Europa

“No pueden cerrar un país entero” de cómo Brasserrie…

Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro; los mandamientos del poeta cubano José Martí en la vida del hombre. ¿Pero qué hay que considerar para creer que una vida merece la pena?

Esta es la historia de una joven pareja holandesa que viajaba por el Mediterráneo en barco, habían dejado atrás su negocio en los Países Bajos para tomarse unos años como marineros y en la isla de Ibiza se plateó la siguiente encrucijada: ¿Córcega o Roquetas de Mar? Se decantaron por la segunda opción y así es como Carolina Rozendaal y Jaco Mudde, los dueños de la Brasserie Panini, se instalaron hace 20 años en el municipio almeriense.

Todo empezó en la avenida del Mediterráneo, allí abrieron un cibercafé a principios de los 2000. La filosofía era sencilla, café e Internet a bajo precio, todavía ni había llegado el euro. Tenían 3 líneas de teléfono que conectaban y desconectaban cuando los clientes necesitaban acceso a la red. Carolina transmite con su español de fuerte acento las vivencias de esos primeros años. “Nos fue muy bien, todo el mundo necesitaba Internet, estaba lleno de extranjeros” y señala la esquina contigua a su brasserie para indicar el lugar exacto donde se ubicaba el cibercafé.

En aquella primera ubicación, tomaron contacto con los clientes locales y empezaron a ofrecer costillas, sate de pollo y algunas delicias flamencas que enganchaban a los paladares de quienes se acercaban. El precedente para lo que hoy sería el restaurante con 437 referencias en TripAdvisor en 3 lenguas distintas y una puntuación casi perfecta.

“La hostelería es mi sangre”, dice Carolina que desde los 24 años es responsable de sus propios negocios. “Cuando empecé a los 24 años en mi país no podía tener un negocio, mis padres firmaron por mí”. Seis años después, harta de aguantar la rutina del bar, decidió emprender el viaje que la traería a este rincón del mundo.

¿Carolina cómo conoció a Jaco?

En el bar, él era mi cliente y empezamos una relación. Lo veía que venía cada noche y no hacía nada, entonces le dije ven a trabajar en el bar. Él dejó su trabajo y empezó a trabajar conmigo y así.

Carolina y Jaco al frente de Brasserie Panini

Recuerda cómo el principio del milenio los trató bien y cuando el ADSL se instaló en la mayoría de los hogares no les quedó otra opción que reinventarse. Así nació Panini´s, frente al hotel Playa Luna, una zona que era un auténtico hervidero de gente en los meses estivales. Y el empujón del fútbol era siempre un plus. Como la terraza del local era grande y estaba bien situada la hostelera pensó rápido.

Carolina fue al banco a pedir 1000€ para comprar 3 pantallas enormes e instalarlas entre la terraza y el bar durante el mundial de 2010, cuando España ganó a Holanda, asiente con la cabeza la protagonista en el gesto de disgusto, pero continúa con el negocio. El banco no estaba por la labor, pero la suerte estaba de su lado. Un cliente que había detrás la escuchó fue al cajero y prestó el dinero a Carolina que tardo dos semanas en saldar su deuda. Después del mundial de fútbol, sorteó las televisiones en un bingo entre los clientes, una de las pantallas llegó hasta el restaurante actual. Hoy reposa en la zona destinada a los niños antes del COVID.

“Eran los niños quienes elegían venir a comer a la Brasserie porque tenían juguetes para ellos, sus mesas, pero ahora como está todo…”

Sate de pollo la salsa es de cacahuete

¿Cómo habéis sobrellevado la pandemia?

“Del COVID no quiero ni hablar”, dice Carolina, y aguanta el gesto donde la mueca de la boca delata un mal trago.

Recuerdo el sábado 14 de marzo del año pasado perfectamente, cuando me dijeron: tienes que cerrar. Yo repetí 1000 veces no pueden cerrar un país entero. Me parecía raro que mis colegas pusieron el mobiliario dentro.

Durante la cuarentena la gestoría nos preparó un pase para que viniéramos al restaurante a limpiar, a ponerlo bien. Estoy acostumbrada a trabajar, no podía sentarme en el sofá 24h, nunca lo he hecho en mi vida.

Cuando reabrieron en junio estaba bien, pero en julio se fueron los extranjeros y…

Nunca hemos tenido problemas con los bancos en estos 20 años, pero hemos tenido que pedir un préstamo y ahora estaremos 10 años más aquí y yo ya tengo 56 años.

Es una realidad a la que se están enfrentando muchos hosteleros y a Carolina le pesa tanto como a otros, sus raíces se han extendido por nuestro pueblo donde ha criado a su hijo, ahora adolescente. Porque la mujer considera que los niños necesitan tener un lugar estable, la pareja no tiene pensando mudarse o volver a su país, han hecho de Roquetas su hogar.

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