Latinoamérica

“Por miedo no te realizas”, Emilio Torres, escultor mexicano

Caminar al filo de la navaja, hacer del infierno tu hogar, ser la oveja negra, que tu amor propio te devore como el vórtice de un agujero negro que se traga todo a su paso. Que la mierda te llegue al cuello, la manga larga te vista en verano, la aguja se convierta en tu elemento y te conviertas en un referente.

Retrato del artista mexicano. Foto por Melanie Lupiáñez

El sodio de las farolas empieza a teñir de amarillo la calle mientras caminamos hacia el estudio/consulta de Emilio Torres. Los dos vestimos de negro riguroso, él lleva una bomber muy chingona, unas Doctor Martens y una camiseta con una calavera. “Llevo un punk dentro”, asegura el escultor, caracterizador y terapeuta mexicano que hace 3 años llegó a La Aldeilla (El Ejido) por amor. Nos observo flacos, enlutados, rápidos de movimientos y pienso que parecemos dos cuervos pero solo somos ovejas negras transformadas.

“Al parecer las ovejas negras somos los que sanamos la familia. Rompen con la herencia antropológica, la cultura. Yo fui la oveja negra de mi familia y a día de hoy soy referente para mis hermanos. Soy el menor, tengo 3. Te hablo con la autoridad que me da el fracaso, yo era un caso perdido para mi familia. Mi padre me dijo que respetaba mi decisión de drogarme pero no en su casa. Viví durante un año en la calle hasta que por mí mismo tuve la voluntad de salir, por supuesto con su apoyo.» Antes de los 25 años, había dejado de consumir y comenzó una exitosa carrera como escultor y caracterizador de cine y teatro.

Unas Dctr Martens de la coelcción de Emilio Torres. Foto por Melanie Lupiáñez

“Gracias al trabajo que realicé, pude desarrollar un trabajo altruista. Como sociedad nos tenemos que implicar y yo, principalmente, en la salud. Lo hice porque afortunadamente lo tuve que vivir y gracias a ese proceso aprendí mucho, me pude realizar y ayudar a otros.» «Ayudar a otro, te ayuda a ti mismo. En México, pude hacer algunos centros, lo que llaman aquí comunidades terapéuticas sin fines ni ánimo de lucro. La comunidad se llama Diversidad Mental y a día de hoy contamos con 25 centros en México, EEUU y Centroamérica. Son centros que trabajan por sí solos, con aportaciones simbólicas, ayuda de las familias”. En la actualidad, coordina los programas de las clínicas desde España y tiene un nuevo proyecto en mente.  

“La intención ahora es hacer un centro aquí, de la misma forma que funciona en México, con el fin de ayudar a las personas que tienen algún problema de adicción. La localización sería por Cabo de Gata”. Torres estudió psicología y cursó un máster especializado en Ansiedad y Depresión en la UAL. Sus compañeros de carrera en su tierra patria lo llamaban ‘tío’, una forma cariñosa de denominar al señor con quienes compartían aula.

“¿Sabes por qué consumía?” El artista me mira, levanta su dedo índice y contesta a su propia pregunta: «porque tenía una gran necesidad de amar y ser amado, es una necesidad humana. Nietzche dice en ‘Así habló Zaratustra’ que ‘nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar’, cita Emilio.

Emilio tú que has empezado de cero tantas veces, te has caído y has vuelto a levantar, ¿qué le dirías a la gente que tiene miedo?

Siempre existe el miedo a mostrar quién eres, por miedo no te realizas. Hay quien le tiene miedo a las ratas, otros a las arañas, las alturas, algunos le temen a la muerte pero, ¿sabes quiénes son los más tristes? Los que temen a la vida, a vivir, a que te salga bien.

Emilio Torres al natural. Foto por Melanie Lupiáñez

Este discípulo de Jodorowsky -a quien tuvo el placer de conocer, tomar de sus enseñanzas y aprender a transformar a partir de actos psicomágicos- comprende que no hay otro principio más que la transformación. “No puedo combatir el mal con más mal, no puedo combatir la violencia con más violencia, tengo que transformarlo. Cuando siento envidia por alguien, tengo que transformarlo en admiración; pregúntarle cómo lo ha hecho. La idea de la psicomagia es un despertar de la conciencia que tiene que ver con la transformación. Algunas situaciones de la vida te ayudan a transformar.»

Y un claro ejemplo es…

Cuando una persona dice que se viene en crisis. Esto significa cambio y es la mejor oportunidad para modificar tu vida. La modificación no es una obligación hacia el cambio, sino estar consciente de que lo que has hecho antes no te ha funcionado.

Como ejemplo de vida, pone a uno de sus pacientes que con el tiempo se ha convertido en amigo. “Vive en Carboneras, sale todos los días a hacer una ruta; le dije que comprara una cámara y documentara su proceso de recuperación. Al principio, solo eran fotos pero ya acompañan también sus pensamientos, cada día le comparten más seguidores en redes sociales; gente que vive en Almería y ni siquiera conoce los lugares que él inmortalizaba y le preguntan.»

“La cuestión es: ¿te gusta?, ¿lo harías sin que te pagaran? Todos somos buenos para algo, que nos sintamos unos buenos para nada es otra cosa. Tiene que ver mucho con nuestro estado de conciencia, no creemos en nosotros.»

Y eso mismo le pasó a Emilio. Buscó en su interior su habilidad más notoria y rozó con cariño la belleza de la escultura; siempre impregnado en las ganas de un cambio y sin miedo al parecer.

La muerte de bolsillo. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Cómo fue empezar de nuevo en España?

“La cultura es algo similar, quizás la gente es más fría aquí. Conocí España en 2004-2005.” El artista visitó la península como premio a un concurso organizado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y cursó una especialidad en la Escuela de Artes de Barcelona. Unos colegas mexicanos estaban haciendo una producción: “se me invitó a que hiciera los moldes y modelos de unas máscaras que iban a ser el prototipo de algo que yo desconocía pero que con los años fue muy famoso, El laberinto del Fauno

“Al principio, me tuve que acostumbrar a trabajar diferente porque con humedad el material no se comportaba igual. Dicen en argot mexicano que hay que picar piedra; como no le temo a eso, agarré mis piezas, las metí en una maleta y me fui por todos los estudios, restaurantes, lugares que veía les podía interesar mi trabajo y les ofrecía. Tanto fue así que se acabaron las llantas

Detalle de una de las ruedas de la maleta gastadas. Foto por Melanie Lupiáñez

“Mi primer cliente fue el tatuador, Marius Deac (Optimus Ink Tattoo); y no era tanto por el dinero, sino porque necesitaba volver a sentirme útil y productivo. Él fue el referente para que comenzara de nuevo, me reconoció; podía ver sus ojos cuando sacaba un cráneo y otro, en 10 minutos se lo vendí todo. Le dije: ‘hermano es buen precio el que te estoy dando’, él contestó: ‘cada quien le pone el precio a su trabajo’. Lo cito a él, pero es uno de tantos.» Torres habla con el énfasis que cada palabra merece, un tono que mantiene en vilo al oyente.

En el estudio de tatuaje de su amigo hay un dientes de sable réplica idéntica del tatarabuelo de los felinos que se expone en el Museo de Arte Natural de Nueva York. Emilio tuvo la oportunidad de clonarlo una vez que lo bajaron para limpiarlo. Le valió el arresto en una terminal de Barajas… La sensibilidad del material que utiliza es tan alta que incluso copia el número. El escultor llegó al aeropuerto de Madrid con sus cráneos, los policías llamaron a un experto para verificar que era una imitación. Gracias que el mexicano siempre deja unas trampas para salvarse el culo en casos como estos.   

Cráneo de cocodrilo. Obra de Emilio Torres. Foto por Melanie Lupiáñez

Sus exposiciones más destacadas son Mexicráneos, El Altar y una firme línea de trabajo con los huicholes para visibilizar a la comunidad mexicana y potenciar sus ingresos. “Hace 15 años que empecé con los cráneos porque un cráneo es igualador, no sabes si es hombre, mujer, su procedencia…” La primera de las exposiciones tuvo gran acogida en su país natal y pretende repetirla en España como una forma de unificar a través de la intervención de sus cráneos por artistas multidisciplinares.

En cuanto al Altar, es sin duda su joya, el artista se siente muy orgulloso de esta transgresión. A Emilio le venía de pequeño la profesión impresa, su familia se dedicaba al arte sacro, hacía imágenes de forma artesana para los templos. Con el paso de los años, encontró su camino y reinterpretó la forma de ver a las vírgenes o los santos imponiéndoles cráneos de gorila, por ejemplo. “Se me fueron muchos clientes, pero los que entraron…” Torres agita la mano en el gesto de decir que eran muchos y muy buenos.

Emilio Torres muestra una pieza de El Altar a Javier García nuestro cámara. Foto por Melanie Lupiáñez

¿Algún trabajo que te haya gustado en especial?

Pues todo el trabajo. Para mí no es trabajo, se convierte en mi pasatiempo, algunos lo llaman hobby. Hago lo que amo y aún me pagan todavía por eso. Siempre lo digo en tono de broma, ha de ser horrible trabajar para aquellos que tienen que levantarse temprano, ir a una oficina. Las dos profesiones que realizo las disfruto mucho.

«He hecho muchas cosas pero una de esas que siempre suena muy chusco es que, en una ocasión, me contrató una compañía de cine para adultos afincados en Miami. Yo estaba especializado en ‘life cast’, una forma de impresión directamente al cuerpo. El trabajo consistía en sacar las partes íntimas de actrices para poderlos hacer como juguetes eróticos. Hice 31, uno cada día, tardaba 2 horas y me pagaron muy bien. Fue muy divertido y aprendí muchísimo», rememora el escultor.

De mente y cuerpo inquietos, no puede parar de hablar confiesa pero, sin embargo, puede escuchar y esa es su terapia, otra forma de transformación. Supongo que es una fuente grande de conocimientos, tiene mucho que decir y el tiempo es finito.

“Tengo un proyecto artístico en mente, necesito escandalizar, ya llevo mucho tiempo sin hacerlo y me da…” Aprieta el puño fuerte y se lo acerca a la cara, le da power, como la canción de sus compadres que acompaña el vídeo.  

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