“Siempre te sientes extranjera, te falta tu raíz”, palabra…

Quiso la protagonista de esta historia que su herbolario fuera vieja botica y lo llamó 'Jadis', una palabra francesa que significa antaño. Detrás del mostrador y al frente del negocio se encuentra Naima Eloujaji. Una mujer de formas elegantes, una nana en la voz y una presencia enigmática. Aterrizó en Roquetas de Mar y se ha arriesgado a abrir sus puertas en tiempos de pandemia.

“Esto es una sociedad, no es solo mío, mi hermana farmacéutica es quien lleva la parte del herbolario y yo la cosmética, que al final es un todo y es que esta mujer tiene como pilar principal a su familia. “Lo que más echo de menos es a mi familia. Es duro, aunque encuentres una mejor forma de vivir, te falta algo siempre te sientes extranjera, te falta tu raíz”.

La familia, las raíces y las situaciones que nos obligan a seguir adelante sin mirar atrás. Naima, nacida en 1965, rondaba la treintena cuando dejó Marruecos, hizo un cambio de vida y escogió Italia. Con el paso del tiempo el país de la bota se le quedaba pequeño y emprendió rumbo a Bélgica. El destino tejió sus invisibles hilos y en Bruselas dio con Livio Serafini. Cuenta el italiano que la vio en un café de la ciudad, él estaba leyendo, ella tomaba un café y “desde entonces”, comenta el hombre mientas admira a su amada.  

,¿Cómo acabaron en Roquetas?

Serafini contesta a la pregunta: “vine por primera vez a Roquetas de vacaciones, a Aguadulce, para mi es como Silicon Valley”.

“Queríamos hacer un cambio de vida, vivir mejor, más horas de sol… Aunque ganemos menos dinero la vida no se limita a ir trabajar, ir a casa y seguir. Además, aquí todo me recuerda a mi tierra, cuando visito la Alhambra, veo los pueblos almerienses… Es como estar en Marruecos. Madre mía, ¡qué cultura tuvieron los antiguos para hacer estas edificaciones! Andalucía es mi amor, siempre tengo presente hacer un blog con todos los pueblos que visitamos, la comida, las fotografías”, Eloujaji habla con una sonrisa franca, sus ojos achinados tras la mascarilla la delatan.

Jabones artesanos de Naima. Foto por Melanie Lupiáñez

La pareja es muy aficionada al ‘running’, la gastronomía y las rutas en moto. Han bordeado la costa de Cabo de Gata en sus zapatillas, han subido a las antenas a ritmo alto. “Cuando no salgo a correr 3 veces a la semana es como si me faltara algo. Solemos hacer la media maratón, pero este año con la pandemia todo está siendo más complicado”, comenta ella.

Por el herbolario hay cosmética marroquí y bien es sabido que, desde hace milenios, la cultura árabe es muy dada al cuidado, la belleza, esa cosmética ancestral que hoy llamamos natural.

¿Cómo aprendió a preparar toda esta cosmética?

En casa siempre lo hemos hecho, mi madre y mi abuela, tenían este conocimiento de la piel, las plantas medicinales, que al final es complementario. Preparaba estos jabones en casa para mí, pero hace 4 años estudié naturopatía.

A partir de ese momento la alquimista se profesionalizó, hasta el día de hoy donde puede ofrecer una línea de cosmética y cuidado para la cara, más de 4 tipos de champús diferentes dependiendo del tipo de cabello, crema para el cuerpo tanto sólida, como en pomada, labiales… El establecimiento es un viaje en el tiempo, la atmósfera, la luz, el olor de las esencias que destila el vaporizador, la casa de la abuela en el pueblo. Además, Eloujaji es muy hospitalaria, no me podía ir de allí sin tomar algo, que pena que no fueran deliciosos dulces marroquíes (halwa, en árabe). “Me gustaría hacer una cata de tés y dulce pero como está todo”, dice la protagonista.

Detalle de la cosmética natural del herbolario Jadis

¿Qué es lo que más echa de menos?

“La familia, siempre es lo que más echo de menos”. Su mirada toma la profundidad del océano, pero solo deja ver la superficie.

Su madre quedó viuda muy joven con 7 hijos en sus brazos, Naima tenía 8 cuando perdió a su padre, que se dedicaba a la enseñanza. “Mi madre era muy fuerte, fue difícil para ella, pero consiguió que todos tuviéramos una vida plena, todos hemos estudiado”, sube los hombros y cierra los ojos. No puedo hablar por experiencia solo por testimonios, pero dicen que cuando uno pierde a sus padres se siente huérfano, aunque tenga 80 años. Esa es la emoción que percibo en sus palabras.

“He disfrutado de una infancia muy feliz, con tantos hermanos recuerdo cuando veíamos una película y después comentábamos todos. Ojalá el tiempo volviera atrás”, su risa estalla momento de anhelo y recuerdos de la dulce niñez.

¿Qué te gusta más de haber vivido en tantos países distintos?

Cada uno tiene su esencia y hay que probarlo todo.

¿Volvería a vivir en Marruecos?

No, prefiero ir de vacaciones, una casa allí y otra aquí. Pero aquí me siento como en casa, puedo practicar deporte: correr, ciclismo, natación, senderismo. Cada fin de semana vamos a descubrir un sendero, por la sierra de Gádor, Las Alpujarras… vamos en moto. Cuando acabamos siempre paramos a tomar algo en Almería se come bien en cualquier sitio.

Nos despedidos de la mujer que nació en Khenifra, Marruecos, una pequeña ciudad cerca de Fez donde años más tarde estudiaría Derecho en la Universidad de Dhar el Mehraz. La ciudad azul, sobrenombre por el que se conoce a Fez, presume de haber fundado la primera Universidad del mundo, la Universidad de Qarawiyyin, en el año 859 d.C. y, además, fueron 2 mujeres tunecinas quienes tomaron la iniciativa.

Leyendas, heroínas y ejemplos de vida de los 5 continentes que cada domingo tenemos el placer de conocer, gentes que no temen ser quienes son. Estas son los testimonios que nos acercan, los ojos en los que nos miramos y los gestos que, admirados, los que nos hacen crecer.

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