«Hay que saber valorar a alguien, no hay que…
- 21 de marzo de 202129 de noviembre de 2021
- por Melanie Lupiáñez
La persona y el ser, una aproximación a la esencia; el primer concepto tiene que ver con las cualidades que mostramos y el segundo con la materia que nos compone, ese yo no sé qué que cada cual traemos al mundo. Harchi_vlogs o de cómo Isam Harchi construyó un personaje que lo llevó de la supervivencia laboral al olimpo de las redes sociales.
Todo empezó hacia el año 2018, Isam pasaba la campaña de la aceituna en Córdoba y se le ocurrió grabarse, una suerte de diario a la cámara. Pronto las visitas crecieron y el personaje comenzó a forjarse, nació @harchi_vlog el agricultor loco que viaja por el mundo y muestra a la comunidad árabe cómo vive un marajá de los bancales.
Nacido en Marrakech en 1998 pero criado en España. Al principio no dominaba el árabe bien, la gente veía los vídeos y se reía de su acento, estudió la lengua de sus ancestros, ahorró y volvió por temporadas a Marruecos.
¿Te consideras más marroquí o español?
Me considero marroquí 100% en cualquier lugar, mi sangre es marroquí pero tengo todo de España.
Forma parte de ese grupo de chicos que hace unos años se juntaba en las calles de Almería soñando un futuro mejor. Una generación que a través de las redes ha encontrado un porvenir. Gente trabajadora y humilde, que te ponen una mesa llena de comida y te invitan a sentirte en casa. “Hermano, yo voy a ser famoso antes que tú y así fue. Estoy muy feliz por Rafa, donde ha llegado, que hace colaboraciones con los mejores Omar Montes, Maka, etc”, el muchacho habla del artista almeriense RVFV con sinceridad y un carisma que conquista la cámara.
“Mis amigos de siempre no tienen comparación con nada, son poderosos porque han estado conmigo estando podrido. Quien viene después de la fama no sabes las intenciones, si tengo que confiar y hacer una amistad buena prefiero que el otro sea influencer, que tenga su nombre por ahí”. Su amigo de la infancia Hicham Said hace las veces de manager, es su mano derecha, aunque a veces parezca despistado.
“Como Hicham no hay otro, él me pagaba el bus para ir a Almería, me mantenía a mí. Yo estudiaba un módulo de electricidad e Hicham trabajaba, con el dinero que ganaba él, 950€ o 1000€ al mes, nos lo gastábamos entre los dos, si él se compraba un pantalón me compraba a mi otro”. Su amigo sale al encuentro dice: “lo que quiero para mí lo quiero para él también, nos ayudamos si nos falta algo. Al final, me demostró que valió la pena”.
Los jóvenes recuerdan sus inicios y cómo las redes sociales le han cambiado la vida. En la puerta de su finca, una vieja furgoneta llena de cajas para los calabacines; antes era la herramienta de trabajo del cabeza de familia, se dedicaba a la venta ambulante, tenía que sacar 8 hijos adelante. Isam es el segundo, dos de sus hermanos mayores cursan estudios superiores en Francia, los pequeños siguen en casa pero no tienen muy en cuenta al influencer. Sin embargo, la “fama” le ha permitido mejorar las condiciones de vida de su familia, ahora cultivan dos hectáreas en La Cañada de San Urbano.
Isam se monta en la furgoneta, agarra el volante y por un momento pierde la mirada, sumergido en sus pensamientos. “Esta furgoneta la vamos a camperizar y vamos a recorrer España con ella, va a estar guapísimo”. Una de sus zapatillas Jordan toca el suelo y la otra dentro del vehículo con los pies en la tierra, pero en camino.
Es el único agricultor conocido, no hay más personajes así. “Con 22 años ser agricultor… Cuando empecé era difícil me tiré a por algo que no tenía ni idea, no sabía ni regar, empecé a estudiar módulos de cómo echar los productos de todo. El dueño de la tierra estaba sorprendido, me veía tan joven y dudaba de si sería capaz de sacarlo adelante. Hemos sacado cherrys que es lo más difícil de cultivar”.
Isam pasea por el invernadero, explica cómo se hormona la flor del calabacín, cómo el color de la hoja denota que la planta está saludable y presume con orgullo de sus cualidades cultivando la tierra. Su padre se cruza con nosotros y dice: “llevaos tomates”, el hombre lleva un cubo en la mano, gorra y la ropa de faena, se despide con una sonrisa y continúa su trabajo.
“Al principio mi padre decía que perdía el tiempo con los vídeos. A día de hoy está orgulloso y toda la familia. Por eso hay que saber valorar a alguien que quiere hacer algo, no hay que quitarle las ganas. Tienes que saber lo que es lo bueno para ti, no dejarte llevar por los comentarios, incluso de los familiares”.
¿Cuál es tu meta?
Mi meta eran los 100k, tener mi placa de YOUTUBE. La meta ahora es seguir hasta donde Dios quiera.
Siempre he sido el típico gracioso, esa es la parte que llega. Ahora llegan más las historias, a la gente le gusta ver lo que haces el día a día. Tienes que ser creador de contenido con lo que tienes alrededor. Durante el coronavirus, monté una serie que tuvo un éxito grande, 700.000 visualizaciones y así.
Agarra el móvil y visita su canal de YouTube para ratificar todas las visitas que ha tenido su serie. Lleva un iPhone de última generación, era uno de los ejemplos que nos ponía cuando hablaba de ganarse la vida. «Mi padre me dejaba que me gastara mi dinero, que me valiera por mí mismo, no van a ir tus amigos con un iPhone y tú con un Nokia de hace mil años».
Muestra la placa de YOUTUBE plateada, el premio por los 100.000 seguidores y comenta incrédulo y agradecido: “es que mi meta era esto”.
¿Cómo consigues un Ferrari?
«Hace un año fue cuando pegué el pelotazo fuerte, me llegaban invitaciones de Bélgica, Dubai, Estados Unidos, ofertas de publicidad…” Enumera una tras otra y le faltan dedos en la mano.
«Es sencillo, cuando llegas a Dubai con los seguidores, lo gestionas todo antes de llegar, te dejan el coche que quieras, el hotel, todo».
¿Cuál es tu público?
Tanto en España como en Marruecos y en cualquier parte del mundo donde haya una comunidad árabe del país que sea. La ventaja de esto es que vaya donde vaya, tengo gente que me acoge.
Estuve en el desierto del Sáhara que no hay ni cobertura bien y la gente venía a tomarse fotos conmigo.
Vivir como un nómada unos días fue una experiencia trascendental para el joven que cuenta con entusiasmo cómo era el silencio de la noche, cómo era la nada.
¿No te cansas de hacer siempre el mismo personaje?
No, porque el contenido es siempre diferente, nunca digo lo mismo. Hoy estoy en Estados Unidos, mañana en Suecia, el polo norte; hay tantas cosas, no te tienes que encerrar.
Por ejemplo, traer a una española, vestirla con la chilaba y ponerla a trabajar en el invernadero. Los árabes se parten de risa.
¿Ayudas a personas desfavorecidas?
Nosotros también hemos sido pobres, no todo el mundo viene desde arriba. Desde pequeño vas subiendo, claro que ayudo con comida, dinero, pero eso no lo comparto en mis redes sociales, sería alardear, esto es privado. Lo hago para mí, no para enseñar a los demás que ayudo. Si tienes un corazón blanco vas a ayudar, no necesitas ver a alguien de ejemplo para seguirlo.
¿Y la mentalidad tan negociante?
Nosotros somos de venta ambulante, somos muy negociadores. Antes de ser famoso en los veranos vendía por la playa toallas, chanclas… Cada verano desde pequeño lo pasaba en Cartagena, Águilas, por Murcia.
Mi vida ha sido muy liana, solo tengo 22 años pero he trabajado de comercial en Madrid, de camarero en Mallorca, en Barcelona también. No me gusta encerrarme, si no hay trabajo cojo el poco dinero que tenga ahorrado y me busco la vida.
Cuando estuve en Córdoba me busqué donde dormir, quien me llevaba y quien me traía al trabajo. Estuvimos viviendo de ‘okupas’ con otros chavales que le dijimos veniros que tenemos casa. Era una mansión que tenía como 24 habitaciones, una locura. No había luz ni nada pero como somos buenas personas, encontramos butanos y vasos donde cocinar. Para calentar el agua tela, la casa estaba cerca de un río, cogíamos el agua pero la puerta del baño tenía un agujero y un frío que hacía de cojones. Por más que intentábamos tapar el agujero, nada.
Los dos amigos se parten de risa con la autoridad que da haberlas pasado canutas.
“Fuimos a buscar dinero para mejorar la vida en otra parte, después fuimos a Barcelona, también he trabajado 6 meses en Francia, he dado muchos palos.”
“Mi padre siempre me ha dicho que mientras tengas fuerza y puedas trabajar, que no robes, ni vendas droga. La persona que vende droga aunque ande en un Ferrari, no lo respeto igual. Consíguelo con inteligencia o sudor”.
Hay una diferencia de cómo te tratan cuando no eres nadie a cuando eres conocido, aunque seas la misma persona, seas marroquí…
Claro que hay una diferencia y yo lo veo normal. Cuando alguien te gusta mucho, te hace reír, pues quieres conocerlo.
“Fui al Sáhara, ni siquiera hay buena cobertura, en medio de la nada y la gente venía a hacerse fotos conmigo”. Pasar unos días en el desierto viviendo como un nómada, fue una experiencia trascendente para el joven cuenta con entusiasmo como era el silencio durante la noche. “No se escuchaba nada, nada ni un pajarillo.”
Has empezado como agricultor ‘loco’. ¿Terminarás como agricultor ‘loco’?
Claro, pero te estoy diciendo de ir a EEUU que eso tiene un pastizal de gastos. Al público siempre le tienes que mostrar la misma cara con la que te han querido, si has empezado con sucio, tienes que acabar sucio. Porque te han querido, seguido y levantado con esa imagen.
¿Si te encontraras contigo de pequeño, qué te dirías?
Pues no sé ni qué decirte, quizás haber empezado más pequeño, no hacerlo con 18 años. Un amigo mío cantante tiene 16 años y una de sus canciones tiene 710M de visualizaciones, es la canción más importante del mundo árabe. Es un éxito. Cuando eres pequeño es más fácil llegar a la gente, eres más amado. Además, eres más confiado, te dejas llevar, te gestionan mejor.