‘Dolma’ – hojas de parra rellenas

Dolma armenio

¿Nunca se preguntaron por las rutas y fusiones gastronómicas que debieron pasar los alimentos para llegar a la forma de presentación en los que lo conocemos hoy? Grandes imperios, grandes civilizaciones que dejaron su huella impresa a golpe de sabor en las cocinas y paladares actuales. De la vid se obtiene el vino, un súperalimento de dioses que tiene hasta uno propio, el dios Baco. Pero no solo se debe aprovechar el elixir que riega las copas.

Desde Oriente a Occidente, sobre todo por la extensión de la civilización musulmana llega a nuestros días un manjar de la cocina armenia. Se trata del ‘Dolma’ o ‘Sarma’ (con ‘M’ -no me seáis-), unos deliciosos rollitos de hojas de parra (uva) rellenas con una mezcla de arroz y carne picada. Los dolmas son muy populares en muchos países árabes, en Armenia y Turquía, y cada vez están más presentes en los restaurantes de gastronomía oriental en España.

En este momento, tengo que acordarme de un invitado muy especial, Ovik Kuryan, uno de nuestros primeros invitados al blog. Me apetece hacerle un homenaje: por emprendedor, por luchador y por visionario, aunque se haya criado tan lejos de su país natal.

A contiuación, os dejo esta delicia armenia, ¡súper fácil de hacer y de conseguir en España! Recuerden que somos tierra de vinos.

¡Ingredientes!

–  500 gramos de carne picada.
–  3 cebollas picadas.
–  3 dientes de ajo picados.
–  1 ramo de cilantro y otro de perejil.
–  150 gramos de salsa de tomate.
–  15 gramos de sal.
–  3 gramos de pimienta negra.
–  300 gramos de hojas de uva (parra).
Para la salsa (opcional)
–  1 taza de yogur natural.
–  15 gramos de menta picada.
–  1 diente de ajo picado.

Para aquellos que no comen arroz por alguna razón, pueden hacerlo sin arroz.

¡Manos a la olla!

1º  En un tazón grande, mezclamos bien con la mano los ingredientes, excepto el arroz y las hojas de uva.
2º  Añadimos el arroz y seguimos mezclando a mano.
3º  Si usamos hojas de parra fresca, cortamos los tallos y lo sumergimos por poco tiempo en agua hirviendo para limpiarlas y que se ablanden. Pero si se usa hojas empaquetadas, las lavamos en agua caliente.
4º  Ahora, cogemos la olla y vamos colocando algunas hojas de parra en el fondo para evitar que la dolma se pegue.
5º  Extendemos una hoja en una superficie plana, con el extremo del tallo hacia nosotros, ponemos una cucharadita de relleno cerca del extremo del tallo, doblamos los lados y luego enrollamos.
Colocamos la dolma enrollada en la olla, formando capas.
6º  Para mejorar la estabilidad, colocamos un plato encima y llenamos la olla con 2 tazas de agua. Podemos añadir más salsa de tomate para darle más sabor.
Cocinamos a 150ºC durante unos 50 minutos, aproximadamente.
7º  Por último, preparamos la salsa, mezclando bien el yogur, la menta y el ajo, añadimos la sal y pimienta al gusto.

¡El dato!

Esta vegetariana receta es muy beneficiosa para la salud. Entre sus beneficios destacan:
– Ser una buena opción para tratar el estreñimiento: gracias a sus fibras dietéticas que mejoran digestión de los alimentos y, por lo tanto, a eliminar fácilmente los desechos corporales. Además de contribuir a una mejor absorción de los alimentos y así beneficiarnos más de ellos.
– Poner fuerte el corazón: gracias a su alto contiendo en omega-3, preferiblemente rellena con carne de vacuno y arroz.
– Estan repletas de calcio y magnesio: solo 30 gramos de hojas de parra contienen el 10% de la ingesta diaria recomendada de calcio y el 7% de la de magnesio. Ambos son muy necesarios para tener una buena salud ósea y nerviosa.

¡Bon profit! Que a nosotros nos gusta hacer pero también que nos hagan… ¡Recetas! Nos vemos en la siguiente.

El espacio transmaricabollo de los almerienses: ¡DIGO! fest

Un festival de radio como espacio seguro para la diversidad de género y afectivo sexuales en Almería, esto es ¡DIGO fest! El programa radiofónico Wisteria Lane de radio 5 emitió los programas grabados durante el pasado viernes en la Universidad de Almería y La Casa del Cine. Una jornada polifónica donde activistas del colectivo LGTBIQ+ hablaron de quienes se convierten en referentes, en luciérnagas de otros, en espejos donde mirarse.

De izquierda a derecha: Paco Tomás, Gracia Trujillo, Ian De la Rosa y Rubén Frías

El propósito de ¡DIGO! fest dice su conductor, Rubén Frías: “desde Almería estamos militando asociaciones como La Oficina, Almería con Orgullo, las salas Bábilon y Byblos porque seamos una provincia con una población transmaricabollo feliz a través de la cultura. Porque no se trata de que se acepte a la comunidad LGTBIQ+ si no de que se la respete desde unas mismas condiciones de igualdad”. 

El joven cineasta almeriense, Ian de la Rosa, la socióloga profesora de la Complutense, Gracia Trujillo, el músico, Víctor Algora, el periodista Paco Tomás y el dramaturgo almeriense impulsor del espacio DIGO, Rubén Frías compusieron una coral de voces con el tema concreto de “activismo, visibilidad y referentes en los medios y en la Academia”. La clausura del acto la llevó a cabo la Dj Funkimony Didizz. La asociación Almería con Orgullo realizó el taller “LGTBIfobia interiorizada”. 

En la mesa redonda compuesta por las figuras nombras se habló de cómo un referente no elige ser referente, lo es porque su forma de vida, de actuar, su activismo, lo convierten en un ejemplo para alguien más. Este concepto de que son una luciérnaga en la oscuridad lo introdujo, Gracia Trujillo. Mientras que Paco Tomás hablo de cómo este motor para otros no tiene que ser reconocido. “Puede ser el panadero de tu barrio que trabaja con toda su pluma y sirve para que un niño gay se vea en él”, dijo el periodista. Y por supuesto esos referentes que componen las obras de arte o las asociaciones de activistas por los derechos LGTBIQ+. 

Un día que comenzó a las 13.00h con la grabación del programa radiofónico Wisteria Lane en el Paraninfo de la UAL con una de esas actuaciones en directo que te cambian la perspectiva de la vida y la música, de cómo un canción puede convertirse en un referente. El momento acústico protagonizado por Víctor Algora, provisto de su guitarra y su voz cantó ‘Los amantes de Magritte’. En el estribillo la palabra maricón se hacía larga y melosa en su voz, la magia de hacer una fuerza de una debilidad, la magia del ser humano.

El dramaturgo y activista almeriense Rubén Frías cuenta cómo surgió esta iniciativa: “DIGO es un ciclo online de conversaciones que nace en el verano post desescalada, nuestra asociación, La Officina se había quedado sin local. Después de un año con el proyecto apetecía mucho volver a tener este contacto en un espacio físico con el público. Mi compañero de La Officina, Carlos Vives, y yo nos pusimos manos a la obra y fue sorprendente la respuesta de la Universidad de Almería y la Casa del Cine que nos cedió el espacio para que viniera Radio 5 y todos estos invitados, que son referentes transmaricabollo y han venido a Almería”, cuenta todavía emocionado Frías. 

El periodista, activista y presentador del espacio Wisteria Lane, Paco Tomás, fue el primer entrevistado de DIGO. Un proyecto generado, fermentado y cocinado online, a través de las redes sociales el conductor del espacio contacta con sus invitados. “Las redes sociales te permiten conectar, acercarte, tienes la oportunidad de estar cerca de la gente que admiras, conocer su vida que al final es de donde emana su trabajo. La primera vez que contacté con Paco Tomás fue por un mensaje de Instagram. Para mí fue sorprendente pasar 7 horas de coche, el trayecto desde Madrid a Almería, con Víctor Algora como copiloto y Paco Tomás”. 

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El blanqueador que captura amaneceres

Ver romper el día, llevar el pan a la casa, hacer una familia con muchos perros. Contemplar el horizonte en tus progenitores y honrar tu existencia propia a través de la recompensa que aporta el esfuerzo y el trabajo que uno mismo realiza. Esta es la descripción más escueta de los valores que Todor Veselinov Nachev me ha trasmitido. 

El muchacho llegó a Vícar cuando tenía 6 años recuerda que eran las fiestas del pueblo. Aunque  de aquellos primeros días solo albergue recuerdos lejanos queda el rescoldo de haberlo dejado todo atrás. Sus padres Luz y Veselin trasladaron su hogar desde Bulgaria a España a principios del siglo XXI, se asentaron en el corazón del poniente y hoy cultivan su propia tierra. 

Entre los sueños y anhelos que podemos permitirnos el muchacho guarda un gusto exquisito por la fotografía, algún cuaderno de rimas y la complexión de haber recorrido el pavimento entre saltos y mortales. Desde hace un mes paga su propia cuota de autónomo y dice: “no era mi primer pensamiento dedicarme a blanquear y limpiar invernaderos, aunque es algo que tengo presente. Siempre veo cosas que no ve nadie más durante mi trabajo, para bien casi siempre” y Todor rompe a reír. 

¿Qué te gusta de trabajar en el campo?

“El merecerme mi pan”, contesta después de meditar la respuesta y continúa brevemente cuando ve mi cara de que suelte algo más. No sé si será cultural o cosa de familia, pero los hombres Nachev usan pocas y precisas palabras como quien considera que la lengua es un bien escaso. 

“El pensamiento de despertarme por la mañana y cuidar de lo mío, de mi tierra, de mis cosas. En general el poder dedicar el tiempo que yo decida a cada cosa sabiendo lo que hay, que cada día es esfuerzo constante, un nuevo reto. Lo que más me gusta es que con la agricultura eres dueño de tu destino, si trabajas tienes y, si no trabajas, no. Las decisiones que tomas te hacen dueño de tu destino”, sentencia el búlgaro.

¿Sientes que ya eres dueño de tu destino con tu empresa?

Bueno y antes también. Te pondré un ejemplo hay personas que se despiertan por la mañana y dedican un tiempo al negocio para después volver a su vida. Esto es lo que me gusta que se pueda dar el que pueda hacer cosas por mí. El sueño es poder tener tiempo para mi trabajo y familia.

Todor vive con su pareja y dos perros cerca de la casa de sus padres, como para no perder el calor de los suyos. A pocos minutos, la nave que lleva la familia con un invernadero donde hay plantadas habichuelas, un corral con gallinas y un cortijo donde guarda todos los aperos necesarios para su trabajo; blanquear y limpiar invernaderos. 

Después de ahorrar un tiempo y con el buena hacer de su familia ha comprado un camión cuya puesta apunto les llevó un mes de trabajo al muchacho y su padre. Ahora con todo el equipamiento a bordo de su Ebro viene dispuesto a trabajar por lo suyo. Aunque es joven trabaja desde los 17 años como blanqueador, durante estos años tuvo tiempo para sopesar que quería dirigir su propio negocio. 

Para mí siempre será el hermano pequeño de mi amiga Mariyana aunque ya sea un hombre que trabaja como un burro. Mis buenos augurios están contigo pequeño saltamontes, camina y deja tus huellas de Blanco España por toda Almería. 

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Encebollado ecuatoriano

    Encebollado ecuatoriano, uno de las principales platos de su gastronomía

La sana costumbre de dar tumbos por las calles y de viajar gastando zapato, dar vueltas por el mismo lugar y toparse con gentes de todos los continentes. Almería tiene esa capacidad milenaria de acogida de hacer de una tierra desértica tu casa, de aunar tradiciones y culturas en una miscelánea de sabores que hoy te traigo a esta plaza.

Todavía recuerdo cuando en una tarde de 2020 vi en la parada de taxis de Almería a un conductor negro, no salía de mi asombro y quise conocer su historia. Sentados en la mesa de un café, Santos desgranó amablemente su historia. En honor a este personaje vamos a degustar un plato de su tierra, el encebollado de pescado de Guayaquil.

Dicen las malas lenguas que el encebollado tiene el poder de curar la resaca, de resucitar la carne, de templar los cuerpos, los ecuatorianos lo llaman ‘levanta muertos’. Un plato cuyos orígenes se difuminan entre los migrantes cholos que llevaron el pescado salado y la yuca para sobrevivir o los marineros que con pocos recursos preparaban un caldo. Sin duda es uno de los platos favoritos de los ecuatorianos por su precio popular, las propiedad medicinales que se le atribuyen… ese ‘picante de pescado’ de las costas se ha convertido en el recurso culinario de un pueblo.

Un plato que los vecinos pacíficos toman para desayuno, almuerzo y cena, caliente, refrescante, picante y reconstituyente. Prepara yuca y atún.

Ingredientes:

–  1 kilogramo de atún o albacora fresca.
–  1 kilogramo de yuca.
–  2 cucharadas soperas de aceite.
–  2 tomates.
–  1 cebolla morada.
–  1 cucharadita de pimentón molido.
–  2 cucharaditas de comino molido.
–  8 tazas de agua (2 litros).
–  5 ramas de cilantro o culantro.

¡Manos a la olla!

1º  Toma tu mejor sartén de hierro, recuerda que el fuego energiza los alimentos y pica los tomates y las cebollas, haz un buen refrito y añade el comino, el ají y la sal. Agrega el agua y las ramas de cilantro en la misma olla donde hiciste el refrito para comenzar el caldo de pescado.

2º  Cuando el agua comience a hervir, agrega el atún. Cocina a fuego medio durante 15 minutos más o menos. Retira el pescado del caldo y reserva.

3º  Pela la yuca y córtala en bastones medianos. Cuece la yuca con sal y retira cuando quede blanda.

4º  Cuela el caldo donde se cocinó el pescado. Agrega la yuca pisada y el atún cortado en rodajas finas. Rectifica la sal hasta que el encebollado esté listo para servir.

La sabrosura final:

Como acompañamientos chifles o patacones (rodajas de plátano verde frito y sazonadas con sal), huevo, palomitas de maíz o maíz tostado.Agrégalos a la hora de degustarlos.

¡Bon profit! Que a nosotros nos gusta hacer pero también que nos hagan… ¡Recetas!

«Enseñar a asimilar el fracaso», la artesana que empezó…

La vida te lleva por caminos que ni te imaginas. Y así, un día tomando fotos con una compañera, me choqué literalmente con una mujer con coleta y media cabeza rapada. Después, vi que había un hombre y que descargaban afanados una furgoneta de pintura. La mujer nos invitó a pasar, la respuesta fue afirmativa; hace rato practico que el agradecimiento y la aceptación son formas muy fáciles de ser feliz y hacer felices a los demás. Además, aquel acento, esa fuerza que desprendía en sus acciones. Hubo algo en ella que me cautivó hasta lo más profundo, pronto quise conocer su historia. 

La artesana, Laura, enseña una de sus exclusivas tejanas

«Vivíamos en el sur de Carolina, después en Texas donde estaba toda la familia de mi marido. En total, pasamos 6 años en Estados Unidos. Allí trabajábamos como granjeros en una isla que tenía tantos acres como el cuento de ‘Winnie de Phoo’. El concepto que se tiene de trabajo en el campo en EEUU es más sofisticado, los animales se alimentan con máquinas. Allí pasamos unos 4 o 3 años, entonces nos vinimos a España porque mi madre era catalana y me hizo la nacionalidad, así que decidimos venirnos acá. Encontramos la ciudad de Almería por Internet porque era similar a Mendoza de donde venimos en Argentina», explica Laura, la artesana.

El tema de los papeles… «estaba un poco tercermundista cuando vinimos en 2006, asentamos todos nuestros papeles en Miami, nuestro matrimonio, el libro de familia… Pero mi marido, Waldo, se demoró 6 meses sin papeles y yo 1mes y medio. Tuve que hacer un proceso de coger mi partida de nacimiento que estaba en Madrid y venía en burro para Almería, se demoró mucho. Después necesitaba un segundo papel, me pendían que el consulado de Miami enviara una certificación apostillada de que ellos me habían hecho el libro de familia». 

Laura explica con cierta zozobra aquel trámite que a los americanos les parecía una locura, ni siquiera tenían un formulario para lo que solicitaba. 

¿Será que lo ponen tan difícil porque tiene que tener trabas?

Pero trabas ¿a qué? El inmigrante ya está aquí, hay quien sale porque quiera conocer el mundo y quien lo hace por necesidad. Quien lo hace por necesidad no se va a ir porque pasa menos hambre aquí que en su país, es así en todo el mundo. Si no, ¿a qué te vas a ir lejos de tu familia, tu barrio, tus costumbres? Te vas cuando llegas a los 20 años y tienes un sueldo de mierda, no tienes un buen contrato…

¿Cuál fue tu primer trabajo?

Conocí a una chica que trabajaba limpiando casas y me puse con ella a trabajar durante 5 años. Me iba bien, trabajaba en el barrio cerca del centro Comercial Torrecárdenas, con lo que ahorré puse una tienda de comestibles y por las mañanas tenía una chica que trabajaba en la tienda; por las tardes, mi hija Kyara, salía del cole y venía conmigo al negocio.

Me merecía la pena trabajar limpiando casas porque ganaba bien y después te haces amiga. De hecho, la casa donde vivimos fue a través de una chica para la que trabajaba que era directora de un banco. 

La ventaja que tiene el inmigrante es que trabaja de lo que sea y trabaja, no falta, se queja mucho, pero trabaja. La gente que sale de su país por necesidad económica es gente que quiere trabajar si no se queda ahí.

Siempre te ha ido bien… Sí, si vos quieres trabajar. El problema de quien no logra concretar nada en la vida es gente que no está acostumbrada a que las cosas le vayan mal y siempre te van a ir mal. He empezado 15 veces de cero. 

Su marido Waldo acaba de entrar y lo mira como para decir la cifra que él le recuerda. Antes de la pandemia tuvieron un local cerca de la plaza del Ayuntamiento, pero fracasó. Lejos de abandonar el proyecto, Laura siguió vendiendo por los mercadillos. Desde un sótano de la calle Gerona la artesana prepara sus prendas, mientras su hija Kyara, sigue con las estampaciones. 

De izquierda a derecha: Kyara, Waldo y Laura

Los mercados los hacemos fuera en Almería, aquí cuesta un poco, la gente todavía no se acostumbra. Hay quién me pregunta: ¿Por qué sale tan cara si está usado?

Laura imprime su arte en las prendas de forma que cada chaqueta es única, a veces utiliza un jersey antiguo con una chaqueta vaquera para que la tejana luzca con nuevos aires. Los parches de animales también los usa mucho, es como un pedacito de Candem en el corazón de nuestra ciudad.

El padre de Laura es nativo americano y su madre española, ella dice que hay que ser honesto con lo que cada uno es cuando Kyara habla del mote con la que la conocen en el barrio: “la negra”. La chica fue al colegio Europa y se ha criado en Pescadería, sus padres escogieron ese centro de enseñanza para que no perdiera el inglés y sueñan con trasladarse a Estados Unidos, hay que cumplir una serie de requisitos, pero ya han presentado la documentación.

Pienso que hay que aprender a pasar un poco de eso, no estoy pendiente a que la gente me discrimine o no. si me hacen una mala mirada, no me lo tomo como algo personal porque yo soy persona también, un ser humano como cualquier otro, no me calienta. La discriminación existe si la quieres hacer realidad. Cuando viví en Estados Unidos mi marido es blanco, no sufre discriminación, yo paso más por mexicana, pero no sufrí este rechazo o no sé si no me di cuenta. Tenés que sentirte una mierda para sentir que te están discriminando, muchas veces pienso que amargada tiene que estar esta persona para que sin haberle hecho nada me trate mal. 

Cuando kyara tenía 8 años un niño del colegio le dijo que volviera a su país, la niña no lo procesó llegó a casa diciendo a su madre: “mamá, le dije que este es mi país, ¿qué pretende que venga desde Estados Unidos o Argentina todos los días al colegio? Está tarado”. La profesora trató de aclarar el suceso, pero Laura que tiene esa forma tan suya de ver la vida, y que pienso copiarle cada paso, contestó resuelta a la docente: “vos no tiene que disculparse quien tiene el problema es el niño y su familia”.  

Kyara y su madre Laura estampando jerseys

Laura ¿sabes qué me sorprende de los migrantes? La capacidad que tienen para empezar de 0, donde sea y sin miedo… Es que eso es lo que hay que enseñarle a los hijos, nena. Hay que enseñarlos a asimilar en fracaso, sea en relaciones, sea en negocios… El tema de que a unas nos vaya mejor y a otros peor pasa por una cuestión de constancia. Si a la primera de cambio las cosas salieran bien todo el mundo sería médico, abogado, tendría negocios. Te vas a caer, son cosas que pasan, en la pareja por ejemplos el primer novio no te va a durar para siempre y te va a hacer llorar, pero no te vas a aferrar tanto a una persona al punto de que cuando te deje te quieras matar. 

Vosotros que habéis empezado de 0 15 veces, ¿cuándo no te va bien que haces? Waldo contesta con un tono tranquilo algo que es una evidencia más que testada para ellos: “cerrás y volvés a empezar…” Laura sale al paso: “¿qué es lo peor que te puede pasar?, ¿que tengas que seguir trabajando? Si vas a trabajar igual”.

Además siempre intentáis ir por vuestra propia cuenta, vosotros sois autónomos… “si lo que pasa que cuando te va mal buscas lo que encuentres”, contesta Waldo. 

“Montamos la tienda con el dinero que trabajamos”, dice Laura Orgullosa. 

Son familia colaboradora con el centro de menores del Toyo. En la casa acogen a niñas cuya situación familiar o compartimiento las han llevado a tropezar con todas las piedras del camino. Laura, Waldo y Kyara se encargan de ofrecer no solo calor de hogar sino también educación. Cada una de las píldoras de sabiduría y lecciones de vida que la argentina lleva las transfiera a sus niñas. Me dice algo de una mochila de mierda que traen las niñas y hasta el rato no comprendo que participa de la salud emocional de sus pequeñas con los consejos que te podría dar alguien que vive con pocos prejuicios. 

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La danza flamenca almeriense contra la violencia de género

El sonique de los tacones contra las tablas recorre la segunda planta del Conservatorio de Almería y en un silencio abro la puerta para hablar con el protagonista de hoy: Eduardo Leal. Este almeriense es coreógrafo y bailaor será el responsable de la representación que se llevará a cabo como símbolo de protesta por la violencia de género. Una gala que reunirá a las mejores bailaoras de Almería el próximo día 7 de noviembre en el auditorio Maestro Padilla.

La artífice de haber aunado tanto arte es Marian la presidenta de la asociación sociocultural ‘Entre Flamencos del Puerto’. Algo nunca visto en nuestra provincia, sobre las tablas habrá 10 bailaoras: Anabel Veloso, Ana Alonso, Isabel Ramírez, MªÁngeles Carrillo, Inma Díaz, Mayte Beltrán, Carmen Moreno, Lourdes Sánchez, Rocío Garrido y Azahara Herrera. El coreógrafo, Eduardo Leal, apunta que será una representación cargada de simbología así que cada cual puede interpretar según su percepción. 

Las voces de Cristo Heredia, Eduardo García, Antonio el Genial, la guitarra de Gabriel Pérez y la percusión de Paquito Torres y Jhonny Cortés. El mes de noviembre se tiñe de morada para la cultura almeriense que celebrará actividades como mesas redondas, exposiciones de fotografía, coreografías… como muestras de la repulsa a la violencia de género. Puedes encontrar más información de las actividades en el siguiente link.

El espectáculo se titula ‘Cara B’ y está inspirado en la novela ‘La Malcasada’ de Carmen de Burgos, la nijareña que se convirtió en la primera periodista de España. La coreografía habla, como en la obra de la almeriense, de la violencia entre mujeres porque las realidades que componen nuestro mundo son poliédricas y hay que abordarlas en su conjunto.

Durante la conversación con Eduardo Leal se desvelan algunos secretos del espectáculo lo que acrecenta las ganas de asistir como espectadora. El coreógrafo es un almeriense que viene de familia de pescadores, comenzó a profesionalizar su arte con 18 años, trabajó en el ballet de Joaquín Cortés, ha estado ligado al Ballet flamenco de Andalucía y en la actualidad vive en Madrid desde donde desarrolla su actividad como artista aunque su sueño es vivir en Almería. 

¿Cuál es el argumento de la obra?

Pues sobre la violencia de género. No hay ningún maltrato solo sensaciones y contar qué puede pasar después de, puede ser de un hombre o de una mujer. No hay un hilo conductor. Es la resiliencia de ver cómo resistes a esa situación de maltrato. Se ve el rechazo de una mujer a otras mujeres por no ser la norma. Todo el mundo está acostumbrado a una paliza de un hombre a una mujer pero la violencia de género abarca mucho más: el rechazo a la homosexualidad, el bulling entre mujeres… Cada uno debe hacer su lectura. 

Hay una sirena que es una mujer que siempre va a estar en casa y no va a salir de ahí. Yo necesito metáforas que no sean las más convencionales. Las galeras como metáfora a la muerte. Hay gente que ve la muerte como una libertad en ese tipo de situaciones. 

Durante los ensayos Leal dirige con firmeza, pero sin tiranía, cada compás se cuenta. Donde estar la percusión cómo la guitarra acompaña ese remate. Su mano marca el compás a la vez que canta ese compás universal del Flamenco: 1,2,1,2,3,4,5,6,7,8,9,10. 

Me parece milagroso la sinergia que se produce. Claro que se produce pero no es nada fácil, se pueden crear todas esas cosas de improvisación cuando vas al tablao y con un grupo reducido de gente y de público pero cuando tú te pones con 10 bailaores, o tienes una estructura y una coreografía bien definida o fracasas, ahí no hay cabida para ningún tipo de improvisación. 

Adoro cuando bailas con bata de cola o abanicos. Incluyes elementos en tu baile asociados a un género… 

Claro es que ¿por qué no? ¿Por qué las mujeres pueden bailar con pantalón y nosotros no podemos bailar con falda? Lo bonito es que cada uno le dé su identidad. Tu puedes bailar con lo que quieras pero siendo honesto contigo mismo. 

Te costó mucho sacar la vocación al principio porque no se veía muy bien que bailaras… En mi familia había afición al flamenco, hay gitanos y hay payos, hemos vivido siempre en un barrio muy flamenco pero sí es verdad que la profesión nunca la habían visto como algo a nivel profesional. Yo empecé a bailar con 5 años en una escuela de Garrucha y con 11 años ya no baile más. Se reían un poco de mí, te llamaban mariquita… 

Parece que tienes que estudiar muchos años para que sea algo como de verdad, ¿cierto? Sí, completamente. Mis padres se dieron cuenta de la seriedad de mi baile cuando conocí y entré a formar parte de la compañía de Joaquín Cortés. Esto para mí fue un paso súper importante porque yo lo adoraba. Tenía otros referente como Antonio Canales, Rubén Olmo (quien actualmente es mi marido y directo del Ballet Nacional Español).

Joaquín fue mi referente porque llevó el baile a límites donde nunca uno pensaba que iba a llegar: la moda, el alto standing…Piensa que a mí me gusta toda la cultura de la danza, me gusta el ballet clásico.

A veces solo se ve el brillo de lo que sale en TV, pero el mundo de la cultura no es ese. Parece que para triunfar haya que salir en la tele, las revistas, ser famoso, peor a mi no me va eso.

Un sueño cumplido: Verdaderamente, con todo porque yo me siento súper satisfecho con todo lo que me ha pasado en mi vida. Por suerte, siempre he deseado muchas cosas y siempre me han ocurrido muchas otras. No sé cuánto tiempo pasaba pero me iban ocurriendo. También me lo trabajaba, pero siento que la vida me ha hecho un regalo. Me gustaría seguir viviendo al mismo ritmo de antes, pero sé que es imposible por la situación que vivimos de Pandemia. Vivo de esto y no me falta para comer, comparto mi vida con una persona maravillosa a la que siempre he admirado y compartimos el arte. Solo me falta vivir en almería porque la extraño. Me encantaría estar aquí. Es la única espinita que tengo. 

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Los nómadas de piel bronce

Puede que la vida solo sea vivir como la hoja que es arrastrada por el viento, sin itinerario fijo, sin más pretensión que el día presente, sin cinismo, sin prisa… Siento atracción por la gente que hace de la calle su casa, por los músicos, por los artistas, por las mentes inquietas llenas de filosofía de conocimientos que no caben en el ajetreo y la rutina. 

Era un martes y salía de la Escuela un rato antes con cierta sensación de escozor porque abandonaba una actividad que de alguna forma de enriquecía. Atenta al móvil, recorría la Plaza de los Burros cuando salieron a mi encuentro dos estatuas vivientes. Eran un hombre y una mujer que tomaban café y fumaban tabaco de liar en el Bar Colón; no podía creer lo que veía. Componían una escena costumbrista entre pinceladas bronces y grises guarecidos del incesante viento que soplaba furioso, descansando de miradas ajenas. 

Laura y Bart se conocieron en la escuela de mimo de Barcelona, Moveo, y desde hace 6 años vivien como nómadas. Todo empezó en el Camino de Santiago, a pie hasta Finisterra (Galicia) se quedaron sin dinero y empezó a suceder la magia, describen. “Creía que me iba a morir cuando nos quedamos sin dinero, pero después te das cuenta que las cosas suceden, no pasamos hambre ni un día”, dice ella. Desde entonces, viven con lo que cabe en sus mochilas: un tuper lleno de hierbas medicinales, su atrezzo y la tienda de campaña. Suelen pasar los veranos al norte y los inviernos al sur. El plan de ruta pasa por los pueblos donde son bien acogidos, allí repiten el itinerario. 

Llegaron a Almería para participar en el Concurso Internacional de Estatuas Humanas celebrado en El Ejido a finales de octubre donde Bart ganó el primer premio con un personaje a quien tuvo que bautizar por primera vez, un alter ego mímico. 

Bart vino desde Polonia a los 16 años y todavía le queda un marcado acento que combina de manera cómica con su perfecto español. “Yo ya llevaba años en la calle antes de entrar en la escuela. Desde pequeño me dedicaba a la música, hice conciertos, dos discos incluso; pero al venir aquí no iba a cantar en polaco a los españoles, sería contradictorio. Además, el acento siempre se me iba a quedar. En 2012, conocí a mi primer maestro de mimo, Pawel Osmanovic; fue profesor de danza en Suecia y a parte llevaba 13 años de calle, así empecé”. 

“Hacía mucho el trayecto Barcelona, Finisterra porque leía a escritores de la generación beat y estaba flipado con eso, así empecé a viajar a dedo”, continúa el polaco. «Tuve dos épocas de vivir en la calle, en la calle, calle. No me gustan las comunas porque cada una tiene un enfoque y no tiene cabida el individualismo. La primera vez que viví en la calle antes de viajar, ahí te cambia algo. Vives en una sociedad que te genera un miedo a perder la casa, el trabajo, todo, lo sentimos lo peor, el fin. Llega un momento en que te encuentras en esa situación y no mueres, te das cuenta de que no se acaba el mundo”.

¿La primera vez que viviste en la calle fue por circunstancias de la vida o lo elegiste?

Lo elegí, tenía 18 años recién cumplidos y ya  con esa edad estaba independizado. Fue voluntario y una experiencia que te cambia, cuando acabas en la calle tu vida nunca vuelve a la normalidad porque pierdes el miedo que mantiene la vida convencional, el miedo que mantiene a la sociedad trabajando. No tienes el miedo de lanzarte al vacío, porque qué te puede pasar. Cuando has empezado tu vida de 0 5 veces una vez más te da igual. Después volví a trabajar, hice el camino de Santiago, viajé a dedo y conocí a mi maestro de mimo en 2012 y mi vida empezó a cambiar. 

Entonces profesionalizasteis el ser mimos…

En este punto se miran el uno al otro, como sin saber muy bien a qué me refiero con eso de profesionalizar y puntualizo. Entendemos por profesionalizar, hacer una profesión de… Es de lo que vivís. Se ríen y contesta Laura: “entonces, sí”. Él lleva 9 años y ella 6 como artistas callejeros. Ha caído la noche y empieza a refrescar, se alojan en el camping de La Garrofa, los eucaliptos sujetan los vientos de su tienda, además de hacer de soporte para las anillas. Bart que es de mente inquieta anda preparando un máster en nutrición deportiva y calistenia. 

Laura hacía teatro desde pequeña, como actividad extraescolar, se formó en una escuela profesional de teatro pero a la hora de enfocar la formación hacia televisión se encontró fuera de lugar. A sus 27, ingresó en la escuela de mimo porque ella ama el teatro y estar con la gente. 

¿Qué es lo que más os gusta de trabajar con gente?

Laura sale al paso: “cada lugar es diferente creo que en el norte de España a la gente no le gusta que interactúes tanto, les gusta ser más espectadores. Sin embargo, en lugares más al sur les gusta más lo contrario, que te muevas, interactúes”.

“Hace 10 años se vivía la época dorada de Las Ramblas de Barcelona llenas de artistas callejeros, pero empezó a desmadrarse un poco, llegaba cualquiera y hacía cualquier cosa. A día de hoy, los artistas son autónomos y pagan sus cuotas”. Bart tiene su opinión al respecto, piensa que el público se quema  de la saturación y la falta de profesionalidad.

¿Podéis llegar y montar vuestro espectáculo donde queráis?

“Es relativo, no hay una ley que lo regule en España depende de cada ciudad. Para cada artista hay una historia no es igual para nosotros que para los músicos por la contaminación auditiva, los artesanos…”, dice Bart.

Cuando pregunto por los personajes, sus miradas vuelven a cruzarse en un intento de adivinar qué van a decir o quién contestará primero, unas risas y arranca Bart. “Mi personaje nunca tuvo nombre, a la hora del concurso lo tenía que nombrar, pero es un trabajo puramente corporal, le puedes poner tu paja mental aunque es difícil explicarlo con palabras, es como explicar una danza. Nació hace años y es mi alter ego, tiene sus propia relación con la gente, le cae mejor que yo”. Laura sale al paso: “Y sonríes más cuando llevas contraje”. 

El personaje que representa Laura fue bautizado por casualidad. Un día la artista trabajaba y un niño con un patín empezó a rodearla a la vez que gritaba: “Abuela Pili” una y otra vez, así fue nombrada. 

¿ Podeis mantener una red de relaciones humanas?

“Sí, además la mayoría de la gente con quien mantenemos un lazo afectivo potente nuestra relación no se basa en el móvil, casi ni existe, son las visitas de cada año. Dejas de tener esas relaciones que te dicen: ‘¡ay que no me has llamado!, ¡ay que no nos vemos!’, dice él.

“No hay relaciones de día a día, no hay coodependencia claro que hacemos videollamadas con la familia. Cuando te asientas se asienta este círculo de amistades que necesitan de ese fuego. Cuando llevas una vida nómada aprendes a abandonar”. 

Para Laura es un constante hasta luego, “conoces gente y te despides, a veces te da pena irte porque estabas a gusto, pero tienes el contacto de esa persona y sabes que volverás a pasar, es como un ya nos cruzaremos”.

¿Cómo vivisteis la pandemia?

“Encerrados como todo el mundo, nos pilló en Logroño, siempre paramos unos meses en invierno para arrancar en primavera y justo cuando íbamos a salir… El confinamiento. Cuando no podíamos trabajar pues al final no nos quedó otra que endeudarnos, como gran parte de la sociedad”, dice él. 

“Cuando salimos lo primero que hicimos fue ir a ver a la familia, después de la cuarentena yo me quedé un poco tocada”, dice Laura. Fue la primera vez que la pareja se separó durante un periodo de 3 meses.

¿A quién echas más de menos cuando sales, Laura?

“No lo sé, supongo que a la familia”. Después de reflexionar un poco contesta con seguridad: “A la abuela.»

¿Qué es lo que más os gusta de ser nómadas?

“Que si te cansas de un sitio, te vas. Lo que nos pasa es que cuando en un sitio se genera una rutina y cada día empieza a ser muy monótono, nos agobia”. 

“El desafío constante, el cambio”, dice Bart entre los silencios. Considero que vuestros desafíos son mucho más grandes que cualquier reto que me pueda poner día a día. El polaco clava sus ojos azules en los míos y dice: “Creo que si lo experimentas durante un tiempo, te das cuenta que es un instintonprimitivo, cuando te parece que un lugar no te ofrece vas a buscar otro que te ofrezca. Claro que repetimos sitios, mira los golondrinas”.

¿Tenéis una cuenta bancaria?

Después de la pandemia nos tocó hacernos una porque no se podía pagar en efectivo para comprar los billetes de autobús. 

Conocemos gente de diversa índole, después miras la agenda del móvil y cada uno es de un sitio. Además, esta gente después se conocen entre ellos gracias a nosotros. 

Creís en la amabilidad de los extraños…

Sí, han tenido muchos gestos bonitos con nosotros no podríamos destacar uno. Pero sin ir más lejos el invierno pasado estuvimos en el camping de Plasencia, no pudimos salir de Extremadura porque cerraron las comunidades y la mujer del camping nos dejó un bungalow al mismo precio que la parcela de la tienda. Hacía tanto frío que se congelaba el aceite, pero nosotros estuvimos muy bien, gracias a este gesto. 

La magia hay pero tienes que dejar el espacio para que ocurra, si controlas todo desde que te levantas hasta que te acuestas ¿dónde queda? Un amigo mío caminante decía: ‘En la viña del Señor hay de todo menos uvas’.

Y la vida sigue, y el sueño pasa y bajo el puente de la Garrofa, a pesar de lo desapacible del tiempo, todavía queda espacio para una conversación sin prisa, para los peculiares, para aquellos que abren caminos inescrutables para otros. 

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Loubna Oualla, la reinvención femenina a golpe de fogón…

Loubna y Antonio, propietarios de Al-Andalus comidas para llevar. Foto: Melanie Lupiáñez

Existe una palabra en árabe que siempre me crea un nudo de emoción en medio del pecho: ‘Maktub’ o ‘está escrito’. Una consecución bisílaba nada prolija pero que engarza toda la sabiduría de la vida y del destino. Tiene tantos sentidos como entonaciones se hagan de ella pero, amigos míos, en esta ocasión puede decirse con energía. Más adelante lo entenderán.

Es jueves, mediodía en pleno centro de mi ciudad. Hora de tráfico, de niños corriendo y de olor a comida. Loubna me espera con su mandil bien puesto tras el mostrador de su negocio de comidas para llevar, Al-Andalus. Su marido se asoma tras la puerta con mirada extraña (recuerden que hemos aprendido a reconocer gestos a través de las mascarillas) pero saben quién soy. Nunca me vieron personalmente pero me abren las puertas de su negocio y de sus vidas. Ella me mira un poco extrañada también, no sabe en qué orilla situarme, si en esta o en la de enfrente, pero nos sentamos a hablar y es como si los destinos se unieran y nos conociéramos desde siempre. ¡Qué esperan ustedes si mis facciones parecen sacadas del norte de África! Tampoco es que me pille muy lejos y desconocido.

La reinvención hecha mujer se desnuda ante unas preguntas ortodoxas. Proviene de una familia marroquí -concretamente de la ciudad de Nador- que llegó a Almería cuando ella y su hermana eran unas crías, aunque su padre vino unos cinco años antes recalca. «Nunca se me olvidará aquel día gris en el que tuve que dejar todo lo que conocía. Los abuelos que me criaron, mis amigos del colegio, el resto de la familia y vecinos… Era un 5 de enero de 1994″. Loubna baja la voz, «es un sentimiento contradictorio porque aquí estaba mi padre y nos quiso dar un futuro mejor pero la tristeza estaba presente». Aún así ella siempre ha luchado, antes tenía un motivo (su hija); ahora tiene tres.

¿Cómo fue tu primer día de colegio en España?
Pues quería huir. Al primer cole que fui fue el San Luis y, al siguiente año, acudí al antiguo Virgen del Pilar. Al fin y al cabo, tengo como el corazón partido; echo de menos Marruecos pero Almería es mi cuidad.

¿Cuál fue el primer choque cultural que recuerdas más divertido?
Ahora hay un montón de marroquíes pero cuando éramos pequeñas nuestra madre nos hacía ‘henna’ (un tatuaje tradicional hecho con la pasta del árbol que lleva el mismo nombre) pero como la gente no estaba acostumbrada, nos trataban como extraterrestres. La primera vez que llevamos ‘henna’ en la mano con motivo de la fiesta del fin del Ramadán, una profesora llevó a mi hermana al baño intentar limpiarle la mano con agua y le puso las manos encima de una estufa para que se borrara y no llevara tatuajes en clase. Esto ha cambiado mucho pero como no sabíamos hablar el expañol pues no sabíamos expresar que el dibujo era pasajero y se borraba a los días.

El emprender es muy duro pero si le pones empeño y no pierdes la fe siempre sale adelante todo lo que te propongas. «Yo no tengo ningún tipo de formación en hostelería, todo lo he aprendido trabajando y de forma autodidacta. No descarto hacer algún curso de formación pero la verdad es que se me da muy bien. Más que hacer e impartido. Siempre he trabajado en la hostelería y gracias a la ayuda de mis padres que se podían hacer cargo de mi hija. Estuve un tiempo trabajando y me surgió la oportunidad de ir a Tenerife a dar un curso de cocina árabe para enseñar a los trabajadores de un restaurante. Mi objetivo era mejorar mi situación y tirar yo sola para adelante con mi hija. Estuve casi cinco meses, porque lo que comenzó como un curso de dos semanas terminó siendo más tiempo; pero la añoranza era tan grande que pensé en volver a Almería y montar mi propio negocio. Es tan importante no tener que trabajar por las noches, ni dejar a mi hija siempre al cargo de mis padres.»

Es increíble la fuerza interior y el alma blanca que conforma la persona que tengo enfrente. «A mí no me va a faltar el trabajo en ningún lado porque soy una mujer trabajadora y me daba igual buscar trabajo. Cuando volví de Tenerife busqué locales, casi con una mano atrás y otra adelante. Me arriesgué y en junio de 2016 cogí este local situado en la calle Padre Mendez, 53 (frente al IES Azcona (Almería). Yo no me achanté, cogí el paro conjunto junto a lo que tenía ahorrado y abrí Al-Andalus casa de comidas. Después de todo, el día 2 de diciembre de 2016 subí la persiana de mi propio negocio.» Loubna esboza una gran sonrisa y la satisfacción se manifiesta en cada milímetro de su piel.

¿Todo es un negocio familiar?
Sí, lo llevo yo junto a mi marido. Cuando abrí quise ayudar a mi padre en su último año de jubilación porque lo despidieron y le quedaba un poco por cotizar, por lo que se puso conmigo de socio.

¿Cómo te siente como mujer emprendedora?
Después de todo el sacrificio y todo lo que he pasado, tanto a nivel personal como laboral, estoy muy contenta. Es una satisfacción inmensa saber que esto es algo tuyo y que te lo has trabajado todo con tus manos. Solo tengo que estar encima del negocio para que funcione, no tengo que echar horas de más que ni siquiera te las pagan. Para mí es un lujo poder cerrar un domingo y dedicarme ese tiempo para mí y los míos.

No trabajo para hacerme rica, solo con sentir esa libertad de que soy la que lleva el pulso de todo lo que he construido y puedo llevar adelante a mí familia es más que suficiente. Muchas veces la gente se obsesiona y es cuando le fallan las fuerzas. Si el emprender lo tomas como una meta para cumplir objetivos a corto y largo plazo, todo va a salir rodado. No hay más misterio.

El arte de la gastronomía árabe se pasa de generación en generación: de abuelas a madre y de madres a hijas. Sobre todo en la sociedad marroquí donde el matriarcado es dueño y señor de todos los rincones del hogar pero es que es así, el hogar está por encima de todas las cosas y, si el cariño reina… No he conocido todavía a ninguna marroquí que no sepa cocinar algún plato tradicional que ha aprendido de alguna mujer de su familia.

Loubna ha abierto fronteras y ha roto moldes dentro de los fogones de Al-Andalus, tanto es así que como ella misma explica «no tengo mucha clientela marroquí, aunque al principio costó dar a conocer algunos platos, he querido incorporar recetas españolas y marroquíes en mi negocio y los españoles han sabido adaptarse y prueban todos los platos que ofrezco en mi vitrina. No voy a mentir, las pastelas de pollo y marisco junto al cordero al horno triunfan». Y fe de ello da Antonio desde el otro lado del local que, aunque es almeriense de pura cepa, no puede decantarse por un plato estrella de su compañera de vida. «Si es que todo lo que hace mi mujer está bueno», recalca posando sus manos en jarra.

¿Tienes algún pasatiempo gastronómico con el que te gusta evadirte en la cocina?

Pues me encanta hacer repostería. Es laboriosa y trabajosa porque todos los pasteles y dulces árabes los hago con mis propias manos y lleva bastante tiempo pero es una forma de disfrutar. ¡Y lo bueno que están luego con un té moruno o un café bien caliente ahora que ya está aquí la época de frío!

En este punto ya me derrito. Las bandejas de pasteles forman parte del decorado nada más entrar por la puerta y ya he echado ojo a la que será mi próxima compra y que, por cierto, recomiendo a todo el mundo. Tanjia marrakchia, por encargo. ¡Benditos los de mi casa esta próxima Navidad! Van a comer la carne de ternera más sabrosa cocinada en brasas y a fuego lento que hayan degustado sus paladares en sus vidas.

Gracias, Loubna. Esto solo ha sido un comienzo y las casualidades no existen. Maktub.

Lean, compartan y vivan. Gracias por haber llegado hasta aquí, querido lector.

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El masái modelo que pasa sus días en Almería

 

Te vistes, quedas con tus amigos y sales a comer. Llegas al restaurante, te sientas frente al mar, donde las grandes comilonas dibujan un paisaje costumbrista digno de las 2.30 de la tarde en la Urba de Roquetas. De pronto, un vendedor ambulante se te acerca a tu mesa y la perplejidad te arrebata. ¡Qué dramática una! Un africano color ébano, que por mucho que yo sea de mediana estatura, no te da la vista para terminar de averiguar su rostro sin que te escandile el sol.

Y no me puedo resistir, «¿Me puedes dar tu teléfono?» Gorgui Gadiaga sonríe con timidez, aunque asiente con ahínco y entablamos una pequeña conversación. Resulta que el gachó es masái. Sí, uno de esos que parecen sacados de los bonitos reportajes del National Geographic. El enigma de la tribu keniata donde habitan las personas más altas del planeta. Una característica definitoria que ha marcado la vida de Gadiaga, sus dos metros de altura fueron el pasaporte para dejar Senegal y trabajar como modelo en Roma. Su físico espigado llamó la atención de Macron una noche por la Plaza Mayor de Madrid. ¡El presidente francés le pidió una foto!

Emmanuelle Macron, presidente de la República Francesa, junto a nuestro protagonista en la Plaza Mayor de Madrid

Dicen que la mezcla de genes, la mezcla de razas y la mezcla entre países dan como resultado a las personas con los mejores físicos y las más bellas del planeta. Claro ejemplo de nuestro protagonista, su madre de Senegal y su padre de Kenia. Aunque él nació y creció en el país materno, eso no le ha impedido tener una condición física de escándalo con sus casi 2,10 metros de altura. Resulta curioso porque mientras él intenta explicarse es una gozada ver cómo habla español con un perfecto acento italiano.

¿Quién es Gorgui Gadiaga?

Nací y crecí en una cuidad que se llamaba Kaolack. Es una cuidad grande de Senegal, muy grande llena de cultura, un símil en España vendría a ser Barcelona. Tenía 27 años cuando dejé mi país. Ahora tengo 39 años. Sé que mi físico no supera el de los 30 años. He vivido en África y en Italia. Yo nací y crecí en Senegal. Ahora, cuando viajo, vivo con mi madre porque mi padre murió. No tengo ninguna familia en Kenia. 

¿Y cómo fueron tus pasos hasta llegar a Europa? ¿Fue duro?

Yo llegué a Italia con un visado. Casi que me tuve que ir de mi país porque en Senegal, si alguien dice que quiere ser modelo, lo señalan como homosexual y no está bien visto. Tuve que pedir asilo en Italia para estar protegido por 5 años. A mi padre le decían: «¿Tu hijo es modelo? Es maricón.» Antes nada era igual, ahora el mundo está en el proceso de superar todas esas creencias.

Nadie nunca de mi familia fue a la escuela, solo acudieron a la escuela coránica a aprender la religión y eso es muy malo. Yo incluido; yo nunca fui a las escuela, solo a aprender el árabe. Eso sí, si tengo hijos son los primeros que van a pisar un colegio.

Cuando adquieres el asilo político, durante el primer año, no puedes trabajar; ¿cómo te las ingeniaste?

Tuve que sobrevivir y trabajar ilegalmente, además, fue mi primer año para poder arreglar toda mi documentación. Fue un periodo muy cansado pero ahora estoy tranquilo.

¿Cómo fue tu inclusión en el mundo de la moda?
Siempre se fijaban en mí por la calle y fui descubierto por un cazatalentos.

¿Podías vivir de tu trabajo solo como modelo ?
Sí, la mayor parte del tiempo lo dedicaba a trabajar como modelo pero, si no, me dedicaba a vender de forma ambulante artesanía de bisutería africana, como actualmente hago en Roquetas.

Puede ser una frivolidad pero, ¿te gusta ser modelo?
La verdad que sí, me gusta cuidar mi imagen y llevar accesorios, por ejemplo, siempre me gusta llevar anillos. Puede decirse que soy muy coqueto.

¿Cómo es la diferencia de vida entre Italia y tu vida ahora?

Hay mucha diferencia porque aquí la vida es más calmada y me gusta mucho, sobre todo Andalucía. Aunque mis papeles para poder vivir en Europa son italianos.

¿Eres feliz en Roquetas?

El masai tiene que sonreír pero sus ojos reflejan franqueza. “Ahora sí que me gusta Roquetas. Antes de llegar aquí vivi en Madrid y en Zaragoza, Pamplona, País Vasco. En 2018, fui a Gandía… En Roquetas llevo 3 años. Pero según me de el punto me muevo mucho, un día me voy a Málaga, otro día me voy a Granada…»

Entonces, hablarás muchos idiomas…

Soy bilingüe italiano junto a varios dialectos de Senegal, hablo francés, un poco de inglés, y por supuesto pulaar, que es una mezcla entre ese dialecto y el árabe. Conozco ahora gente de todo el mundo, me gusta viajar y visitar muchos países de Europa. He ido a Francia, Bélgica, Mónaco, Amberes, Grecia… La mayoría de mis viajes han sido por trabajo como modelo pero también como ‘taximan.’

¿Todavía quedan masáis en África?
Claro que sí pero un grupo muy reducido en Kenia y Tanzania. Menos de un millón.

¿Los masáis ya solo viven del turismo?
Sí, ya tienen otra vida porque ser 100% masai ya es muy difícil. Ahora hay tanto turismo que es difícil dedicarte en exclusiva a la ganadería, por ejemplo. Viven mayoritariamente de los safaris. Además, yo soy más moderno porque a mi madre le encanta Europa, aunque ella se volvió a Kaolack hace un tiempo. Cada febrero voy a verla.

¿Echas de menos vivir en África?
Sí, un poco, yo quiero vivir ahí. Mi gran sueño, por el momento, es poder crear una escuela de cultura africana. En mi país existe Casamance, dedicada a las artes escénicas y a fomentar la cultura, y está ubicado en Diakene Ouloff, un pueblecito de apenas mil ochocientos habitantes al que aún no ha llegado el turismo. En este pequeño paraíso el suelo es de arena, las cabras pasean en libertad y los mangos abarrotan las ramas de los árboles.
Me encantaría desarrollar un África más moderna, siempre me gusta dar la cara más moderna de mi país, incluso de mi continente porque es la más desconocida. La gente va a flipar con esto porque claro, mi parte cultural como Masai la gente tiene acceso y lo sabe, esa parte más tradicional. Pero se sorprenderían con la cantidad de cultura que hay en Senegal.

¿De quién aprendiste hacer toda esa artesanía?
De mi padre porque él trabajó como artesano de bisutería antes de que muriera. Toda la bisutería que hago y aprendí de él está llena de simbolismo.

¿Es difícil trabajar como vendedor ambulante?
Pues trabajar en la calle es una escuela diderente. Hay que acostumbrarse a que llegues a una mesa y todo el mundo se gire en contra de ti. Otro ‘handicap’ es que se trabajan muchas horas, desde las 12 de la noche hasta altas horas de la madrugada. Aun así mi vida no es ni muy dura, ni muy fácil; creo que he encontrado el equilibrio. Pero tengo que reconocer que en Andalucía es otro rollo, la gente es más buena y más amable con nosotros. Son ricos de corazón. Andalucía tiene corazón.

¿Cuál es tu filosofía de vida?

Piano piano, todo poco a poco para estar feliz conmigo mismo y saber qué es lo que quiero y qué me hace bien. No puedo trabajar en los invernaderos porque tengo asma pero cuando baje la temporada en Andalucía sé que puedo irne a Canarias con la cantidad de ingleses que hay, y si no, me vuelvo a África para pasar esa época.

¿Cómo has vivio este tiempo de coronavirus?                                                                                                                          Este tiempo de pandemia ha sido muy duro, tanto por mi enfermedad como por la inmovilidad.

Esa alegría de vivir, esa vitalidad y ese adecuarse a las situaciones. Nunca me caso de decirlo: ¡Qué misterio el de la gente pobre, no sé cuál es, pero siempre tiene efecto.»

Lean, compartan y vivan. Gracias por haber llegado hasta aquí, querido lector.

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Come como el Papa en Almería

De izquierda a derecha Francesco y Antonio los propietarios de Buono

Caprichosos son los destinos como benditos, sobre todo cuando el telón se baja con un ‘felices para siempre’. Hace 4 años cuando Antonio Santacroce y Francesco Caldarozzi -quienes todavía no llegaban a los 30- decidieron emprender la aventura de abrir su propio restaurante italiano en el paseo marítimo de Almería. Los primos procedentes del centro de Italia habían hecho de los números su futuro y decidieron estudiar ciencias económicas, pero la gastronomía la traían arraigada en la sangre. No cualquiera puede presumir de haber preparado la comida para el Papa Benedicto XVI y, de ser los primeros en hacer repartos náuticos con motos de agua en Almería.

Buono es el nombre del restaurante, café, pasta, pizza, los pilares de su comida. La palabra que denomina al establecimiento es una declaración de intenciones, una filosofía, los principios de la bella Vita italiana. Porque como dice Antonio «cualquiera puede comer comida en casa o en cualquier parte, pero ir al restaurante es una experiencia».

Antonio es el corazón del proyecto, quien se mancha las manos en la cocina para preparar cada receta, quien imparte clases al personal para que cada cosa, sea cada cosa. El hostelero apasionado de la historia y la diplomacia, conoció Almería durante su estancia Erasmus y no pasaron muchos años para que convenciera a su primo, Francesco de montar un negocio en nuestras costas. 

Antonio Sanatacroce

Francesco es el cerebro, una frase denota su implicación en el negocio: «yo lo llevo todo, podría engañarlo y no se daría cuenta, confía plenamente en mí». Antonio lo mira y asienta con total tranquilidad: «no lo hace porque sé donde vive, aquí y en Italia», y ambos rompen a reir con la complicidad de alguien que ha sido tu compañero de viaje.

Primos y socios desde su primera juventud, cuando organizaban fiestas en la piscina del hotel familiar, Santocroce en Sulmona. Y aunque quede poco tiempo libre para el ocio cuando el negocio es propio -aqueja Francesco-, todavía saca rato para practicar deporte. «El calcio que no nos falte a los italianos» y dramatiza con el gesto tan particular de la mano en pico mientras esboza una gran sonrisa. 

¿Qué comida hacéis en el restaurante, llamáis a la abuela que os de recetas?

Se ríen y primero habla Francesco: «La cocina italiana es tradición y un pequeño toque de fantasía, estos son los ingredientes básicos a partir de ahí no te puedes mover mucho». «Además que es la comida más variada del mundo, de una región a otra del país de la bota ya es totalmente diferente. La gente viene con la idea de pasta y pizza, pero tenemos carnes selectas importadas de Italia, el vino, la burrata, la trufa… Es un mundo, hay varias filologías de pizza y pasta.»

«La comida representa parte de la cultura de un pueblo, cada plato, como nace, cuenta una historia. Por ejemplo, la salsa carbonara cuando se inventó no había nata, había que tomar los huevos a crema, sin embargo, se ha usado el nombre del plato porque era popular», concluye Antonio con la sabiduría del savoir faire. Para qué mentirle, querido lector. Él puede.

Francesco Caldarozzi

Francesco tiene que aportar esta cosa de que el negocio no es solo el restaurante, sino su parte de divulgación a través de las clases de cocina para enseñar qué es la comida italiana, sus orígenes, la procedencia de cada ingrediente.

¿Recuerdas que comió el Papa?

Antonio contesta entusiasmado: «Pappardelle alla Morronese. Mi padre, Domenico Santacroce es un chef reputado que elaboró la Morronose; su propia invención a partir de los ingredientes que crecen en una montaña de la región de Abruzzo donde vive toda nuestra familia». 

¿Sois de estos jefes que están 100% en el negocio?

Sí, no podría ser de otra forma. Al principio empezamos con comida para llevar y poco a poco hemos ido creciendo. En la actualidad, tenemos 20 trabajadores, no todos a la vez y, en cada turno damos de comer a 180 comensales. 

La cultura del trabajo es muy importante para Francesco. «He trabajado delante y detrás de la barra, puedo entender lo que pasa como empleado y como jefe». Antonio sale al paso: «se trata de un crecimiento integrado donde vamos dando perspectiva a todo. No queremos parar con el restaurante, pero para mandar tienes que saber obedecer».

¿Podéis concederos dos días de descanso?

Dos días, no, uno; pero para nosotros ni eso porque cuando la empresa es propia no descansas nunca. Ahora todo depende de la planificación, el trabajo fuerte lo tienes durante 4 horas al día.

¿Cómo proyectan el negocio?

No solo somos la gastronomía en el restaurante, también hacemos catering y participamos en eventos que proyectan nuestros negocio. Antes de pandemia teníamos un evento con Ferrari que ahora está pendiente de concretar fechas.

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