«Me hubiera gustado mucho enseñar talla y dibujo», dice…
- 2 de enero de 202229 de junio de 2022
- por Melanie Lupiáñez
Hay lugares que conservan primorosos el encanto de un recuerdo, el olor de una época y la sabiduría de quien trabaja con las manos. Javier Arcos es el tallista más conocido de Almería y de los pocos que quedan en la provincia. Su taller en la calle Lope de Vega se sitúa cerca de la singular Catedral-fortaleza de la Encarnación donde ha tallado los bancos y ha restaurado el imponente coro caoba obra del maestro Juan de Orea, conocido como el arquitecto que implantó el Renacimiento en nuestra tierra. Un lugar de trabajo para el artesano y una joya para los ojos curiosos.
Hace tiempo que el taller repleto de santos maltrechos había cautivado mi atención, pero siempre el miedo del primer paso me ponía una excusa, hasta que un día cedí a no esperar más. Javier trabajaba con esmero, de esa forma tan minuciosa que produce paz su observación, como totalmente abstraído, pintaba una figura del portal de Belén con un pincel muy fino y un pulso envidiable. Le dije que era periodista y no dudó de mi palabra, ni una pregunta, me dio señas para que pasara otro día y así lo hice.
Mis ojos clavados en la inscripción de la fachada, leía una y otra vez la conmemoración sin entender nada. “Esa placa conmemora al sacerdote Don Juan López Martín, que más que un hombre era un santo, nos unía una gran amistad”, dijo el tallista con una sonrisa y cierto anhelo. Hablaba de su amigo, el último archivero de la Catedral, un hombre culto que acostumbraba a pasar cada tarde a hablar de lo espiritual y lo mundano con el artesano.
Los medio de la ciudad y el Instituto de Estudios Almerienses se han hecho eco de sus obras en innumerable ocasiones, no hay plumilla que se resista a entrevistar al maestro. Una pared repleta de fotografías y recortes de prensa atestigua su legado, en ese mismo rincón reposan sus zapatos de calle, la ropa de salir, una butaca y una estantería repleta de grandes tomos los cuales desmenuzan los entresijos del arte sacro.
¿El oficio desaparece porque la juventud no tiene interés?
No, aquí viene mucha gente preguntándome si le puedo enseñar. A pesar de todas las veces que me han entrevistado no he tenido forma de hacer una escuela, ni desde el Gobierno, el Ayuntamiento, la Universidad o la Diputación… Me hubiera gustado mucho y no enseñar solamente la talla, si no el dibujo que es muy importante.
Entonces se acerca hasta su mesa de trabajo donde los lápices se disponen ordenados por dureza y tamaño, esa costumbre suya sorprende a conocido y foráneos confiesa. Debajo del mueble guarda boceto y copia de cada trabajo que realiza. Los dibujos hechos a mano muestran con precisión cada detalle, algunos de los pliegos de A3 tienen el color amarillento del paso de los años que han imprimido con tinta y esculpido con gubia su trazo en Javier.
Conoce y recuerda cada pieza
Sí, sí, a veces me puedo despistar
Algunas de las tallas que más aprecio le tenga. Reconozco por su gesto que es una pregunta difícil porque aprecia cada uno de sus trabajos como si fueran hijos únicos, aún así realiza un acercamiento al cometido.
Restauré el coro de la Catedral y Capilla Mayor. Alrededor de 1999 tallé es escude de los pueblos almerienses en cada banco de la Catedral. Fueron un encargo del canónigo Don Juan López Martín que consiguió que cada pueblo costeara un escaño.
El San Sebastián de Almería, está atado al tronco de un ciprés, una auténtica singularidad. “Un amigo carpintero de Lanjaron me regaló el tronco de un ciprés, no lo sabía pero está prohibido cortarlos. Cuando llegó el san Sebastián para restaurarlo pensé que quien mejor lo podía llevar”, dice el maestro.
El talento del artesano era tal que ingresó ingresó en la Escuela de Artes y oficios de Almería siendo menor. “Estudié dibujo artístico y ni siquiera tenía los años, entré por mediación de Don José Hervás que fue profesor de escultura en la Escuela de Artes. Cuando finalicé los estudios hice el servicio militar, después trabajé haciendo muebles para la familia Papis hasta que me establecí en mi propio taller”.
Entre las manos una figurilla del portal de Belén a la que da lustre y en reparación una representación de Cristo Rey sentado en el trono. La estatua –cubierta de pies a cabeza por una capa de temple que sellara la madera- espera hasta ser pintada, hay que hacer muchos cristales de colores hasta llegar al pigmento primigenio.
De su infancia recuerda un pueblecito al que considera un Belén viviente, Felix, allí se refugió su familia de la posguerra. El padre de Javier era patrón de barco, pero la vida le deparaba un destino diferente pues desde niño empezó a despuntar en el dibujo artístico.
A lo largo de su vida, ha tenido contacto con muchos de los intelectuales almerienses como José María Artero o Pérez Siquier, de este último guarda un retrato que el maestro de la luz le tomó, detrás de la imagen unas palabras con cariño de quien se reconoce entre iguales. También trabajó en el cine en los años dorados del Wester almeriense, ‘Lawrence de Arabia’ lleva sus puños.
Y en esto de preguntar, observar y tratar de llegar a las entrañas del conocimiento ando tomando fotos, cuando un viejo cliente entra por la puerta. “¿Qué me traes?, dijo Javier” y el hombre empezó a quitar trapos hasta descubrir el tesoro.