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El arte de la paz según ‘Guardias Civiles Solidarios’

Miembros de la asociación ‘Guardias Civiles Solidarios’

¿Saben esa frase tan poética pero al mismo tiempo tan escalofriante: ‘El arte de la guerra’? Se han llegado a escribir libros, ensayos, artículos y hasta películas con ese telón de fondo y con una gran aceptación por la sociedad. Menos mal que en el mundo existen los antónimos y algo tan horrendo se puede volver tan bueno como ‘El arte de la paz’. Y yo añadiría: de la solidaridad.

Cuatro guardias civiles y 470 socios aúnan esfuerzos titánicos en la asociación ‘Guardias Civiles Solidarios’ donde organizan campañas solidarias internacionales. Aunque no hay que irse muy lejos del país, ni siquiera de la provincia para ver cómo se refleja este buen acto dentro de Almería. Junto a las Hermanas Araceli, esta asociación ayudó en los asentamientos chabolistas de Níjar a que 3000 personas de origen subsahariano pudiesen tener una bicicleta con la que pudieran acudir al trabajo y con ello mejorar sus condiciones de vida. “Es todo un orgullo porque ayudan tanto a los que están aquí como a los familiares del país de origen”, explica el presidente, José Cabrera.

“Realmente, llevamos la ayuda a donde la necesiten, a lugares que no aparecen en los mapas”, dice su responsable. Están en operativo desde 2003 y durante la crisis del COVID han repartido más de 3000 batas sanitarias lavables, han reconstruido bibliotecas en Ecuador, llevado ollas a Nepal, comida a Lorca y organizado unos rastrillos solidarios para quitar las cenizas del volcán de La Palma. La ayuda llega, pero siempre falta apoyo institucional y sobra intervencionismo del Estado.

Ustedes son un cuerpo de élite, ¿cómo comenzó todo?

“Todo empezó con la Guerra de Kosovo los compañeros regresaban y preparaban cajas con zapatos, ropa, juguetes… Porque era invierno y los niños andaban por la nieve descalzos. Decidimos agruparnos y entre 4 comenzamos a hacer una campaña para llevar un envío humanitario grande”, expone el presidente.

Eran finales de los 90 y el comunismo en el viejo contiene tocaba techo. El  cruel enfrentamiento civil sostenido durante dos años en el tiempo (1998-2000) convirtió a la región serbia en la zona con más desplazados internos de Europa, la OTAN estableció que alrededor de 1,45 millones de personas. En aquella situación 4 Guardias Civiles de Granada aunaron fuerzas para enviar ayuda humanitaria a Kosovo.

“Cuando fuimos a Kosovo nos instalamos en la base militar de la ONU, logré que nos pusieran un avión de carga ruso, un Tupolev. Donde vamos nos tratan bastante bien, movemos embajadas, consulado, ejército, policía”.

Exactamente, ¿cómo es vuestro ‘modus operandi?

«Estamos viendo la tele y lo mal que está La Palma entonces decidimos hacer algo por ellos. Hablamos con el puesto de mando y directamente por medio de una compañera Guardia Civil y así hemos enviado sobres de alimento y unos inventos de aluminio que hemos hecho para retirar ceniza.»

«Los países del extranjero te abren las puertas, no ponen reparos, sin embargo, en España siempre son los medios oficiales. Parece que si aceptan ayuda exterior es a causa de que el Gobierno no sea capaz de gestionar la crisis. Hay un descontrol bastante grande, aunque nos pusimos en contacto a través de organismo oficiales fue nuestra compañera Guardia quien nos hizo de puente porque con contestaban a los correos electrónicos, la verdad que no sabemos muy bine qué está pasando.»

«También trabajamos en nuestro país a parte de las campañas internacionales, durante el terremoto de Lorca llevamos dos trailers de comida.»

¿Cuando hay un lugar afectado se ponen en contacto con ellos y les pregunta qué necesitan?

«Sí, por ejemplo, prestamos ayuda en el terremoto de Ecuador en 2016, solo nos pedían libros y ordenadores. La catástrofe había derrumbado todas las bibliotecas y para ellos son muy importantes porque mantienen a los niños fuera de las calles. Imagina lo que es llenar dos contenedores de barco de libros.»

¿Todo esto cómo lo vivís a nivel familiar?

«Nuestra familia claro que sufre cuando nos vamos fuera, imagina cuando visitas países como Honduras donde cada segundo muere una persona. En el país latino íbamos de la mano de la policía, ejército y un cura español. Nos quedamos tirados 2 días en mitad de la selva sobrevivimos comiendo mantecados y agua, era la ayuda que llevábamos para aquella zona. Nos quedamos 2 militares y nosotros, uno lesionado porque un cable de acero le sesgo el brazo. Una gente que vivían en unos cafetales que comunicaron por silbidos a una compañera de otra ONG de Barcelona que unos españoles se habían quedado tirados y así nos encontró la policía.»

«A los dos días apareció el camión grúa que nos costó un pastiza, sacó el camión del ejército que llevábamos pues se le había ido la transmisión, es aventura fue en el 2019. Cuando llevas ayuda como el material hospitalario que vale mucho dinero, somos el objetivo número uno de las mafias. Por eso vamos con escolta militar, policía.»

«En Honduras estaba todo muy mal y es un país muy pobre. Allí, si no estás en la droga, prostitución o matando gente, pues poco hay que hacer. Pusimos a funcionar un colegio entero con ordenadores, libros, donamos ropa, calzado…En el hospital militar que está en la capital y otros pueblos de los alrededores cedimos máquina de rayos, máquinas oxígenos, incubadoras que nos dio el SAS.»

¿Qué es lo que más le gustan de hacer estas campañas solidarias?

«La capacidad que tiene el ser humano de hacer cosas imposibles, de creerte lo que vas a hacer, ponerte manos a la obra y ver cómo sale adelante. Cuando te ves enredado todo el mundo se suma, todos colaboran.»

«Cualquiera pude ser socio. La cuota es pequeña, 20€ al año -que, además, te desgravas en Hacienda y te devuelven 15€-. Trabajamos toda la junta y cobramos 0€. Los asociados nos apoyan, tenemos contactos y miramos lo que hay que llevar, lo que nos piden. Contabilizamos, registros en palets y cajas numeradas. Además, tenemos esa facilidad de llegar donde queramos, llegamos a sitios que no existen en los mapas. Hacemos nuestro turno y todavía nos quedan fuerzas para seguir hasta llenar dos trailers de ropa durante nuestro tiempo libre.»

«Es muy duro hacer campañas buscar ropa, juguetes, zapatos mirar que todo esté bien plastificarlo, numerarlo, a la vez hay que hacer gestiones con los barcos, los trailers, la burocracia… Después hay que buscar mucho dinero porque una campaña internacional tiene un gran desembolso como mínimo 6000 euros se van en billetes y enviar el cargamento, entonces tienes que enviar algo que tenga mucho valor.»

¿Cuál ha sido una de las misiones más difíciles que recuerde?

Después de recapacitar un rato contesta: “Cuando estuvimos en Nepal a causa del terremoto que hubo en 2014 tuvimos que llevar todo a mochila, estuvimos 12 días, los transportes eran imposibles y llevar la ayuda hasta Nepal más aún porque la frontera con India está cerrada a causa de enfrentamientos políticos. Llevamos dinero en efectivo con el comité de reconstrucción del valle de gantan nos dieron proyectos comprábamos el material por la zona activamos el comercio local y apoyábamos la construcción de casas que el comité nos decía lo que costaba y así nos gastamos el dinero. Llevábamos unos fajos de billetes, compramos muchas hoyas a presión que era fundamental para ellos, como 300 hoyas ahora cárgatelas a la espalda y vete andando a 4000 metros de altura. Dormíamos en cualquier sitio.»

En su página web se ve la ayuda que han prestado durante la pandemia del COVID-19…

«Con el COVID, empleamos toda nuestra fuerza en España; entregamos 9 toneladas de material sanitario. Hicimos una red de personas en Granada que hacía batas, gorros, patucos… de todo, y los entregamos en Ávila, Valladolid, Madrid, toda Andalucía.»

Un total de 8000 metros cuadrados de tela para confeccionar 3378 batas lavables, según los datos que aportan en el portal web de la asociación.