“Siempre te sientes extranjera, te falta tu raíz”, palabra…

Quiso la protagonista de esta historia que su herbolario fuera vieja botica y lo llamó 'Jadis', una palabra francesa que significa antaño. Detrás del mostrador y al frente del negocio se encuentra Naima Eloujaji. Una mujer de formas elegantes, una nana en la voz y una presencia enigmática. Aterrizó en Roquetas de Mar y se ha arriesgado a abrir sus puertas en tiempos de pandemia.

“Esto es una sociedad, no es solo mío, mi hermana farmacéutica es quien lleva la parte del herbolario y yo la cosmética, que al final es un todo y es que esta mujer tiene como pilar principal a su familia. “Lo que más echo de menos es a mi familia. Es duro, aunque encuentres una mejor forma de vivir, te falta algo siempre te sientes extranjera, te falta tu raíz”.

La familia, las raíces y las situaciones que nos obligan a seguir adelante sin mirar atrás. Naima, nacida en 1965, rondaba la treintena cuando dejó Marruecos, hizo un cambio de vida y escogió Italia. Con el paso del tiempo el país de la bota se le quedaba pequeño y emprendió rumbo a Bélgica. El destino tejió sus invisibles hilos y en Bruselas dio con Livio Serafini. Cuenta el italiano que la vio en un café de la ciudad, él estaba leyendo, ella tomaba un café y “desde entonces”, comenta el hombre mientas admira a su amada.  

,¿Cómo acabaron en Roquetas?

Serafini contesta a la pregunta: “vine por primera vez a Roquetas de vacaciones, a Aguadulce, para mi es como Silicon Valley”.

“Queríamos hacer un cambio de vida, vivir mejor, más horas de sol… Aunque ganemos menos dinero la vida no se limita a ir trabajar, ir a casa y seguir. Además, aquí todo me recuerda a mi tierra, cuando visito la Alhambra, veo los pueblos almerienses… Es como estar en Marruecos. Madre mía, ¡qué cultura tuvieron los antiguos para hacer estas edificaciones! Andalucía es mi amor, siempre tengo presente hacer un blog con todos los pueblos que visitamos, la comida, las fotografías”, Eloujaji habla con una sonrisa franca, sus ojos achinados tras la mascarilla la delatan.

Jabones artesanos de Naima. Foto por Melanie Lupiáñez

La pareja es muy aficionada al ‘running’, la gastronomía y las rutas en moto. Han bordeado la costa de Cabo de Gata en sus zapatillas, han subido a las antenas a ritmo alto. “Cuando no salgo a correr 3 veces a la semana es como si me faltara algo. Solemos hacer la media maratón, pero este año con la pandemia todo está siendo más complicado”, comenta ella.

Por el herbolario hay cosmética marroquí y bien es sabido que, desde hace milenios, la cultura árabe es muy dada al cuidado, la belleza, esa cosmética ancestral que hoy llamamos natural.

¿Cómo aprendió a preparar toda esta cosmética?

En casa siempre lo hemos hecho, mi madre y mi abuela, tenían este conocimiento de la piel, las plantas medicinales, que al final es complementario. Preparaba estos jabones en casa para mí, pero hace 4 años estudié naturopatía.

A partir de ese momento la alquimista se profesionalizó, hasta el día de hoy donde puede ofrecer una línea de cosmética y cuidado para la cara, más de 4 tipos de champús diferentes dependiendo del tipo de cabello, crema para el cuerpo tanto sólida, como en pomada, labiales… El establecimiento es un viaje en el tiempo, la atmósfera, la luz, el olor de las esencias que destila el vaporizador, la casa de la abuela en el pueblo. Además, Eloujaji es muy hospitalaria, no me podía ir de allí sin tomar algo, que pena que no fueran deliciosos dulces marroquíes (halwa, en árabe). “Me gustaría hacer una cata de tés y dulce pero como está todo”, dice la protagonista.

Detalle de la cosmética natural del herbolario Jadis

¿Qué es lo que más echa de menos?

“La familia, siempre es lo que más echo de menos”. Su mirada toma la profundidad del océano, pero solo deja ver la superficie.

Su madre quedó viuda muy joven con 7 hijos en sus brazos, Naima tenía 8 cuando perdió a su padre, que se dedicaba a la enseñanza. “Mi madre era muy fuerte, fue difícil para ella, pero consiguió que todos tuviéramos una vida plena, todos hemos estudiado”, sube los hombros y cierra los ojos. No puedo hablar por experiencia solo por testimonios, pero dicen que cuando uno pierde a sus padres se siente huérfano, aunque tenga 80 años. Esa es la emoción que percibo en sus palabras.

“He disfrutado de una infancia muy feliz, con tantos hermanos recuerdo cuando veíamos una película y después comentábamos todos. Ojalá el tiempo volviera atrás”, su risa estalla momento de anhelo y recuerdos de la dulce niñez.

¿Qué te gusta más de haber vivido en tantos países distintos?

Cada uno tiene su esencia y hay que probarlo todo.

¿Volvería a vivir en Marruecos?

No, prefiero ir de vacaciones, una casa allí y otra aquí. Pero aquí me siento como en casa, puedo practicar deporte: correr, ciclismo, natación, senderismo. Cada fin de semana vamos a descubrir un sendero, por la sierra de Gádor, Las Alpujarras… vamos en moto. Cuando acabamos siempre paramos a tomar algo en Almería se come bien en cualquier sitio.

Nos despedidos de la mujer que nació en Khenifra, Marruecos, una pequeña ciudad cerca de Fez donde años más tarde estudiaría Derecho en la Universidad de Dhar el Mehraz. La ciudad azul, sobrenombre por el que se conoce a Fez, presume de haber fundado la primera Universidad del mundo, la Universidad de Qarawiyyin, en el año 859 d.C. y, además, fueron 2 mujeres tunecinas quienes tomaron la iniciativa.

Leyendas, heroínas y ejemplos de vida de los 5 continentes que cada domingo tenemos el placer de conocer, gentes que no temen ser quienes son. Estas son los testimonios que nos acercan, los ojos en los que nos miramos y los gestos que, admirados, los que nos hacen crecer.

Gracias por sumarte a Originem,

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El único taxista negro de Almería: Santos

Cruzaba presto por el Paseo de Almería y unos ojos salieron a mi encuentro. En la parada de taxis un conductor negro manejaba el coche, entonces quise conocer su historia. “Es ecuatoriano y lleva la licencia 28. Llama a central”, me dijo un compañero del gremio. El protagonista de hoy es Santos Alberto Almán Medina, por ahora el único afrolatino taxista de Almería.

El caballero de la camisa inmaculada, mejores formas y puntualidad inglesa, toma asiento y comienza a narrar su historia, paso a paso, desde el provinciano que nunca había salido de Guayaquil hasta el padre que procura un futuro mejor para sus hijos. “Los estudios no te los quita nadie”, dice quien acusa la vulnerabilidad del analfabeto, más que el azote del racismo.

Llegó a Almería en 2003, dejaba en Ecuador a su mujer y 3 hijos, el menor de 7 años. Vino a nuestra tierra de la mano de su hermana mayor, con la intención de trabajar unos años y sacar dinero para comprar un taxi nuevo en su país.

Distancia que separa Guayaquil de Almería.

“Nunca había salido de mi país, hice trabajos que jamás hubiera imaginado”, confiesa Almán. En el sentido estricto de lo que significa confesar, sacarse del pecho las espinas a golpe de palabra, porque todos soportamos el humano derecho de cometer errores y redimirnos con el perdón de los hombres.

El taxista recuerda con precisión milimétrica las fechas, las cifras y las sensaciones que se anudan en la garganta. En Almería, bajo el mar de plástico apenas pasó 2 meses, en unas condiciones a su parecer hostiles, mal pagadas y sin el ansiado permiso de residencia. A pesar de haber empezado joven a trabajar, a los 14 años ya se las ganaba en un taller de chapa y pintura hasta que llegó a ser maestro, la realidad a la que se enfrentó superó cualquier expectativa.

Las canteras de mármol de Macael

Lo más cumbre que me dio fue cuando llegamos al tajo y había al menos 10 bañeras de piedras de mármol, pero unos piedrones. Teníamos que partir las piedras a mano. Ahora no me puedo quejar porque me ha ido bien, pero si volviera a nacer te digo que no lo hacía. Estuve allí de 2004 a 2006, allí me hicieron los papeles.

¿Cómo podía sobreponerse a este sufrimiento?

El coraje lo sacaba para mandar dinero a mi familia, tenía que mandarles dinero para los estudios de mis hijas, la comida, porque ellos dependían de mí.

Almán había dejado que un compañero ecuatoriano explotara su licencia, además de la encomienda de pasar 100 dólares al mes a su familia, una cantidad suficiente para mantenerse. Pero al poco tiempo los pagos empezaron a demorarse y colgó los dados.

El ansiado permiso de residencia era el boleto ganador, trabajó 6 meses más en las canteras hasta que se cumplió el contrato y volvió a casa por primera vez en 3 años.

“Cuando regresé mi hijo menor tenía 10 años y mis hijas 16 y 17. Además en ese tiempo solo podíamos comunicarnos por un locutorio, no había redes sociales. A veces me gastaba un buen dinero hablando dos y tres horas con mi familia”, recuerda el taxista.

A veces la gente lo ve a uno y piensa que lo que uno ha hecho ya se lo ha ganado. Pero no saben las consecuencias que tiene esa persona, lo que ha pasado para llegar a donde está. Nadie sabe lo de nadie”, dice el chófer.

Fotograma de Santos Alberto Almán por Javier García Soria. Realización y producción.

Al regresar a España se sucedieron los trabajos en diferentes empresas de urbanismo. En una de ellas, Aral, se encargaba de la maquinaria, cargar y descargar los camiones de materiales, etc. Era la época buena de la construcción, se necesitaban muchos trabajadores. “Vino a la obra un amigo mío que era ingeniero, pero no había convalidado sus estudios. El encargado me decía ‘¿Santos a quién has traído aquí este es un buen elemento?’, así él iba con los planos y yo con el dumper y el torillo”, relata el ecuatoriano.

Corría el año 2007 cuando “a través de un amigo me enteré que podía sacarme el permiso municipal de taxi. El encargado, Antonio, me decía: ‘déjate del carnet del taxi. Santos aquí no te va a faltar el trabajo’, pero uno tiene que tener un as debajo de la manga. Al año siguiente comenzó a flaquear el trabajo, la empresa terminó por cerrar y me quedé parado. Aproveché ese tiempo para meter currículo como conductor”, recuerda Almán.

Después de 2 entrevistas fallidas se le dio la oportunidad y comenzó a trabajar como conductor profesional. Un recorrido de 3 horas por la ciudad, para quitar las telarañas tras 7 años de desuso, una puesta a punto al taxímetro y a rodar. El propietario de la licencia le dio las llaves del garaje y del coche, Santos empezaba de nuevo en el turno de 16.00h a 06.00h.

Almán al volante. Retrato por Melanie Lupiáñez

Y en la de prosperar estuvo y anduvo hasta que se dio la oportunidad de comprar una licencia en Almería. Primero encontró una licencia en Huércal que podía explotar en Almería y así se quitaba de la noche, pero a los 6 meses los compañeros almerienses se quejaron, así que le tocó cambiar. Claro que por el camino conoció a un compañero al que ahora llama amigo, Juan, recuerden el nombre que desvelaremos el misterio.

“Todo el mundo busca un porvenir mejor, si fueras yo ¿qué harías?”

“Hice cuentas y vi que con lo que pagaba por el alquiler de la licencia, más la seguridad social, se me equiparaba a la letra del banco si compraba la licencia”. Aunque entonces el banco financiaba el 100% de la licencia, fue su amigo Juan de Huércal quien le echó una mano.

En 11 años Almán será el legítimo propietario de la licencia 28 para entonces espera jubilarse a sus 67 años. Ahora el relevo lo lleva su hijo, Antoni Almán Correa, un estudiante de Gestión Laboral de la UAL, quien explota de vez en cuando el taxi para sacar su dinero. Pero el chico dice que quiere ser funcionario de prisiones, y no hay nada más español que querer ser funcionario.

Santos junto a su licencia , el tiempo no acompaña, pero la sonrisa siempre puesta. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Compensa hipotecarse para tener un trabajo?

«Sí, aunque el taxi haya decaído porque han salido todas estas plataformas. El taxi es un mundo». Y al montarnos con Santos en su coche vemos como este es su espacio.

¿Cuándo pudo traer a su familia?

Pude traer a mi mujer y a mi hijo menor en 2009 por una reagrupación familiar, pero mis dos hijas no pudieron venir porque eran mayores de edad. Esto me duele mucho, me he gasto un dineral para que por lo menos una de mis hijas pudiera venir cuando estaba en la universidad, siempre me lo denegaban, incluso recurrí al Tribunal Superior de Justica a través del abogado Pedro Elías.

Desde 2012 no veo a mis hijas, ni pudimos ir a la boda de la mediana que estuvo retrasando el casamiento para venir a España, pero ya empezaron a cancelar los vuelos con el COVID…

¿Ha vivido situaciones racistas?

“El racismo está bastante erradicado, pero todavía hay quien le cuesta. Hay quien se me queda mirando en el paso de peatones y le tengo que decir: ‘chacho, cruza hombre, vamos rápido’”, el protagonista rompe a reír.

Una vez me pasó que yo estaba primero y una señora con su carrito de la compra llegó al taxi y al verme se tiró para atrás. Se fue para el otro coche y mi compañero le dijo que me tocaba a mí. La señora respondió: ‘yo no me voy con ese negro’ y mi compañero le dijo: ‘bueno, pues si no se va con el negro, se va andando’, Santos cuenta la anécdota entre risas.

Y, por cierto, quiero decir que no soy el primer taxista negro de Almería, el primero fue Vicente de Guinea Ecuatorial que ya falleció.

Señor Almán, gracias. A usted y a quienes hacen que Almería sea tierra de todos. 

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Los búlgaros que hacen internacional su taberna en Roquetas…

Milena Pashova desde su taberna en Roquetas de Mar
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La propietaria de la Taberna Milena en Roquetas de Mar, Milena Pashova, recuerda con precisión de cirujano la fecha cuando partió de su ciudad natal, Burgas, en Bulgaria con sus dos hijos de 1 año y 6 meses rumbo a un pequeño pueblo de Castilla la Mancha, Honrubia, tardaron dos días en autobús. “El primer día que salí a la calle con mis hijos dos mujeres vinieron corriendo hacia nosotros con una cara de alegría y muñecos en las manos. Nos acogieron como a la familia”, rememora la hostelera.

Distancia de Burgas a Honrubia

 

El marido, Stoycho Pashov fue el primero en venir a España. “Lo pasó muy mal, fue muy duro, salió de Bulgaria con una oferta de trabajo, pero le mintieron. Tuvo que dormir en un banco en la calle en Madrid, entonces conoció a un búlgaro que lo ayudó y fueron a trabajar al campo en Albacete. Desde allí le ofrecieron trabajo en Honrubia y a los 6 meses pudimos venir nosotros”, continúa Pashova.

Stoycho Pashov en la cocina

 

Esta pareja siempre se ha dedicado a la hostelería, es tradición familiar. Se conocieron cuando trabajaban en la taberna griega Afrodita en Burgas. “Allí trabajábamos 30 camareros, tenía dos plantas, en la primera había música típica griega en vivo y arriba estaba el mehana que me hace mucha falta aquí, pero no lo puedo tener”.

El mehana es a los búlgaros lo que a los andaluces un patio, es una construcción de madera con grandes mesas y una barbacoa donde se reúnen a comer y bailar. Dadas las raciones abundantes, su forma de vivir y el trato se ve que la sociedad búlgara es acogedora, muy dada al compartir.

Los Pashov en su taberna

 

En el año 2003 se trasladaron a El Ejido, su amiga Bogi a quien habían conocido en la taberna le dijo a Milena que buscaban limpiadoras. Así la familia se trasladó al levante, “primero trabajé en una empresa de limpieza y después limpiaba en casas particulares. Tenía mucho trabajo y en todas las casas me trataban como a una más de la familia”, dice la mujer búlgara a sonrisa llena, que se intuyen por los ojos entrecerrados que le deja la mascarilla.

En 2015 llegó el golpe de suerte, una herencia les dio el impulso para montar su primera taberna en El Ejido. En este momento Milena para y toma aire con la emoción a flor de piel continúa: “estoy muy agradecida a toda la gente, tenemos muy buenos momentos de juntarnos, bailar y pensar que estábamos en nuestra tierra”.

Pizarra de tapas

 

La Taberna Milena que empezó como un punto de encuentro de búlgaros nostálgicos se ha convertido en la casa de todos. Cada día a media mañana llega una señora alemana que vive en su caravana aparcada a tres calles, un currito cuyos pantalones llenos de mezcla lo delatan pide un plato de cocido y, un italiano jubilado bebe una jarra de cerveza helada y pide una tortilla de 2 huevos. El chef, Stoycho Pashov, marido de Milena, sale a dar en mano el plato a su cliente a comprobar con satisfacción el trabajo bien hecho. Los bocados búlgaros están adaptados al concepto de tapa almeriense, pero el plato de cocido es tamaño casa de abuela.

Ensalada típica búlgara

 

A Roquetas se trasladaron hace 4 años, se llevaron su altar con una virgen ortodoxa regalo de la madre de Pashov cuando abrieron el primer bar, las recetas, el buen hacer y toda la bebida y comida típica que consiguen de importación.  

Altar particular con Santa María, la virgen que les regaló la madre de Stoycho cuando abrieron el primer bar y, el Kuker que ahuyenta los malos espíritus

 

¿Tuvo miedo de lanzarse a montar su propio negocio?

No. Ahora si tengo miedo, antes no estaban las cosas así.

¿Por qué la gente repite?

Porque le gusta. -Responde al instante sin la menor duda- Viene una persona y siempre traer a más gente, me dicen que se sienten como en casa por como los tratamos.

Pollo de la casa

 

¿Cuáles son sus claves para que el negocio vaya óptimo?

Trato a la gente como me gusta que me traten a mí. Puedo decir por experiencia propia que, con excelencia y mimo, como cuando vas a casa de la abuela y está pendiente de que no te falte de nada. No puede salir sin haber probado la ensalada típica búlgara, la hamburguesa búlgara y el queso a la plancha, platos y ricos y abundantes.

¿Tener un buen cocinero?

Aquí estallan las risas, “eso por supuesto, el chef es el mejor, tiene una mano. Lo más típico es la ensalada búlgara con queso feta, la tapa Milena que la llamamos así porque una amiga siempre la tomaba y decía que se tenía que llamar como la casa, también las patatas con queso tienen mucho éxito porque son caseras y no las freímos en freidora”.

¿Al final se queda el corazón entre dos tierras?

Pues sí, echo de menos todo. Me gustaría volver, pero me encanta vivir en España, la gente, son muchos años aquí.

¿Guardan relación con los albaceteños?

Sí, la hija de mi vecina Dori, Tini, me enseñó a hacer tortilla de patatas. Ella vivía en Madrid, pero cuando venía a Honrubia siempre traía regalos para los niños.

¿Cuánto tiempo pasó hasta que regresaron a Bulgaria?

Volvimos en 2008 cuando murió mi suegro. No hemos ido mucho, por falta de tiempo, falta de dinero, con el bar no tenemos tiempo de nada abrimos de lunes a domingo.

Cuando le digo a mi marido que nos vayamos de vacaciones el siempre se ríe y dice que vivimos en paraíso porque aquí siempre hace sol y se está muy bien.

Antes de despedir a la familia Pashov tenemos el placer de conocer a su hijo menor, un muchacho muy alto, que echa una mano en el bar. “Mira este es mi hijo pequeño”, dice el padre mientras el chico le echa el brazo por el encima del hombro, “¿Has visto que pequeño es?”, dice Stoycho mientras levanta la cabeza para mirar a su hijo con una enorme sonrisa pintada en la boca. El hermano mayor está fuera estudiando farmacia.

Muchas gracias por dejarnos conocer vuestra historia, vuestro ejemplo hace grande nuestra tierra y enriquece nuestras culturas. 

Un locutorio roquetero: el corazón entre mares, el mate…

Silvina Zapico y Juan Ignacio Yurgel Brignone. Foto por Carmen Blanco
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Un locutorio pequeño de Las Marinas regentado por una familia argentina. Un hombre y una mujer en la mitad de su vida, que hicieron de Roquetas de Mar su hogar. La historia de muchos, en la que nos podemos ver todos.

Emprender en un lugar extranjero, innovar y reinventarse, las claves del negocio. Hace 10 años tan solo era un locutorio, a día de hoy el grueso de la empresa recae en la telefonía, reparación y contratos. Pero con la vista en nuevos horizontes: la digitalización y una impresora 3D.

A principios del milenio, el miedo invadía las calles de Buenos Aires. Silvina Zapico estaba embarazada de su primera hija, contaba veintipocos, recién graduada en Turismo y recién casada con Juan Ignacio Yurgel Brignones, quien al día siguiente de la boda vino a Madrid a buscarse la vida. En esa situación la protagonista se decidió a cambiar de vida.

Si vuelvo a mi yo de 21 años, no lo volvería a hacer. Me quedo en mi casa con mi familia, mis comodidades. Pero no me arrepiento de haberme ido, después de todo lo que hemos pasado, no me puedo arrepentir. Hemos llorado, hemos estado solos Navidades, Año Nuevo, Cumpleaños. No existía WhatsApp, iba a una cabina echaba unas moneditas”, dice Zapico.

“Todos los extranjeros vivimos esta dualidad emocional, que te sentís bien donde estás y te gusta el lugar que encontraste, pero siempre vives tu vida reflejando todo lo que pasó en tu país, tus orígenes, tu familia. Porque lo dejas todo atrás. Es bonito lo que se encuentra, pero duele todo lo que se deja”, continúa la empresaria.

Por el local hay objetos que denotan su procedencia, los Mates, su hija mayor va por la trastienda tomando uno. También hay un mapamundi alfilereteado por Europa central y Argentina, señalan los lugares que ha visitado la familia, pero eso sí todos juntos.

¿Por qué dejaron su país natal?

Por la inseguridad. Lo que más me gustaba cuando llegué era ver como funcionaban los cuerpos de seguridad. La policía de argentina es corrupta, cuando te paran tienes miedo de que te roben. Recuerdo una vez ir con mi padre y una agente pedirle para un café, demandó el documento y mi padre le pasó un billete debajo.

¿Cómo fue el trámite de obtener el permiso de residencia?

El proceso de conseguir los papeles, es muy duro, horrible. Iba por la calle y me sentía el bicho feo. Me llevó unos 6 meses tener toda la documentación en regla. Dependiendo de la nacionalidad tardas más o menos tiempo. Mi marido vino con la nacionalidad argentina y no tenía posibilidad de conseguir los papeles hasta los 3 años de estar viviendo aquí. En mi caso tengo la nacionalidad suiza por mi familia. Al poco tiempo de vivir en España, Suiza empezó a tener trato comunitario. Así pude conseguir la residencia como cualquier europeo. Fue sencillo de hecho, lo hice desde casa.

Aunque nunca hemos tenido barreras por ser extranjeros, los obstáculos están siempre para todos. En ese sentido acá nunca hubo problema ni para alquilar casa, ni nada. Cuando decíamos que éramos extranjeros, la gente nos decía: ‘no ustedes son argentinos’, nos tienen bastante cuidados.

La vida laboral de una emprendedora

Zapico en su negocio. Foto por Carmen Blanco

He trabajado en cafetería, restaurante, recepción de hotel. Fui jefa de recepción en una cadena muy buena y lo dejé porque ya tenía la segunda peque, me demandaba mucho tiempo. El negocio que había empezado Juan funcionaba bien y me fui con él. He ganado calidad de vida porque he ganado horas para mí y puedo dedicarme a las niñas, pero el negocio es un hijo más.

El autónomo no tiene vida, se la pasa detrás del negocio y de los impuestos. No tiene jefe, pero tiene al gobierno, al dueño del local…

A mi tener un negocio no es lo que más me gustas, mi ideal sería un bed and breakfast en el medio de la montaña perdido, daría habitaciones y vendería tartas. Pero con un negocio propio puedo conciliar mucho mejor el trabajo con la familia, que si dependo del horario que cada semana me pongan en un hotel. Era complicado cuando tenía que irme a las 11.00h de la noche y la peque aparecía llorando por el pasillo: ‘mami no te vayas’, pero son condiciones de vida que a todos nos tocan.

El día que hablamos con Silvina Zapico lleva botas de nieve y ropa de abrigo, es domingo por la tarde, la familia ha ido a disfrutar de la montaña, pica un poco el hambre y pedimos unas hamburguesas al burguer. Son gentiles y cercanos, no dejan que pases hambre o sed, a la que se acaba mi cerveza a parece otra. Un bidón de gasolina, pintado y tematizado con las insignias de un club motero nos hace de mesa, suena buena música rock y cada rincón de la estancia tiene algo que contar.

Muchas veces me quiero dar cabezazos contra la pared, pienso; ‘esto no es vida, me quiero morir, trabajo con mi marido’, (hace una mueca burlona y se ríe). Yo trabajo cara al público, recibo a los alemanes, ingleses… y Juan con la reparación, que ha ido ampliando poco a poco, por ejemplo, con la introducción de microscopios específicos. Mi marido tiene su base de electrónica y la parte del software, los problemas informáticos son míos. Porque a veces pasa más por empatizar con la gente, ayudarle a reparar la aplicación o lo que toque.

¿Cuándo pudieron regresar a ver a la familia?

Regresamos al año y medio a ver la familia, pero luego entramos en una vorágine económica de cambios y negocios, pasamos diez años sin poder ir.

Ahora puedo ir con más frecuencia, aunque es difícil porque somos 5 personas. El año antes a la pandemia tuvimos un acontecimiento importante, mi hermana tuvo su primer hijo y fuimos las chicas a conocerlo en un viaje relámpago de dos semanas.

Todavía no han pasado una Navidad en familia, pero tienen planeado ir para agosto en el cumpleaños de la hija mediana, aunque con las nuevas circunstancias puede que demore hasta diciembre.  Tienen la tradición de celebrar la fiesta de quinceañera, y este año le toca a Sofía, la hija mediana. Zapico muestra fotos de la tarta que su madre preparó para la quinceañera de su hija mayor. El pastel está compuesto por tres pisos blancos inmaculados y unas mariposas blancas que trepan como una enredadera.

Toca despedirse de esta historia, esperemos que hayan disfrutado de las palabras de Silvina Zapico. Hasta el próximo domingo.

Los sabores hindúes en los paladares roqueteros

Laddi y su hijo Ravneet Singh en la barra del Spice Hut. foto por Carmen Blanco
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Hasta la Urbanización de Roquetas de Mar llegó un día de 2016 un sij de India, Laddi Singh, acompañado por su familia. El propósito era abrir un restaurante de comida tradicional India en un pueblo donde hay censados 27 compatriotas. Pero contaban con la bendición de la comunidad británica, bastante numerosas en el núcleo urbano, además del hambre por nuevos sabores de la población local.

Gracias a sus buenos haceres en los fogones y a los votos de los comensales han obtenido la excelencia Trip Advisor durante dos años consecutivos. (Puedes reservar aquí).

Los deliciosos y coloristas platos del restaurante hindú

“Al principio nos decían que no iba a funcionar que por aquí solo había bares de tapas y que dónde íbamos nosotros con el restaurante. Además, yo nunca había sido camarero, siempre fui electricista, pero hablo con la gente, la invito a cerveza, y el cocinero es muy bueno. Ahora cada domingo vienen clientes de Almería y de todas partes, porque no hay restaurantes típicos hindús por aquí, pakistanís, kebabs eso sí”, cuenta el dueño quien a pesar de llevar 18 años en nuestro país se siente más cómodo en inglés.

El local es una pequeña parte de India a través de los 5 sentidos, las paredes son de colores, como las especias que aderezan la comida, a través de la televisión se ve y oye un canal de música tradicional, desde la cocina salen los olores que anuncian un buen paladar y si observas puedes ver cuadros de Khrishna o una estatua de Ganesha. En la pared del lateral; un cuadro del Taj Mahal y la distinción del público enmarcada se encuentran rodeadas por caminos de post-it de colores que portan los nombres de los clientes y la fecha de las reservas.

Detalle de la pared y las reservas

Spice Hut, la casa de las especias, un truco de marketing que podemos asociar a una conocida cadena de pizzerías. El electricista hindú siguió su instinto con la ayuda de un amigo chino, algo de ahorros y el apoyo familiar. “Todo estaba muy mal, lo arreglamos entre mis hijos y yo”, cuenta el hostelero.

Amrit (24 años) y Ravneet (20 años), son los hijos que trabajan en el restaurante. El mayor de los hermanos forma parte del equipo de cocina, mientras que el pequeño atiende las mesas. Los chicos fueron los primeros en venir a España, hace 8 años, después llegarían la madre, Charanjit Kaur (46 años) y la hermanita, Gurpreet Kaur (15 años). Cuando el padre obtuvo la nacionalidad después de 10 años de residencia necesitaba una nómina alta para traer a toda su familia, 900€ para la esposa y 300€ por hijo, no quedó otra que ir poco a poco.

Amrit Singh en la cocina del Spice Hut. Foto por Carmen Blanco

Todos los varones de la familia se apellidan Singh y las mujeres Kaur, estos nombres tradicionales hacen referencia a la fuerza de espíritu, leones y princesas fuertes. La razón es religiosa, esta familia es sij, una religión que surgió en su provincia natal, Panyab, en el siglo XV. Tradicionalmente los hombres dejaban crecer su barba, portaban un cuchillo, turbante y jamás se cortan el pelo. Su dieta es vegetariana y no toman alcohol, pero si vais por el restaurante veréis una cara mucho más actual.

¿Celebran la Navidad?

Tradicionalmente no, pero si vienen amigos al restaurante pues sí celebramos con ellos y tomamos algo por la noche. Nuestras fiestas tradicionales son Holy, Divali…

Holy es la festividad primaveral de polvos de colores, Divali es el ‘Festival de las luces’ por el que dan la bienvenida al año nuevo hindú, suele ser entre mediados de octubre a mediados de noviembre, la fecha varía porque depende de las lunas.

Horno tradicional hindú. Foto por Carmen Blanco

Hay una estatua de Ganesha y un cuadro con Krisha…

Sí, pero nosotros (los sijs), tenemos otros santos. Tenemos un templo sagrado, el Templo de oro que cada día da de comer a 100.000 personas, solo vegetal claro.

El Templo de oro de Punyab

Laddi tenía 26 cuando partió de India, dejó allí a su joven mujer y se fue a ganarse la vida en Dubái.

Me preparaba para ser militar como mi padre, había hecho la teoría y la práctica, solo necesitaba la carta de recomendación de mi padre, pero él estaba en Sri Lanka herido en un hospital, había ido a la zona por un conflicto, no me pudo enviar el documento y después de 4 meses me fui a Dubái como electricista en los rascacielos.

Normalmente los obreros que trabajan Emiratos Árabes duermen en unas ciudades aparte para que no se vea la mano de obra y suelen estar en malas condiciones.

Bueno si te toca una empresa buena duermes en un sitio bueno, te dan comida, ropa, si te toca una mala, mal, duermes en un sito así de madera…

Y a usted ¿cuál le toco?

Una mala…Laddi cuenta la historia entre risas, los tres primeros meses no me pagaron, tampoco me daban comida, si no iba a trabajar un día al día siguiente tampoco cobrara. Hay mucho rollo allí.

¿Cómo fue que llegó hasta España?

Vine en avión, mi hermano sí que lo tuvo difícil, primero pasó por Turquía, entre las montañas… Yo no tenía pensado venir aquí, durante unas vacaciones en India, después de 4 años en Dubái unos amigos me hablaron de esto y probé.

Hermano de Laddi en la cocina. Foto por Carmen Blanco

Fue un poco difícil, primero en Lloret de Mar con unos familiares de mi mujer y después fui hasta la Manga del Mar menor porque el hijo de una vecina de mi madre tenía allí un restaurante. No me cogió el teléfono a pesar que lo llamé durante 4 días, pero me personé en el restaurante, allí conocí a un camarero bueno y poco a poco me fui ganando la vida.

Me costó mucho aprender español trabajé como camarero dos meses. Un día el dueño del restaurante me dijo que era un “machote” y en mi idioma se parece a una palabra muy fea, hasta que no llegó una compañera y me dijo que era positivo…que cabreo. Por eso siempre ayudo a los hindús que viene aquí, no quiero que lo pasen mal, mis hijos a veces me dicen ‘pero papá’, llevo así toda la vida, tengo 48 años ya no voy a cambiar.  

Cuando se estableció en Alicante trajo a su familia a España ahorraron durante 8 años. Entonces Manolo, un amigo chino de la familia le habló de Almería y vinieron a esta tierra. Laddi da fe de lo español que es el asiático que lleva 20 años en esta tierra y está casado con una española, así que su nombre chino es casi anecdótico. Los hindúes se establecieron primero en Albox, porque hay una comunidad grande de ingleses, pero después de un tiempo no fue como esperaban, buscaron un local y desde entonces se establecen en Roquetas.

Charanjit y Gurpreet Kaur. Foto por Carmen Blanco

¿Laddi que le gusta de vivir en Roquetas?

Todo es bueno, el clima, tengo muy buenos amigos más que en India, nadie se pelea por tonterías… me gustaría volver a India, llevo muchos años viviendo aquí y soy hindú, pero ya veo que va a ser imposible está aquí toda la familia. Mi hijo pequeño es el más moderno, va al instituto y hace cosas como todos los españoles. Roy antes de trabajar en el restaurante me preguntó qué iba a ganar y es el primero en reclamar la nómina a principio de mes.

Además, me gustaría traer a mis padres de visita, que vean la vida de aquí, el mar.

¿Sus padres nunca han visto el mar?

Laddi vacila un momento y responde: mi madre creo que no

Laddi toma su smartphone y muestra fotos de su familia en la boda del hijo mayor, Amrit, que tuvo lugar el año pasado en Punyab. Aparecen vestidos con los elegantes trajes tradicionales, turbante en el cabeza ellos y ellas un velo. Las manos de la novia están

Durante la celebración de la boda de Amrit en el suelo junto a su esposa Naf. De pie en el centro los padres de Laddi, que se situá a la derecha de la foto y en el extremo izquierdo el hijo menor Ravneet. Foto cedida por Laddi

decoradas con henna. Cuenta el protagonista del relato que festejaron por días, todo el pueblo estaba invitado, fueron dos amigos españoles de la familia. “Los españoles por allí con su turbante bailando borrachos. Había dj, muchísima comida, se bebieron 39 botellas de wiski en 3 horas” y se parte de risa.

¿Quién pagó todo?

Yo, lo pagué yo

Con una cita de Mahatma Gandhi que ilustra a la perfección el crisol de religiones que conviven en India. Una sociedad colorista, de sabores cálidos e intensos, con más de 330 mil dioses, y casi 100 años de Raj Británico que han dado como resultado una sociedad flexible, de gentes amables y observadoras. Dejemos que las palabras del pacifista despidan la entrevista de hoy:

“Me considero a mí  mismo hinduistacristianomusulmánjudíobudista confuciano

Enseñar inglés a bebés, la polaca que hizo realidad…

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Luchó duramente por conseguir una de las 3 becas erasmus que la traerían a España, conoció al amor de su vida y se quedó en Roquetas de Mar, durante la crisis de 2008 levantó una academia de inglés innovadora en el pueblo. En el trayecto de hacerse adulta perdió a sus padres de cáncer. Hoy hablamos con Natalia Bartkowiak, la polaca que creyó que los bebés roqueteros podían aprender inglés.

Natalia Bartkowiak vestida de mamá Noel juega con un grupo de alumnas. Foto por Carmen Blanco

De su tierra natal recuerda una primera “infancia chocante” dicho en sus palabras, llena de contrastes entre las condiciones de vida impuestas por el comunismo y el libre mercado a solo una frontera con Alemania, que por supuesto no podían cruzar. Al finalizar la Segunda Guerra mundial Polonia se convirtió en un punto estratégico para la URSS al este de Europa. El Ejército Rojo expulsó a las fuerzas alemanas y así se estableció el comunismo desde 1944 a 1989.

La infancia en el régimen comunista de la República Popular de Polonia

El mayor problema del comunismo era que igualaba a todos, mi madre era oculista y mi padre radiólogo. Todos los sueldos estaban igualados, bajos y a lo mínimo, era mejor conocer a la dependienta de una tienda que a un médico porque te podía conseguir un kilo más de carne al mes. Había tickets de racionamiento y tenías que esperar durante toda una noche o un día para poder comprar.

Recuerdo que era muy pequeña y me dieron un plátano, no lo quería comer porque me resultaba raro. Pero era algo tan preciado que me insistían en que lo probara, claro no se podía importar nada.

Límites de la antigua República Popular de Polonia

Durante la República Popular de Polonia no había nada, las estanterías de las tiendas estaban vacías. Un amigo de mis padres fue a trabajar a Alemania porque la diferencia era grande y en unos meses podías ganar como para comprarte un coche. Este hombre volvió y repartió entre los niños juguetes, eran usados, y me tocó una Barbie sin mano. Cosas así, yo no necesitaba estos juguetes, pero chocaba.

Nunca me faltó nada, porque realmente no necesitaba unos juguetes para vivir, pero se daban situaciones… mi padre entró conmigo a una tienda de ropa para niños y salió casi con lágrimas en los ojos porque no podía comprarme nada, tenía que conseguir tela, porque tampoco se podía comprar, entonces una abuela me cosía algo.

Por eso no me gusta el toque de queda, me recuerda a esos tiempos.

Caída del comunismo

Cuando abrieron las fronteras fuimos a París en tren, era niña sería 1991 o 1992, mis padres sentían estas ganas de viajar después de tanto encierro. Comimos en un McDonal’s porque todo el mundo decía que era americano, muy famoso, era el primero que visité. Vi cosas que me sorprendían como que la gente sacara dinero de pared, era tan nuevo para mí.

“Polonia evolucionó mucho con la democracia y ahora está otra vez mal políticamente. La ultra derecha católica ha prohibido el aborto bajo cualquier circunstancia”. La educadora se refiera a las políticas de PiS siglas por las que se conoce en polaco al partido Ley y Justicia.

Para mis padres era algo increíble que yo pudiera viajar, ellos con mi edad vivián bajo un régimen cerrado, mi generación fue la primera que apoyó viajar. Además, fue todo un baby boom éramos numerosos en las clases se hacía muy difícil conseguir las becas, pero siempre fui empollona, así me dieron una de las 3 becas erasmus que ofrecía la Universidad de Poznan donde estudié. Fue en el año 2005 y cuando buscaba información sobre Almería en internet solo aparecían cosas de deporte de los Juegos Mediterráneos.

La erasmus polaca por Almería

Cuando llegué a la UAL, había aprendido toda la teoría, la gramática, pero la forma de hablar de los almerienses costó un poco. Se daban situaciones cómicas porque no nos hacíamos con el acento. ‘El peecao frito’ decía un profesor y no nos enterábamos de nada, hasta que pillamos que quería decir: ‘pescado’. Es curioso porque durante los años universitarios conviví con 4 amigas polacas y de ellas 3 estamos casadas con españoles.

Era a finales de febrero, las tres estudiantes polacas por las calles de Almería y de repente vimos a un grupo de ancianas disfrazadas de bebés con pañales, chupetes, cantado algo por la calle. Qué bueno el carnaval, me encantó la cultura española y me encanta. La comida, las tapas, eso enamora.

Aunque al principio se me hacía raro darle dos besos a todo el mundo, vengo de una cultura donde los besos son para la familia y los amigos. Entonces ir por la calle con amigos y de repente que te presenten a alguien, así con dos besos. Una amiga polaca de erasmus ponía siempre la mano por delante, ella no sé quedó en España sería que no le gustaban los besos.

¿Cómo conoció a su marido?

¿qué cómo conocí a Edu? Pues de fiesta por las Cuatro Calles (se hacen las risas) y ya me quedé aquí con mi gran amor.

Eduardo Funcia es madrileño y trabajaba como aparejador durante el boom de la construcción en Almería. Lo primero que destaca a simple vista de esta pareja es que son excepcionalmente altos, los dos son bastante deportistas, emprendedores, innovadores y han formado una preciosa familia de tres niñas polaco-españolas; Sofía 11, Blanca 7 y Natalia 5 años.

Una crisis, una oportunidad

buscando material en el almacén. Foto por Carmen Blanco

La crisis del ladrillo empujó a la joven pareja a dar un paso adelante. Tenían algo de dinero ahorrado, una ayuda familiar y otra cantidad del Estado, además de mucho valor. Con estos ingredientes abrieron la primera academia de inglés con el método Helen Doron en Roquetas. Un método de enseñanza orgánico a partir de los 3 meses de edad.

¿Cómo fueron los comienzos allá por 2010?

Estaba casi convencida de que iba a salir, pero todo el mundo me decía que no, el inconveniente del dinero, los niños tan pequeños… Durante estos años perdí a mis padres de cáncer, ellos vivían en Polonia. Fueron mis niñas y mi marido quienes me motivaron a seguir adelante.

Al principio era gracioso porque la gente no comprendía que diéramos clase a niños tan pequeños. Había quien entraba para decirnos que el cartel estaba equivocado porque se leía: ‘inglés a partir de 3 meses’. Hice un estudio de mercado y vi que no había academias para bebés, conocía este método de Polonia y sabía que funcionaba.

Nos fue muy bien desde el principio se matricularon como 100-120 alumnos y pudimos cubrir gastos rápidamente.

Desde clase, como en casa. Foto por Carmen Blanco

A este trabajo le agradezco los amigos que tengo ahora. Los padres de mi primer grupo de bebés son mis amigos a día de hoy, sus hijos continúan aquí después de 10 años… Desde 2010 estamos en la misma calle, nos hemos cambiado de local a uno más grande. Este nuevo también se ha llenado, pero no puedo más y ¿para qué más?

¿Cómo se comunica con los bebés?

A través de un lenguaje de signos bastante intuitivo, los bebés quieren comunicarse, pero sus cuerdas vocales no están preparadas, si le damos herramientas ellos las utilizan. Por ejemplo, les enseñamos que el gesto ‘más’ se hace juntando las dos manos, en la práctica hacemos pompas de jabón y preguntamos: ¿more? (más), ellos juntan sus manos y hacen el gesto ‘more, more’. Es flipante, los padres se quedan alucinados. Para muchos es su rato para estar con su bebé, a causa del trabajo y la vida que llevamos no siempre podemos dedicar el tiempo que deseamos a nuestro hijo, pues aquí vienen y se tiran al suelo con sus bebés, es muy divertido.

¿Había plan B?

Las burbujas uno de los momentos preferidos de los alumnos. Foto por Carmen Blanco

El plan b era ir a Polonia, Edu abrir un restaurante de paellas y yo dar clases de español.

Conciliación familiar y trabajo

¿Cómo conciliaba trabajo y maternidad?

Mis dos hijas mayores estaban conmigo en el negocio, una al pecho y la más grande de 3 años jugando alrededor. Se me daba el caso que venía un padre y de repente tenía que ayudar a ir al baño a un niño pequeño, pues dejaba al cliente con mi hija en brazos un momento y me iba, la gente se quedaba sorprendida. Se me iba por completo y después pensaba: este padre querrá irse a su casa. Ahora somos 7 personas conmigo en la academia. Tengo una niñera que es estupenda.

Lo más duro era cuando hacía la formación de Helen Doron y me tenía que separar de mi bebé que no tenía ni un año.

Covid y empresa

¿Ha afectado el coronavirus al negocio?

Se ha notada ha bajado el número de alumnos, habrá bajado como un 10%, hay quien tiene miedo y quien le ha afectado porque ha perdido su trabajo, pero estamos bien. La cosa está fatal para la hostelería, por ejemplo, miro los bares de mis vecinos y a veces abren por abrir. 

Volver a casa por Navidad

Ahora que se acercan unas fechas familiares ¿cómo celebran la Navidad?

La familia que me queda en mi país es una tía materna y mi hermano. Nunca hemos celebrado la Navidad aquí a cambio de pasar todo el año en España es lo que le pido a mi marido. Encuentro bastante cambio en la forma de celebrar las fiestas, en Polonia hay comida típica y sabores propios de esta época. Con suerte a veces también cae la nieve y es precioso. Toda la familia está encantada por ir, las niñas lo asocian con la época de vacaciones, tienen sus amigas y Edu también. Él es muy deportista, nada por los lagos de alrededor en verano así ha conocido gente.

¿Qué le gusta más de vivir en Roquetas?

Me gusta que puedo disfrutar de salir a pasear con mis hijas, ir a la sierra en menos de media hora, todas estas horas de luz maravillosa. Estoy tan contenta de estar aquí y no pido nada más, solo salud, porque tengo ahí detrás la enfermedad de mis padres

El niño que recorrió más de 2500km a pie…

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A los 9 años partió de un pequeño pueblo de México, Tepic en Nayarit, con destino a EEUU. 2543km a pie a través de las frías montañas, como equipaje la bendición de su madre, María, a quien no volvería a ver hasta pasados 16 años. Eran los 80, apenas una carta, una llamada de vez en cuando como contacto. Hoy Jorge Ramos tiene 49 años e instalado en Roquetas de Mar puede presumir de haber fundado el primer restaurante mexicano del pueblo, La Lupita, además de sus buenas referencias en TripAdvisor.

¿Es cuestión de coraje o necesidad cruzar una frontera y enfrentarse a una realidad totalmente distinta?

Un poco de las dos. Vengo de un barrio pobre de Tepic en el distrito de Nayarit, empecé a trabajar de muy niño limpiando las botas de los borrachos en las cantinas y bares. Cuando me las ganaba por las ferias de los pueblos en la parrilla de un puesto de comida mi amigo Ito de mi misma edad me ofreció salir a EEUU.

Fue el coraje por querer progresar y salir adelante, tenía 9 años, he pasado tantas cosas y vivido tanto que un niño no debería haber vivido. Durante la travesía a pie hasta Inglewood íbamos un grupo de 12 hombres y durante dos días nos dejaron tirados en mitad de la nada, hacía mucho frío, estaba nevado…

Al llegar a los Estados Unidos nos recibió un cuñado de Ito, Jesús. Este hombre nos ayudó a cruzar la frontera y nos dio casa. Su misma casa era un taller mecánico y nosotros le echábamos una mano para comer. Hizo de referente para mí, intentó que fuera al colegio, pero se necesitaban tantos papales que era imposible. Me escolaricé en San José, California, cuando viví con mi hermano Roberto. Tenía 13 años y allí empecé a interesarme por la cocina.

Somos 9 hermanos y todos salimos cocineros excepto uno que es albañil, nos viene de mi madre.

Distancia que separa Tepic de Inglewood

El padre de Ramos se desentendió de la familia cuando él tenía 5 años y era su madre quien sacaba sola a los hijos, salía a la mañana temprano y regresaba tarde. Una vecina, Doña Gloria, fue como una segunda madre para ellos, “aunque por desgracia también se nos fue. Nos apoyó mucho y nos sacó adelante, a pesar de que ella tenía 4 hijos”, dice Ramos.

Como me decía era un barrio desfavorecido, entonces ¿se ayudaban los unos a los otros?

Había quien sí, había quien no. En nuestra situación un tío materno también se preocupó por nosotros, su forma de cargarnos era a latigazos, era una forma muy triste, pero era la educación del momento, le agarramos un poco de odio de pequeños. A día de hoy no le guardo rencor ni nada a mi tío que en paz descanse. Me ayudó, trabajé mucho con él de peón de albañil.

¿Se ha podido reencontrar con toda su familia?

Estuvimos a punto hace 4 años, nos juntamos los 8, solo faltó un hermano que está tramitando sus papeles en los Estados Unidos y se arriesgaba a perderlo todo. En USA es más complicado que en España, allí debes pasar muchos exámenes. Además, no tienes el mismo idioma, te cuesta más trabajo adaptarte.

Altar de muertos en honor al padre de ella, Alexandru Erdodi y al padre de él, Guadalupe Ramos. Foto por Carmen Blanco

Recuerdo una vez cuando llegué a América y estaba en la parada del bus, la gente me daba conversación yo solo contestaba: “ajá, ajá” y cuando se daban cuenta que no entendía nada pues ya me llamaban: ‘tonto, estúpido’ y de todo.

Ramos vino a España por amor. En California conoció a la que sería su primera mujer y se trasladaron a Arroyo de la Miel, Málaga, pero la relación no fue demasiado bien. En ese momento el protagonista de la historia pensaba que no se adaptaría a nuestro país, echaba de menos algo tan sencillo y propio de cada cultura como es la gastronomía. Terrible decepción cuando lo invitaron a comer tortilla y era una tortilla de papas en lugar de una de maíz tan común en México. Pero encontró su sitio en el restaurante mexicano El Paso (Fuengirola) y a su medio hermano, José Prisiliano. Al fin y al cabo no es el lugar si no las personas que lo componen quienes nos hacen echar raíces.

A partir de ese momento comenzó a involucrarse más en la vida del pueblo, la cocina, la restauración a través de fusiones culinarias mexico-indúes que en Málaga funcionan muy bien.

Una curiosidad de este cocinero es que en su restaurante cocinó junto a Salma Hayek. Su compatriota requirió de su ayuda durante el rodaje de ‘Molly‘ en Almería hace un par de años. Ramos incluso apareció en el set porque la mexicana necesitaba un rostro auténtico. Durante ese día el hostelero no puedo tomar fotos, pero recuerda que lo primero que hizo la actriz fue darle un abrazo. «Una mujer encantadora», dice Ramos. Días más tarde Salma Hayek posteó en su Instagram una foto en el altar del restaurante que fue imitada viralmente.

Tacos variados de La Lupita. Foto por Carmen Blanco

La propuesta de unos empresarios chinos trajo al emprendedor hasta el Pasaje Auditorio de Roquetas de Mar hace 8 años y desde entonces allí se instala La Lupita. El primer año fue duro y el negocio no alcanzó las expectativas de los socios asiáticos, así que Ramos siguió solo al frente, pero con el apoyo incondicional de alguien que acabaría siendo una buena razón para quedarse. Hablamos de María Erdodi, su actual pareja y madre de dos de sus hijos.

Los pequeños suelen estar por el restaurante, Ramos va a recoger del colegio, el Kínder como lo llaman allá, a la hija mayor mientras Erdodi se queda a cargo del negocio y el pequeño duerme en el carricoche. A veces las calles de Roquetas no están tan lejos de Brooklyn.

Erdodi y Ramos, una pareja rumexiñola. Foto por Carmen Blanco

María Erdodi vino de Rumania a pasar unas vacaciones en El Ejido hace 15 años y se quedó en Roquetas. Auténtica apasionada de la comida mexicana, “Cuando hemos ido a México a ver a la familia ella se metía en la cocina y se interesaba por los ingredientes, la elaboración…”, dice el empresario.  

Capear la Crisis del Covid 19

Una reforma en enero y reapertura para el 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, todo iba viento en popa, pero el coronavirus frenó el negocio. Tuvieron que despedir a los camareros porque no podían mantenerlos, ni los empleados podían subsistir a media jornada. Así Erdodi y Ramos están volcados en le mesón, dentro y fuera de la cocina, sirven tragos y preparan tacos.

Emprender en un país extranjero

¿Cuáles son las claves para ser un emprendedor en una tierra extranjera?

La adaptación a la clientela, al público, saber llevarse bien, siempre tener una sonrisa, explicar al cliente la cultura de la comida mexicana. El picante está adaptado, cuando abrí ponía bien de picante a todo, pero con el tiempo está suave y hay una salsa en cada mesa para quien guste el picante que la utilice, esa fue la fórmula para que la gente quedara satisfecha. Tenemos clientela fiel desde que abrimos hace 8 años.

Nachos de La Lupita. Foto por Carmen Blanco

¿Cuáles son sus platos estrella?

Las fajitas, los burritos, incluso los tamales, pero estos últimos por encargo.

¿Qué le gusta más de vivir en Roquetas?

La tranquilidad, la manera de saber que estás arropado por tus amigos, los vecinos, todos los que tenemos negocio aquí nos apoyamos, me siento a gusto. En comparación con la situación este es un pueblo pequeño, te ves con toda la gente, te saludan.

Aunque corran malos tiempos siempre te tenderán una mano

“Estamos teniendo mucha ayuda de nuestra casera y del dueño del local donde está el restaurante, ambos nos han bajado la cuota, por la situación que estamos viviendo. Ese dinero lo podemos reportar en el negocio y la verdad que se nota”, dice el hostelero. Los caseros viven en Alemania y cuando empezó el confinamiento le dieron las buenas nuevas por email. 

El dueño del local donde se instala La Lupita, es español, y siempre que viene de vacaciones se pasa por el restaurante a disfrutar de su comida. «Es como familia», dice Ramos. 

 

La historia del restaurante Cantón fundado por unos refugiados…

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Los Phan Nguyen comenzaron su viaje en Vietnam en el año 1978. Huídos de la guerra, atacados por los piratas, supervivientes de un campo de refugiados, jamás se rendieron. “Trabajar, trabajar y guardar”, dice Khanh el cabeza de familia, así fundaron el restaurante Cantón en 1986 en la Urbanización de Roquetas de Mar en aquella época un pueblo de apenas 22.000 habitantes.

El reconocido restaurante asiático encumbra el top de la restauración, según TripAdvisor. Ofrecen platos tradicionales y la innovación más vanguardista a través de la fusión entre el lejano oriente y el mediterráneo.

Corrían tiempos difíciles, cuenta la hermana mayor, Van, “hubo un problema económico entre China y Vietnam en la zona fronteriza y mi padre como tiene sangre china se le hacía la vida imposible. Durante aquellos años salieron muchas personas de Vietnam”.

La hermana mayor, Van, quien siempre recibe a los clientes con una sonrisa

La masiva migración a la que se refiere la repostera del Cantón se conoce como Boat People, desde los años 70 hasta principios de los 90 abandonaron Vietnam 2.000.000 millones de personas a bordo de barcos sin tripulación que entre todos los viajeros compraban.

Los Phan Nguyen partieron desde vietnam con destino a la bahía de Hong Kong a bordo sus dos hijos pequeños, Van 9 y Quan 6 años, Long nació en España tiempo después.

Desde que salieron de Vietnam hasta llegar a España transcurrieron unos dos años.

“Nos atacaron unos piratas saliendo de Vietnam, luego el barco se encalló en un banco de arena, pasamos tres meses en una provincia de China. Era una población de campesinos y nos ayudaron mucho, nos traían comida y de todo”, comenta la hermana mayor. La madre, Lien, se lleva las manos a la boca y recuerda que llevaban mucho arroz como alimento durante la travesía y aunque se mojó de agua salada lo comieron.

La distancia de Hai Phong a Hong Kong es de 790 km, la travesía se alargó durante 4 meses debido a las inclemencias del viaje.

Lien enluce su memoria y desempolva la llegada al campo de refugiados de la Cruz Roja. A sus 71 años aquellos recuerdos vívidos que para algunos arañarían las entrañas son para ella un mal trago que cuenta con una sonrisa, aunque cierto tono de angustia.

“Regalamos el barco y vendimos todo lo que llevábamos, ropa, calzado, porque en China también necesitaban muchas cosas. En Hong Kong estuvimos en un campo de refugiados, era como la cárcel ”.  Su hija Van añade: “a los campos de refugiados llegaban delegaciones de diferentes países Alemania, EEUU, España, etc. Cada país acordó acoger un número de familias. España acordó 30 familias y nosotros estuvimos residiendo en un hotel de la Línea de la Concepción”.

La madre, Lien, desde la cocina preparando un pollo campero

El Quijote fue el puente entre culturas, la madre, Lien, lo había leído y un cura que había por el campo de refugiados predicaba las bondades de este país. Además, la matriarca dice que los españoles somos buena gente y cariñosos. También, dominaban el alfabeto latino, porque Vietnam fue durante muchos años colonia francesa, así que nuestra lengua les resultaba familiar.

A su llegada a España dos hermanos franceses los acogieron con la intención de montar un restaurante de comida asiática, pero el proyecto no salió adelante, por lo que se tuvieron que buscar la vida. El padre trabajó como albañil dos días y se puso enfermo, toda la familia ríe al recordar la anécdota, en vista de que la construcción no era lo suyo Khanh, comenzó a trabajar como jardinero. La madre era friegaplatos en un restaurante mejicano en Puerto Banús, ganaba 15.000 pesetas al mes, todavía recuerda la cifra exacta.

El padre es un valiente, una inspiración para los demás, tiene 79 años y ha hecho casi de todo para que sus hijos vivieran bien, hacía pesca submarina “para comer” y compraba tela en el mercadillo para confeccionar la ropa de los críos. Es un hombre sereno, habla poco, en tono bajo, pero destila sabiduría y liderazgo, de quien no se queda sentado mano sobre mano viéndolas venir. Su pelo cano largo va recogido en una cola perfectamente cortada, lo que le aporta cierto aspecto de guerrero ancestral.

El padre, Khanh, fundador y jefe, aunque ya disfruta de su jubilación.

¿A qué se dedicaban en Vietnam?

 Kanh: “Cuando era joven en Vietnam era camionero, pero cuando vinieron los americanos atacaban a los comunistas del norte del país y dos veces me atacaron, una de ellas mi camión salió ardiendo, pero tuve suerte no acabé muerto, solo herido. Cuando terminó la guerra había problemas entre China y Vietnam y tengo un 25% de sangre china.”

Lien trabajaba en una fábrica de caramelos, todos ríen y ella la primera porque le va como anillo al dedo. Su nieta, Cloé, está presente y la tratan con mimo, hablan con ella en español y a la pequeña le gusta la cocina, aunque el delantal le quede algo grande todavía.

¿Cuál es el secreto para ser tan bien valorados por los clientes?

“Lo importante es la constancia y adaptarse al tiempo en este caso la gastronomía internacional”, dice el chef, Quan, el hermano mediano. “Fusiono muchos platos, busco materia prima de la provincia, pero también mantengo la comida tradicional de mis padres. Ha habido cambios en la carta, buscamos comida muy representativa que creemos que los clientes y amigos tienen que probar, además de platos exóticos como el carpaccio de cocodrilo. El pescado lo trabajo al estilo japonés, también trabajamos con cúrcuma, albahaca tailandesa de cultivo propio, especias ecológicas y productos cantoneses que mezclo en la cocina” concluye el chef.

El chef, Quan, desde la cocina junto a la jefa

Incluso en la arquitectura del local puede apreciarse el encuentro entre las culturas. Explica la repostera, Van, “es la fusión queríamos que fuera muy mediterráneo y tuviera un toque oriental, porque es lo que nos representa. Así somos nosotros en realidad; mediterráneos y asiático”. El Chef continúa: “siempre tomas cosas del país que te ha acogido”

¿Cómo empezó todo?

Khanh toma la palabra, a pesar de estar jubilado mantiene la tradición en la familia, es responsable de traer los platos estrella de Vietnam y China a un pequeño pueblo de la costa almeriense.

Trajimos la especialidad de cada país y no solo es importante cocinar, sino elegir tú los ingredientes”. La familia cuenta con huerto propio donde cultivan vegetales y hierbas aromáticas propias de Asia.

La segunda de abordo en la cocina es Lien, la madre de la familia Phan Nguyen, a ella lo que le gusta es cocinar para sus clientes como cocina para casa, “comida buena”, puede que esta sea una de las claves del éxito del restaurante, además del buen trato o la innovación.

¿Cómo aceptaron los roqueteros la comida asiática?

Al principio miraban la comida como algo raro, pero cuando la probaban se ponían muy contentos. El boca a boca de la gente lo hizo todo”, dice Lien. El chef toma la palabra: “cuando mis padres abrieron el restaurante lo enfocaron para trabajar con extranjeros, porque había mucho turismo en el 86, ingleses, alemanes… Veníamos de Málaga con el pensamiento de trabajar con ese público, al principio costó un poco de trabajo, pero poco a poco se ha hecho un hueco”.

La hermana mayor se ríe y añade: “al final nos hemos dedicado a la clientela local.”

¿Cómo fue montar un negocio en España?

Khanh toma la palabra es un hombre positivo, sonriente y con su justo español introduce la historia: “al principio cuando llegué a España faltaba lo económico”, toda la familia se ríe cuando escucha sus palabras, “trabajar, trabajar y guardar”, concluye.

Eran pequeños cuando llegaron a Roquetas ¿Qué recuerdan?

Van tenía 15 años, Quan 12 y Long nacería unos años después. Quan sale al paso: “hubo un poco de bulling, pero yo zurraba también”, todos se ríen por la broma y continúa “nos adaptamos rápidamente, puesto que veníamos de vivir en Marbella, teníamos el idioma controlado, fue más fácil hacerse a Roquetas.”

Van: “nosotros vinimos a España muy pequeñitos y vivimos 6 años en San Pedro de Alcántara, justo empecé el instituto cuando llegué a Roquetas. Me fue muy bien porque en aquellos tiempos apenas había emigración, lo típico; “la china, la china”, pero tampoco era una cosa…”

Long es el hermano menor, nacido en Almería es la bisagra entre la cocina y el restaurante. “En el cole “no me consideraba la mascota” pero como era el único chico asiático me tenían mucho aprecio, me cuidaban mucho. Algún roce, pero luego un abrazo y todo olvidado.”

El hermano menor, Long, entre los fogones y los clientes

¿Qué les gusta más de vivir en España?

Van contesta: “¿nosotros?, si es que ya no recordamos la vida al otro lado. Yo me considero roquetera y es más cuando hablo, es que soy roquera.”

Cuando preguntamos a los progenitores si regresarían lo tienen claro, ellos prefieren vivir aquí porque es donde está su familia. Mientras habla interviene Khanh dice: “democracia, democracia, libertad”, cierra los puños y los agita, mientras pronuncia la frase, las dos primeras palabras las pronuncia con ímpetu y la tercera bajito como en un susurro, como si se le acabara la cuerda de la voz. 

Long bromea con su padre, lo mira y dice: “también por el jamón serrano que está muy bueno” y la familia estalla en risas.

¿Han regresado a su país de origen?

Después de 16 años se reencontraron con sus raíces, “nosotros éramos exiliados políticos, no podíamos regresar a Vietnam porque como salimos huyendo, hasta el año que nos nacionalizamos no pudimos volver, explica Van. En la actualidad la madre, Lien, regresa cada dos años para visitar a su hermana, la única miembro de su familia que vive aún. 

¿Mantienen contacto con las otras familias vietnamitas residentes en España?

Sí, ahora sí. Cada año en la embajada de Vietnam se celebra el año nuevo vietnamita, Tet, que suele ser a finales de enero, principios de febrero. Entonces invitan a todos los vietnamitas residentes aquí, así se han reencontrado con muchos y conocido gente nueva. Hay muchos estudiantes que asisten a la celebración, incluso la nieta, Cloé, festejó la apertura de 2020.

Sin la ayuda de quienes le rodean esta historia con final feliz no hubiera sido posible

“Por el camino hemos encontrado mucha gente bondadosa, tenemos contacto con ellos. Si la gente que te rodea tiene buena voluntad avanzas mucho más rápido y por supuesto, agradecer a todos los trabajadores que han formado y forman parte del equipo. En San Pedro vivíamos en una casa que nos dejó un hombre y mantenemos relación con él”, dice Van. “Cuando viene al restaurante se alegra un montón. Durante el confinamiento veía los vídeos que colgaba cocinando y él me animaba a abrir un canal. Se alegra de corazón y ha conocido como estaban mis padres y lo que ahora tenemos gracias a su esfuerzo”, concluye Quan.

El carpintero senegalés parte de la historia viva de…

El carpintero senegalés de Roquetas de Mar
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Tradición, perfeccionismo, esfuerzo y un espíritu inconformista. Sería la breve descripción de la familia Sarr, el carpintero senegalés que hace 28 años se instaló en Roquetas de Mar.

Ibrahima Sarr llegó a Roquetas municipio a principios de los 90 cuando apenas había inmigración por aquí, eran sus vacaciones durante la campaña agrícola en la que se ganaba la vida en Mataró, cuando el destino quiso que echara raíces en esta parte del levante español.

Durante aquella primera toma de contacto se quedó en la casa de unos amigos. La vivienda era pequeña, dos habitaciones para cuatro hombres y ni siquiera tenía mesa. Uno de los inquilinos desafió a Sarr, había una carpintería cerca y allí se plantó con la clara intención de hacer una mesa.

Era el taller de Eloy, este reconocido personaje roquetero le dijo que podía hacer la mesa, pero que no utilizara las máquinas. Cuando Eloy regresó de la tienda después de una mañana de trabajo Sarr había hecho su mesa, así que lo animó a volver al día siguiente.

Sarr acudió a la llamada de Eloy, sin saber lo que iba a hacer, lo que iba a ganar o si realmente la propuesta era seria. Durante aquella prueba el carpintero africano se quedó al cargo de montar una cocina con el hijo de Eloy, el padre había tenido que volver a por la encimera. Tenían el plano de la cocina, los muebles y las herramientas, estaban en San Agustín montando y la tienda de cocinas estaba en Roquetas, no transcurrió mucho tiempo, pero cuando regresó Eloy la cocina estaba montada. El dueño de la casa, agradecido, dio una propina al senegalés que todavía recuerda a día de hoy, 5000 pesetas (30 euros). Así es como Sarr empezó a ser roquetero.

Desde el despacho de su taller al cargo de tres muchachos y con el nuevo proyecto de abrir una tienda de muebles en el Cortijo de Marín, rememora sus andanzas con el orgullo y seguridad que aporta haber obrado bien en esta vida. Una pequeña pregunta basta para que desate el relato, son 32 años de recuerdos vívidos que ahora tienen la oportunidad de volver a la luz.

Detalle de una mesa de trabajo

“A Paco Amat, el hermano del alcalde le estoy muy agradecido fue muy bueno conmigo y me daba muy buenas ideas”, dice el carpintero. Empezó a trabajar con él montando cocinas en una obra en Buena Vista. “Tienes que montar tu propia carpintería, porque tú eres muy bueno y muy inteligente”, decía Amat, a lo que Sarr contestaba: “es difícil y cuesta mucho dinero”. Amat entonces puso a su padre como ejemplo de vida: “mi padre venía con un burro y un carro desde la Rábita a vender vino a Roquetas, son muchos kilómetros, ¿crees que hay algo fácil en la vida?”.

Comenzó la amistad y el mecenazgo. El primer trabajo que Sarr hizo para Amat le reportó la mitad del dinero que necesitaba para comprar una máquina para cortar, Amat le dio la mitad que faltaba y le dijo a Sarr que se lo devolviera poco a poco. Es emocionante escuchar el relato del africano que despide el recuerdo deseando la paz para su amigo difunto.  

El taller de estos artesanos, está próximo a los institutos del pueblo y desde allí trabajan 3 hombres y el “jefe que no cuenta”, bromea Lamine Sarr, el relevo generacional. Dentro de la nave todos son familia, hablan en español entre ellos, excepto cuando la cosa se pone seria entonces recurren a sus raíces y el wolouf hace su entrada. Pero ¿Qué los diferencia?, ¿cómo han conseguido emprender un negocio en un país extranjero?

Lamine Sarr corta madera en el taller

Cualquier cosa que haga lo hago como si fuera para mí, mi padre desde pequeño me decía: ‘si lo vas a hacer hazlo bien, si no, no lo hagas’, la mejor publicidad aquí es el boca a boca. Mi padre es muy exigente y perfeccionista. Ahora me han encargado del hotel H0 de Puerta Purchena 18 zapateros, y esos van perfectos hechos, llevan embellecedores para que las ruedas no se vean, un muelle para cuando abras y cierres la tapa no golpee”.

“Todo el mundo me conoce como el inmortal porque no duermo”, dice el roquetero senegalés desde el despacho de la carpintería a la vez que se frota los ojos en un inconfundible gesto de cansancio. Hace un par de años que dejó la noche y desde entonces está centrado en el negocio familiar. Sus zapateros auténticas réplicas de cajas de zapatillas, sneakersbox, empiezan a hacerse su propio hueco en el mercado y los encargos requieren de un esfuerzo mayor.

¿Cómo se le ocurrió hacer estas cajas para las zapatillas?

Los vi en Barcelona y pensé que aquí no los tendría nadie entonces empecé a hacerlos. Al principio vendía pocos y le echaba cara, cuando trabajaba en la noche le decía a la gente “cómprame un zapatero que estoy esmallao”, pero luego ya no colaba.

sneakerbox de Lamine Sarr

Las cajas están hechas de DM y cubiertas con un vinilo que preparan en la propia carpintería, tienen todo tipo de maquinaria para realizar los trabajos más elaborados, desde patas isabelinas a molduras. El padre, Ibrahima Sarr, es de los pocos ebanistas que hay en Almería. Próximamente abrirán una tienda con exposición permanente de muebles camino cerca del Covirán que hay en la Rocalla. La finalidad de esta tienda es facilitar a los clientes la experiencia “que lleguen vean el mueble y lo puedan comprar, que no lo tengan que encargar”, dice Lamine.

¿Cuál es su sueño Lamine?

Montar una tienda de muebles como Ikea a lo grande, pero de calidad, aunque no es nada fácil.

“Tienes que vivir feliz donde estés”, dijo el dueño…

Jamil Ahmad en su restaurante. Foto por Carmen Blanco
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¿Sabes el pakistaní del kebab en la avenida Juan Carlos I? su nombre es Jamil Ahmad estudiaba Ingeniería Química en el Instituto de Ingeniería y Tecnología de Punjab, la provincia donde vivía. Su padre era funcionario, nunca había trabajado “no sabía ni cortar un tomate”, recuerda con risa el hostelero, sin embargo, a los 25 años decidió que no quería la “vida fácil”.

¿Dejó su país para tener más experiencia en la vida?

No amiga, si deseaba tener sufrimiento en mi país también lo podía haber tenido, pero es esto de que Dios te crea tu destino, tienes que vivir feliz donde estés.

Primero me empecé a buscar la vida para cubrir los gastos básicos, trabajaba con mi familia en Almería. Sufría mucho porque no tenía papeles, nadie me daba trabajo…Como no tenía para comer muchas veces vendía flores en el puerto de Aguadulce, la gente te molesta, te amenaza, quieren robarte la mercancía.  

Dormir en la calle

Conseguí trabajo en una pizzería y ya era tarde no había autobuses ni nada. Llevaba una botella de agua y una camiseta de cambio, siempre he llevado una camiseta de repuesto porque nadie tiene por qué soportar el mal olor, ni molestar, en este trabajo una cabina cerrada, sudas mucho. Aquella noche cogí un cartón lo puse en el suelo y usé la camiseta como almohada, era verano, en el puerto de Aguadulce no sabía que con la humedad en la noche me daría frío. ¿Qué iba a hacer? pasó un vigilante y desde lejos miraba con la linterna, pero yo estaba dormido, a los 15 min vino la Guardia Civil, policía Local, ambulancia… Pensarían que me habría emborrachado y no sabían si estaba vivo o muerto.

La policía me dijo caballero levante, papeles. Pero no tenía papeles, te lo voy a decir claramente dije una mentira para salvarme, no podía contarles que me habían hecho el favor de darme trabajo o que alguien me había prestado dinero… confirmaron que estaba bien, no tenía ningún problema. Les dije que vendí las flores se me hizo tarde y perdí el autobús, gracias a Dios fueron buena gente. Aquella noche sería un lunes o un martes porque durante los fines de semana tenía trabajaba durante toda la noche en la pizzería, entraba a las 18.00h y salía a las 09.00h, acepté porque no le podía decir que no, necesitaba ese trabajo.

En esos momentos duros que te viste durmiendo en la calle sin dinero para comer. ¿Cómo hacía para salir adelante?

Tengo mucha fe y mucha humanidad. Un día no tenía y Dios me dio ahora tengo que devolverlo, no puedo dejar a alguien sufriendo delante de mí, todos somos creaciones de Dios.

 

Regresar por la pérdida de un padre

¿Cuándo pudo volver a Pakistán?

Después de 6 años o un poco más, cuando murió mi padre. Lo peor es cuando pasan estas cosas graves, cuando estamos aquí y no podemos salir. Para una persona honrada se sufre bastante, no viene la vida fácil. Si tuvieras que trabajar aquí acabarías agotada a las 8 horas, sin embargo, mi experiencia me hace aguantar 16 horas porque he pasado un tiempo muy duro y no quiero volver ahí.

Mi padre era muy buena persona, cuando me iba a ir me dijo que si pensaba que era bueno para mí él estaba de acuerdo, era un hombre muy cariñoso. Por eso yo nunca había trabajado, no sabía absolutamente nada, al principio sufría mucho.

Mi familia me dijo que no tenía por qué quedarme, que podía volver, tenía para comer de donde toda la familia comía, podía estudiar, mi padre me decía nosotros tenemos comida tú no tienes por qué sufrir de esta manera. Sin embargo, yo pensaba que, si me iba de aquí después de perder un tiempo, ¿cómo iba a regresar a mi país sin hacer nada? No sería un ganador, es negativo según mi mentalidad.

Mi padre me insistía mucho porque él no quería que sufriera, mi familia no quería que me quedara aquí, sin embargo, yo quería sufrir para estar formado.

Cuestión de madera

¿Cuándo obtuvo el permiso de residencia?

Sobre 2014, después de llevar 4 años viviendo aquí, conseguí los papeles como autónomo y ahorré 4 duros así empecé este proyecto.

¿Cómo son tan negociantes los pakistanís?

Porque para ganarme la vida siempre me cuesta trabajo, aquí hay muchas nacionalidades así que nosotros preferimos trabajar y ser independientes. Este trabajo (los kebabs) o las tiendas de alimentación son comunes a todos los pakistaníes.

¿Se ayudan entre los familiares para montar los negocios?

No, aquí es difícil ayudar a alguien. Este local lleva más de 10 años aquí, la persona que lo abrió tiene ahora una tienda de alimentación, es mi primo, hice un trato con él porque iba a dejar el local. Así que no me costó tanto montarlo porque estaba toda la maquinaria y ya sabía hacer este trabajo.

Sufrimiento = crecimiento personal

¿En qué ha cambiado desde que dejó Pakistán hasta ahora?

Soy un hombre independiente, no tengo que estar a cargo de nadie, la vida me ha enseñado muchas cosas. Antes no sabía nada, mi familia me daba dinero para comer, para salir con amigos, como vosotros aquí. Es algo generalizado en todo el mundo, los padres ayudan a los niños.  

¿Cuál es su meta en la vida?

Esa forma de pensar causa sufrimiento psicológico si hay una puerta abierta entro por ella no voy a quedarme delante de la que está cerrada. Dios nos pone nuestro camino.

Cada uno nace con diferente cabeza, con diferente huella de la mano. Yo pienso así, cuando piensas en una cosa pocas veces se puede conseguir y eso psicológicamente te hace daño, te sientes perdedor. No hay que perder la fe, para estar vivo hay que tener mucho ánimo, si lo pierdo me quita las fuerzas, me deja flojo, puedo coger cualquier enfermedad.

Ahí fuera están pasando coches preciosos, carísimos, de buenas marcas que quiero tener y tú también. Pero si no los puedo conseguir no significa que los vaya a romper, sin embargo, si estás frustrado puedes hacer cualquier tontería, coges una piedra y le pegas un golpe.

Cuando te saltas las normas te haces daño a ti mismo, la comunidad, la gente, no está bien.

Es difícil, pero hay que tener mucha paciencia en la vida, esto no te lo enseña nadie. La mentalidad también la da la educación. Por ejemplo, aunque cada uno tengamos una fe, hay que estudiarlo, porque todas las religiones te llevan al mismo camino que es bueno, ninguna religión es mala, malos somos nosotros.