«Es la sensación de que te están mordiendo y…

El ayuno, la penitencia, la hermandad; hay quien se prepara una vida para sostener el peso de un trono y hay quien dedica su vida al otro. Quizás porque solo a través del ejemplo, hacemos camino. En un pequeño gimnasio de Roquetas de Mar, junto a un cartel pegado en el cristal de la entrada con dos contactos -Gema y Sidi-, recogen alimentos para familias necesitadas del municipio. Ella es roquetera; él, de Mali. Criados en una familia grande y humilde, trabajaron desde chicos para llenar la nevera. Ellos han nacido humanitarios y su gimnasio es una “sala de integración donde no hay ni blancos, ni negros, ni amarillos. Aquí somos una familia”, dice Sidi.  

“A los 9 años, trabajaba con mis padres en el bar, el Disco-Pub Andaluz, en Vícar. La hostelería arrastra mucho de la familia”, cuenta Gema Sánchez con media sonrisa dibujada en la boca, con el anhelo que se recuerda la infancia. “Mi padre era de El Ejido y mi madre es alemana. Cuando se casaron mi madre no llegaba a los 14 años, pero mis padres estaban locamente enamorados y ella no quiso volver a Alemania con mi abuela, que trabajaba allí en un hospital. Por parte materna, casi toda mi familia trabaja en el sector sanitario”. ¡Y de casta le viene al galgo, dicen! Así la almeriense estudió magisterio infantil aunque ha desarrollado su auténtica vocación a través del quiromasaje y la medicina alternativa. Las paredes de su consulta están alicatadas de títulos, formaciones de pilates, naturopatía, quiromasaje…

Gema Sánchez Ruiz. Foto por Melanie Lupiáñez

“Yo soy de Mali. Llevo aquí desde el 2005/2006. Vine a Europa con un visado para estudiar contabilidad. El visado es más barato que venir en patera, son 50 euros de un sello, solo que hay que hacer mucho papeleo. La gente no tiene paciencia para mover papeles. Cuando llegué a Alemania solo entregué el certificado de estudios de la Universidad de Bamako y listo”, Sidi Yaya Kanote habla así, seco, sin edulcorantes, una detrás de otra, sus cicatrices solo son marcas de vida.

“Todo nos lo luchamos y fuimos paso a paso hasta conseguir tener nuestro negocio, Black and White. Antes de conocer a Gema, trabajaba en las 200 viviendas en el gym de allí. Detrás de nuestra historia hay mucho sacrificio. Somos unas personas normales, los dos venimos de una familia pobre”, continúa el africano.

Sidi tiene un temperamento incendiario, maneja a la perfección el juego de miradas y basta uno de sus rayos fulminantes para que sus clientes lo den todo. Él no conoce la mediocridad. El noveno de 10 hijos, a los 7 años tenía que caminar 10km para llegar a la escuela. «El problema no era caminar, mi hermana y yo pensábamos si iba a haber comida cuando llegáramos a casa. Si llegábamos y no había, volvíamos por la tarde a la escuela y que no se notara. En mi casa no había luz y esperábamos que encendieran las farolas para estudiar».

Sidi durante una clase de baile africano. Foto por Melanie Lupiáñez

A los 23 años, trabajó en la aceituna, sin saber ni lo que eran. Durmió en la calle, aunque las señoras le ofrecieran cobijo a cambio de favores sexuales e iba a la Iglesia para que le dieran comida. Es un negro enorme y musculado que narra su vida sin lugar a gilipolleces, será que lo lleva impreso en el nombre. Sidi: el señor, como designaban a los régulos de las taifas andalusíes.   

Pero, ¿cómo arrancó el proyecto Black and White? 

Hace 5 años, Gema empieza un proceso de adopción de un niño africano y entre los requisitos le exigen que el lugar de trabajo y su vivienda sean independientes. “Sé que no voy a cambiar el mundo adaptando un niño pero allí la familia es sagrada; cuando los niños están en orfanatos es porque no tienen realmente a nadie, han agotado todos los recursos. Solo quiero ofrecerle lo mejor que le pueda dar y calor humano”.

Los dos profesionales querían trabajar por su cuenta y “a nivel de trabajo siempre nos entendimos”, dice Gema. Así, hace 2 años se instalaron en Roquetas de Mar Fitness y Quiromasaje Center.

Sidi, ahondando más en tu historia, ¿saliste de Mali con la idea de trabajar o de estudiar?

«Yo salí con la idea de ayudar a mi familia. Si había posibilidad de estudiar se hacía pero lo principal era ayudarles. Salí con mi visado -que fue más fácil de conseguir- porque mi padre trabajaba en mantenimiento del Consulado de Alemania en Mali. Soy el primero de los hermanos en salir de África».

«Los inmigrantes entran más por los aeropuertos que en patera. Lo que pasa es que la gente que viene de patera, llega la Cruz Roja, los graban las cámaras y parecen más… Quien cruza en cayuco gasta muchísimo dinero para venir. Uno sale de Mali, se va a Argelia, si los polis de allí te pillan, te devuelven a Mali; luego, otra vez a intentarlo; de Argelia, a Libia o Marruecos… Si no tienes dinero, ¿cómo comes allí tantos días?… Luego otro gasto para cruzar a Europa en patera».

«Son los policías y los militares marroquíes los que hacen las pateras, si no quieren que tú entres, va a costar. Es una mafia. Además, el Gobierno de España sabe que aquí hay más viejos que jóvenes y necesitan inmigrantes. Es la sensación de que te están mordiendo y luego te soplan…»

«Es una mafia a la que le interesa que haya guerra en África para que los pobres salgan. Hacen el trabajo sucio de aquí, los que la gente joven no quieren hacer».

África es riquísima, no necesita ayuda de nadie. Lo único que necesita es que nos dejen vivir, tanto Europa como América, que no nos vendan más armas. Los hermanos matándose los unos a los otros y, ahí, aprovechan los demás países para robar, ningún país de África fabrica armas. Tenemos todas las materias primas, oro, diamantes…”

Retrato de Sidi Yaya Konate. Foto por Melanie Lupiáñez

Gema, ¿de dónde te viene esta vacación tan humanitaria de ayudar al otro?

Se encoje de hombros y sonríe, no tiene frío, pero junta las palmas de las manos y las mete entre los muslos. ¡Qué vergüenza siente el humilde cuando se le reconoce una bondad! “Pues no lo sé, desde pequeña en el bar de mis padres ya ayudaba. Empecé a dar clases de español a inmigrantes a los 16 años en el Solanillo y desde entonces; ahora estoy en Centro Áfrika, voy dos veces en semana a dar clases. También hago ayuda a domicilio con gente mayor y discapacitados, aquí no paramos”.

Los dos rompen a reír, no es por avariciosos que trabajen en mil sitios, es por inquietud. En el centro también preparan a adolescentes atletas a un precio razonable a sus bolsillos.

Gema siente verdadero amor por el continente africano. Ha visitado Marruecos, el Sáhara, la zona Bereber, Senegal, “de verdad que no tienen nada y te lo dan todo. Siempre he viajado así con mi mochila, a veces les daba lo que llevaba. Depende como vayas así te van a tratar, ¿Qué me iban a pedir?”. Señala su ropa, para señalar que sin lujos en la mano izquierda lleva una pulsera del continente negro pero el enigma lo guarda en sus ojos. Intuye más que habla, son equilibrio, el tao.

 ¿Por qué el nombre de Black and White?

Gema se ríe: “no es tan obvio como parece, lo que la gente cree. Es un juego de palabras que se le ocurrió a mi padre. Ya había empezado el proceso de adopción y entonces él salió con eso, que fuera algo gracioso decía. Cuidé de mi padre hasta que murió y pararon el proceso de adopción un año porque ese es el protocolo después de una pérdida. Pero esperemos que llegue pronto”.

Aparte, trabajáis de otra forma en el gym, ¿no?

“Tenemos implementos pero no muchas máquinas de sala. Utilizamos accesorios, la única máquina es un cuerpo. La gente lo que necesita es definir su cuerpo, si tú no eres capaz de llevar tu propio cuerpo, mal vamos.»

«Esta mañana teníamos a Juan ‘el carnicero’, llegó pesando 160 kg y ahora pesa cerca de los 90kg. Nunca había hecho deporte y está superando su reto. Cuando va a las tiendas flipa porque puede comprarse ropa. También hay un hombre de 80 años que vino que no se podía mover, ya ahora está hecho un toro. También te digo, la gente que viene aquí va a sufrir. A la hora del trabajo, nos tomamos las cosas muy en serio. Ella tiene más paciencia que yo”. Sidi de nuevo dejando claras las cosas.

Clases de baile africano en Black and White. Foto por Melanie Lupiáñez
 

Cada cual se las busca y este maliense ha actuado en Éxodus, Mar de Plástico y algún otro título, portero de discoteca… Pero lo que más le gustó fue hacer de rey mago en la cabalgata de Almería un año. “Fui el mejor rey mago negro”. Me retuerzo de la risa todavía porque de todos los méritos que puede colgarse, ese es para él el más célebre. Por las mañanas, trabaja como intérprete en la Oficina de Extranjería de la Policía Nacional, entrenaba a un inspector de policía y ese fue el puente, claro que habla 7 dialectos africanos, español, francés y se defiende en inglés.

Otra cosa que me sorprende del africano es que va a su país en coche y tarda como 3 o 4 días, ¿por qué? “Porque en el avión solo puedo llevar 40 kilos pero el coche lo llevo cargado de cosas para ellos”. En fin, y yo que no sé qué ropa ponerme. 

¿Cuál es vuestra próxima meta?

“Ojalá que tengamos salud, porque con la salud se puede hacer de todo”, así finaliza Sidi.

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