Cuando los dulces proporcionan ayuda humanitaria a la guerra…

De izquierda a derecha Valeriia y Diana, foto cedida por las propietarias

Mi vecina, Diana Soldijar, tuvo la idea de llevar cestas de dulce y «Detalles que enamoran» por encargo como respiro emocional durante el primer periodo de apertura después de la cuarentena. Su local en Roquetas de Mar recoge enseres de primera necesidad para los afectados por la guerra de Ucrania. Toda la familia de Valeriia vive en un pequeño pueblo que ha sido bombardeado a 6 minutos de la frontera con Rusia.  

“La realidad es que el ejército ruso dispara a civiles, no importa que sean niños, discapacitados, ancianos, les disparan. La comida está faltando porque los camiones no pueden suministrar de una ciudad a otra, la gente no puede salir por la calle porque les disparan, disparan a los coches de los civiles”, dice la chica ucraniana y su manicura verde hace presencia en el gesto de nerviosismo que junta sus dedos.
 
Desde la resistencia la familia de Valeriia quien regenta una tienda de piezas de coches suministra aceite, piezas, etc a los militares ucranianos. El local está cerrado desde que el pasado 24 de febrero empezara la ocupación rusa. A pesar de que Lebedyn es una ciudad pequeña, unos 24.000 habitantes, se encuentra a solo 6 minutos de la frontera del gigante exsoviético. “No todos los rusos son malos, algunos soldados han comprado en la tienda del pueblo y han pagado, pero no sé”, dice la joven de 23 años antes de volver a sumirse en sus más profundos pesares.
 
Valeriia Hulak y Diana Boldijar son propietarias de la tienda ‘Detalles que enamoran’ rodeadas de chocolatinas, globos y una atmósfera rosa que cautiva han organizado una campaña para llevar ayuda humanitaria a Ucrania. En la trastienda se acumulan los paquetes de solidaridad, comida, medicamentos, mantas e inclusos juguetes para los niños. “No son primera necesidad pero también hacen falta”, añade la filóloga ucraniana.
 
El proyectó que empezó Diana hace dos años con la clara vocación humanista de llevar alegría a los hogares cuando las familias no se podían reunir, los amigos no podían verse… «Lo hacía solo por ver la felicidad de la gente porque a veces no ganaba para la gasolina», dice la contable que llegó junto a sus padres desde Rumanía cuando solo era una niña de 8 años. Antes de llegar a la treintena se ha embarcado en el carro del emprendimiento y aunque todavía compagina sus dos trabajos espera vivir de su negocio.
 
Durante aquellos primeros años apenas eran 1 ó 2 niños o niñas de fuera en el colegio y por supuesto que Diana lo pasó mal, lo que no le impidió seguir adelante cursar estudios superiores y ser una emprendedora. Ella y su cuñada Valeriia están al frente de un negocio lleno de azúcar y color. La ucraniana se enamoró del hermano de Diana, Paul Boldijar, durante su Erasmus en la Universidad de Almería y a pesar de la situación, la chica sonríe debajo de la mascarilla cuando muestras su anillo de compromiso. 
 
‘Detalles que enamoran’ es un negocio de carácter familiar, todas las manos son necesarias, el padre de Diana pasa un momento mientras charlamos y le dice algo en español a su hija. Entonces sorprendida pregunto: «¿habláis en español?», ella sonríe y contesta: «claro por respeto, estás tú aquí».
 
Puedo deciros que estas mujeres tiene toda mi admiración solo por su forma de enfrentar la vida, solo por las palabras de Diana «los propios golpes de la vida te hacen levantarte» y solo por la entereza de Valeriia que a pesar de tener el mar en los ojos al hablar de su familia me ha dedicado su tiempo con todo el agrado que mi interés le despertó.