delicia armenia, ¡súper fácil de hacer y de conseguir en España! Recuerden que somos tierra de vinos.

¡Ingredientes!

–  500 gramos de carne picada.
–  3 cebollas picadas.
–  3 dientes de ajo picados.
–  1 ramo de cilantro y otro de perejil.
–  150 gramos de salsa de tomate.
–  15 gramos de sal.
–  3 gramos de pimienta negra.
–  300 gramos de hojas de uva (parra).
Para la salsa (opcional)
–  1 taza de yogur natural.
–  15 gramos de menta picada.
–  1 diente de ajo picado.

Para aquellos que no comen arroz por alguna razón, pueden hacerlo sin arroz.

¡Manos a la olla!

1º  En un tazón grande, mezclamos bien con la mano los ingredientes, excepto el arroz y las hojas de uva.
2º  Añadimos el arroz y seguimos mezclando a mano.
3º  Si usamos hojas de parra fresca, cortamos los tallos y lo sumergimos por poco tiempo en agua hirviendo para limpiarlas y que se ablanden. Pero si se usa hojas empaquetadas, las lavamos en agua caliente.
4º  Ahora, cogemos la olla y vamos colocando algunas hojas de parra en el fondo para evitar que la dolma se pegue.
5º  Extendemos una hoja en una superficie plana, con el extremo del tallo hacia nosotros, ponemos una cucharadita de relleno cerca del extremo del tallo, doblamos los lados y luego enrollamos.
Colocamos la dolma enrollada en la olla, formando capas.
6º  Para mejorar la estabilidad, colocamos un plato encima y llenamos la olla con 2 tazas de agua. Podemos añadir más salsa de tomate para darle más sabor.
Cocinamos a 150ºC durante unos 50 minutos, aproximadamente.
7º  Por último, preparamos la salsa, mezclando bien el yogur, la menta y el ajo, añadimos la sal y pimienta al gusto.

¡El dato!

Esta vegetariana receta es muy beneficiosa para la salud. Entre sus beneficios destacan:
– Ser una buena opción para tratar el estreñimiento: gracias a sus fibras dietéticas que mejoran digestión de los alimentos y, por lo tanto, a eliminar fácilmente los desechos corporales. Además de contribuir a una mejor absorción de los alimentos y así beneficiarnos más de ellos.
– Poner fuerte el corazón: gracias a su alto contiendo en omega-3, preferiblemente rellena con carne de vacuno y arroz.
– Estan repletas de calcio y magnesio: solo 30 gramos de hojas de parra contienen el 10% de la ingesta diaria recomendada de calcio y el 7% de la de magnesio. Ambos son muy necesarios para tener una buena salud ósea y nerviosa.

¡Bon profit! Que a nosotros nos gusta hacer pero también que nos hagan… ¡Recetas! Nos vemos en la siguiente.