Los mejores mojitos de Cuba están en El Ejido

Jacqueline es el Cubanito y el Cubanito es Jacqueline

Prepara los mejores moijtos de Almería, llevó al Poli Ejido cuando subió a segunda división en un antiguo galeón desde Almerimar a Balerma, aprendió a caminar de nuevos a los 51 años. Se crió en una humilde casa de madera al otro lado del Atlántico y por amor llegó a esta tierra. Jaqueline se instaló hace 27 años a El Ejido y se quedó para dejar su legado, para traer una parte de Cuba a Almería. El Cubanito, es su negocio y ella es el Cubanito.  

Una mujer con las manos curtidas, la mirada fuerte y la narrativa elocuente. Se ríe y junta las manos dando una palmada, una de sus dos hijas se acerca: “Mamá cuéntale cómo conociste a Gonzalo”. Poco a poco comienza su relato son 53 años de trabajo duro, sin amedrentarse, atenta a cómo hacían crecer su economía los clientes que la impulsaban a ser más grande. La historia empieza a desgranarse a sus primeros veinte, Jacqueline trabajaba en un barco como animadora en la tierra que la vio nacer, allí conoció a Gonzalo Mere Rodríguez, un asturiano por quien cambiaría el curso de su vida.

Quedó embaraza a los 16 años y a los 18 tuvo a su segunda hija partía el pan para que lo comieran sus retoños. Desde entonces prescinde de este alimento aunque pueda permitirse esos perfumes que te impregnan en el primer contacto. No pierde detalle en saludar o cuidar que los clientes sean atendidos a nivel de excelencia. 

“Yo vivía en una casa de madera con mis abuelos, no quería que Gonzalo supiera dónde, pero él se enteró y un día se presentó en mi casa. Él quería vivir en cuba y conocer cómo vivían los cubanos en un tiempo donde un dólar americano valía 120 pesos. Pero la policía de Guanabacoa me vino a buscar porque yo andaba con extranjeros y el Gobierno no lo permitía. Gonzalo tuvo que marcharse a España y la gente me decía: no va a volver a por ti y además con dos niñas, ese no viene, pero volvió”. Sentada en una mesa en la terraza de la calle Olimpiadas desvela su historia con mimo, cuajada de emociones, con las pausas que interrogan un silencio.

“Cuando mi marido me fue a buscar a Cuba yo tenía que tener muchos procesos: solvencia económica de la persona que me traía para que no fuera una carga para el Estado, un domicilio para que me dieran el visado, la boca totalmente arreglada, no es como ahora. Nunca había salido de Cuba fue la primera vez, llegué hasta Asturias pero aquella lluvia me dio un bajón de ánimo… Me quería ir. Un cuñado que veraneaba aquí, en el Camping Mar Azul, que estaba en Almerimar nos recomendó esta parte por temas de clima. Lo dejamos todo y vinimos hasta Almería con una mano delante y otra detrás a probar suerte”, dice la experta coctelera.  

“Empezamos a trabajar en el Camping, el dueño, Pepe Collado, nos dio un bungalow para vivir allí. Yo lloraba todos los días porque echaba tanto de menos a mis hijas, tardé un año en regresar a por ellas. En aquel tiempo tenía tres trabajaos; en el camping, lavando para Collado y limpiando para otra familia de El Ejido”, sostiene las manos firmes, una sujeta a otra en un gesto de autoconsuelo, como quien mira atrás para coger fuerzas. 

“En una ocasión me cogieron por la cintura y me colgaron para que limpiara las ventanas. Ves estos deditos, pues pintaron las juntas de las losas de una casa de 150 metros cuadrados, me caían las lágrimas como puños. Pepe Collado vio materia en mí y me dijo que era una mujer emprendedora y podía salir adelante, me recomendó que estudiara y no me estancara”. 

Y Jacqueline dio un paso adelante siguiendo los consejos de su mentor. El restaurante Saracagua fue su escuela, la dueña reconoció la necesidad de una joven madre que ni sabía llevar una bandeja, pero tenía que alimentar a sus hijas, la abrazó y de esta forma le dio la bienvenida al gremio. La mujer recoge sus brazos y rememora aquel gesto cómplice que hoy todavía la conmueve.

Fiesta en el Cubanito

La hostelera nombra a su marido una vez más como uno de los impulsores a su carrera. A finales de los 90 y con el apoyo económico de Juan Rodríguez, quien fuera un padre para la empresaria, llegó el Cubanito al puerto de Almerimar. Las fotos del menú de aquel bar están sobre la mesa, y un álbum con los recuerdos de los felices años vividos en aquellas paredes escritas de buenos deseos de sus clientes. Una mezcla de nostalgia, anhelo y orgullo en el buen hacer que todavía vibran en los ojos de la latina. “La gente se volvía loca con mi ropa vieja”, sonríe Jacqueline y pasa otra foto. 

“Niña yo vendía los cubatas a 200 pesetas fíjate que me acuerdo más de las pesetas que de los euros. Aquello fue una locura Francisco Fornieles fue mi socio y montamos dos pubs más: Temple bar y el Rinconcito Cubano. A pero espérate que había un Galeón en el puerto de Almerimar que era de unos noruegos o suizos, una réplica del siglo XVIII y me propusieron que hicieran lo miso que hacía en Cuba. Allá que me fui a hablar con los dueños y conseguí que Habana Club me patrocinara el barco, dos años duró la aventura llevaba un ritmo de vida que no era vida. Porque para que un negocio funcione tú tienes que estar ahí”. 

La primera vez que salió el barco era con la despedida de soltero de Miguel, el dueño de Banghoh y Maná de aquí de El Ejido. Todos salieron en el galeón tan contentos y me llama el capitán diciendo que volvía vacío porque se habían mareado. Tuvieron que ir las novias y los amigos a por ellos”, Jacqueline se parte de risa al recordar todas aquellas hazañas. En aquel galeón viajó El Poli Ejido surcó los mares cuando subió a segunda categoría en 2001 con Pochi, Urbano, Mauro Dos Santos…

¿Todos tus negocios han prosperado?

Todos, he tenido la suerte que ninguno lo he tenido que cerrar o vender porque todos han prosperado porque la acogida ha sido 100%. Almería es lo mejor que me ha pasado en el mundo, he visitado Marbella porque me recomendaran que pusiera un negocio allí. Cádiz que es verdad eso que dice la canción de que Cádiz es la Habana con más salero, paseaba por sus calles y pensaba que me encontraría con alguien de allí. 

También soy muy exigente en el trabajo, soy amiga y compañera pero cuando tengo que ser jefa, soy jefa. Cuido mucho el trabajo, aquí donde me ves también he ido a recoger habichuelas trikis en el invernadero. ¡Ay por dios! Yo me quería morir, pero es lo que tenía que hacer. 

¿Cómo llegó El Cubanito a El Ejido?

Pues fíjate que vino Pepe Collado, aquel hombre que me dio mi primer trabajo en el camping a comprarme el bar, yo no me lo podía creer. Me dio todo el tiempo que necesité hasta que me instalé en el Ejido en 2005. Todavía guardo el talonario de aquella compra. 

¿Qué ha sido lo más duro que has vivido estos años?

Hace dos años tuve una meningitis y un día en el bar me echaron MDMA en una bebida, jamás me he drogado, ni bebo, aquello me provocó tres microinfartos cerebrales y me dejó la zona de la memoria afectada de modo que a veces tengo lapsus. En aquel tiempo me sentía sin fuerza, sin ganas y caí en una depresión. La fisioterapeuta que me hacia rehabilitación, Laura, había ido al colegio con mis hijas, me enseño a andar de nuevo, hacía terapia de Hoʻoponopono.

También tuve el COVID el año pasado, y lo pasé muy mal, estuve muy malita. Gracias a mi familia, al apoyo de los clientes y a los médicos volví a salir adelante.

Recuerdo que fui al INSS y me dijeron que los autónomos tenemos que tener un colchón económico, que no podían hacer nada por mí. Me sentí fatal porque yo no quería ser el moco del mundo yo quería ser yo. Tuve que vender la casa que tanto trabajo me había costado ganar y que tenía a mi gusto solo por mi salud, porque se me hacía imposible llegar desde mi habitación al salón. ¿Entonces para qué quería yo el jacuzzi? La psiquiatra me dijo que lo primordial era salvarme yo y no las cosas. Ahora vivo en una casa más pequeña, pero que es manejara para mí. 

¿Qué echabas de menos?

Echaba de a mis padres, así es como llamaba a mis abuelos, ellos me criaron, echaba de menos que me acariciaran el pelo. Pero antes de que ellos murieran pude hacer uno de sus sueños realidad: construir la casa que ellos querían en Cuba. 

Y como con el privilegio de quien ha tenido el placer de llenar la barriga de familias de cualquier parte del mundo que llegaban a estas costas en busca de sol continúa su afortunado relato. “Fíjate que a la actual jefa de urbanismo de El Ejido, Laura, le he dado yo de comer cuando era una niña y venía al Cubanito desde Alemania. Me rechazaron el proyecto de obra del bar en el Ayuntamiento y era de Laura y mira hoy en día donde está”, rememora la mujer. 

En el año 2005 el establecimiento abrió sus puertas en el barrio, daba desayunos a los obreros que por entonces construían a un ritmo vertiginoso. “Yo he visto a Vidalina Castellano en este portal vestida de novia”, dice la dueña. Su vecina se ríe y continúa: “Jacqueline nunca se mete en líos, si le decimos que baje la música, la baja. Mi familia viene y si no estoy en casa se quedan en el Cubanito. Para mí el día más triste del invierno son los lunes porque el bar está cerrado y no hay luz, no hay gente y me gusta ver la calle con vida, concluye la comerciante. 

Las paredes del Cubanito están escritas por los clientes, llenas de buenos deseos son el motor de Jacqueline Machado Hernández junto con el apoyo de sus dos hijas en le negocio. La cubana siempre dice a sus asiduos: 

“Edúquese lo más que pueda,

Respete para que lo respeten

Y que dios los bendiga”

Yuca con mojo al estilo cubano

¿Se acuerdan de esa famosa canción de Celia Cruz llamada ‘Sazón’? Les pongo en contexto: “Yo le pongo sazón, yo, yo le pongo sazón. Yo le pongo sazón, a mi negrito le pongo sazón.” Pues así quiero presentarles el plato de esta semana: Yuca con mojo, con su sazón y todo. Una de las mayores bendiciones de la comida cubana y criolla que deleita a todos aquellos que la prueban.

Este tubérculo se puede comer como entrante o como una perfecta entrada. Aunque hay que informar al lector que, el cubano tiene la costumbre de comer todos los alimentos en un mismo plato: el bistec de puerco, la yuquita con mojo, el arroz congrí y el aguacate. ¡Vaya mezcla más deliciosa!

La yuca, también conocida como mandioca, es originaria de América del Sur y probablemente fue cultivada por primera vez en Brasil. Su lugar de origen está en debate, ya que existen evidencias arqueológicas del cultivo de yuca repartidos por varios países de América Latina. Ha sido el tubérculo principal cultivado en Cuba desde la época de los taínos, el pueblo indígena del Caribe. Y, los platos a base de yuca son imprescindibles en las mesas en Navidad, Año Nuevo y cualquier otra festividad importante.

¿Y saben lo mejor? ¡Qué se puede consumir todo el año! Así que ya me imagino a nuestro farmacéutico cubano-roquetero, Rychard Z. Ayarick, recetándo esta deliciosa guarnición a todo aquel que necesite ese poquito de sazón a su vida. Alegren los corazones, familia Originem, que comenzamos con la receta.

Ingredientes:

  • 2 raíces de yuca medianas
  • 1 cebolla blanca pequeña , picada
  • 2 dientes de ajo
  • 2 naranjas amargas , exprimidas (o 2 limas y 1 naranja, exprimidas)
  • 5 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • 2 cucharadas de cilantro fresco picado
  • Sal

¡Manos a la olla!

  • Lave muy bien la yuca y pélela.
  • En el centro de la raíz de la yuca, hay una línea de fibras que debe eliminarse porque es muy amarga.
  • Corte la yuca en trozos bastante grandes y colóquelos en una olla grande de agua con sal.
  • Hierva durante 20 a 25 minutos o hasta que la yuca esté blanda (igual de blanda que una patata hervida) y escurra.
  • Cuando la yuca esté terminada de cocinar, en una sartén, caliente el aceite de oliva a fuego medio.
  • Añada la cebolla picada al aceite de oliva y fría hasta que estén dorada y crujiente.
  • Agregue el ajo y luego agregue el jugo de los limones y la naranja 2 minutos después.
  • Para servir, coloque los trozos de yuca cocida en un plato o tazón.
  • Vierta la salsa sobre la yuca y agregue los chicharrones fritos rallados o picados (opcional).
  • Decore con cilantro picado y añada sal al gusto.

La sabrosura final:

Para darle un toquecito más auténtico, cómanlos con platanitos fritos y añadan un poco de chicharrones. Esto siempre será un acierto.

¡Bon profit! Que a nosotros nos gusta hacer pero también que nos hagan… ¡Recetas! Nos vemos en la siguiente.

Encebollado ecuatoriano

    Encebollado ecuatoriano, uno de las principales platos de su gastronomía

La sana costumbre de dar tumbos por las calles y de viajar gastando zapato, dar vueltas por el mismo lugar y toparse con gentes de todos los continentes. Almería tiene esa capacidad milenaria de acogida de hacer de una tierra desértica tu casa, de aunar tradiciones y culturas en una miscelánea de sabores que hoy te traigo a esta plaza.

Todavía recuerdo cuando en una tarde de 2020 vi en la parada de taxis de Almería a un conductor negro, no salía de mi asombro y quise conocer su historia. Sentados en la mesa de un café, Santos desgranó amablemente su historia. En honor a este personaje vamos a degustar un plato de su tierra, el encebollado de pescado de Guayaquil.

Dicen las malas lenguas que el encebollado tiene el poder de curar la resaca, de resucitar la carne, de templar los cuerpos, los ecuatorianos lo llaman ‘levanta muertos’. Un plato cuyos orígenes se difuminan entre los migrantes cholos que llevaron el pescado salado y la yuca para sobrevivir o los marineros que con pocos recursos preparaban un caldo. Sin duda es uno de los platos favoritos de los ecuatorianos por su precio popular, las propiedad medicinales que se le atribuyen… ese ‘picante de pescado’ de las costas se ha convertido en el recurso culinario de un pueblo.

Un plato que los vecinos pacíficos toman para desayuno, almuerzo y cena, caliente, refrescante, picante y reconstituyente. Prepara yuca y atún.

Ingredientes:

–  1 kilogramo de atún o albacora fresca.
–  1 kilogramo de yuca.
–  2 cucharadas soperas de aceite.
–  2 tomates.
–  1 cebolla morada.
–  1 cucharadita de pimentón molido.
–  2 cucharaditas de comino molido.
–  8 tazas de agua (2 litros).
–  5 ramas de cilantro o culantro.

¡Manos a la olla!

1º  Toma tu mejor sartén de hierro, recuerda que el fuego energiza los alimentos y pica los tomates y las cebollas, haz un buen refrito y añade el comino, el ají y la sal. Agrega el agua y las ramas de cilantro en la misma olla donde hiciste el refrito para comenzar el caldo de pescado.

2º  Cuando el agua comience a hervir, agrega el atún. Cocina a fuego medio durante 15 minutos más o menos. Retira el pescado del caldo y reserva.

3º  Pela la yuca y córtala en bastones medianos. Cuece la yuca con sal y retira cuando quede blanda.

4º  Cuela el caldo donde se cocinó el pescado. Agrega la yuca pisada y el atún cortado en rodajas finas. Rectifica la sal hasta que el encebollado esté listo para servir.

La sabrosura final:

Como acompañamientos chifles o patacones (rodajas de plátano verde frito y sazonadas con sal), huevo, palomitas de maíz o maíz tostado.Agrégalos a la hora de degustarlos.

¡Bon profit! Que a nosotros nos gusta hacer pero también que nos hagan… ¡Recetas!

Ese loco que viste de blanco, el modisto Fabián…

Andaba por la vida preso de la casualidad, paseaba por la ciudad y sus pasos guiaron el camino. Hace 20 años que el modisto y costurero, Fabián Ozán, llegó a Almería; «yo soy más almeriense que tú porque yo lo elegí y tú quizás no», dice desde el sillón de su despacho vestido de blanco impoluto y con la cinta colgada al cuello, como la profesión llevaba Lázaro. 

Fabián había venido de vacaciones a ver a su hermano, era el quinto día de estancia al otro lado del charco cuando se dejó caer por el centro y vio un cartel donde necesitaban costurera y por casualidad encontró la oportunidad. Era la sastrería Hita quien fuera presidente del gremio de sastres de Almería cuando los hombres que se vestían por los pies llevaban la ropa a medida. 

¿Por qué siempre viste de blanco?

Me preguntan más por qué visto de blanco que por mi oficio. Empecé por una cuestión de meditación y al final opté por comodidad. La película ‘9 semanas y media’ fue mi inspiración, la escena cuando ella abre el armario y todos los trajes son iguales me pareció genial.

La ropa me satura y no necesito que me preocupe, todo el día estoy pensando como vestir a los demás. Tengo una boda me visto de blanco, voy al café con mis amigos me visto de blanco, tengo que ir a la escuela… Eso me aligeró la vida.

Fabián se instaló hace casi una década en un edificio modernista de principios del siglo pasado en el centro de la Almería, comparte la estancia con su padre y un galgo blanco que protagoniza todas las campañas de moda del modisto. Desde la calle, las puertas abiertas del portal invitan a pasar y unas estrechas escaleras de caracol con la baranda de madera, que harían las delicias de un romántico, llevan hasta el primer piso donde se sitúa el taller. En la carpintería, en el suelo -incluso en los vidrios de las ventanas que tienen 100 años- se entraman la elegancia con la añoranza por el buen hacer de un oficio que rezuma detallismo. 

¿Cómo se dio el oficio?

Mi padre hacía sastrería, uniformes militares para el estado. Él es mi referente de trabajo, me he criado en un taller. 

Aunque el argentino dice que ser costurero nunca estuvo en sus planes, pero se le dio tan bien que lo convirtió en su medio de vida. Ahora a sus 57 años sueña jubilarse pronto y antes de que lo coja un achaque estudiar historia en Italia. Dentro del show room donde se muestra la colección conviven el mate, los bocetos de los diseños y un pequeño lugar donde Ozán medita. La estancia lo refleja metafórica y literalmente en grandes espejos de marcos barrocos dorados, en los grandes ventanales blancos, en los juegos de luces que convierten a la habitación en un lugar cálido. 

Después de conocer sus orígenes familiares comprendo el gusto por los botones.

Claro, ahí hacíamos las pulseritas de botones era la forma de entretenernos de niños. Había cajas llenas de botones, ahí te ponían con una aguja y un hilo largo y te tenía entretenido dos horas.

¿Cómo llegó a tener su propio taller?

Me costó mucho tener mi propio taller. Primero, trabajé tres años con María Barragán pero tenía que volver a Argentina y cerrar puertas mentales. Cuando cerré todo lo que tenía que cerrar volví y ya no tenía mi trabajo porque Barragán no me quiso coger de vuelta porque había sido un impertinente, el único que se había tomado 1 mes de vacaciones en su empresa. A María la quiero mucho porque fue la primera que me dio trabajo cuando solo llevaba 5 días en Almería y siempre recordamos esta anécdota entre bromas.

¿En qué se las arregló entonces?

Trabajé durante 3 temporadas cargando camiones en un almacén de El Ejido. Ni yo lo creo (dice entre risas), pero la pasé estupendamente, fue un trabajo maravilloso. Era muy divertido, en el lugar dando trabajé había 400 personas de todas las religiones y de todos lo países del mundo, eso era Babilonia. Allí te cotizaban todas las horas como horas fijas, entonces cuando te ibas era con un buen paro. Trabajábamos una burrada de horas, yo siempre me quedaba cuando acababa la jornada y trabajaba de 08.00h a 22.00h. Fue muy importante para mi, porque me relajé, me puse tremendo parecía que iba al gimnasio.

Mi hermano me preguntaba: ‘¿Cómo aguantas ese trabajo?’ Porque nosotros siempre hemos tenido una vida fácil, pero me lo tomé como algo transitorio para un objetivo particular que era montar mi propio taller. Aprendí mucho de cocina internacional porque siempre te intercambias los platos de comida con la gente. Viví con un rumano y su mujer cocinaba muy bien, como no tenía tiempo para cocinar ella se encargaba de esta tarea. La verdad que la cocina rumana y argentina son muy parecidas.

Después de estos tres años en el almacén abrí mi taller, empecé con los arreglos, es como todos los talleres empiezan y llegué a tener 40 tiendas. Éramos 8 personas trabajando, hasta que me hartó también eso y eché a todo el mundo y nos quedamos nada más que tres personas. Ahora trabajo para muy pocas tiendas y hemos cambiado el trabajo.

¿Antes tenía más la visión de costurero y ahora de modisto?

Sí y en esto influyó mucho Susana Lirola. Ella me decía estás loco te vas a morir llevando 40 tiendas, mi teléfono no lo quería nadie, era todo el día sonando. Cuando abrieron el centro comercial de Torrecárdenas, llevaba los dos centros comerciales y de Almería. Fue poner un freo y me siento muy feliz. Dos chicos que se fueron de aquí montaron su propio taller, cogieron las tiendas que dejé.

Me quedé con el trabajo a medida, unas pocas tiendas y algunos arreglos a clientes con quienes llevo 20 años trabajando.

¿Cuándo empezó Fabian Ozán como modista con su propia colección?

Hace 4 años, no hace tanto. Retomé lo que hacía en la Argentina, la colección que hacemos no es una prenda como en una tienda en varias tallas. Es la parte que me entretiene crear una colección, no me genera dinero, pero me genera gratitud. Cuando vienen aquí las clientas ven la colección, pero hay que sumar su idea, hago varias propuestas y entre los dos sacamos un producto. Con la garantía de que la prenda que lleva es única.    

¿Cómo surge la colección actual?

Hay un tema de Madonna y un look en el videoclip que me inspira, ‘Material Girl’. Pero después lleva su ritmo, también me inspira la naturaleza, un hecho en particular. Mi referente como costura es mi familia, vengo de una familia donde se ha cosido toda la vida.

Busco mucho lo que me transmite Velazquez me encanta, recuerdo en la escuela haber visto Las Meninas. En aquella época era otro concepto, Europa estaba muy lejos, pensaba que nunca en mi vida iba a ver un cuadro de ese autor porque estaba al otro lado del mundo, 40 años atrás no había esa facilidad de subirte a un avión. Cuando vi por primera vez Las Meninas en El Prado no podía parar de llorar. Fue too much, la puerta a Europa, lo inalcanzable, lo que nunca iba a poder ver.

¿Y qué pasa con Chema Madoz?

Mi tarjeta del taller es un Chema Madoz a mi manera, el ojo fotográfico me inspira mucho. Este fotógrafo me parece super creativo, para mí es un geniecito. Por supuesto que en la moda también hay referentes, la última colección de invierno de Dior me pareció una cosa de locos, exorbitante, todas las referencias a Venecia.

Y lo que un punto de inflexión en su vida, un alejarse de malas pasadas y buscar una escapada van para 20 años. La construcción de una filosofía y un estilo de vida personal, propio y coherente. Toda su ropa puede considerarse ecológica porque tiene 0 huella de carbono. Además, tiene una bonita costumbre de revisar los roperos de sus clientas y dar una nueva vida a una prenda, Fabián acusa al estilo de vida argentino aquello de buscar una segunda vuelta. Pero me quedo con sus palabras: «no soy tacaño, soy austero», como resumen y reflexión de cómo puede ser un atelier cuando el dueño se considera un trabajador más con inquietudes y sueños. 

Fabian Ozán y yo en el reflejo

Gracias por leer nuestros post, déjanos un comentario que lo leeremos encantadas y recuerda seguirnos en redes para crear comunidad. Todavía creemos en un mundo mejor, gracias soñadores. 

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Sobrevivió a un secuestro exprés y ahora vende scooters…

Giuseppe Natoli  vende scooters para personas con discapacidad en Roquetas de Mar. Proveniente de Venezuela de ascendencia siciliana y afincado en Garrucha. ¿Cómo llegó hasta Almería y por qué hizo de esta tierra su hogar?

La tienda se llama Litona Indalo que es su apellido al revés. De su padre heredó la superstición y aquello de abrir los negocios los días clave, como cumpleaños o aniversarios. «No sé si mi padre tenía esa costumbre para no olvidarse de las fechas importantes, pero no creo porque él tenía muy buena memoria», hace la chanza para continuar su relato. Toda la vida se dedicaron al mar, tenían una empresa que vendía barcos hasta que con la dictadura las concesiones a los pescadores se congelaron y hubo que seguir buscándose la vida abriendo un cyber café enclavado en una zona turística donde había caudal. 

Nunca había conocido a alguien que hubiera sido secuestrado, pero esta es la magia de hablar con extraños de lugares remotos, además de viajar sin dinero te llevas sorpresas que jamás hubieras imaginado. 

Si das al play puedes escuchar al propio Giuseppe narrando cómo vivió aquellas horas de angustia durante su cautiverio. 

Era principios del nuevo siglo y Venezuela estaba en una situación económica crítica, el padre de Giuseppe ya retirado, pero todavía manejaba el negocio. Tanto el padre como el empresario fueron secuestrados el mismo día, eran bandas perfectamente organizadas que sabían quién podía tener algo de dinero. Irrumpieron de madrugada en la casa de Giuseppe, lo maniataron, «como un cerdito, solo me faltaba la manzana en la boca», en sus propias palabras. Cuando los secuestradores se marcharon, partieron la llave de la cerradura para que no pudiera salir, pero no se llevaron el coche. Una llamada por teléfono para pedir ayuda logró sacarlo de su casa y corroboró que su padre había sufrido la misma situación. 

Todavía huelen a miedo sus palabras y su mirada grave. A pesar de contar entre risas que su padre se lo tomó a broma todo. 

Creo que de sus raíces italianas preserva la familia como pilar y apoyo, la amistad como estandarte y un cariño grande por el pueblo gitano, porque su forma de vida le recuerda a la de sus paisanos en Cumana, provincia de Sucré. 

Los clientes llegan y toca resolver las papeletas, como buscar una silla de un ancho especial para una señora francesa, la gracia es entenderse, aunque la comunicación se produce sin muchas dificultades, a pesar de las diferencias idiomáticas.

Toda la vida se ha dedicado al comercio, a los negocios y a buscarse las habichuelas como decimos aquí. Viajaba desde Italia a Barcelona para buscar una scooter a su padre porque en nuestro país eran más baratas. Se tomó un año sabático e hizo turismo por nuestro país, hasta que encontró Almería y el Indalo lo guio. «El Indalo es muy parecido al tótem cartaginés y es algo que siempre he llevado conmigo», además del horizonte, supe que era mi lugar. 

También puede arreglar cualquier mecanismo con cables, «mi familia me llama el come cables, ¿tú ves alguno por aquí en medio?» Y el hombre esboza una carcajada. Asegura que no morirá de infarto porque se la pasa riendo y en una tarde fui testigo de que es cierto.

Ahora me gusta detenerme a observar su retrato y analizo la simbología que refleja literal y metafóricamente. Nunca lo hubiera conocido de no ser por la recomendación de un amigo que no equivocó sus palabras al decir: «me gusta porque es una persona que tiene valores».

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«Era vivir o morir, no podía rechazar ningún trabajo»,…

Mery Sandoval lleva tantos años en España como los que tenía cuando partió de Quito (Ecuador) a conocer el viejo mundo. Era la primogénita de 3 hermanos y quería viajar más allá de las montañas donde había crecido. Su falta de experiencia le jugó una mala pasada, pero su actitud ante la vida y el apoyo incondicional de su marido la llevaron de la supervivencia al empoderamiento profesional y personal.  

Es agosto en la ciudad y los almerienses han cambiado el asfalto por una pequeña parcela en la playa, no para todos es este privilegio. Los pequeños comerciantes, los bares y restaurantes ofrecen sus servicios a los valientes que se atreven a salir a la calle. La protagonista recuerda como tras la pandemia las vecinas del centro apoyaron a los comercios de barrio y así se hizo una brecha de luz en tiempos de tinieblas.

Ahora con la perspectiva del tiempo Mery puede sentarse en la mesa de un café y narrar su historia no sin que los ojos se le llenen de agua con algunos recuerdos. “Mi madre había hipotecado su casa para pagar mi pasaje a España, costaba unos 1500 dólares y en 2003 aquello era mucho dinero. Pasé los primeros meses en casa de una amiga de mi madre en Cataluña pero me costó mucho encontrar trabajo, no tenía papeles, ni sabía que era eso.”

Al principio ¿Cómo se ganaba la vida?

Una tía mía supo que lo estaba pasando mal en Cataluña y fui a vivir con ella a Murcia. Allí trabajaba en el campo. Era vivir o morir, no podía rechazar ningún trabajo.

“En Murcia conocí a una familia de Berja que me dio trabajo como interna”. Sin entrar en más detalles, la mujer toma aire y se lleva un mechón de pelo hacia atrás para concluir: “no tenía gastos, pero era muy duro”.

Para comunicarse con su familia gastaba 5€ en 15 minutos de llamada, el equivalente a una hora de trabajo como cuidadora. Aunque a los pocos meses de estar en España, Cristian, su pareja, vino a la Península hasta un año después no pudieron vivir juntos.

Mery regresó a Ecuador en la Navidad de 2009 para acompañar a su padre en su último viaje. «Fue muy triste. Tuve que endurecer mi corazón y ser más fuerte que nunca».

¿Y la crisis de 2008?

Un palo muy grande, porque habíamos conseguido comprar un piso y en 2010 tuvimos que dejar todo y regresar a Ecuador. Mi marido pidió una excedencia en el trabajo de 3 meses y yo estuve allí dos años con mi madre pusimos un pequeño negocio de comida típica ecuatoriana, pero sentía que ya no era mi sitio. Mi madre me decía que ya había hecho mi vida en España y que tenía que seguir adelante.

Además, cuando me preguntaban qué había estudiado en España, yo pensaba no he tenido tiempo de estudiar, he tenido que trabajar para salir adelante. En Ecuador, para cualquier trabajo te exigen mucha formación, no es como aquí que puedes trabajar en una cocina, en el campo… Reflexioné mucho durante aquellos dos años.

Pensé que nunca había viajado a Francia, por ejemplo, que estaba tan cerca; que solo había trabajado y ahorrado para enviar dinero a la familia, para los imprevistos que surgían…

¿Cómo fue volver a empezar en España?

Cuando regresé apenas tenía contacto en la agenda, ni nada pero fui a hacer una entrevista como ayudante de cocina, no pensaba que me fueran a coger, pero sucedió, no iba a decir que no.

Mery volvió a España y metió la cabeza en los libros, así finalizó los dos primeros años de magisterio infantil. Durante un tiempo compaginaba los estudios y el trabajo hasta que el cansancio físico y la falta de conciliación hicieron que la ecuatoriana se planteara una nueva meta. Así se aventuró en un nuevo sector, la moda.

“Hace tres años que empecé con una franquicia, al principio ves el lado amable, pero veía que la ropa que me mandaban no encajaba en la zona y poco a poco empecé a poner algo de mi ropa. La verdad que me ayudó mucho una amiga, que tenía una franquicia con la misma empresa en Berja. Me di cuenta que la ropa que yo traía se vendía primero y que no era tan importante que tuviera un precio bajo, si no que la prenda gustara. El viernes antes de que nos confinaran casi voy a comprar más ropa, pero mi marido y Sole me frenaron y gracias a Dios, emprender significa meterte en gastos.”

A los 9 meses de que el negocio empezara a ir bien en la calle Castelar, llegó el confinamiento, un tiempo que le sirvió a la comerciante para trabajar en sí misma, abrirse a relacionarse con las vecinas, crear comunidad. La gente se volvió al pequeño comercio, en ese momento empecé a traer poco a poco tallas grandes, pero tengo para todos los cuerpos”.

La tienda tiene una fachada rosa y una bicicleta de forja en la entrada, Cris y Mery se encargan de todo. “Te presento a mi electricista, mi fontanero, mi pintor, mi albañil…”, la mujer suelta una carcajada y su marido responde con otra sonrisa.

A pesar de lo logrado, siempre hay nuevos horizontes y viejos caminos por descubrir. “Quiero tener mi carrera, aunque tenga 45 años”, dice la autónoma. A día de hoy su autoempleo le permite hacer una escapada a los pueblos de la sierra los fines de semana, trabajar sin horarios, pero trabajar para ella.  

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«Una parte de mí se siente discapacitada, por eso…

Mariela, duela de La Ramona, a las puertas de su negocio

Mariela es grande en el sentido amplio de la palabra, sus 20 años en España no se han llevado la cadencia del acento de Mar de Plata. Bajo su gorro blanco de chef escapan algunos mechones cortos rubios y canos, de mente inquieta con alma bondadosa, un ojo en el negocio y una mano tendida a quien la necesite. La toalla de playa que su padre le llevaba cuando visitaba a la familia en La Huelga (Sorbas), llevaron a esta española nacida en Argentina a tenerlo claro desde el parvulario. Su destino era Almería.

Cuando terminé de estudiar en la escuela de cocina de Mar de Plata vivía en Tierra del Fuego, donde acaba el mundo, 20 grados bajo cero se los aguantan ellos. Me vine para Almería de visita porque aquí vivía mi familia. En 5 días tenía trabajo, todo fue fácil porque tenía la nacionalidad española por parte de mi papá. Él ya no está pero venía a ver a la familia. Fue uno de esos españoles que se fue en barco en la primera mitad del siglo pasado. A día de hoy, tengo a 3 hermanos de mi padre que llevan 30 años aquí.

El desembarco en tierras almerienses no fue complicado, los retos vinieron después, cuando ya te sientes de aquí y el destino se encapricha con tener una conversación obligada. Fruto de ello es La Ramona, su buque insignia en el centro de Almería; un negocio y taller gastronómico que sitúa a la empanada argentina en la cumbre de su ser. “En pandemia estuve cerrada 180 días. En ese tiempo solo hice 900€, no llegaba para nada. Si la Ramona no hubiera nacido nos hubiéramos tenido que marchar.”

La Ramona nació hace 9 meses, hay dos empleadas trabajando, una es Micka y la otra María. El negocio marcha al ritmo de 30 kilos de cebollas picadas en 2 días para hacer el relleno de las empanadas. Un riguroso Glovo y Just Eat son los ejes centrales sobre los que se sostiene el negocio. Un impulso que, en estos tiempos, solo lo permiten este tipo de plataformas.

“María es una chica con discapacidad intelectual que viene unas horas por la mañana. En ‘Tu Chef talleres’ hemos estado volcados a dar clases de cocina con las personas con discapacidad intelectual; hemos trabajado con muchas asociaciones almerienses, como Salsido, A toda Vela, Dárata…”

¿Conocía a alguien con discapacidad?

Mariela contesta con sus ojos claro helados en una sincera emoción, “es porque en una parte de mi vida me siento discapacitada también”, una pausa leve introduce unas palabras que tiemblan entre sus labios: “porque a veces me faltan algunas capacidades. Entonces creo que es incluirlos, hay gente muy valiosa y que puede hacer más de lo que nosotros pensamos”.

A María la conocía porque durante 3 años estuve haciendo talleres en la ‘Asociación a Toda Vela’. Ella es una chica muy tímida, habla poco o nada, tiene grandes capacidades y hay que saber afinárselas también. Peló entre ayer y hoy casi 30 kilos de cebolla, medio llorando. A ella le sirve, pero a nosotros nos sirve más, ella necesite incluirse en el mundo laboral, ahora está de prácticas, pero si todo va bien… Todo es práctica, necesita coger rapidez, esto no lo va a hacer en su casa.

¿Cómo llegó Micka?

En Navidad estaba a tope y necesitaba a una argentina que me ayudara con las empandas. Tenía que ser gaucha, que al menos hubiera hecho empanadas en casa, porque no tenía tiempo de pararme a enseñar a nadie cómo se hacían los repulgues. Así que la busqué por grupos de compatriotas en las redes sociales. Hacía solo un mes y medio que había llegado a España, después de la cuarentena, vinieron con una mochila de 8 kilos porque si no salía bien volvían. El azar les brindó una oportunidad y se quedó en Almería, una ciudad la cual no sabía ni situar en un mapa.

Micka, empleada de Ramona, dando forma a las empanadas
Micka, empleada de La Ramona, dando forma a las empanadas

Desde el otro lado de la barra de silestone Cosentino, su empleada Micka prepara empanadas a una velocidad pasmosa. Los pequeños bocados son en apariencia argentinos pero algunos llevan el corazón almeriense, como la chef que originó los rellenos. Aunque el local ha cambiado, “usurpado por La Ramona” guarda el encanto de lo que antaño fue escuela de cocina para niños. La cocina es amplia y se dispone a la vista desde el mostrador. Para el ojo observador, una fotos de Mar de Plata y el pueblo donde los progenitores de Mariela se conocieron, la unión hispano-italiana de la que nacieron dos hijos trasatlánticos, la reminiscencia, las raíces, los orígenes que se encuentran bajo el amor de un fogón.

«Como me dice un hermano que me queda en mi patria, soy más española que Colón. Amo Almería desde que era chiquita.» Nuestra protagonista esboza una amplia sonrisa, una de esas que al ser fotografiadas inundan no solo un primer plano. Y es que tras el devenir del tiempo, surge el sentimiento irreparable para tantos migrantes… 

El corazón se te convierte en trasatlántico, ¿cierto?

Sí, porque mi mamá está del otro lado y mi hermano. Si el año que viene se puede, en enero después de las fiestas, voy a ir. Mi abuela tiene 92 años y la quiero ver.

Había que salir por algún lado, la idea de las empanadas venía dando vueltas desde hace tiempo. En 2019 desde la cocina del Mercado Central trabajó junto a las actividades gastronómicas impulsadas por el Ayuntamiento de Almería, quien gestiona ese espacio. Aunque la chef recuerda que fue en el 2018, momento en el que Almería era candidata a capital gastronómica, cuando se encargó de su gestión. «Con ‘Tu Chef’ talleres de empanada, hemos estado en Fitur, Salón Gourmet, Andalucía Sabor…», explica la argentina con entusiasmo. 

¿Por qué ‘Ramona’?

Este lugar es tu Chef talleres, pero Ramona le ha usurpado el sitio. Se llama así porque el nombre me parece muy español y porque cuando era pequeña en mi ciudad había una señora que se llamaba así y hacía empanadas. En cuanto al marketing es un nombre muy español, fácil de recordar, leyendo, consultando con amigos que se dedican al sector publicitario, mirando por redes sociales, así surgió este nombre con fuerza.

Durante estos 6 años de ‘Tu Chef talleres’, ¿cuáles han sido tus mayores logros?

Ha sido duros, sobre todo al principio porque el almeriense le ha costado el concepto. Para los niños no, para ellos ha sido brutal, hemos hecho muchos cumpleaños en el taller y en casas, talleres en colegios, nos hemos desplazado mucho. El boom aterrizó cuando la ciudad consiguió el galardón de Capital Gastronómica. «He estado en todos lo jaleos. Mi empresa hacía actividades en la sede de Almería gastronómica que se puso en el Paseo de Almería, íbamos a Madrid, vino Máster Chef…»

Desde el 2015 hago la feria de gastronomía de Almería, Concurso de Gastronomía almeriense, ahí hablé con el Ayuntamiento para hacer un concurso para niños. Al año siguiente organicé el concurso de adultos y niños, ahí cambiamos el lugar donde se celebraba el concurso. Todos los días a parte del concurso se hacía un show cooking para que la gente viera cómo trabajaban los cocineros de aquí. Revolucionamos esa parte de un concurso gastronómico de tres días en el ferial a un concurso y feria gastronómica durante toda la feria de Almería con más vista en el paseo, más glamour. Aunque sea un estrés a tope es lo mejor que he podido hacer, es mucha responsabilidad, pero es para la ciudad.

¿Y en todo este tiempo cuál es el chef que se ha convertido en admirado?

Sus ojos azules se prenden y en la diminuta mesa que nos separa sus brazos se extienden en un intento de agarrarme con fuerza para que le preste la máxima atención. “Ángel León, soy fan, tuve la oportunidad de conocerlo en una feria De Gusto de Huercal-Overa. Por allí pasaron Paco Torreblanca, Samantha Villar, la ‘creme de la creme.”

Esto es un no parar. Mariela, ¿hay límite?

No, no sé si hay tope, hace dos años y esto lo digo con orgullo porque me salió por contactos y poner la cara, que participo en el evento solidario de Marbella Chef for Children. Se celebra en el hotel Montero 5 estrellas, donde invitan a 30 estrellas Michelín, van todos y yo. Me toca hacer la parte de los niños, los chefs son el anzuelo, para esa cena de gala benéfica. 150 niños participan en los talleres de cocina de los laureados chef, son elegidos a través de un concurso de dibujo que se celebra meses antes en los colegios de Marbella. Mariela coordina las actividades de los maestros cocineros con los infantes.

Bandejas con empanadas en el mostrador del taller culinario

Es el tema del momento, siempre recurrente y socorrido para los que hacemos este trabajo de plumillas pero, verdaderamente, quiero ir más allá. No quiero despedirme de esta fuerte mujer sin ver cómo reacciona a su corazón. ¿Sacaste algo positivo de estos tiempos de pandemia?

Durante la cuarentena, la argentina junto a un grupo de 11 cocineros más estuvo cocinando para Cruz Roja Almería, «cuando llevaba la vianda de medio día me di cuenta de la falta que había. Eran familias normales que se habían quedado sin trabajo y no tenían ni para gel en la ducha. Vino mucha ayuda y pedimos que reforzaran porque un adulto aguanta con un café, pero a ver cómo le explicas a un niño que no hay para cenar». La sensibilidad de Mariela se dispara, se le entrecorta la voz porque, tal vez, son esos momentos los que te hacen sentir afortunado, o por lo menos, como dice el dicho: ‘jodido pero contento’.

«Fue una sensación muy dura, no la olvidaré jamás. Venía al local en bicicleta a regar las macetas y era una sensación de que la ciudad estaba muerta. El COVID me ha parado mucho profesional y personalmente, ha sido la primera vez en 20 años que he tenido que pedir un crédito y gracias porque estamos vivos.» 

Es justo mencionar que los comienzos vinieron rodados aunque sí fáciles de asimilar. Al final todo es organizar una receta sencilla, práctica y dinámica para que los niños puedan manipular y prepararles un kit, cada uno debe tener su espacio con su plato, su cuchillo… En la calle hay que hacer recetas muy sencillas, porque no hay medios. En la Plaza Vieja era armar una brocheta con chocolate, pero los niños se los pasaban de muerte.

¿Tienes algún otro proyecto entre manos?

En realidad, ahora podríamos hacer esta parte de talleres con mínimos, pero estamos parados, solo hemos reanudado la actividad de talleres de Roquetas en el Mercado Central. Desde hace tres semanas todos los martes trabajamos en Roquetas con personas mayores en talleres.

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«El feminismo es bonito, pero no hay que atacar…

Como soldado, fundó una escuelita en Altos de Cazuca, un lugar donde los niños nacen curtidos como hombres. Cambió el camuflaje por el ágora, lucha por los derechos de las mujeres y se infiltró en una red de trata de blancas. Creó el primer partido político de mujeres en el mundo, Nuevo GEN, cuya meta es fundar el Ministerio de la Mujer en Colombia, un lugar donde muere una mujer al día. “Porque no creo en estar aquí por estar, sino en dejar huella”. Habla Nancy Vergara, candidata al Congreso de Colombia. 

Nancy Vergara desde la Plaza Vieja. Foto por Melanie Lupiáñez

Dijo una frase en una entrevista: “Un hogar no se edifica sobre una roca un hogar se construye sobre una mujer»

 “Así es, pero el hombre es nuestro complemento. El feminismo es bonito, no hay nada más bonito que una mujer y venimos de una mujer pero no hay que atacar al hombre; están nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros ancestros. Mis dos hijos son varones.”

Este es el principio de la colomboespañola. Durante su campaña al Parlamento Europeo en 2019 con el partido por los Eurolatinos MIEL, sintió el rechazo de los grupos feministas madrileños y catalanes. “Yo les decía: no hablemos al mismo tiempo porque  cuando vayamos todas para un mismo lado esto va a cambiar. Y tenía que hablar duro, porque así se habla en España”, sobre sus piernas un coqueto bolso Gucci que sujeta con firmeza mientras enfatiza las palabras, siempre con una sonrisa amplia.

En la Madrid Woman´s Week de 2019 arrebató el premio a Ophra Winfrey…

Si Ophra llevaba el asunto del acoso y yo trabajaba con la trata de blancas y el tema de las niñas que son violadas en los campos. Me infiltré en un vuelo hacia República Dominicana con una niña, pedí un asiento a su lado, me contó su historia y cuando llegamos ella ya estaba lista para trabajar como prostituta. Ella sabía perfectamente a lo que iba pero la culpa la tiene el Estado porque permite que la gente migre sin ese control. 

 Crearon una agencia de viajes en Barcelona y le venden a niñas tiquets baratos para pagarles con trabajo en España. Llegan acá y no es el trabajo que les prometieron, sino prostitución. Desde España, las trasladan a República Dominicana donde está la red de prostitución más grande del mundo.

Aunque ellas lleguen con pasaporte de turistas, el Gobierno debería investigar porque las traen engañadas; bueno algunas lo saben y quieren pero las que no…

Es un proyecto con la trata de blancas donde si hay los recursos necesarios quiero seguir trabajando.

Nancy Vergara pasea con una de las mascarillas que fabricaron en cuarentena por la Calle de las Tiendas de Almería. Foto por Melanie Lupiáñez

En la cuarentena obligatoria del pasado 2020 -debido al COVID 19- fueron asesinadas por la violencia de género en el país andino 37 mujeres, según informó en rueda de prensa la representante de ONU Mujeres en Colombia, Ana Güezmes. Ante la situación, la protagonista de esta historia hizo un taller de mascarillas donde se empleaban 5000 mujeres maltratadas en turnos de 8 horas. Eran ellas mismas quienes a través de una llamada a la Fundación Firmes con las Mujeres daban la alarma, después se deriva con la policía y la fiscalía, quienes tomaban cartas en el asunto.

“Durante ese tiempo estaban fuera de casa, lejos del agresor. El lema era: ‘Tapadas, pero no calladas’. Al inicio de la pandemia empezamos una campaña ‘Mujer salva los tuyos, quédate en casa’; las mujeres se grababan y transmitían el vídeo por redes sociales, la campaña dio la vuelta al mundo hasta que llegó la epidemia de la violencia. Entonces desarrollamos este proyecto que permite a las mujeres denunciar a pesar de llevar mascarilla. Fue un éxito total, vendimos millones de mascarillas”, Vergara luce una de esas mascarillas, es morada claro de papel, “perfectamente homologada y 99% de filtración probadas en el laboratorio”, dice la activista.

Realmente ¿de dónde le viene este espíritu tan fuerte? 

Yo creo que, de mi mamá, ella sufrió mucho maltrato y, sin embargo, nunca se ha hecho víctima de eso. Mi madre tuvo que volver a Almería con todos nosotros pequeños, somos 6 hermanos y empezar de nuevo. No sé cómo lo hizo.

El abuelo materno de la activista era un militar almeriense que huía de la cruenta Guerra Civil española de 1936, arribó a Cartagena de Indias en Colombia después de 3 meses de travesía. El propio embajador español le dijo que renunciara a su nacionalidad pero el hombre se negó. “Gracias a que se negó, ahora nosotros tenemos doble nacionalidad. Lástima que se haya ido. Hubiera querido tenerlo siempre, me da mucha nostalgia, tenemos un ángel en la eternidad”.

Su antepasado tendió un puente entre los dos países hispanos, pues retornó 16 años después y crio a todos sus hijos en la Puerta de Purchena. Ahora Nancy es la única que todavía no se ha afincado definitivamente en la ciudad donde el sol pasa el invierno, pero es una meta cercana.

Y hablando de hojas de vida, la suya es una declaración de intenciones…

Durante 2 años fui soldado del PM13, del ejército miliar. Fue muy duro entramos 80 mujeres y solo nos graduamos 5. No fue fácil, nunca será fácil para una mujer, pero ese trato fuerte es psicológico a ver hasta donde tú eres tan fuerte.

La carrera militar la aproveché para hacer trabajo social me iba con mi camuflado a la parte más pobre de Colombia a Altos de Cazuca y creamos una escuelita de tres plantas donde fueron escolarizados 350 niños. Era una población vulnerable, niños desplazados por la violencia, hijos de grupos al margen de la ley.

¿Qué paso con la escuela entonces?

La escuela se convirtió en la fundación Fundea desde el año 2006 , y de ahí el lema de Jean Monnet: “los hombres pasan, pero las instituciones quedan”. Cuando regresé a aquel lugar a hacer campaña pensé que me iban a sacar corriendo y no, muchos de aquellos niños me saludaban y ya son adultos. Esa es la satisfacción con la que me quedo. Lo más importante y de gran valor es el amor y la gratitud.

¿Cuándo nació la fundación Firmes con las Mujeres?

A partir de que entregué la escuela quise seguir con esa parte social. Así nació la parte política en la pasada campaña queríamos entrar al Senado pero había una orden para que no nos registráramos. Necesitábamos 50.000 firmas y reunimos 560.000 firmas en tan solo 20 días, imagínate, todas las mujeres firmaban, nos apoyaban. Al día siguiente nació Firmes con las mujeres, pues la camiseta que usamos para recolectar firmas es nuestra insignia.

Detalle de la pulsera FIRMES POR LAS MUJERES. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Por qué le denegaron el registro?

Porque detrás de mí y de la fundación no hay nadie, solo Dios. Todo lo hacemos con trabajo y muchas ganas de contribuir a la sociedad, lo que a veces disgusta. Porque yo tengo la autoridad y la autonomía de hacer mi campaña sin deberle un favor a nadie y además son muchos los mandatarios que piden nuestro apoyo. Yo me voy a Colombia a hacer mi campaña con pocos recursos, pero con la convicción de que vamos a llegar al Congreso y cambiar en algo la historia del país, pero sobre todo de las mujeres.

¿Cuál es su propósito con el Partido Nuevo Gen (gente emprendedora nacional)?

Cada partido tiene su ideología pero, en mi caso, la política es diferente. Se trata de una serie de puntos que queremos llevar y todos a favor de la mujer; madres cabeza de hogar, proyectos ambientales y alimentarios son prioridad. Quiero estar un solo período en el congreso y no más, fundar el Ministerio de la Mujer.

Simplemente quiero cumplir las metas, los sueños y hacer historia, dejar huella. Tal vez es eso, no pasar desapercibido en la vida. Creo que cada ser humano tenemos una meta en la vida. Me siento muy orgullosa de mis logros los cuales serán el legado de mis hijos.   

Nunca imaginé el poder que podía tenía una camiseta que ha dado la vuelta al mundo y ha vestido a 10 presidentes, como Nayib Bukele (El Slavador) o Antonio Sola, reconocido por ser el Creador de presidentes. Esta prenda financia a la fundación en los viajes, hoteles, vuelos y sólo es una camiseta; pues, ¿Qué no podría hacer con una credencial, sino crear una ley que cambie la historia de la mujer en Colombia?

Vicky García recibe una camiseta de Firmes por Las Mujeres. Foto por Melanie Lupiáñez

 ¿Una mala experiencia que haya tenido durante estos años?

Hace 6 años cuando estaba Santos como presidente el medio de comunicación RCN, uno de los mayores colosos del país me hizo una fake news. Al principio, me lo tomé a risa pero afectó a la salud de unos de mis hijos y la mia, tuvimos que irnos de la casa porque teníamos a prensa en la puerta todos los días. Me llamaron corrupta, embustera y de todo. Sabía que nada era verdad, obvio que en mi Facebook tenía fotos con Uribe, el registrador de senadores de la época y mucha gente influyente porque siempre me he rodeado bien.

Aunque el fiscal general, Nestor Humberto Martínez, se pronuncia a mi favor donde piden disculpas, esa noticia sigue circulando, maltratando mi honra y la de mis hijos, a pesar del daño que le hicieron a mi familia siempre he creído en la justicia divina.

¿Cómo construiría una sociedad más justa?

Pues exactamente siendo más justos. Que no haya ni feminismo, ni machismo, que seamos uno. Somos seres humanos cada uno luchando por su causa. Ante todo, el respeto y las oportunidades porque en pleno siglo XXI, las oportunidades de las mujeres no son las mismas que las de los hombres.

Aunque se está trabajando mucho a nivel mundial para que sea equitativo pero falta mucho o las leyes, están muy débiles. Tiene que haber el 50 y 50% siempre, la paridad. Poder llegar al Congreso con el apoyo de la sociedad en las urnas para lograr establecer el Ministerio de la Mujer que ya expusimos ante el Consejo de Ministros.

Y con cosas  sencillas, pero que cambian la vida, por ejemplo en Colombia todavía no hay una ley donde puedas cambiar tu apellido. Yo llevo el apellido de mi padre primero y lo quiero cambiar por el de mi madre por todo lo violento que él fue.

Una sociedad más justa se hace con la verdad, que la gente respete y aprenda a aceptar sus errores.

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“Por miedo no te realizas”, Emilio Torres, escultor mexicano

Caminar al filo de la navaja, hacer del infierno tu hogar, ser la oveja negra, que tu amor propio te devore como el vórtice de un agujero negro que se traga todo a su paso. Que la mierda te llegue al cuello, la manga larga te vista en verano, la aguja se convierta en tu elemento y te conviertas en un referente.

Retrato del artista mexicano. Foto por Melanie Lupiáñez

El sodio de las farolas empieza a teñir de amarillo la calle mientras caminamos hacia el estudio/consulta de Emilio Torres. Los dos vestimos de negro riguroso, él lleva una bomber muy chingona, unas Doctor Martens y una camiseta con una calavera. “Llevo un punk dentro”, asegura el escultor, caracterizador y terapeuta mexicano que hace 3 años llegó a La Aldeilla (El Ejido) por amor. Nos observo flacos, enlutados, rápidos de movimientos y pienso que parecemos dos cuervos pero solo somos ovejas negras transformadas.

“Al parecer las ovejas negras somos los que sanamos la familia. Rompen con la herencia antropológica, la cultura. Yo fui la oveja negra de mi familia y a día de hoy soy referente para mis hermanos. Soy el menor, tengo 3. Te hablo con la autoridad que me da el fracaso, yo era un caso perdido para mi familia. Mi padre me dijo que respetaba mi decisión de drogarme pero no en su casa. Viví durante un año en la calle hasta que por mí mismo tuve la voluntad de salir, por supuesto con su apoyo.» Antes de los 25 años, había dejado de consumir y comenzó una exitosa carrera como escultor y caracterizador de cine y teatro.

Unas Dctr Martens de la coelcción de Emilio Torres. Foto por Melanie Lupiáñez

“Gracias al trabajo que realicé, pude desarrollar un trabajo altruista. Como sociedad nos tenemos que implicar y yo, principalmente, en la salud. Lo hice porque afortunadamente lo tuve que vivir y gracias a ese proceso aprendí mucho, me pude realizar y ayudar a otros.» «Ayudar a otro, te ayuda a ti mismo. En México, pude hacer algunos centros, lo que llaman aquí comunidades terapéuticas sin fines ni ánimo de lucro. La comunidad se llama Diversidad Mental y a día de hoy contamos con 25 centros en México, EEUU y Centroamérica. Son centros que trabajan por sí solos, con aportaciones simbólicas, ayuda de las familias”. En la actualidad, coordina los programas de las clínicas desde España y tiene un nuevo proyecto en mente.  

“La intención ahora es hacer un centro aquí, de la misma forma que funciona en México, con el fin de ayudar a las personas que tienen algún problema de adicción. La localización sería por Cabo de Gata”. Torres estudió psicología y cursó un máster especializado en Ansiedad y Depresión en la UAL. Sus compañeros de carrera en su tierra patria lo llamaban ‘tío’, una forma cariñosa de denominar al señor con quienes compartían aula.

“¿Sabes por qué consumía?” El artista me mira, levanta su dedo índice y contesta a su propia pregunta: «porque tenía una gran necesidad de amar y ser amado, es una necesidad humana. Nietzche dice en ‘Así habló Zaratustra’ que ‘nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar’, cita Emilio.

Emilio tú que has empezado de cero tantas veces, te has caído y has vuelto a levantar, ¿qué le dirías a la gente que tiene miedo?

Siempre existe el miedo a mostrar quién eres, por miedo no te realizas. Hay quien le tiene miedo a las ratas, otros a las arañas, las alturas, algunos le temen a la muerte pero, ¿sabes quiénes son los más tristes? Los que temen a la vida, a vivir, a que te salga bien.

Emilio Torres al natural. Foto por Melanie Lupiáñez

Este discípulo de Jodorowsky -a quien tuvo el placer de conocer, tomar de sus enseñanzas y aprender a transformar a partir de actos psicomágicos- comprende que no hay otro principio más que la transformación. “No puedo combatir el mal con más mal, no puedo combatir la violencia con más violencia, tengo que transformarlo. Cuando siento envidia por alguien, tengo que transformarlo en admiración; pregúntarle cómo lo ha hecho. La idea de la psicomagia es un despertar de la conciencia que tiene que ver con la transformación. Algunas situaciones de la vida te ayudan a transformar.»

Y un claro ejemplo es…

Cuando una persona dice que se viene en crisis. Esto significa cambio y es la mejor oportunidad para modificar tu vida. La modificación no es una obligación hacia el cambio, sino estar consciente de que lo que has hecho antes no te ha funcionado.

Como ejemplo de vida, pone a uno de sus pacientes que con el tiempo se ha convertido en amigo. “Vive en Carboneras, sale todos los días a hacer una ruta; le dije que comprara una cámara y documentara su proceso de recuperación. Al principio, solo eran fotos pero ya acompañan también sus pensamientos, cada día le comparten más seguidores en redes sociales; gente que vive en Almería y ni siquiera conoce los lugares que él inmortalizaba y le preguntan.»

“La cuestión es: ¿te gusta?, ¿lo harías sin que te pagaran? Todos somos buenos para algo, que nos sintamos unos buenos para nada es otra cosa. Tiene que ver mucho con nuestro estado de conciencia, no creemos en nosotros.»

Y eso mismo le pasó a Emilio. Buscó en su interior su habilidad más notoria y rozó con cariño la belleza de la escultura; siempre impregnado en las ganas de un cambio y sin miedo al parecer.

La muerte de bolsillo. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Cómo fue empezar de nuevo en España?

“La cultura es algo similar, quizás la gente es más fría aquí. Conocí España en 2004-2005.” El artista visitó la península como premio a un concurso organizado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y cursó una especialidad en la Escuela de Artes de Barcelona. Unos colegas mexicanos estaban haciendo una producción: “se me invitó a que hiciera los moldes y modelos de unas máscaras que iban a ser el prototipo de algo que yo desconocía pero que con los años fue muy famoso, El laberinto del Fauno

“Al principio, me tuve que acostumbrar a trabajar diferente porque con humedad el material no se comportaba igual. Dicen en argot mexicano que hay que picar piedra; como no le temo a eso, agarré mis piezas, las metí en una maleta y me fui por todos los estudios, restaurantes, lugares que veía les podía interesar mi trabajo y les ofrecía. Tanto fue así que se acabaron las llantas

Detalle de una de las ruedas de la maleta gastadas. Foto por Melanie Lupiáñez

“Mi primer cliente fue el tatuador, Marius Deac (Optimus Ink Tattoo); y no era tanto por el dinero, sino porque necesitaba volver a sentirme útil y productivo. Él fue el referente para que comenzara de nuevo, me reconoció; podía ver sus ojos cuando sacaba un cráneo y otro, en 10 minutos se lo vendí todo. Le dije: ‘hermano es buen precio el que te estoy dando’, él contestó: ‘cada quien le pone el precio a su trabajo’. Lo cito a él, pero es uno de tantos.» Torres habla con el énfasis que cada palabra merece, un tono que mantiene en vilo al oyente.

En el estudio de tatuaje de su amigo hay un dientes de sable réplica idéntica del tatarabuelo de los felinos que se expone en el Museo de Arte Natural de Nueva York. Emilio tuvo la oportunidad de clonarlo una vez que lo bajaron para limpiarlo. Le valió el arresto en una terminal de Barajas… La sensibilidad del material que utiliza es tan alta que incluso copia el número. El escultor llegó al aeropuerto de Madrid con sus cráneos, los policías llamaron a un experto para verificar que era una imitación. Gracias que el mexicano siempre deja unas trampas para salvarse el culo en casos como estos.   

Cráneo de cocodrilo. Obra de Emilio Torres. Foto por Melanie Lupiáñez

Sus exposiciones más destacadas son Mexicráneos, El Altar y una firme línea de trabajo con los huicholes para visibilizar a la comunidad mexicana y potenciar sus ingresos. “Hace 15 años que empecé con los cráneos porque un cráneo es igualador, no sabes si es hombre, mujer, su procedencia…” La primera de las exposiciones tuvo gran acogida en su país natal y pretende repetirla en España como una forma de unificar a través de la intervención de sus cráneos por artistas multidisciplinares.

En cuanto al Altar, es sin duda su joya, el artista se siente muy orgulloso de esta transgresión. A Emilio le venía de pequeño la profesión impresa, su familia se dedicaba al arte sacro, hacía imágenes de forma artesana para los templos. Con el paso de los años, encontró su camino y reinterpretó la forma de ver a las vírgenes o los santos imponiéndoles cráneos de gorila, por ejemplo. “Se me fueron muchos clientes, pero los que entraron…” Torres agita la mano en el gesto de decir que eran muchos y muy buenos.

Emilio Torres muestra una pieza de El Altar a Javier García nuestro cámara. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Algún trabajo que te haya gustado en especial?

Pues todo el trabajo. Para mí no es trabajo, se convierte en mi pasatiempo, algunos lo llaman hobby. Hago lo que amo y aún me pagan todavía por eso. Siempre lo digo en tono de broma, ha de ser horrible trabajar para aquellos que tienen que levantarse temprano, ir a una oficina. Las dos profesiones que realizo las disfruto mucho.

«He hecho muchas cosas pero una de esas que siempre suena muy chusco es que, en una ocasión, me contrató una compañía de cine para adultos afincados en Miami. Yo estaba especializado en ‘life cast’, una forma de impresión directamente al cuerpo. El trabajo consistía en sacar las partes íntimas de actrices para poderlos hacer como juguetes eróticos. Hice 31, uno cada día, tardaba 2 horas y me pagaron muy bien. Fue muy divertido y aprendí muchísimo», rememora el escultor.

De mente y cuerpo inquietos, no puede parar de hablar confiesa pero, sin embargo, puede escuchar y esa es su terapia, otra forma de transformación. Supongo que es una fuente grande de conocimientos, tiene mucho que decir y el tiempo es finito.

“Tengo un proyecto artístico en mente, necesito escandalizar, ya llevo mucho tiempo sin hacerlo y me da…” Aprieta el puño fuerte y se lo acerca a la cara, le da power, como la canción de sus compadres que acompaña el vídeo.  

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La pandemia no paró al Chayo pues traía el…

Omar Tapia muele cacahuetes en un ají mexicano

El Chayo es el sobrenombre familiar por el que conocen a Omar Tapia, un mexicano que llegó a Almería por amor, su Helena de Troya se llama Macarena. Una pareja que se hizo en ultramar. Este emprendedor se atrevió a abrir su negocio en tiempos de pandemia, en un lugar donde los vecinos asomaban para decir que estaba maldito, pero cuenta con la bendición de los huicholes y sus guías espirituales, luces para el buen camino del restaurante. 

 

“El agua destruye ríos y caminos, ¿qué no hará con tus intestinos?”, Omar pronuncia este incendiario dicho, acto seguido sirve un bandera y a ritmo de mezcal comienza la cena. Sabor mexicano y degustación almeriense pues todo se toma en tapas. La cocina es muy tradicional, “el cordero es la receta de mi mamá, no me queda igual, pero sí es suya”, el dueño del restaurante mexicano Aramara Almería.

Tapia procede de una ciudad pequeña de Mexico, Zacatecas, donde el horizonte es similar al almeriense. Su gusto por la cocina lo llevó a recorrer el mundo en barco, trabajar con una renombrada chef peruana especialista en ceviche, Lucía Mendoza, enriquecerse de la cocina colombiana y por amor lleva un año establecido en Almería. A los 25 años, se embarcó en un crucero de la compañía Princess Cruises y allí conoció a la almeriense Macarena Quirante, ella era la enfermera del barco y él trabajaba en la cocina. Cuando tomaron tierra se asentaron durante 4 años en Londres, allí Tapia fue jefe de cocina de uno de los restaurantes top 10 de la ciudad, el Andina Shoreditch.

¿Cómo ha sido abrir durante el COVID?

“Abrí en pandemia, nunca he podido tener aforo completo, lo máximo ha sido un 70%, después lo volvieron a reducir a un 40% que es como lo tenemos ahora. Cuando volvimos a abrir la última vez vino gente y me pareció curioso porque cuando sales vas al sitio que más te apetece ir. Tenemos nuestra clientela.” Omar cuenta con una sonrisa que se percibe en los pliegues de los ojos, de esas nuevas curvas que hemos aprendido a dibujar, que cambian todo y no se tapan. Este mexicano tiene el alma viajera, pero el corazón de pueblo.

El negocio se ha transformado no solo por los tiempos que corren sino por la adaptación a la clientela y los avatares propios de un primer año de apertura. Así hay pedidos para llevar, los jueves serán dedicados a unos tacos típicos de México DF (preguntar a Omar el nombre) y el 9 de abril se hará un maridaje de vinos españoles con tacos mexicanos, sommelier incluida porque cada sabor tiene su matiz.  

¿Cómo nació Aramara?

A partir del Brexit se empezó a poner un poco más complicado todo y un amigo de la infancia, Iker Jhona, el actual chef ejecutivo de Ushuaia, tenía un proyecto hostelero en mente, así nació el 20 de junio de 2019 Aramara Ibiza. La filosofía y el branding son iguales en la península y Baleares a diferencia de que en las islas los tacos no son tapas, se cobran a parte.

¿Qué significa el nombre del restaurante?

“Es el nombre que recibe la diosa del mar en la cultura huichola”. Los huicholes tienen una tradición chamánica muy arraigada y utilizan las sustancias para conectar con su ser superior.

Esculturas hechas a mano por los huicholes. Disponibles para la venta

El sitio en sí tiene esencia, el mobiliario, las esculturas, los cuadros, las fotografías que cuelgan de sus paredes cuentan una historia. A pesar de abrir sus puertas en tiempos de pandemia global conserva la calidez de la artesanía de los Huicholes, una tribu mexicana cercana a la ciudad natal de Tapia. “Ellos son músicos y ellas se dedican a la artesanía, a mí me gusta mucho contratarlos para las fiestas, son muy alegres”, comenta el chef mientras muestra una de las fotos expuesta en el salón de abajo del restaurante. La instantánea fue tomada en el patio de la casa familiar, una antigua hacienda en la actualidad dedicada a la ganadería.

¿Hay clientela mexicana?

Cuando vienen aquí me han dicho que se sienten como en casa y han regresado con más gente. Los erasmus de mi país vienen a curarse la resaca porque tengo la receta infalible: michelada, birria y aguachile. 

Un compatriota, Emilio Torres, en el comedor dice: ‘¿Quién cocinó esto?’ está tomando un plato de adobo, entre el chef y el pinche no se ponen de acuerdo de las manos que realizaron el plato, entonces el mexicano sale del paso: ‘pues dense un beso los dos. Me recuerda a la comida de mi abuela’. El hombre continúa devorando el plato de buen gusto con el placer de encontrar un pedacito de tu tierra al otro lado del océano. 

Plato de adobo con frijoles blancos, arroz y tortillas de maíz, todo está hecho en Aramara. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Por qué su carta es pequeña?

La comida mexicana es muy rica, pero estoy solo y quiero hacerlo bien. Hay quien se ha quejado, pero la base de la cocina de Aramara es intentar hacerlo todo como yo lo comía en mi país, es una cocina muy tradicional. La dieta de México desde épocas precolombinas es tortilla, chile, maíz y frijoles, esa es la base desde tiempo inmemoriales. La tortilla sale del maíz y es indispensable, no me podía permitir poner una tortilla de mala calidad en una taquería”.

Estos argumentos aplastantes lo llevaron a importar una máquina de tortillas industrial, para preparar todo a mano y el secreto está en la masa concretamente en la harina de maíz, pero eso es meternos en unos laureles… Por cierto, que con antelación pueden encargar tortillas para llevar a casa y preparar sus propios tacos.

Toritillera industrial traída de México a Almería para hacer unas tortillas auténticas. Foto por Melanie Lupiáñez

Desde la puerta del restaurante con el cigarro sujeto en la comisura de los labios, un gesto muy de campo que denota sus orígenes, Tapia cuenta cómo fue abrir. Quien entraba, saludaba y decía: “solo quería avisarle que este local está gafado”, él se ríe mientras contempla la katrina elegante y huesuda del escaparate, entonces añade: “todos tenemos que morir. Hay que ir siempre sonriente y estar alegre, aunque estés en los huesos”. Es una talla grande, en torno a un metro de barro adornado al detalle, el ejecutivo continúa la historia; “venía en una caja enorme de madera de dos por dos metros y rodeada de papel. Tuvimos que inventariar todo, cada plato, salero, las esculturas, todo tenía que tener un sello artesanía de México. Era el requisito para pasar la aduana.”, dice Omar. Un contenedor de barco trajo el restaurante hasta el puerto. 

El lugar tiene alma y es algo palpable a través de los materiales, los olores, la música pues cuenta con su propia playlist en Spotify. El mobiliario y las sillas son artesanías provenientes de la ciudad de Tonalá, las cerámicas están elaboradas por los Huicholes. El venado que corona el logo, una pieza destacada en la galería de la entrada, es un animal místico para esta cultura, “lo primero que ves cuando tomas peyote”, aclara el dueño y sigue el relato; “lo vi y ni regateé, le dije al artesano que me esperase a que fuera por el dinero y me esperó”, 3 horas de santa paciencia. Pero los huicholes desconocen donde llegaron sus piezas, que viajaran unos 10.000km hasta llegar a nuestra ciudad, porque donde viven ni siquiera “llega la señal”, advierte Tapia.

Katrina que se asoma a la calle Conde Ofalia. Foto por Melanie Lupiáñez

Ni sombreros mexicanos, ni tequila con sal y limón, “eso es para turistas” aclara el hostelero. Cuando visiten el restaurante pidan un Bandera así beberán el tequila o mezcal auténtico, acompañado con jugo de lima y de tomate, formando los colores de la bandera mexicana. Dejen atrás los prejuicios y prueben cuanto les recomienden, tomen la cerveza michelada, el pulque, una bebida prehistórica extraída del jugo del agave, los tacos pastor, no se pierdan los margaritas y guarden un hueco para los postres.

Las bebidas son importadas, 5 tipos de tequilas (1800, Herradura, Don Julio, Mala Vida), y 4 de mezcales (Unión, Amores, Danzante, Cupriata). Aunque estas bebidas blancas comparten origen, solo puede ser tequila si procede del agave azul y la ciudad de Tequila, el mezcal es más flexible en cuanto a su elaboración, difiere en los procesos de destilación y curado en las barricas. Un buen ejercicio para el paladar es una cata de mezcal, la contentera está asegurada. Tapia centró su tesis universitaria en esta bebida los ojos le chisporrotean cuando habla del tema, a través de un atlas especializado en estas bebidas con el mapa de México lleno de pitas, ilustra el origen, procesos, tipos de agaves, etc.

Foto del salón el mítico vaquero es un tío de Omar. Foto por Melanie Lupiáñez

Fueron los españoles quienes introdujeron el proceso de destilación de hecho los “indígenas” tenían prohibido tomar alcohol, porque aceptaban el pago en esta materia, “se volvían alcohólicos y buscaban pleito”, aclara el mexicano.

Un último trago para terminar: “para todo mal, mezcal; y para todo bien, también” y que la rica sabiduría de la cultura mexicana nos acompañe.

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