Come como el Papa en Almería
- 17 de octubre de 202129 de noviembre de 2021
- por Isabel Gómez
Caprichosos son los destinos como benditos, sobre todo cuando el telón se baja con un ‘felices para siempre’. Hace 4 años cuando Antonio Santacroce y Francesco Caldarozzi -quienes todavía no llegaban a los 30- decidieron emprender la aventura de abrir su propio restaurante italiano en el paseo marítimo de Almería. Los primos procedentes del centro de Italia habían hecho de los números su futuro y decidieron estudiar ciencias económicas, pero la gastronomía la traían arraigada en la sangre. No cualquiera puede presumir de haber preparado la comida para el Papa Benedicto XVI y, de ser los primeros en hacer repartos náuticos con motos de agua en Almería.
Buono es el nombre del restaurante, café, pasta, pizza, los pilares de su comida. La palabra que denomina al establecimiento es una declaración de intenciones, una filosofía, los principios de la bella Vita italiana. Porque como dice Antonio «cualquiera puede comer comida en casa o en cualquier parte, pero ir al restaurante es una experiencia».
Antonio es el corazón del proyecto, quien se mancha las manos en la cocina para preparar cada receta, quien imparte clases al personal para que cada cosa, sea cada cosa. El hostelero apasionado de la historia y la diplomacia, conoció Almería durante su estancia Erasmus y no pasaron muchos años para que convenciera a su primo, Francesco de montar un negocio en nuestras costas.
Francesco es el cerebro, una frase denota su implicación en el negocio: «yo lo llevo todo, podría engañarlo y no se daría cuenta, confía plenamente en mí». Antonio lo mira y asienta con total tranquilidad: «no lo hace porque sé donde vive, aquí y en Italia», y ambos rompen a reir con la complicidad de alguien que ha sido tu compañero de viaje.
Primos y socios desde su primera juventud, cuando organizaban fiestas en la piscina del hotel familiar, Santocroce en Sulmona. Y aunque quede poco tiempo libre para el ocio cuando el negocio es propio -aqueja Francesco-, todavía saca rato para practicar deporte. «El calcio que no nos falte a los italianos» y dramatiza con el gesto tan particular de la mano en pico mientras esboza una gran sonrisa.
¿Qué comida hacéis en el restaurante, llamáis a la abuela que os de recetas?
Se ríen y primero habla Francesco: «La cocina italiana es tradición y un pequeño toque de fantasía, estos son los ingredientes básicos a partir de ahí no te puedes mover mucho». «Además que es la comida más variada del mundo, de una región a otra del país de la bota ya es totalmente diferente. La gente viene con la idea de pasta y pizza, pero tenemos carnes selectas importadas de Italia, el vino, la burrata, la trufa… Es un mundo, hay varias filologías de pizza y pasta.»
«La comida representa parte de la cultura de un pueblo, cada plato, como nace, cuenta una historia. Por ejemplo, la salsa carbonara cuando se inventó no había nata, había que tomar los huevos a crema, sin embargo, se ha usado el nombre del plato porque era popular», concluye Antonio con la sabiduría del savoir faire. Para qué mentirle, querido lector. Él puede.
Francesco tiene que aportar esta cosa de que el negocio no es solo el restaurante, sino su parte de divulgación a través de las clases de cocina para enseñar qué es la comida italiana, sus orígenes, la procedencia de cada ingrediente.
¿Recuerdas que comió el Papa?
Antonio contesta entusiasmado: «Pappardelle alla Morronese. Mi padre, Domenico Santacroce es un chef reputado que elaboró la Morronose; su propia invención a partir de los ingredientes que crecen en una montaña de la región de Abruzzo donde vive toda nuestra familia».
¿Sois de estos jefes que están 100% en el negocio?
Sí, no podría ser de otra forma. Al principio empezamos con comida para llevar y poco a poco hemos ido creciendo. En la actualidad, tenemos 20 trabajadores, no todos a la vez y, en cada turno damos de comer a 180 comensales.
La cultura del trabajo es muy importante para Francesco. «He trabajado delante y detrás de la barra, puedo entender lo que pasa como empleado y como jefe». Antonio sale al paso: «se trata de un crecimiento integrado donde vamos dando perspectiva a todo. No queremos parar con el restaurante, pero para mandar tienes que saber obedecer».
¿Podéis concederos dos días de descanso?
Dos días, no, uno; pero para nosotros ni eso porque cuando la empresa es propia no descansas nunca. Ahora todo depende de la planificación, el trabajo fuerte lo tienes durante 4 horas al día.
¿Cómo proyectan el negocio?
No solo somos la gastronomía en el restaurante, también hacemos catering y participamos en eventos que proyectan nuestros negocio. Antes de pandemia teníamos un evento con Ferrari que ahora está pendiente de concretar fechas.