Los sabores hindúes en los paladares roqueteros
- 27 de diciembre de 202029 de noviembre de 2021
- por Melanie Lupiáñez
Hasta la Urbanización de Roquetas de Mar llegó un día de 2016 un sij de India, Laddi Singh, acompañado por su familia. El propósito era abrir un restaurante de comida tradicional India en un pueblo donde hay censados 27 compatriotas. Pero contaban con la bendición de la comunidad británica, bastante numerosas en el núcleo urbano, además del hambre por nuevos sabores de la población local.
Gracias a sus buenos haceres en los fogones y a los votos de los comensales han obtenido la excelencia Trip Advisor durante dos años consecutivos. (Puedes reservar aquí).
“Al principio nos decían que no iba a funcionar que por aquí solo había bares de tapas y que dónde íbamos nosotros con el restaurante. Además, yo nunca había sido camarero, siempre fui electricista, pero hablo con la gente, la invito a cerveza, y el cocinero es muy bueno. Ahora cada domingo vienen clientes de Almería y de todas partes, porque no hay restaurantes típicos hindús por aquí, pakistanís, kebabs eso sí”, cuenta el dueño quien a pesar de llevar 18 años en nuestro país se siente más cómodo en inglés.
El local es una pequeña parte de India a través de los 5 sentidos, las paredes son de colores, como las especias que aderezan la comida, a través de la televisión se ve y oye un canal de música tradicional, desde la cocina salen los olores que anuncian un buen paladar y si observas puedes ver cuadros de Khrishna o una estatua de Ganesha. En la pared del lateral; un cuadro del Taj Mahal y la distinción del público enmarcada se encuentran rodeadas por caminos de post-it de colores que portan los nombres de los clientes y la fecha de las reservas.
Spice Hut, la casa de las especias, un truco de marketing que podemos asociar a una conocida cadena de pizzerías. El electricista hindú siguió su instinto con la ayuda de un amigo chino, algo de ahorros y el apoyo familiar. “Todo estaba muy mal, lo arreglamos entre mis hijos y yo”, cuenta el hostelero.
Amrit (24 años) y Ravneet (20 años), son los hijos que trabajan en el restaurante. El mayor de los hermanos forma parte del equipo de cocina, mientras que el pequeño atiende las mesas. Los chicos fueron los primeros en venir a España, hace 8 años, después llegarían la madre, Charanjit Kaur (46 años) y la hermanita, Gurpreet Kaur (15 años). Cuando el padre obtuvo la nacionalidad después de 10 años de residencia necesitaba una nómina alta para traer a toda su familia, 900€ para la esposa y 300€ por hijo, no quedó otra que ir poco a poco.
Todos los varones de la familia se apellidan Singh y las mujeres Kaur, estos nombres tradicionales hacen referencia a la fuerza de espíritu, leones y princesas fuertes. La razón es religiosa, esta familia es sij, una religión que surgió en su provincia natal, Panyab, en el siglo XV. Tradicionalmente los hombres dejaban crecer su barba, portaban un cuchillo, turbante y jamás se cortan el pelo. Su dieta es vegetariana y no toman alcohol, pero si vais por el restaurante veréis una cara mucho más actual.
¿Celebran la Navidad?
Tradicionalmente no, pero si vienen amigos al restaurante pues sí celebramos con ellos y tomamos algo por la noche. Nuestras fiestas tradicionales son Holy, Divali…
Holy es la festividad primaveral de polvos de colores, Divali es el ‘Festival de las luces’ por el que dan la bienvenida al año nuevo hindú, suele ser entre mediados de octubre a mediados de noviembre, la fecha varía porque depende de las lunas.
Hay una estatua de Ganesha y un cuadro con Krisha…
Sí, pero nosotros (los sijs), tenemos otros santos. Tenemos un templo sagrado, el Templo de oro que cada día da de comer a 100.000 personas, solo vegetal claro.
Laddi tenía 26 cuando partió de India, dejó allí a su joven mujer y se fue a ganarse la vida en Dubái.
Me preparaba para ser militar como mi padre, había hecho la teoría y la práctica, solo necesitaba la carta de recomendación de mi padre, pero él estaba en Sri Lanka herido en un hospital, había ido a la zona por un conflicto, no me pudo enviar el documento y después de 4 meses me fui a Dubái como electricista en los rascacielos.
Normalmente los obreros que trabajan Emiratos Árabes duermen en unas ciudades aparte para que no se vea la mano de obra y suelen estar en malas condiciones.
Bueno si te toca una empresa buena duermes en un sitio bueno, te dan comida, ropa, si te toca una mala, mal, duermes en un sito así de madera…
Y a usted ¿cuál le toco?
Una mala…Laddi cuenta la historia entre risas, los tres primeros meses no me pagaron, tampoco me daban comida, si no iba a trabajar un día al día siguiente tampoco cobrara. Hay mucho rollo allí.
¿Cómo fue que llegó hasta España?
Vine en avión, mi hermano sí que lo tuvo difícil, primero pasó por Turquía, entre las montañas… Yo no tenía pensado venir aquí, durante unas vacaciones en India, después de 4 años en Dubái unos amigos me hablaron de esto y probé.
Fue un poco difícil, primero en Lloret de Mar con unos familiares de mi mujer y después fui hasta la Manga del Mar menor porque el hijo de una vecina de mi madre tenía allí un restaurante. No me cogió el teléfono a pesar que lo llamé durante 4 días, pero me personé en el restaurante, allí conocí a un camarero bueno y poco a poco me fui ganando la vida.
Me costó mucho aprender español trabajé como camarero dos meses. Un día el dueño del restaurante me dijo que era un “machote” y en mi idioma se parece a una palabra muy fea, hasta que no llegó una compañera y me dijo que era positivo…que cabreo. Por eso siempre ayudo a los hindús que viene aquí, no quiero que lo pasen mal, mis hijos a veces me dicen ‘pero papá’, llevo así toda la vida, tengo 48 años ya no voy a cambiar.
Cuando se estableció en Alicante trajo a su familia a España ahorraron durante 8 años. Entonces Manolo, un amigo chino de la familia le habló de Almería y vinieron a esta tierra. Laddi da fe de lo español que es el asiático que lleva 20 años en esta tierra y está casado con una española, así que su nombre chino es casi anecdótico. Los hindúes se establecieron primero en Albox, porque hay una comunidad grande de ingleses, pero después de un tiempo no fue como esperaban, buscaron un local y desde entonces se establecen en Roquetas.
¿Laddi que le gusta de vivir en Roquetas?
Todo es bueno, el clima, tengo muy buenos amigos más que en India, nadie se pelea por tonterías… me gustaría volver a India, llevo muchos años viviendo aquí y soy hindú, pero ya veo que va a ser imposible está aquí toda la familia. Mi hijo pequeño es el más moderno, va al instituto y hace cosas como todos los españoles. Roy antes de trabajar en el restaurante me preguntó qué iba a ganar y es el primero en reclamar la nómina a principio de mes.
Además, me gustaría traer a mis padres de visita, que vean la vida de aquí, el mar.
¿Sus padres nunca han visto el mar?
Laddi vacila un momento y responde: mi madre creo que no
Laddi toma su smartphone y muestra fotos de su familia en la boda del hijo mayor, Amrit, que tuvo lugar el año pasado en Punyab. Aparecen vestidos con los elegantes trajes tradicionales, turbante en el cabeza ellos y ellas un velo. Las manos de la novia están
decoradas con henna. Cuenta el protagonista del relato que festejaron por días, todo el pueblo estaba invitado, fueron dos amigos españoles de la familia. “Los españoles por allí con su turbante bailando borrachos. Había dj, muchísima comida, se bebieron 39 botellas de wiski en 3 horas” y se parte de risa.
¿Quién pagó todo?
Yo, lo pagué yo
Con una cita de Mahatma Gandhi que ilustra a la perfección el crisol de religiones que conviven en India. Una sociedad colorista, de sabores cálidos e intensos, con más de 330 mil dioses, y casi 100 años de Raj Británico que han dado como resultado una sociedad flexible, de gentes amables y observadoras. Dejemos que las palabras del pacifista despidan la entrevista de hoy:
“Me considero a mí mismo hinduista, cristiano, musulmán, judío, budista y confuciano”