“Trabajo para pagar a Hacienda”, Ovik Kuryan; autónomo, joven…

Emprender, endeudarse, fracasar, emprender, endeudarse, triunfar y poner atención a toda oportunidad de negocio, este es el breve resumen de la carrera profesional de un joven autónomo armenio, Ovik Kuryan, afincado en Roquetas de Mar. La clave del riesgo- beneficio en los negocios no la enseñan en la facultad, es cuestión de carácter y madera.

“No tengo fórmula, son ganas, que te guste lo que haces. Aunque a veces se me quiten por las circunstancias, que te hacen volver a empezar y es difícil volver a levantarte. Además, que trabajo para pagar a Hacienda y la Seguridad Social”, dice este hombre de 29 años.

Kuryan llegó a Roquetas de Mar junto a su familia (padre, madre y hermana) en 1999, no conocían el idioma, durmieron en la playa hasta que los ayudaron a encontrar alojamiento, traían de Armenia una deuda contraída con un prestamista para poder venir a España y, muchas ganas de prosperar. A día de hoy la familia tiene una casa en el municipio y la tienda de telecomunicaciones Ovisoft. El comercio es propiedad de Ovik y sustento familiar desde que el pasado año el padre sufriera un ictus que le impide trabajar, pero no lo incapacita para percibir una pensión por minusvalía.

“Los primeros tres días dormimos en la playa, hasta que nos encontró un policía y nos pagó una noche en un hotel, solo cogieron a las mujeres y a los niños. Mi padre, mi tío y los demás hombres siguieron en la playa. Mi madre recuerda a aquel policía, alguna vez lo ha visto. El fundador de la asociación Almería Po-russki, Manuel Baltasar, nos buscó una vivienda, a partir de entonces fundó la asociación, mi madre es la socia número 1”, Kuryan sonríe y relata la historia con naturalidad, de aquella experiencia queda un recuerdo que ya no duele.

¿Cómo recuerda la acogida en el colegio?

Al principio era jodido porque no entendía nada, cero y, pensaba ‘¿qué hago aquí?’. Cuando iba al colegio me defendía bien con las matemáticas, pero otras meterías… Nadie hablaba inglés, ni los niños, ni los maestros. Mi abuela es profesora de inglés y me había enseñado, medio hablaba. Pero en unos tres meses aprendí español, no me iba mal en clase, sacaba buenas notas.

Cuando vino al colegio Virgen del Rosario solo había tres inmigrantes en la clase ¿sufrió discriminación por ser extranjero?

Los niños no me discriminaban por ser extranjero, ellos no me veían como tal, pero había discriminación por otras cosas, las tonterías… Además, uno de ellos era también inmigrante, así que no se metían conmigo por eso.

Es de la primera generación de inmigrantes que llegaba a Roquetas, hay pocos jóvenes extranjeros de su edad que tengan estudios superiores

Mis padres son Ingenieros Informáticos, cuando llegaron a Roquetas mi padre trabajó en los invernaderos y mi madre limpiaba casas. Ella ha trabajo como camarera de piso en hoteles hasta hace poco que abrí la tienda y ahora trabaja allí. Mi madre tiene el título homologado, pero ya no vale de nada porque desde los años 90, todo ha cambiado. Mis padres siempre han querido que estudiara, aunque no me han podido pagar todos los estudios que ellos quisieran.

Para empezar la carrera de informática hacía doble turno en el hotel, empezaba a las 16.00h hasta las 00.00h, entraba a las 00.00h en otro hotel hasta las 08.00h y cuando acababa iba a la universidad. Un día casi me estrello por el camino y decidí dejar la carrera, porque el trabajo no lo podía dejar. El dinero no llegaba, gastaba todo mi sueldo en los estudios, porque tenía clases particulares, tampoco me dieron beca.

¿Montó la tienda sin terminar la carrera de informática?

Sí, de hecho, lo que enseñan en la carrera no tiene nada que ver, es todo matemáticas y física. Solo había una asignatura práctica de libre configuración donde saqué matrícula de honor. Al profesor le gustaba enseñar a día de hoy me llevo muy bien con él.

A los 21 años empecé por mi cuenta busqué un socio que puso el negocio, iba a cerrar y le propuse entrar, llenarlo de mercancía e ir a medias. Después pasaron una serie de cosas, hubo un robo de 80.000€ en mercancías del cual el seguro no se hizo cargo y estamos de juicios. Entonces empecé con el tema de la telefonía a parte de la tienda, donde llevo el mantenimiento informático. De hecho, en el año….  Me dieron los premios máster, por jóvenes emprendedores.

Ovik con un cliente en Ovisoft

¿Cómo es ser autónomo en España?

Los pequeños negocios que hacemos las cosas bien lo tenemos difícil, parece que están del lado de los grandes que no actúan tan bien. Mi tienda es pequeña y me multa la SGAE a porque estoy poniendo música, que además es música de ambiente.  

Hacienda podría considerar a las empresas que no facturan tanto, cobrarles un poco menos y a las empresas grandes cobrarles más, porque tienen para pagar. De lo contrario ¿cómo voy a crecer?, es una de las razones por las que me estoy planteando irme de España.

Mi trabajo no está bien valorado, llego y soluciono un marrón enorme en 1 minuto y les digo 30€, se sorprenden y me recriminan: ‘¿30€ por 1 minuto?’. Cuando la cosa es 30€ por un solucionar un problema que nadie ha sabía cómo. En otras partes del mundo un informático está mejor valorado, no tiene que estar mendigando para que le paguen.

¿Dónde le gustaría trabajar?

Mi sueño es Los Ángeles, pero ahora estoy mirando Austria, el trabajo está bien pagado, se vive bien. Aunque a mí me encanta vivir aquí, pero no es lo mismo vivir aquí, que trabajar aquí.

Rychard Ayarick al frente de la Parafarmacia Roquetas

«El negro que no me atienda», decían los clientes…

Rychard Ayarick al frente de la Parafarmacia Roquetas

El farmacéutico cubano afincado en Roquetas, Rychard Z. Ayarick, trabajó durante 8 años para subsistir hasta que por insistente le dieron la oportunidad. Nadie apostaba por un farmacéutico negro.

“No querían un negro, me decían: ‘Rychard búscate la vida porque no creo que tú aquí puedas ser farmacéutico’. Estuve años deambulando por ahí con mi título homologado. Cuando llegué a España en el año 2001 ya era máster en farmacia clínica por la Universidad de Camagüey. Trabajé en la construcción hasta que vino la crisis y me puse en marcha, batí todas las farmacias desde Almería hasta el Ejido, cada mes currículo, me daba igual que lo tirasen, finalmente me llamó una farmacia de Vícar sobre el año 2005/2006. A partir de entonces me di a conocer y ya todo el mundo me quería”, dice el farmacéutico cubano afincado en Roquetas, Rychard Z. Ayarick.

El farmacéutico llegó a España hace 18 años, fueron muchos los trabajos que tuvo que desempeñar, vivió en un piso patera, sufrió discriminación por su color de piel, pero los luchadores nunca se rinden. “Cuando uno está montado en el dólar no te acuerdas de tu pasado. Estaba a gusto donde estaba, la gente pensaba que la farmacia de la Avenida Juan Carlos I era mía porque yo hacía y deshacía, pero me vine para acá a empezar de cero”, dice Ayarick .

“La gente me dice que me ha tocado la lotería y no me ha tocado ninguna lotería. Lo único que tengo es haber planeado poner un negocio aquí durante 8 años, cuando nadie apostaba ni un duro por mí, salvo mi hija. Yo venía y paraba en esta zona con mi coche, miraba la calidad, el ambiente, pensaba: esto aquí o aquí”, son las palabras de un hombre que no se rinde y lucha por sus sueños.

Hoy su consulta de nutrición y dietética se llena de clientes que llegan de cualquier parte de la provincia, como resultado de su buen hacer. Este cubano y su mujer, Midolainys Moa Hernández, asesoran sobre cada producto. Como farmacéutico clínico lleva un estetoscopio en el bolsillo de la bata para distinguir las dolencias y saber qué recomendar, además siempre tratan al cliente con familiaridad, por su nombre.

¿Por qué decidieron trasladarse a Roquetas?

Llegué a Barcelona en el año 2001 un mes después de los atentados del 11S en aquellos tiempos te deportaban y a pesar de tener mi visado, me asusté. Veía a los negritos que no tenían papeles esconderse en el metro, los veía correr de un lado a otro. Un chico en la calle me dijo: ‘Almería es el único sitio donde puedes conseguir trabajo sin papeles y la policía no te molesta’.

Es un error garrafal que en España tú eres legal, pero no tienes permiso de trabajo. Cuando la persona está aquí no la vas a dejar tirada si tiene que ir al médico, dale la residencia para que trabaje, que cotice, eso es lo que hacen los alemanes. Te puedo asegurar que vas a las Doscientas viviendas y hay negros que saben más que tú y que yo, intelectuales, que tienen carreas. Hay que buscar a esa gente, como hacen en otros países. A los americanos, fíjate en House, les da igual que el cirujano de turno sea negro, chino o japonés, sin embargo, España no lo aprovecha.

Me vine para Roquetas porque una gente me iba a recibir, pero al final me dejaron tirado, así que mi mujer y yo nos las tuvimos que buscar. Nos metieron en un piso patera, estuvimos casi tres semanas a base de Cruz Roja, espaguetis por aquí, atún por aquí.  La tarjeta de crédito de mi mujer nos sirvió para comprar una vespa a un gitano y así desplazarme a un almacén a trabajar. No tenía dinero para comprar guantes, hacía un frío tremendo, era la primera vez que yo veía tanto frío porque en Cuba no hace frío, me puse unos calcetines en las manos pensando que eso me ayudaba y en el badén del cementerio me caí que por poco me mato. Hoy en día pasó por allí con mi coche, veo la zona y me entra una cosa, cuando lo cuento a mis hijos creen que soy un fanfarrón.

Rychard asesora a sus clientas

Respecto a sus inicios como farmacéutico en Almería…

Estuve una semana en el mostrador y ningún cliente quería que lo atendiera. El farmacéutico salió cabreado y le dijo a la gente: ‘Rychard es farmacéutico igual que yo si no quiere que le atienda no venga más a mi farmacia.’

Mi primer trabajo en Vícar fue una de las etapas más duras de mi vida, fue poco tiempo unos 9 meses, tuve suerte porque el tipo se iba de vacaciones y necesitaba un farmacéutico le daba igual quien. Cometía muchos errores, tuve que reciclarme. Una vez me pidieron Betadine bucal y yo saqué vaginal, hay varios tipos de Betadine, pero en Cuba hay un solo tipo, cuando llegué al mostrador el hombre puso una cara… Por estas cosas mis compañeras de trabajo excepto una se ponían en mi contra, porque cómo iba a ser yo el jefe si sabía menos que ellas.

Todas estas experiencias le hacen resiliente, más fuerte…

Ayarick mira con sinceridad, sonríe y vuelca el tono de su voz en un delicado: “claro, ya soy español, igual que tú”. Luego de pronunciar estas palabras sus brazos vuelven a abrirse y su espalda a enderezarse. No es resentimiento, ni tristeza es la calma de quien cruza el charco y echa raíces.

En cuanto a la integración…

Es hora de que haya un policía local negro en Roquetas, la ventaja sería que cada vez que hubiera un problema en las Doscientas si va ese negro lo van a respetar. Son cosas triviales pero que tienen importancia. Yo no sé si estoy desvariando.

En cuanto al racismo…

El tema de somos o no somos racistas a veces depende de nosotros los extranjeros. Cuando tú ves a un extranjero que se gana la vida honradamente, no roba, no tiene mala fama, entonces el grado de racismo puede ser bajo o medio, no alto. Por ejemplo, me dice la gente: ‘a los negros los quiero, pero los moros no me gustan’ por esa fama. Yo no puedo decir que los moros esto, porque tengo un amigo árabe que es todo educación y cada vez que pasa algo con su nacionalidad él llora, me dice: ‘Rychard, Marruecos es grande’.

Aprende esto: ‘la educación os hará libres’ eso lo dijo José Martí. Si tú eres culta nadie te va a decir un cuento. Hay que buscar la manera de que la gente que llega aquí aprenda estas costumbres y mantenga las suyas, es que si no puede ser. Imagínate, por muy madre Calcuta que tú seas, me acoges en tu casa y ves que llego con mi olor a pies y los pongo encima del sofá y además fumando un cigarrillo, no me lo vas a permitir porque no son las reglas de tu casa. Racismo hay, porque cuando eres padre quieres más a un hijo que a otro porque tiene los ojos más grandes, qué se yo, pero nosotros mismos damos lugar a que nos discriminen.

La discriminación depende del corte de edad y a veces tienen más delito aquellos mayores de 60 años que emigraron o son hijos de emigrantes, estuvieron en Cuba, Argentina…

Ojalá Dios nos dé mucho tiempo para vivir, ¿sabes dónde va a ser la siguiente ruta de migración? Nos vamos todos para África, próximamente faltará agua potable sobre la tierra y los chinos ya nos han adelantado. Ojalá vivamos mucho tiempo para poder contarlo.

¿Ha vuelto a encontrarse con personas de su pasado que le ayudaron?

Sí, con personas que me ayudaron y con otros que no. Recuerdo a un encargado de la obra que me puteaba mucho, cuando ese tipo me vio en la farmacia se le cayeron las lágrimas, pero nunca le guardé rencor e hicimos una gran a amistad. Hay otro hombre a quien llamamos Manolo Huércal, que siempre que posteo en las redes me comenta, porque él apostaba por mí.

Respecto a su negocio…

Estudió nutrición y dietética, homeopatía, naturopatía, también ofrece servicio de osteopatía y fisioterapia. Todos estos estudios los realizó en España, además pasa consulta de dietética. Rychar enseña el calendario de citas orgulloso, el mes entero está completo.

Viene gente hasta de Canjáyar a la consulta. Cobro 10 € por consulta, mis dietas son un cursillo para que te conviertas en tu propia dietista. La báscula que tengo es tipo escáner, te desglosa por completo, músculos, grasa, cómo está el hígado, todo. La dieta está pactada entre tú y yo, está calculado a tu metabolismo basal, por lo que es muy difícil que falle, si falla es porque no la quieres hacer.

Montar este negocio ha sido un riesgo muy grande, llevo 4 años con la parafarmacia Roquetas, vamos pagando, aunque de vez en cuando hay algún bachecillo. Hay meses que me saco un sueldo, otros que no, pero vivo, mi familia no pasa hambre. Hay flujo de personas, eso se hace poco a poco.

«Te fío hasta que te paguen el ERTE»

Makelele, el mantero que con humor ha conquistado a los roqueteros
Makelele, el vendedor ambulante que con humor ha llegado a los roqueteros. Fotografía: Carmen Blanco Ureña
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Makele es el sobrenombre por el que los roqueteros conocen al vendedor ambulante que va por el pueblo cargado con una mochila enorme y una bolsa de compra en una de sus manos. Su itinerario está marcado; por las mañanas suele recorrer las terrazas de los bares de desayuno, restaurantes y chiringuitos. Tiene un truco infalible, solo vende a quien conoce y solo se acerca si lo llaman.

 “Makelele me lo han puesto aquí, yo me llamo Mamadou Diouf de Senegal”, dice el vendedor.

 La extendida costumbre de renombrar a los extranjeros, dada la incapacidad de muchos para nuevos idiomas, hizo que lo conociéramos por el nombre del exfutbolista congoleño. Hoy en día forma parte del pueblo como ese senegalés con despigmentación en los manos y en la boca que recorre el litoral desde Las Salinas hasta La Urbanización vendiendo género en horario intensivo de 12 y 13 horas. 

 “Makelele si no tengo nada”, apela una señora que está tomando el sol en la arena, “no te preocupes, yo te fío hasta que te paguen el ERTE”, responde el africano y todos rompen a reír. 

Sabe cómo hacerse con el público, que el humor es una puerta de entrada, es escurridizo, no le gusta demasiado hablar de sí mismo, educado, correcto, positivo y amable. Detesta perder el tiempo y prefiere seguir en su faena. Si la venta se pone mala recoge hortalizas en los invernaderos, lo que sea por cumplir su meta: montar una tienda pequeña de alimentación en su país de origen. “Ya lo he intentado otras veces, pero no funciona allí”, “¿y por qué no te mudas a otro pueblo que sea más grande donde puedas montar un negocio?”, la pregunta le contraría, puedo verlo en el gesto de su cara, se toca el mentón y responde cortés: “no sé, lo pensaré”.

 Llegó a nuestro municipio hace 15 años, recuerda que fue en agosto, después de cruzar en cayuco hasta Tenerife, posterior traslado a Alicante y destino final la tierra donde ahora reside.

 “Lo que decían mis colegas no era verdad, decían: “en España cobras mucho dinero al día cogiendo fruta”. Cuando llegué el primer problema que encontré es que era muy difícil conseguir los papeles, tuve que estar 3 años esperando consiguiendo pruebas, muy duro, muy duro, pero ya ha pasado.”

 ¿Cómo llegó hasta aquí?

En cayuco, patera, (choca el envés de la mano contra la palma de la otra, ríe y continúa) como todos los que han venido aquí, la mayoría. Tenía una tienda con mi hermano y le dije que iba a comprar, reponer y así me fui. Cogí la patera desde Senegal en 2006, pasamos 6 días hasta llegar a Canarias, sin parar una patera con dos motores, muy difícil. Comíamos cous-cous, las poquitas cosas que llevábamos, una cosa muy dura. Llegamos a Tenerife, desde allí hasta Alicante, estuvimos en un Centro de Acogida, Cruz Roja, La Policía y todo eso.

 ¿Y desde Alicante a Roquetas?

Cruz Roja llamó a un amigo, alguien que yo conocía en Roquetas antes de soltarme, si no conoces a alguien no te dejan ir solo.

 ¿Le gustó Roquetas porque encontró una comunidad grande de africanos?

“Sí estaba bien, trabajaba en el campo, en los invernaderos y aquí estoy agustico”, precede una risotada, porque es cómico su acento junto a las derivaciones de las palabras almerienses, él lo sabe y emplea muchas expresiones de la zona.

 Llevo muchos años aquí y vendo por la playa, conozco mucha gente, aunque pienso volver a Senegal, pero aquello es muy difícil. Allí viven mi mujer y mis tres hijos.

 ¿Le gustaría traer su familia?

Bueno… (suelta una risa nerviosa) y continúa, me gustaría más volver, pero es muy difícil. Porque he intentado varias veces abrir una tienda, pero no va, no funciona, entonces tengo que volver aquí e intentar de nuevo, pensar nuevas cosas.

 Su hijo mayor tiene 8 años, le sigue una niña de 4 y un tercero de año y medio. “A Senegal voy mucho volví 2 días antes del confinamiento. Si mi mujer y mis hijos vienen aquí, se adaptan y después no quieren volver, yo pienso en volver, me gusta muchos España, pero siempre mi país de origen… Lo que pasa es que no hay posibilidades de vivir allí todavía. Yo quiero ser senegalés siempre”.

Es musulmán y suele ir a rezar a la mezquita de las 200 viviendas, respecto al racismo y la discriminación dice que siempre hay, pero “la mayoría de la gente de Roquetas son buenos, no son racistas, te lo digo yo. Si veo que el tipo es racista no paro, paso de largo, yo solo con mi gente. Conozco mucho; paro, si no conozco, no.”

 ¿Ha viajado a otros países?

Solo he salido a Lisboa. Cuando estuve en Portugal vi que eran muy diferentes a los españoles. En España la mayoría no son gente muy cerrada y eso me gusta. La forma de ser de los españoles es muy parecida a la de los senegaleses.

 Diouf es profundamente sensato como destilan estas palabras que hablan sobre su trabajo.

“La venta ambulante está prohibida, y si me pilla la policía me quita la mercancía y a veces me multan, pero es lo que hay a aguantar”, Diouf se lleva la mano a la cabeza, suelta una carcajada franca y se reclina en el sofá, así como quien asume su sino sin más dramas. “Si no hay muchos vendiendo, pues pasan un poco, pero ahora en verano hay muchos vendedores entonces quitan mucha mercancía y es normal. Las tiendas se quejan, yo lo veo lógico”.